sábado, 19 de octubre de 2019

Una visita fugaz por Carcassonne.




La excursión había partido el viernes por la tarde, a eso de las cuatro y media. Con un poco de retraso, que ya nos había anunciado el promotor.
El lugar de inicio de la marcha fue, el habitual. Desde la plaza dónde salen todas nuestras partidas. Como siempre la gente de buen tono, y gastando bromas fáciles de entender.
Reconociendo personas y rostros conocidos. Otros no tanto, aventureros como yo, que buscamos nada más que la felicidad.
Ese bien preciado que tan solo se reparte en porciones exiguas y en los lugares menos inesperados. El autobús, que nos recogía, era de los denominados «feos», sin tele, sin aire acondicionado, sin más.
El chófer desconocido pero buen profesional, dadas las pocas incidencias que se dieron en el transcurso del viaje.
Al llegar a la Selva, zona gerundense, camino del emplazamiento de Rosas, paramos a descargar La «vejiga urinaria, órgano membranoso del tracto urinario, que almacena el liquido sobrante y lo lanza y expele a través de la uretra durante la micción». En una palabra paramos a mear.

En la propia autopista, descansamos y tomamos además de esa evacuación nombrada, tomamos un café de máquina, que me llegó a los pies en cuanto metí el primer trago, «Menuda purga Juanito, la de aquel mejunje»
Eso no quitaba en seguir hacia adelante y disfrutar de lo que venga. Ya entrada la tarde y oscurecido, llegamos al Hotel Goya Prestige que es un lugar estupendo, en cuanto a servicio, limpieza y tranquilidad, con un comedor y un Self Service, de categoría, donde pasamos la noche en paz y en buena asunción del sueño. Hasta la mañana del día 12 día del Pilar y de la Patrona de España, que después de un contundente desayuno nos salíamos del suelo patrio y nos adentrábamos en tierras del país vecino. Las maravillosas y fértiles tierras Francesas, para visitar Carcassonne, ciudad preciosa. Capital del departamento del Aude, en la región de la Occitania, que en su momento estuvo amurallada, residida por los Cátaros y todas aquellas gentes del medioevo, que solían guerrear por circunstancias derivadas de la religión a expensas del Papa de turno, que siempre ha resido a cuerpo de rey en Roma.


Buen paseo, amplio, después de haber modificado sobre la marcha el no visitar Perpignan, por creer algunos de los excursionistas que no daba tiempo a ver Carcassonne, debidamente, y tras una votación a vista de pájaro, se anuló la visita de Perpignan dando todo el tiempo a la ciudad Cátara.
Después del paseo por la preciosa población, estábamos citados en el restaurante "No merece ser nombrado", de Carcassonne, donde quedamos muy descontentos de la dedicación recibida. Tanta que es para olvidarse del lugar. Sabiendo que ni el guía, ni el promotor tienen culpa de nada lo cito, para que conste.

La simpatía de cualquier negocio, es responsabilidad de los dueños y demostraron ser desatentos con el grupo del segundo turno. (Peor para ellos, con no volver).

La poca atención con la que nos recibieron ya les descabalga y les quita esa tendencia de agrado. La que en un principio todos creíamos la atesoraban con todas las personas que frecuentan y que van a hacer gasto a esa Brasería.
Mas de la mitad de los comensales que estuvimos, almorzando el famoso «Plato de la Cassoulet», volveremos jamás.

Ni por la Cassoulet, con su famoso Canard, que traducido al español es el pato, con que la cocinan tradicionalmente, ni con cualquier otra delicia que puedan condimentar en el restaurante, por los motivos antes descritos.
La mayoría de la gente no habla por miedo escénico, de la disconformidad de este tema. Quizás en algunos por que no le dan la oportuna importancia. Sin embargo la opinión de bastantes fue nefasta. ¡Dónde se ha visto!, que en el menú de un famoso restaurante, ofrezcan para beber agua del grifo.
Cuando además de no ser comestible, en ciertos lugares está hasta prohibida, que no sirvan en las mesas agua mineral y controlada. Puedo entender, que no entre el café y el vino en el menú, podemos estar de acuerdo, pero tener que beber agua de las cañerías es muy fuerte.
Creo que fue la única pega de todo el día. Comimos mal, comparada la ingesta con la que nos ofrecía el comedor del Goya Prestige.

La ciudad no tiene culpa y Carcassonne, es digna de ser recorrida con más tranquilidad y sin olvidarse de la tanta historia que conlleva. Callejas con historia, construidas en piedra de sillería, columnas de pedernal, biseles y tejas con más de medio siglo de antigüedad, todo muy bonito y educativo. ¡Precioso!
Tras el paseo, de la tarde, la compra de recuerdos, tomamos café en el Mesón de la calle principal, que nos supo a gloria, degustar ese “saborcete” de la cafeína, que tan acostumbrados lo tenemos algunos.

Muchos detalles y cosas interesantes, pudimos contemplar y de disfrutar de tantas cosas, del clima otoñal, que la naturaleza nos regaló a todos los que disfrutamos del día del Pilar en aquel recinto amurallado, que sin duda recordaré con mucho cariño, por tantas y tantas cosas y situaciones ocurridas en la Francia vecina, que no deja de sorprenderme en positivo.
El viaje de vuelta hacia Rosas fue interesante, por lo escuchado en el propio autocar, opiniones de todos los gustos y cosechas, unas disfrutadas otras denostadas, pero como siempre, respetando a los viajeros y claro está; como gente tolerante, que somos, y abierta para cualquier opinión, que como digo, las hay de todos los gustos, siguen siendo sugerentes y en según que casos hasta hilarantes.











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