Empiezas
a extraviar la gran paciencia,
y
aquel control normal, que dominabas.
Pierdes
el cuajo de cuando mandabas,
sin
embargo, responde tu experiencia.
Disimulando
con toda tu ciencia,
fingida
tan a cuestas, explicabas,
tus
líos; los de faldas, y encantabas,
al
declararlos, en la residencia.
Los
años galoparon, sin notarlo.
¡
Eso dicen, los qué todo lo saben !
Huella;
que se fundió sin aclararlo.
Un
día; dejas que ¡ Adoren, y alaben !
Oyes
la voz, no alcanzas a explicarlo.
Es
un rugido feo, otros no caben.
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