sábado, 30 de julio de 2022

Si no me explico bien.

 







 

Penando toda la vida seguimos,

aunque digan lo que digan, fingimos.

A veces, no me aguanto. ¡Así subsisto!

Si no me explico bien. Paro y desisto.

En el justificar, lo permitimos.

No es mejor ignorar. Si nos mentimos.

 

Si restaurara a tiempo, lo que hicimos,

igual me atrevería con tus mimos.

Nada sería Igual. Ni el imprevisto,                                    

Ni el orden de mis noches; donde insisto.

De qué vale quejarse, ¿Lo sentimos?

Falta hallar el lugar que transgredimos.

 

Si quieres lo indicamos ¡Repetimos!

Que no quede en olvido, ¡Lo vivimos!

y cuando lo perciba, lo habré visto.

Mientras; yo seguiré. Aún lo resisto.

Por nuestras ilusiones, todos fuimos

suficiente engreídos y desistimos.







 

 


miércoles, 27 de julio de 2022

Hola nos dijo, la ola de calor.

 




A menudo voy pensando

en ciclos, por lo del clima.

Tarea que va mermando,

mi paciencia que se indigna.

 

Atmosféricos fingidos,

esos tan desconocidos

que pretenden aclarar,

con la lluvia mis fluidos.

 

Entendidos de mi barrio,

después de oír y charlar,

montan semejante escarnio,

por el morbo que nos dan,

los eruditos muy serios,

sin saber si es la verdad

de todo el Telediario.

 

Y después de repensar,

que el frio te deja tieso,

el invierno es muy mordaz

y no puedes ser travieso,

ya que te puedes helar

porque el relente es avieso

pero sí; tienes, tu manta...

Te duermes como el más viejo.

 

El calor, ahora sufrido,

no se olvidará jamás.

El clima siempre cambiante,

trucado se ensanchará.

Variando grados radiantes,

la normalidad se irá,

teniendo siempre el talante,

nada parece importar.

Salvo sudores triunfantes

que siempre se enchufaran,

al clima condicionante.

 

Temperaturas de horno

se pudieron aguantar,

y estos listos, con soborno,

subiendo su facturar

enmerdaron el bochorno,

despistaron al robar,

engañaron con extornos,

teniendo que soportar.

 

 Una ola que te moja,

y así, te pone a sufrir,

te mantiene amodorrado

y, solo arruina el dormir.

Porque la fiebre no baja

y no puedes discernir,

aunque mi leche se agria

procuro no trasgredir.

 

Imposible de aguantar

esta bola de calor.

La que tanto perjudica

a ese monte sin fragor,

que se quema sin remedio.

 

Por la falta de atención,

de tantos Ayuntamientos,

y consejeros incautos,

que los eligen a dedo.

 

Sin olvidar, además

cuantos, pirómanos sueltos,

que en vez de tener decencia

aprovecha su ocasión

y nos asan sin clemencia.

 

Mil entendidos tenemos,

todos inventan que pasa,

nadie se atreve a ponerlos,

mirando centro Tarrasa.

 

Prefieren mandar recelos,

incluso, así ni se jactan,

borrascas para los cielos.

Carecen de leche y nata.

 

Aquí nadie soluciona,

el gran calor que ya embarga,

echando la culpa al tiempo,

y diciéndonos que acaba.

Predicen cosas miedosas,

y otras tienen su melaza.

 

Al cabo la perezosa,

no da tregua con su maza.

Bebiendo mi gaseosa

sudo como nunca en casa,

esperando la tormenta

y llueva café en mi taza.







lunes, 25 de julio de 2022

Libres somos

 






 

 






Aunque queramos, no somos tan libres,

aludo en general. ¿Tenemos fibra?

Aun cuando el corazón sientas que vibra,

sabe de qué va, y suenan sus timbres.

 

Soy claro al opinar, con mis calibres, 

lo suelo hacer; si no desequilibra.

Sin juzgar, ni pensar, y Dios me libra,

por veraz, sin adornos y sin mimbres.

 

El que juzga lo que dice, y no miente,

es osado en verdad, más que nos pese.

Mostrando su honradez, y así se siente.

 

Cuán difícil es; oír sin que eluyese,

la opinión placentera de un solvente,

dicha por convicción; y así la exprese






sábado, 23 de julio de 2022

De sangre caliente

 


Aquí mojado, dentro y de ti; denso,

sudo placer en mí, porque provoca

su humedad y el calor, que me disloca

en declive, notándome indefenso.

 

Desabrigado, espeso y muy propenso

a dejarme llevar con risa loca,

remonto la gran fiebre que convoca

tu apariencia, ficticia por lo intenso.



 

Apresurado por mi calentura,

trato a mi destemplanza perturbado,

fuera del confín de mi floritura.

 

Noto, mojo y transpiro cada grado

del exceso, en mi cuerpo y envoltura.

Presumo de ello. Nunca estuve helado

 

 

 

 

 


jueves, 21 de julio de 2022

La cocina, está cerrada.

 




Yo no puedo imaginar,

que estando de vacaciones

puedan llegar a decir:

que no me pueden servir

en el bar de ese lugar.

Un bocata por estar

cerrada ya la cocina.

 

Me miro raudo el reloj

y sorprendido quedé

al ver que no eran las tres,

y nosotros sin comer,

Porque el hermoso lugar,

carece de un solo bar

donde te puedan valer.

 

Donde vamos a llegar,

si no ponemos final,

a esta situación irreal.

Con los turistas que llegan.

 

Quizás aun diré algo más;

pueden llegar a asustar

a los clientes de siempre

sí por la causa fatal

no les pueden ofrecer,

o no quieren agradar

con esa hospitalidad

de la que todos presumen

sin llegar a ser verdad.

 

¡ESO se ha de GANAR!

Atónito miro el reloj

creyendo que me pasé

del horario establecido

en su indicador normal

y degustar mi menú,

en el restaurante aquel,

que desde chico cené

con amigos y familia

y que ahora no sé qué,

me vengan con la canción

y no nos quieran servir

por la cocina cerrada.

 

En cualquier sitio del mundo

de los cinco continentes,

jamás viví cosa igual;

que antes de ser las tres

apagaran sus fogones,

y dejaran a clientes

más colgados que jamones.

 

Teniendo la cara dura

de indicar en sus carteles,

el precio de las comidas.

A sabiendas de verdad

que no las podrán guisar

puesto que antes de llegar

la hora del buen yantar

su cocina atrancará.

 

Mientras el dueño del bar,

el gracioso tabernero,

que ni es profesional,

ni jamás fue cantinero,

me decía sin mediar.

Que de comer “ni de ná”

 

En invierno se verán

sin gente que les consuma,

porque no vendrán jamás

a esta zona que rezuma.

 

Recordando el ayunar,

que les hicieron pasar

con la cerveza y la espuma.

Franja que costó en llegar

a ser famosa per “sé”

De la que algunos presumen

y la quieren comparar,

con una zona italiana

en la cual, si usted recala,

no le ponen cortapisas,

ni le dicen con sus risas

que el horario está fundido,

y no pueden “papear”.

Por el cierre de cocina.

 

Donde vamos a llegar

de seguir por el camino

que han emprendido sin más,

los dueños de los “baretos”

que, para poder agradar,

lo primero es ser normal,

y atender su cuchitril,

con un servicio decente.

 

Dejar cocinas abiertas

y poner más personal

para poder atender,

la avalancha de turistas,

que nos suelen visitar

saciando el hambre de artista.

 

Ya se empieza a comentar,

a este sitio, ¡ni llegar!

y menos con niños chicos.

 

Si hay que darles de comer,

a los chiquillos de casa,

mejor llevas un bocata

y una garrafa con agua,

No sea que tropieces tú,

con sus cocinas barradas

y te quedes sin comer,

aunque sean marranadas.

 

Con lo que cuesta salir

con la familia a la calle,

por el precio del gasoil,

mientras yo cruzo ese valle.

 

Después de tanto tropiezo,

de tanta pandemia mala,

de la factura del pan,

y de los gastos de casa.

 

Cómo voy a disfrutar,

Cómo me voy a olvidar,

en un sitio sin servicio

y que puedas almorzar.

 

Te hayas de presentar

en ese lindo lugar.

Antes que suenen las tres,

Si es que pretendes comer

 

Seguro que pagaran

siempre los más vulnerables

quedando como rositas

todos los responsables,

esos que dicen que hacen,

pero luego entorpecen

a buenas gentes que quieren

solucionar imponderables.

 

Incluido los políticos

por ahora insondables,

descansando por sus logros

sin ver problema: impensable

que en ningún lugar se da,

porque no es imaginable,

y que esta tierra agradable

resurja con aires nuevos

y trate al peregrino

con más gracia y salero.

 

Dé más saldo al camarero,

y no cierre las cocinas.

El invierno será largo,

y la gente cambiará,

buscándose otro lugar.

Para no recalar más.

Si no sabemos estar,

 

Corremos un gran peligro

y con ello cambiará

el empleo en vacaciones.

Entonces recordaremos,

con distancia y sin olvido,

aquella canción italiana

con música de Toscana,

sobre el cierre de cocinas

y los menús restringidos.

 

Pensando que dan las dos,

Creyendo que fueron tres

y yo hambriento me quedé

desnutrido por los cuatro,

que no quisieron llegar

a ser paraíso impensable

tirando la piedra a dar,

y aquí ya, no venga nadie.

 

 



 











miércoles, 20 de julio de 2022

Soy como tu, parecidos.

 






 




No sé yo, hacia donde voy

y menos de dónde vengo

Pregunto siempre quién soy,

De ese modo me sostengo.

 

Procuro creer en el hoy,

sin fiarme, y así me atengo

Creo, desahogarme cuando doy

y si lo hago bien. Me avengo.

 

Siempre que me buscan estoy,

y a veces aún retengo

mi flema dentro del convoy,

porque mi genio detengo.




 

 


martes, 12 de julio de 2022

Soy taciturno, además iluso.

 










Dejo escapar mi vista al infinito,

y no tardo nada en volar contigo.

Vago recuerdo, el que no consigo

por desembarazar, y estar prescrito.


No eres mujer, con un cuerpo marchito,

llevas la femenil curva y castigo,

siendo esencia y raíz del siempre abrigo.

Sutil tránsito, que gime gratuito. 


Cuando reanudo, vuelvo al verecundo,

y sigo estando allí, algo difuso.

Noto mi savia, de la cual redundo.


Reacciono, procediendo tan confuso,

vagando sin ser útil ni profundo.

Soy taciturno, y además iluso.










lunes, 11 de julio de 2022

Deseos de Felicidad

 


Las montañas jamás se encuentran, y los destinos, están escritos desde antes de nacer. Mucho antes de llegar a esta vida, se nos dibuja una trayectoria; la cual debemos seguir de forma inexorable y forzosa. Sin comprender en casi todas las ocasiones, el por qué, de lo que nos acontece, incluyendo los regocijos y condenas, que transportan nuestros genes.


Os voy a contar un cuento, por llamarlo así. Un relato que ha sido real, que sucedió en el Viso de los Pedroches, provincia de Córdoba. Cuando en nuestra España, se dirimía una fratricida guerra, que nos dejó a todos diezmados y en según qué casos como el de Dolores, huérfana y desvalida. Suceso que ocurrió allá por los años cuarenta del siglo pasado y que, por casualidad y por el deseo de una hija hacia la memoria, y amor hacia su padre, se le da luz a la que tiene derecho y, para que no queden aquellos instantes de su dolor en el silencio de las más sangrantes verdades.

Drama que conocerá el mundo entero, a poco que estas letras se difundan por el universo. Desencantos de una niña que, sin venir a cuento, se quedó sin aquel cariño, que le profesaba su padre.

Si no hubiese sido por ese destino que mencionaba antes. A su vez; se habría quedado oscurecido, ese deseo de una hija por exhibirlo y explicarlo, a las buenas gentes que, como ella, habrán sufrido en la misma cuantía.

Pretensión que la hija ha cultivado a lo largo de las décadas, hasta ver que sus vivencias y las poesías de su padre, no quedarían en el más puro de los olvidos. El mérito es suyo, de Dolores Murillo. Una persona ponderada, una hija amorosa que siempre llevó en lo más profundo de su corazón, esa leyenda trágica, que ahora desvela y exterioriza, gracias a que Eduardo, su papá, un poco antes de morir de forma inaudita, le dedicó.

Dejando escritas unas odas, unos poemas y unos deseos tan humanos como profesaban dentro de su familia. Los que, conservados por el amor de una hija, ahora se leen.

 

POEMA 

Como chispa desprendía

de un astro del firmamento

llegó una carta a mis manos

la que abrí triste y sobrepuesto.

 

No se equivocó mi mente,

en ti, se hallara mi pensamiento,

y al abrirla me sorprendo,

tu retrato venía dentro.

 

¡Le cogí!, … le besé mil veces,

Lo estreché sobre mi pecho,

sin darme cuenta que al dorso,

me dices tu descontento.

 

¡Me dices! Huérfana estoy,

ni madre, ni padre tengo,

palabras que, como flechas,

atravesaron mi pecho.

 

Sin poderme contener,

lágrimas vierten mis ojos.

¡No como llora un culpable,

arrepentido de todo!

 

Porque has de tener en cuenta,

que culpable no lo fui,

lloro porque desde niña,

has empezado a sufrir

 

y tu triste desventura,

me hace perder el tino.

Mi sufrimiento es mayor,

al haberte conocido.

 

Pero conserva estas letras,

como humilde relicario,

y cuando tengas edad,

examina mi calvario.

 

Llegarás a comprender,

que tu padre no fue malo,

y aunque ya no me recuerdes,

sabrás tu mal, perdonarlo.

 

Tu desgracia es mi calvario,

de una aventura en la vida.

No dudes que, este tu padre,

ni un momento te olvida.

 

y si mi suerte quisiera,

poner fin a mi existencia.

Has de saber que tu padre,

en su memoria te lleva.

 

Y; tu frente angelical,

la quiere, la bendice y la besa.

 

 

Eduardo Murillo Murillo.

 

 

En Villanueva del Rey, a fecha de: 20 de octubre de 1940.

Dedicado a Dolores Murillo Ruiz. Natural del Viso de los Pedroches

Provincia de Córdoba.

 

 POEMAS

 

Deseos de   felicidad

 

 

Qué misterio habrá en la vida,

que no se sabe apreciar;

siempre la lucha es activa.

Nunca hay conformidad.

 

Soy joven sin experiencia,

pero siempre he de pensar;

¿No es justo que en las conciencias

reine la felicidad?

 

Justo es seguro, yo entiendo,

y si yo no pienso mal;

pero he aquí mi pregunta.

¿Por qué no existe ya?

 

Trazaren me otro destino,

por ver si puedo llegar;

por este corto camino,

a elegir felicidad.

 

Me uniré a mi compañera,

de una forma ejemplar;

y una niña siquiera,

¿No habíamos de crear?

 

¿Qué hice, tan inocente?

Sin creerme obrar mal;

el rechinar de los dientes,

me lo puedo sujetar.

 

Esta guerra tan maldita,

me ha hecho repensar;

que esta humilde criaturita,

se ha de quedar sin pan.


Mi cariño y mi alegría;

También, te ha de faltar;

pues me marcho en este día,

quizás, no vuelva jamás.

 

Noches de vértigos son,

éstas que hay que pasar;

en chabola o caserón,

sin familia y sin hogar.

 

Con resignación y calma,

esta guerra he de pasar;

y ese trozo de mi alma,

quizás pueda, yo abrazar.

 

La guerra ya terminó.

Todo en este mundo pasa

pronto ufano y con honor,

me presentaré en mi casa.

 

¡Oh… Desesperación!

¿Quién habrá de pensar

que la tragedia pasó,

y preso me han de llevar?

 

Adiós cuerpo angelical…,

mis ilusiones tan grandes,

allá se van a estrechar

en una maldita cárcel.

 

¡Carne de mí misma carne!

¿Dónde estás que no te encuentro?

¿Aún estoy en la cárcel?

¿No es este mi aposento?

 

Mi Dolores rebonita,

Cuanto en ti habré pensado.

Hija mía chiquitita.

¿Pero te tengo en mis brazos?


Que boca, que ojos, qué labios.

Como en un fuerte manojo,

he de lanzar los agravios

Que me sirvieron de enojo.

 

La luz de estos bellos ojos,

cuidaré sin descansar;

como estos labios tan rojos,

y esta boca de azahar.

 

Ángel mío celestial;

pies y manos tan bonitas,

ni cara tan resalá

en ningún cuadro se pinta.

 

Tú serás más primorosa,

que clarea, nardo y jazmín;

y más bella que las rosas,

que haya en el mejor jardín.

 

Las pinturas, los colores,

los artistas de escultura;

no igualan a mi Dolores,

ni muestra, madre natura.

 

Dame un beso, chica mía,

con tu boca de azucena;

abrázame en armonía,

¿No ves, como tengo pena?

 

¡No me besas!, pero ... que estoy de alerta.

¿Qué oigo? ¿Que siento?

¿Yo estoy, en esta maldita celda?

Ese es el centinela, o yo no seré quien soy.

 

¡Bondad divina, me asombra!

Dale fuerza a ésta mi mente,

para contemplar mis ojos,

ante prisión indecente.

 

Gran Dios, que estás en los cielos,

jamás soñé en mi vida,

lo que en este último sueño;

soñé con mi niña linda.

 

¡Pero ya he vuelto otra vez,

a lo que es realidad!

Sin soñar de vez en vez,

¡Nunca habrá felicidad!

 

A ti mi querida Electra,

acompañada de mi querida madre,

solo te pienso encargar;

miren por la niña nuestra,

con ahínco y ceguedad. 

Hasta que, por nuestras puertas,

entre yo, con libertad.

 

 

Tu padre:

 Eduardo Murillo Murillo


Historia de Dolores Murillo Ruiz

hija de Eduardo Murillo Murillo.