Los preparativos habían comenzado días atrás sin embargo, a última hora
salen imponderables. Tras los nervios y la activación del plan de distribución
de funciones, lo primero era resolver el orden de las mesas y la colocación de
los refrescos, para que cuando comenzara el “jaleo” estuvieran fresquitas las
cervezas y las limonadas.
El punto de arranque se marca para las seis de la tarde, un poco antes van
llegando los protagonistas de la infraestructura mencionada, los auténticos
maestros de ceremonia, los conectores de los actos de complacencia.
En total hay 192 plazas reservadas para la fiesta, localidades, que
previamente cada usuario fue reservando para celebrar esa noche en compañía de
sus amistades y familiares.
Los dispositivos de la organización funcionan a la
perfección desde hace muchos años, la experiencia de los promotores es un dato
fiel y eficaz, y todos o casi todos los de la junta de representación iniciaron
los trabajos más duros que se puedan imaginar.
El transporte de los refrigeradores, montaje de las mesas de la cena, colocación
de los manteles y numeración de las mismas. Traslado de todas las botellas de
refrescos, utensilios de dispensación de bebidas, colocación de banderitas y
guirnaldas, decoraciones entre farola y fanal de la magnífica plaza Catalunya,
limpieza de las sillas, adecuación de los pasillos para dar ese toque de alegría
en los callejones y filas del perímetro utilizado para la cena.
Las normas de
seguridad establecidas, los servicios de sanidad alertados, las ententes con
las autoridades del Protección Civil de fiestas, los músicos y orquesta, los
servicios del Transformador de energía, las iluminaciones especiales, el
arrojo, el brío y el apoyo de nuestra gente . No quedó a la suerte nada de lo que
pudiese ser de relevancia en cuanto a la higiene y la custodia y seguridad del
acto.
Aquel hombre se sumó al movimiento y traslado de utensilios y observaba a
todos los que con más años en la entidad, gozaban de mayor experiencia. El
esfuerzo físico no era demasiado grave, sin embargo, si es verdad que el calor
y la decepción por lo que se pudiera escapar hacia más exigente el empeño de
poner mayor esfuerzo.
El gasto energético finalizó con la última de las
acciones repartidas entre aquellos hombres y mujeres que se empañaron en dar
aquel toque de gracia a la verbena. Todos volvieron a sus casas para tomar un
respiro, tras ese trasvase tramoyista. Bañarse, acicalarse para volver a la
fiesta, además de mantener la organización y el servicio de atención al
completo. (Estas personas, trabajan para las demás, a cambio de absolutamente
nada. En todo caso el premio que se llevan es, el bienestar y la sonrisa de
todas ellas).
Fueron llegando a ocupar sus espacios, muy alegres, desbordados otros, algunos
con sus cenas, sus refrescos, y sus ganas de disfrutar de una verbena especial
con baile y petardos. Con la seguridad, de perderse entre aquella posibilidad
de ser feliz por un rato.
Cuantas historias impensables, que se podrían plasmar en esta narración,
una por comensal, cada persona lleva consigo un bagaje de sentimientos difíciles
de airear, ya que a cada cual nos han ocurrido cosas y vivencias, que
transportamos siempre. Aunque esta noche 23 de junio, la primera del verano del
año 2012, queda reflejada en estas letras, dentro de nuestro circulo de
vivencia y compartiéndola con todos estos amigos que han querido sumarse a esta
Gran Fiesta, patrocinada por la Asociación de Vecinos Vinyets i Molí Vell.
Uno de los amigos que asistieron a la cena, contaba en la barrita de la
esquina, muy animado y alegre, después de haber consumido unas cuantas copas de
cava y haber bailoteado con la Orquesta Adagio, que él, mucho antes de que la
crisis nos afeitara, ya llevaba el dinero arrugado al banco para ingresar, ni
se preocupaba de alisarlo. Tal como lo recogía del talego se lo entregaba al
empleado de banca y vigilaba sus movimientos, que no se fiaba de nadie.
A la
pregunta del empelado de la caja de ahorros, de: ¿Lo tenía en el colchón? y
tras mirarlo con admiración su respuesta fue dubitativa: ¡Como lo sabe, me ha visto! y reía a carcajada sonora, haciendo el
espacio más divertido. Otro conocido, para no ser menos y dejar también su
impronta adujo tener, refiriéndose a tiempos pasados, su dinero olor a
garrofas, lo guardaba junto con los sacos de fertilizantes del campo, para que
no sospecharan los demás y no se lo quitaran.
Ocultando todo su capital junto
al grano para llevar a moler, mezclado con los costales de garrofas, de esa
forma, nadie podía sospechar que su erario estaba al aire libre. Un día su hijo,
que del tema no sabía ni media, recogió los sacos para llevarlos precisamente
al Molino Viejo del barrio de Vinyets y poco
antes de que el “Hereu” produjese una debacle en el ahorro familiar, el padre
detuvo la “moledora” y pudo sacar y
rescatar aquellas talegas cargadas de billetes de curso legal, que dentro del
mismo saco del grano, había guardado por desconfianza al mundo entero.
Otros
narraban secuencias de sus escarmientos
con una gracia fenomenal. El del lado izquierdo de la mesa trece, un Alcañizano
muy gracioso, refirió como un día 5 de abril del año 2010, casi en la espadaña
de la torre de la iglesia se declaró a su tercera mujer, las dos anteriores habían
sufrido sendos perjudiques domésticos muy desagradables.
La primera lo abandonó
por un capitán de barco de Puerto Rico, que bailaba muy bien el mambo número
cinco de: Pérez Prado. La segunda, se escapó con un recaudador de Hacienda al país
de los placeres sensuales y nunca supo nada más de ella, que a la hora de perderse
escondió una cartilla de ahorros del Penedés, con más números rojos que el de
los amigos de la sangre.
Gracias a su llamado por él mismo, “motor de sangre”, refiriéndose
a su corazón, asumía aquel tópico de: no estoy entre los que están, pero soy de
los que son.
Qué bien se disfruta de lo mejor que nos regala la amistad y el
compañerismo si lo sabemos administrar. Como gozamos de las buenas gentes, al
acercarnos a ellas y escucharles. Todas tienen algo que decir, un mensaje que
entregarnos y alguna complicidad inexplicable.
Entre todos unidos, asistentes, organizadores, músicos, personas actuantes,
brindaron una noche agradable. La primera del Solsticio de verano del año 2012,
que a la postre nos arrancó la risa y el deseo de seguir pasándolo bien.
Quiero nombrar a los responsables de esa Junta de Vinyets, además de
algunos voluntarios, que siguen logrando esos momentos mágicos, que difícilmente
podremos olvidar. Sin ellos sería menos posible comprender el paralelismo que
existe entre la cordialidad y la servidumbre. A todos ellos, dar las gracias
sinceras, en nombre de muchos de los que pudimos disfrutar de todo.
Consol y Jesús, Raimundo Omella, Paco Moya, Paco Sánchez, Rafael Miro,
Jorge Latorre, Gerardo y Miguel Cobo. Un recuerdo a Antonio Gómez que se pasó
la noche en el hospital, asistiendo a un familiar.
Sin olvidar que después, se ha de recoger todo lo que se ha dispuesto en la
plaza. Vallas, mesas, sillas, posters, banderitas, desechos y detritos a sus
contenedores, desconexión de la parafernalia eléctrica, transporte hacia las
dependencias y almacenaje de cuanto se ha usado.
Cuando la fiesta finaliza, comienza la tarea siempre para los mismos. ¡Seguro!
lo hacen de mil amores sin una mala palabra y sin más que el recuerdo de
haberte hecho pasar un rato inolvidable.
¡El lunes por la mañana a fregar todos los cachivaches!