La
excursión había partido el viernes por la tarde, a eso de las
cuatro y media. Con
un poco de retraso, que ya nos había anunciado el promotor.
El
lugar de inicio de la marcha fue,
el
habitual. Desde la plaza dónde salen todas nuestras partidas. Como
siempre la gente de buen tono, y gastando bromas fáciles de
entender.
Reconociendo
personas y rostros
conocidos.
Otros
no tanto, aventureros
como yo, que buscamos nada más que la felicidad.
Ese
bien preciado que tan solo se reparte en porciones exiguas y en los
lugares menos inesperados. El autobús, que nos recogía, era
de los denominados «feos»,
sin tele, sin aire acondicionado, sin más.
El
chófer desconocido pero buen profesional, dadas las pocas
incidencias que se dieron en
el transcurso del
viaje.
Al
llegar a la Selva, zona gerundense, camino del emplazamiento de
Rosas, paramos a descargar La
«vejiga
urinaria,
órgano
membranoso del
tracto urinario, que
almacena
el
liquido sobrante y
lo
lanza y expele a
través de la uretra durante la micción».
En
una
palabra paramos a mear.
En
la propia autopista, descansamos y tomamos además de esa
evacuación
nombrada, tomamos un café de máquina,
que me llegó a los pies en cuanto metí el primer trago, «Menuda
purga Juanito, la de aquel mejunje»
Eso
no quitaba en
seguir hacia adelante y disfrutar de lo que venga. Ya entrada la
tarde y oscurecido, llegamos al Hotel Goya Prestige que es un lugar
estupendo, en cuanto a servicio, limpieza y tranquilidad, con un
comedor y un Self Service, de categoría, donde pasamos la noche en
paz y en buena asunción del sueño. Hasta la mañana del día 12 día
del Pilar y de
la Patrona de España, que después de
un contundente desayuno nos salíamos
del suelo patrio y nos adentrábamos en tierras del
país vecino. Las maravillosas y fértiles tierras Francesas,
para visitar Carcassonne, ciudad preciosa. Capital
del departamento del Aude, en la región de la Occitania, que
en su momento estuvo amurallada, residida por los Cátaros y todas
aquellas gentes del medioevo, que solían guerrear por circunstancias
derivadas de la religión a expensas del Papa de turno, que siempre
ha resido a cuerpo de rey en Roma.
Buen paseo, amplio, después de haber modificado sobre la marcha el no visitar Perpignan, por creer algunos de los excursionistas que no daba tiempo a ver Carcassonne, debidamente, y tras una votación a vista de pájaro, se anuló la visita de Perpignan dando todo el tiempo a la ciudad Cátara.
Después
del paseo por
la preciosa población, estábamos
citados
en el restaurante "No merece ser nombrado", de Carcassonne,
donde
quedamos muy descontentos de la dedicación recibida. Tanta que es
para olvidarse del lugar.
Sabiendo
que ni el guía, ni el promotor tienen culpa de nada lo
cito, para que conste.
La
simpatía de cualquier negocio, es responsabilidad de los dueños y
demostraron ser desatentos con el grupo del segundo
turno.
(Peor
para ellos, con no volver).
La
poca atención con la que nos recibieron ya les descabalga y les
quita esa tendencia
de
agrado. La que en un principio todos creíamos
la
atesoraban
con todas
las personas que frecuentan y que van
a hacer
gasto a esa Brasería.
Mas
de la
mitad de los comensales que estuvimos, almorzando
el
famoso
«Plato
de la Cassoulet»,
volveremos
jamás.
Ni
por la Cassoulet, con
su famoso Canard,
que traducido
al español es el
pato, con
que la cocinan tradicionalmente,
ni con cualquier
otra delicia que puedan condimentar
en el restaurante, por
los motivos antes descritos.
La
mayoría de la gente no habla por
miedo escénico,
de la disconformidad de este
tema. Quizás
en algunos por que
no le dan la oportuna importancia. Sin
embargo la opinión de bastantes fue nefasta. ¡Dónde
se ha visto!, que en el
menú
de un famoso restaurante, ofrezcan
para beber agua del grifo.
Cuando
además de no ser comestible, en ciertos lugares está hasta
prohibida, que no sirvan
en las mesas agua
mineral y controlada. Puedo
entender, que no
entre el
café y
el vino en
el menú, podemos
estar de acuerdo,
pero tener que beber agua de las cañerías es muy fuerte.
Creo
que fue la única pega de todo el día. Comimos
mal, comparada la ingesta con la
que
nos ofrecía el
comedor del Goya Prestige.
La
ciudad no
tiene culpa y Carcassonne, es
digna de ser recorrida con más tranquilidad y sin olvidarse de la
tanta historia que conlleva. Callejas
con historia, construidas en piedra de sillería, columnas de
pedernal, biseles y tejas con más de medio siglo de antigüedad,
todo muy bonito y educativo. ¡Precioso!
Tras
el paseo, de
la tarde, la compra de recuerdos, tomamos café en el Mesón de la
calle principal, que nos supo a gloria, degustar
ese “saborcete”
de la cafeína, que tan acostumbrados lo tenemos algunos.
Muchos
detalles y cosas
interesantes, pudimos
contemplar y
de disfrutar de
tantas cosas, del
clima otoñal, que la naturaleza nos regaló a todos los que
disfrutamos del día
del Pilar
en aquel recinto amurallado, que sin duda recordaré con mucho
cariño, por tantas y tantas cosas y situaciones ocurridas en la
Francia vecina, que no deja de sorprenderme en positivo.
El
viaje
de vuelta hacia Rosas fue interesante, por lo escuchado en el propio
autocar, opiniones de todos los gustos y cosechas, unas disfrutadas
otras denostadas, pero como siempre, respetando a los viajeros y
claro está; como gente
tolerante,
que somos, y abierta para cualquier opinión, que
como digo, las
hay de todos los gustos, siguen siendo sugerentes
y en según que casos hasta hilarantes.
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