lunes, 28 de agosto de 2017

Dentro de cincuenta años... ¿Qué?



Estaba conversando con su mujer mientas desayunaban, en el corazón de la casa. La cocina, el lugar de donde se marca la palpitación de todos los que viven en el hogar.
Sin dudar el espacio más utilizado y el preferido a la hora de reunirse sin pretenderlo, mientras se come, o se degusta una taza de café.

De ahí, esos pensamientos y palabras, que estaban comenzando a nacer en el entendimiento de Donald y que compartía con Anne, tras haber escuchado precisamente por el balcón de aquella preciosa cocina, a Emiliano Pallarés un vecino que recriminaba a otro. Servando Castell, por la dejadez que mantenía en el tejado de su hotel.
Caserío antiguo transformado ahora, en refugio para turistas adinerados, que daba justo enfrente de la puerta de la vivienda de éste su vecino.

Advertencia que daba Emiliano, por la poca atención que le prestaban al mantenimiento del establecimiento. Con un riesgo en este caso, de caída de cascotes y unas piedras mal abrochadas sin fijación definitiva, que a su vez sostenían un parapeto plastificado. Evitando que penetraran las filtraciones del agua procedente de la lluvia. Sin contar con la fuerza del viento, que sopla torpe y con brío en la zona y, que no es para dejarlo a la pura suerte, sin el riesgo de accidente a los viandantes.
La queja quedó extendida por el previsor señor Pallarés, que estaba dentro de la razón.
La calle no es demasiado ancha pero, es ¡preciosa! En una localidad rural, tranquila e inigualable.
El entrono, guarda el regusto a lo antiguo, más que eso. Te transporta a vidas imaginarias secretas dignas del encanto.
Sabor a lo medieval, construida alrededor del siglo XIV. La época florida de donde proceden esas arquitecturas.
Conservando el gusto y las efemérides innatas en sus piedras, y dejando en ellas el lenguaje y el sufrimiento de sus gentes.

Cuanto tiempo ¡Dios! __ pensó Donald__, una vez se había quedado solo, en el recinto, mientras su compañera Anne, había salido de aquella cocina, para comenzar con las obligaciones de la limpieza del hogar.

__ << Verdaderamente dentro de cincuenta años, muchos de nosotros estaremos criando malvas>> __ Siguió elucubrando ya en otra síntesis, que le llevó a cerrar los ojos para seguir soñando.

De forma súbita, e inesperada le sobrevino el recuerdo dejandolo fuera de frecuencia.
<< Mi hijo, tendrá ochenta y ocho años. Su hermana noventa y dos y mi nieta justo cincuenta años y tres meses, recién cumplidos. Caso de que la vida les respete la salud.>>__ La ensoñación le dejó fuera de la realidad y le llevó por derroteros que en ocasiones había visitado, acompañado de la irrealidad y de la fantasía de aquel hombre, que vivía ya casi, de los recuerdos. De las historias y de los sueños que de vez en cuando le proporcionaba el espíritu de la señorita Delicada de Sancho de Aznar y Ranza.

<< Aquella casa, la habían construido, sobre el año el año de 1473, poco tiempo antes del descubrimiento de las Américas, por Cristóbal Colon. Aprovechando la edificación del Castillo, en colocar unas murallas de protección a todos los habitantes de aquella Villa, incluyendo la fortificación en lo más alto del pico del pueblo. Así quedó ubicada la vivienda, la fenomenal casita del lado de la muralla.
En aquellos días estaba ocupada por una familia feudal, que estaba obligada a una serie de lazos que vinculaban a los vasallos y los señores, que ocupaban como Barones las instalaciones del Castillo.
En todo el contorno, al paramento de piedras de sillería, que delimitaban el cerco protegido y las afueras, se establecieron viviendas, para el uso de todos los sirvientes de la Baronía del Señor.
La Deidad, que ocupaba las instalaciones del fortín, era de un personaje descendiente de Sancho Ramírez de Aragón, más conocido como Sancho I.

Engendrado con mujer ajena a la estirpe familiar fueron separados del palacio de las cercanías de Tudela y de sus hijos legítimos. Por haber sido fecundado con cierta criada que guapa era perseguida por el Señor Duque.

Al ser hijo putativo la madre y el recién nacido, fueron aislados de la corte y arrinconados a muchas decenas de leguas, quedando cerca de las depresiones del Ebro y llevado el infante, una vez dejó el pecho de crianza a un convento de clausura para ser atendido por unas monjas, que le dieron la custodia y la educación.
Disfrutando oficiosamente de sueldos y patriarcados que su padre había dejado para su crecimiento y preparación. Dentro de la Eclesiastés de las monjas carmelitas descalzas, y ser educado dentro de la religión pudiendo acceder a propiedades destinadas para él, en su momento.
Aquel señor errante una vez crecido y en batalla ganó la ocupación del castillo de aquella plaza. Se hizo fuerte y consolidó su estadía siendo reconocido y llamado vulgarmente como Ramiro el Intruso.
No tenía título nobiliario relacionado, pero también fue renombrado y designado como un hombre de gran poder e influencia en la zona por su valentía en la guerra y defensa de la población.
Tanto así que tenía amistades y concubinato, con tantas mujeres como deseara. Siendo apetecido por muchas más de las que el propio Ramiro se fijaba.
Entre ellas una mujer preciosa que había vivido en tiempos en la casa, donde Donald, aquel hombre dormido, soñaba y los espíritus le otorgaban la magnifica alucinación como regalo de hechizo.>>

Donald, seguía dentro de la elucubración, inmerso en sus pensamientos lejos de la realidad y llenándose los pulmones continuó con su relato cerebral, sin el mínimo pesar.

<< Una noche Ramiro bajó la cuesta a buscar a Hermenegilda Aznar de Ranza, hija de su ayudante y con la venia y beneplácito de su padre, y ateniéndose al derecho de pernada, tuvieron relaciones sexuales durante nueve noches consecutivas. 
Con apasionamiento y fruición.

Derroche de amoríos y anhelos inconfesables, que quedaron en el secreto más intimo de aquellas paredes de la casa en cuestión.
Naciendo de ese apareamiento una niña a la que le pusieron por nombre Delicada de Sancho y Aznar de Ranza.
El espíritu batiente que busca libertad en las noches oscuras de la casa de la bajada de la curva del Carmen.>>

La que adquirió siglos después el actual propietario; Donald, en el año mil novecientos noventa y tantos y desde ese momento y a menudo, es la que le imprime de recuerdos, de anécdotas pasadas y vividas por Delicada de Sancho, al insigne y reservado pensador.

Un ruido de subir escalones despertó a Donald. Era sencillamente Anne, su mujer que mientras estaba barriendo la entrada de la primera planta de la casa de la curva, oía unos quejidos, que le parecieron ser de su propio compañero y acudía preocupada a saber de que se trataba.
__ ¿Estás bien Donald?
__ ¡Claro!, me he quedado un poco traspuesto pensando en lo que hablábamos antes de que salieras a tus ocupaciones.
__ Ahora que dices que te has quedado dormido__ Le confió Anne, a Donald, con un tanto de incredulidad, por lo raro, pero con cierto placer inducido.
Siguió explicando o intentando hacerse entender, después de la noche tan ajetreada que tuvo aquella buena mujer.
__He tenido esta noche pasada una pesadilla mas tonta__ siguió argumentando Anne__ mira que duermo mal por las noches, pero jamás me había ocurrido nada igual.
Esperó unos instantes para proseguir mientras miraba a Donald, que comprensivo imaginaba, manifestándole con mucha comprensión, algo que no esperaba.
__ ¿No te habrás tropezado con Delicada de Sancho?
__ ¡Sí y tu como lo sabes! __ le preguntó asustada__ Si dormías como un bendito. ¿Ya me dirás que está pasando?
__ Y que te ha contado__ preguntó Donald__, porque algún mensaje te ha dejado bien claro ¡Verdad!
__ Aún no entiendo nada, pero me ha dicho algo que verdaderamente tiene pies y cabeza, y no me ha provocado ninguna zozobra__ prosiguió Anne, indicando las frases que Delicada le regaló.
__ Has cumplido años. Los has disfrutado sin percatarte. No se sabe jamás hasta donde llegamos. El tiempo se escapa para no volver.