miércoles, 29 de marzo de 2017

En las nubes














Altas mordazas,
plano el silencio.
Velan misterios,
que cubre el viento.

Soy residente
del esperpento,
vine traído,
sin más cortejo.

En un alarde,
de afín altura.
Vi los detalles,
despejé dudas.

Como te extraño
eres mi espuma,
siempre he sabido
que eres la luna.

Desde mi nube
veo tus sayas.
Noto las mías,
las dos a rayas.

Sabes de cierto
lo que refiero.
No eres divina,
ni yo, certero
























lunes, 27 de marzo de 2017

Sin acento












Esplendor que ciega,
en cima dorada.
Colinas benditas,
de estampa soñada.

La brisa en calma
besa mil caras.
Verdad enjuagada,
por ser tan clara,

Converso en silencio
no emito templanza,
frecuente simpleza
hablar sin palabras.

Estos collados
de abruptas peñas.
Rasgan silentes,
heridas frescas

Miento si expreso,
no rezo al cielo
y al ser de noche,
rondan deseos.

Sueño despierto,
¡Ya no soy nada!
Silbo el recelo.
sonrisa atada.

Rocé el paraíso
creyendo estar yermo.
Desnuda apariencia
¡Quizás ya esté muerto!



viernes, 24 de marzo de 2017

Sintonía













Mi partitura no finge
refleja gloriosas notas
unas con otras se miman
en mi noche turbadora

Esa obra musical
inscribe lo que no espera
es sublime y pasional
refleja mi vida entera

El atril que inerte aguanta
soporta subordinadas
las penas que llevo dentro
sin estar justificadas

La batuta que no para
invade toda mi calma,
mi pasión que ya no basta
por un error y una causa

De tu cuerpo de guitarra
guardo tantas esencias,
que cuando te palpo apenas
suenas, como si estuvieras

De tu alma mi violín,
que fino sostiene el ritmo
en mi mente los compases,
de la canción y tus mimos

Ando buscando ese cuerpo
que me permita soñar,
aderezar la esperanza
y desterrar el dudar.

Tienes cuerpo de guitarra
llevas tempo y diapasón
eres melodía clara,
mi sinfonía mayor



martes, 21 de marzo de 2017

En el día Mundial de la Poesía.







Te saludo tan linda como eres,
con ese cuerpo tantas veces fino
y otras grueso rotundo con espino
deleitando mi alma con poderes


Diciéndome y hablándome de seres
que van preñados en mi y que atino
con tu acento pesado tan divino
y tu que acercas para mis placeres.


Dama del día y noche, compañera
sin reproches, mi cándida, mi lírica.
Poema con estrofa verdadera


Experiencia vital fiebre tan crítica
hoy tu celebras, dolo que me espera
Amante dulcinea y satírica.











domingo, 19 de marzo de 2017

Hombres sometidos


Hay muchas mujeres maltratadas, 
el ser humano es así de irracional, sin embargo
también existen muchos hombres que callan y
sufren por ese maltrato escondido 
a que les someten
sus propias mujeres



Después de nuestras últimas disputas
todo ha cambiado, ya nada es lo mismo.
De puertas hacia fuera ilusionismo,
por dentro relaciones disolutas.

Regañas mis respuestas absolutas,
contestas groserías con cinismo
aplicando maltrato a tu civismo
y encubierto, me ofendes y me ocultas.

Eso también es un maltrato físico,
abuso para el hombre sometido
por ellas, que lo esconden por incívico.

Humillado denuncio lo que explico,        
por el desprecio falso concurrido
que reciben los hombres que os indico.






miércoles, 15 de marzo de 2017

Villa de Solsona, ¡ahí es nada!

.... y porqué no. ¡Una cana al aire! y una excursión esperada a Solsona, y su entorno. ¡Sí!, madrugar, o sea levantar el "body" mucho antes de la cama en un festivo, sí; lo has de hacer. No en demasiada medida, pero ¡Sí! a las siete treinta el autocar indefectiblemente arranca con los pasajeros ya sentados, colocados en sus respectivos asientos y con el cinturón de seguridad sujeto debajo de la barriga.

Ya en la carretera, al ser domingo y tan temprano no se nota el tránsito, imagino que a la vuelta, será "otro cantar"
Así que aquí y ahora, me amarro los machos y me pongo a relatar todo aquello, que me chocó, que me alertó por lo alegre, lo inaudito y lo simpático. Lo más triste y lo que se me haya escapado, quedará callado para siempre. Las alegrías, las fotos más simpáticas, los momentos mas destacables y las imágenes quedaran para el futuro.

En el camino y llegado al kilómetro 114, no encontrábamos el restaurante, y como "mandan los cánones", nos vinieron a recoger al asfalto de la propia carretera, y así nuestro gran autocar, siguió al utilitario del restaurante hasta llegar al punto exacto.
El menú del desayuno fue tan así que os lo explico: Bandejas de embutidos caseros con el clásico pan con tomate, tostadas de pan de labradores y las butifarras. El vino tinto, entraba solo sin esfuerzos, habían colocado los "porrones" para degustarlo chorrito a chorro, entrando por las gargantas de los mas sedientos, pero ¡que va! La gente ya bebe poco de esa forma. Les tiembla el pulso y el hilo de vino les mancha as camisas. Cuando salimos del santuario de la buena comida, 
que no era otro lugar que el restaurante la Font de Goters, que según mis anotaciones pertenece ya bien a la provincia de Lleida. Fuimos a recorrer la ciudad de Solsona, una villa que en su momento fue levantada sobre los restos de un poblado ibérico. Sus calles medievales, sus gentes, sus tenderetes de la feria, que por cierto, se celebraba esa misma jornada, con sus alimentos, embutidos, globos para chavales, juguetes para las niñas, escaparates de sellos de correo, postales, chapas de cava, cigarros puros, en fin el que pudiera llevar algún atisbo de hambre. Allí lo podía subsanar porque en el ambiente, se olía un tufillo más bueno que todas las cosas chatas.

No había hablado del tiempo, el sol tímidamente salió y se pudo ver desde la altura, sin embargo las lluvias no aparecieron y dejaron que todos los allí convocados pudieran disfrutar del paseo dominical y de todas las bondades de ésta primavera tan alocada que estamos soportando. Al cabo volvimos al restaurante a comer y nos encontramos con este festín: Ensaladas del tiempo, como pre-entrante. Bandejas de embutidos caseros, todas ellas de la matanza del cerdo ibérico, que para chuparse las ternillas estaban y que nadie disimuló al llenarse la cavidad bucal a dos carrillos para morder primero, mascar después y tragar con ese vino, que más que eso parecía la sangre roja de los dioses del Pirineo.

El arroz a la cazuela de labriego, más conocido por aquí por "arros a la cassola", seguido por las bandejas de las guarniciones de ternera al horno, que blandas como pellizquitos de ángeles franqueaban los gaznates hambrientos de los desalmados lobos de carretera, ataviados con gorras de excursionistas jubilados. Finalizando con unos platos de la buena cocina Pies de cerdo, que era pura gelatina y encanto al paladar para deleite de cuantos quisieron degustar ese gustoso manjar propio de las bodas de "Canaan"
El postre llegó en forma de fresa roja y su correspondiente nata que dejó fuera del combate a los estómagos más adúlteros e inconformistas de la expedición. El cava_ Champán _  para bajar esos momentazos y poder brindar en buena compaña con los amigos, amigotes y aminoácidos.
El baile, dio paso a los meneadores de caderas, a los usurpadores de los ritmos cadenciales, a los que quieren demostrar que en sus clase de salsa prospera y lo único que se 
ve son pisotones de banderas y a los que amarraditos se quedan al lado de las columnas bailando a su manera ese bolero, que les pone los bellos de punta y las puntas del vellocino escarpadas como puñales. Paso dobles para cansar a los mas guerreros y claro a las más avasalladoras, que "cuidadin" con las señoras como se menean después de haber tragado todo el menú que les he relatado. ¡Pues sí! Se bambolean y ríen alocadas por ese subir en ascenso a la terraza del vino, mas el cava y además esas gotas de anisete que se mezcla con sus ganas de marcha hacen que salgan vídeos como el que les adjunto.






Reportaje y fotos E.Moreno


lunes, 13 de marzo de 2017

Les Hores. Un lujo para la literatura


La tarde estaba preparada para que se celebrara en la Librería Les Hores de Sant Boi, la presentación de la novela: El váter cósmico.
Los detalles estaban concertados con el amigo Sergi, el librero que nos volvía, a abrir las puertas de su "precioso rincón especial de letras ilusionantes" para que pudiera retornar con mi segunda novela, antes citada.
Inauguré ese Capitolio literario, de Les Hores, situado en el Saint Boi histórico, en noviembre del año 2015, con mi primer trabajo Me bajo en Triunfo, del cual coseché docenas de ilusiones y una línea a perseguir por la cual pasados los meses, vuelvo a reencontrarme en esta magnifica librería, agradecido a los propietarios por dejarme ese púlpito y poder presentar al mundo mi nueva novela.


Bien es sabido que es muy difícil, ¡mucho! tratándose de letras, de libros, de cultura en general, y en sábado después de la sobremesa, moverte de tu zona de seguridad, abandonar el sofá y menearse hasta el lugar que me han citado, tras haber pasado por una comida que activa de forma inanimada la siesta manifiesta y aguda, de muchos de nosotros.

Duerme vela acogida por las tradiciones ancestrales, o porque nuestro organismo así lo decide, ¡Es muy difícil!: Cuesta mucho ir a escuchar cuentos, por muy bien explicados que resulten.

Por esta regla sencilla, de los muchos abnegados sufridores, habidos sobre la capa corpórea de la tierra, en ese ínterin que les reflejaba. "...Que palo; menear el cuerpo"
Los seguidores se lo piensan y muchos de ellos declinan la asistencia. 
Por lo cual, me esperaba alguna de esas ausencias en las batidas praderas del escenario espectacular de la librería pero, también y lo he de reconocer, hice valer mi sentido del poder de convocatoria y a todos mis amigos, les había enviado un mensaje muy bonito y subliminal, que ellos aceptaron de buenas a primeras. 

Estuvieron presentes, compañeros que tuve en el parvulario y en la primaria, allá por los años sesenta en el colegio Balmes, después mis colegas de fatigas; los que en el servicio militar nos tocó pertenecer a la compañía de automovilismo de la propia ciudad de Sant Boi. 
Así mismo, hubo representación de compañeros de profesión, venidos especialmente a la citada y preciosa presentación en LES HORES, sin olvidar a mi propia hija, con su fruto en las entrañas, mi futura nietecita, a la cual ya pretendo colocar en el camino de as letras.


Amigos todos, los que con su presencia hacen que te sientas estupendo, aquellos que además financian tu obra, con sus aportaciones adquiriendo la novela, detalle que sin duda es siempre de agradecer. 
Los amigos de la Asociación de Poetas de Cornellá, aquellos abnegados, que están siempre a la altura, cuando las cosas no van bien, y te apoyan llueva o salga el sol, notándose su cercanía en el contagio con mi piel. ¡Como se les nota!, pero además, cuando les necesito, ahí están aunque las perspectivas no vayan tan boyantes, se les siente, se les escucha y te tocan para asegurarte que están ahí, detrás de ti...pero; están porque te aprecian y se afligen si es preciso en silencio y con su amistad impagable. 
Todos menos los políticos de mi ciudad, a ellos por lo visto no les va eso de acurrucar al elenco de escritores, pintores, o artistas sin nada a cambo, sin que hayan cámaras de la televisión local, ni micros amigos que les ensalcen en el pueblo, sin que hayan elecciones próximas apretadas, sin ruidos extraordinarios, y sin alharacas que les hagan brillar como ellos pretenden y siempre a costa del pueblo.

Otros músicos y artistas de la ciudad, también fueron invitados a participar, pero por motivos varios, tampoco pudieron asistir, unos por compromisos adquiridos, o porque tenían conciertos en otros lugares. Un brindis por ellos, y toda mi comprensión.
Estaban todos, los que tenían que estar. Hasta mi peluquero Miguel, quiso departir unos momentos en el acto. ¡Gracias a todos!


Hubieron instantes de fantasía, de magia cuando Gabriel, rasgó la guitarra y cantó unas coplillas que enternecieron a más de uno, Pedro con su dicción al uso, leyendo un pasaje de la obra, al comienzo de ella y después doscientas paginas mas adelante, Ana Isabel recitó un poema que sacó de los archivos y que puso en solfa frente a tantas personas que la escuchaban desde sus asientos o desde el lugar que les correspondió, ya que muchos de ellos permanecieron en pie durante todo el acto. 
¡Señores estaba a reventar la sala!  ¡Como estaba la plaza! 

El presidente de la Asociación de Poetas de Cornellà, intervino para decir unas palabras que le agradecemos todos, desde los intersticios del alma.

El librero y el editor, también formularon sus comentarios al respecto del autor y de la novela presentada y fueron recibidas sus palabras tal y como ellos las habían depositado en el ambiente, cálidas y con aplausos del respetable que las escuchaba.
Un acto fenomenal, para no olvidar jamás y para esperar se vuelva a repetir con los que me precederán en el uso de la libertad y la literatura. 
Repeticiones que pienso usar en esa librería preciosa de les Hores, apoyando a mis colegas y yo mismo en el momento de volver a reciclar por aquel precioso Sanedrín de las letras, de las historias, novelas y cuentos que está en la calle Torrefigueras de Sant Boi, donde os podéis dirigir en caso de querer comprar la novela.
Os dejo fotos de lo que menciono para que vosotros, que sois los interesados de estas narraciones lo disfrutéis como  merecéis.

















Gracias a todos por el esfuerzo y por adquirir el novelón.

Emilio Moreno

jueves, 9 de marzo de 2017

Conmemoro el dia de la : Mujer




Idelfonso Gutiérrez de Molrenach. Un alto Adelantado del Comendador de las Reales Cortes Indianas, relataba unas vivencias en el más puro secreto, confesiones; que a su vez le había contado en el lecho de muerte el Almirante Dionisio Calero, nacido en Panamá, hijo natural de una Borinquén y un soldado español que llegó a las más altas instancias de la milicia, gracias a sus padrinos, unos duques venidos a menos de la Martinica.

Hechos ocurridos al mismísimo almirante y mejor persona, cuando andaba en las colonizaciones entre las costas colombianas y mexicanas, allá por finales del siglo XVI. Que, abducido por la belleza de Yanita y de la luna, dejó su simiente en la hermosa Guajira Colombiana.

En aquel tiempo no se celebraba el día 8 de marzo, la Conmemoración del día de la Mujer, pero como los hechos se dieron en esa fecha exacta del año. Así lo fueron contando los familiares de estos indígenas Wayuu y así llegaron a nuestros conocimientos, por las actas y las bitácoras marinas, por los registros eclesiásticos que realizaban los sacerdotes en cuanto a nacimiento y bautismos al uso y del boca a boca entre pobladores de la zona.

Era el tiempo de los piratas, cuando saqueaban las costas del Pacífico y aquellos barcos ingleses capitaneados por Francis Drake, atracaron una noche en Riohacha, entrando y arrasando todo lo que encontraban a su paso. Cometiendo las fechorías vulgares que ellos practicaban, robo, asesinato, abuso de poder, violación a las indígenas, ya fueran vírgenes o no y abuso a todo lo inimaginable, Aquellas salvajadas que van en el zurrón de los más facinerosos y mal nacidos, sea la nacionalidad que sea y para sus vergüenzas ahora saltan a la luz, para su escarnio.

Allí entre las cabañas de los indianos había una mujer preciosa, hija del Wayuu jefe que, conociendo los abordajes que solían hacer aquellos proscritos británicos pagados por la propia corona inglesa, para desdoro de la dinastía española, supo dónde ubicar a los preciosos marinos, que medio heridos renqueaban por la playa donde ella solía pasear sus tardes en la espera de un guerrero, que la poseyera y la conquistara.

Serena, aquella princesa, supo esconder a dos jóvenes españoles supervivientes de la masacre atroz que dejaban aquellos filibusteros por donde pasaban y que habían quedado en retaguardia de las naves españolas que fondeaban diezmadas en el puerto pequeño, cargadas de minerales, y objetos procedentes de todas las posesiones españolas de la Nueva Granada, que no eran más que los virreinatos españoles de la época.

Aquella mujer, Yanita, entonces enamorada del que fuera con los años el almirante Dionisio Calero, buscó entre su poblado wayuu, lugar seguro para esconder a los dos militares que bastante asustados trataban de ocultar sus cuerpos allá, por donde pudieran.

En pro de disimularlos y que parecieran gente del poblado y evitar fueran descubiertos, los desnudó completamente a los dos, les tildó con ungüentos de sangre de tiburón y excrementos de ballena, que es la rojez que ellos presumen en sus epidermis, y la repugnancia del olor, usadas en las efemérides que ellos celebran para desterrar a la muerte de sus poblados. O sea, tiznados hasta los ojos, quedaron tan manchados que no hubieran sido reconocidos por los salteadores ingleses, ni en sus mejores horas de lucidez.

Aquellos perversos no llegaron a invadir la población guaireña, en aquella fecha, del 8 de marzo y quedaron beodos de licor y maldad, retozando por las playas emborrachándose y comiendo de aquellas frutas tropicales sabrosísimas, hasta que partieron en busca de otras ciudades costeñas.
Hoy sus antepasados, los choznos, más que eso, los reta tataranietos de la hermosa Yanita, la indígena bella del acantilado, resaltan el recuerdo como la primera mujer valiente de la saga de los Wayuu, madre de un hijo no reconocido del Almirante Panameño, que le pusieron como nombre de pila: Toinzo, que nació en la población de Riohacha, allá por finales de diciembre del año 1573, engendrado en una noche de amor del ocho de marzo, entre Yanita y Dionisio.






domingo, 5 de marzo de 2017

La residencia, no da la felicidad


Norberto no había vivido hasta este momento, una situación como la que se suscitó aquel viernes, se encaminaba pensando en sus tribulaciones y con gana de quitarse de encima aquel sufrimiento sin pensar en futuras repercusiones, encontrar la salida menos costosa y a la vez justificada para todas las partes de la familia, ya que el joven, siempre se encontraba dentro de todos los pasteles, aunque no fueran dulces.

Aparcó su coche y miró a su alrededor, nadie le observaba, se sentía culpable de un delito, que de algún modo él mismo había provocado, o por lo menos incitado para que la situación de hiciera inaguantable. La gente no se fijaba en él, ni siquiera por la hora tan poco acostumbrada en que visitaba el edificio, ni siquiera podían saber la intención que le llevaba frente al portal de aquel barrio.

El sol calentaba medianamente, con gesto decidido desconectó el motor del auto una vez aparcado frente al portal 11 y salió del vehículo.

Mientras, sin querer analizaba sus remordimientos, sintiéndose culpable de la parte que le correspondía que no era poca, en aquella faena, que ahora, sin poder dar marcha atrás, iba sufriendo. Dándole mucha pena y quizás imaginando que no acertaba, por lo tanto, de una manera sutil se inhibía y trataba de ocupar la cabeza en cosas varias, que le descargaran en lo posible las compunciones, que sin dudar alguna le quedarían para siempre en su depósito de recuerdos.

La mirada se escapa al horizonte, y llenó los pulmones con aire renovado, la americana que vestía azul marino, estaba colgada en un principio en la trasera del auto, y ahora se la ajustaba para sentirse vestido y algo más arropado, en aquella desnudez tan aguda que sufría.

Junto a la chaqueta, la bolsa que en la mañana había dejado y que ahora una vez decidido y en marcha, las volvía a usar.

Encaminó sus pasos hacia el soportal, la puerta no le impidió su franqueo, ya que se cruzó en el pasillo con una joven que salía en ese momento del vestíbulo. Al ir a pulsar el timbre de la casa, súbito se escuchó que desde arriba lo habían visto y le abrían desde el automático de la vivienda, desbloqueando el acceso y dando vía libre a Norberto a cruzar aquel pasillo. A medida que iba subiendo la escalera, notaba un jadeo poco común en su respirar, pudiendo ser también por la marcha rápida que siempre imprimía en sus ascensos para acortar el tiempo. La puerta del cuarto tercera, estaba abierta sin nadie que franqueara el saludo ni el acceso libre en la entrada. Al acceder a la vivienda, fue recibido por Edith, que con un beso al aire le daba la bienvenida, introduciéndose al salón de aquella morada, ella desapareció en una de las habitaciones del pasillo de la derecha.

Depositó lo que llevaba en las manos, sobre la mesa accesoria, del lugar y preguntó pretendiendo escuchar alguna frase agradable.

__ ¡Hola, hay alguien por ahí escondida! __ no hubo respuesta, los pasos que escuchaba procedían del vestíbulo interno, viendo aparecer un cuerpo pesado y apesadumbrado, sin contemplación fija y sin intención de mirar a nadie a los ojos. Saludó de nuevo un tanto gracioso y se acercó a besarla__ Como estás, ¿preparada para tu nuevo destino? _, acto seguido tomó asiento, preguntando de nuevo interesado por cosas intranscendentes, tratando de distraer.

__ No me vas a decir nada, ni siquiera algún reproche.

__ ¡Qué quieres que te diga!, si ya lo habéis decido entre mis hijas y tú.

__ Es lo mejor para ti, estarás más acompañada y cuidada.

__ Por lo menos, no molestaré a nadie y menos a ellas, que me quieren tanto.

__ No digas eso, que no es así. Sola no puedes estar tantas horas del día.

No se prolongó más aquella charla que comenzaba a ser inquietante, indicando Norberto, __: nos hemos de preparar que el tiempo apremia y es la hora indicada. Edith, ya había recogido los enseres de su madre, y apareció con cara de pocos festejos, sugiriendo que todo estaba dispuesto para la marcha.

Todos se dirigieron hacia el portal, bajando de nuevo por aquella escalinata tan pendiente del edificio, procurando no tropezar, ni que se diera un accidente fortuito, tan solo una variante que llevaba a cuestas, una gran bolsa, que contenía objetos personales y ropa como para pasar quien fuera, una temporada fuera del domicilio.

Aquel ingreso comenzaba a hacerse efectivo, a pesar de que nunca se creyó pudiera realizarse. Una vez acomodadas madre e hija en el auto, ambas en los acomodos traseros, arrancó el motor del coche.

No se oía más que el rugir del motor y a pesar de hacer alguna pregunta solo hay monosílabos como respuestas. Sin mucha velocidad y tras un breve paseo por la ciudad, llegan a la residencia.

Cuando se percata Norberto y Edith, estaban pulsando el zumbador de la puerta de acceso, que sin más se abre frente a ellos, comenzando a penetrar y todo aquel que está sentado tomando el fresco, como aquellos que desde las amplias cristaleras les divisan, se deben preguntar si se trata de otra afiliación o quizás otro abandono.

Norberto miró su reloj con remordimiento, para ver la fecha que sería recordada por él, para siempre jamás. Se apartó la manga de su americana y camisa y quedó constatado el momento, las trece treinta horas del 31 de mayo del año 1996.

Siendo un día precioso en cuanto a la climatología, los rigores del sol comenzaban notarse, cuando menos para los que van con su corbata anudada en el cuello.

__<< creo que estoy sudando>>__ notó Norberto, nervioso y alterado, __<< sintiendo un resbalar de su propia sudoración, fría, más bien helada descendiendo por su espalda>>__. El celador llama por teléfono y hace unas preguntas y da una serie de datos con referencia al inminente ingreso en el geriátrico, para que se presenten a atenderles.

No se hacen de rogar demasiado, y aparece una monja vestida de blanco, con dentadura postiza y poco sujeta. No demasiado esmerilada, que con cariño se dirige hacia la abuela y le pregunta__: cómo se llama usted amiga. Ella contesta sin demasiadas ganas de hacerlo y de manera poco inteligible__; me llaman Nazaret.

la religiosa que no ha entendido el nombre, prosigue facilitando el suyo__: a mí me llaman Sor Manuela; queriendo ser amable y haciendo el interrogatorio propio de romper un hielo francamente duro.

__: ¿De dónde eres? __ se oye otra respuesta confusa, afirmando su ciudad de nacimiento __ soy de Sevilla__, la conversación iniciada y obligada por la monja, continúa ya por sus propios fueros.

__ Aquí casi todas las religiosas, somos extranjeras__ sin recibir respuesta, inmediata pero sí a los pocos segundos y ya habiéndole hecho un par de caricias a Nazaret por parte de sor Manuela, contesta y cogidas del brazo ambas, se dirigen al ascensor que las llevará hasta la primera planta.

Norberto las persigue un par de pasos retrasados.

En el centro la abuela, a la izquierda la monja tocada con el velo blanco que se mece, por el calor, y a la derecha ya unida, su hija que está afectada sin poder tragar saliva con facilidad.

Los ojos de Edith, están humedecidos y el alma entristecida, apenada, se nota que, de estar en su mano, cambiaría la situación, sin dudar.

Todos están representando en ese instante. La verdad, por eso han llegado a ese extremo y es que, no quieren seguir aguantando a la abuela, con sus manías, sus enredos, su vejez y su carácter agrio. Mientras los demás hermanos, viven con sus excusas y con sus carteras reservadas, sin gasto ni necesidad de atender, a la que también es madre de ellos.

La cara que es: “el espejo del alma”, no indica lo contrario. Las tres entrelazadas del brazo, toman el ascensor, la hermana vuelve a interrogar, __ ¿Cuantos hijos tienes? __ tres hijos__ contesta Nazaret, de inmediato la hija la corrige y afirma_: cuatro, ¡mamá!

La madre mira a la hija con mirada perdida y se vuelve a ausentar en sus interioridades.

El pasillo divisado al final del corredor es amplio, seguido de una sala de estar repleta de personas que son internas.

Al cruzar una de ellas, toca a la hija en el brazo, detalle que no pasa por alto a la monja y le comenta__: precisamente esta persona, es su nueva compañera de habitación. La hija se percata del detalle y la observa felinamente, no sin llegar a entender que no está demasiado bien y, es posible, le llegue a dar problemas a su madre, en sus horas de descanso.

El pasillo tiene las luces apagadas y solo se reflejan los rayos del sol, bajo las puertas de los compartimentos, que deben tener las ventanas abiertas y penetra la luz, llegando a la habitación 103, su cámara asignada, la monja abre la puerta.

La cama de Nazaret, aún no está preparada y la hermana refunfuña venialmente entre dientes, dando una excusa también superficial y al poco aparece una compañera de la misma orden, con los preparativos para componerle el lecho.

Sin querer ver más detalles dejó Norberto las bolsas, que portaba sobre el comodín de la celda, y se excusa para volver a recepción dónde pretende esperar el tiempo que sea necesario.

La estancia es estrecha y tiene dos camas adosadas a las franjas de la habitación, con dos armarios y un lavabo compartido, para las dos internas que han de disfrutarla. Una ventana entrecruzada por una persiana resistente, para que nadie pueda hacer lo que no debe. Cuando se retiraba, fijó los ojos más detenidamente en todo lo que se agolpaba frente a su cara, tanto en retina como en olfato.

Vistas y olores, poco habituales y detalles poco o nada conocidos por sus pituitarias y sus recuerdos, y que si los había conocido en alguna ocasión no se percató con tanta avidez, como en ese preciso momento de su vida.  

Bajaba las escaleras caminando y con paso corto pero firme, fue encontrando a su paso internas, enfermeras y personal del centro, todos ellos le miraban, nadie le conocía él, iba saludando cortésmente, pretendiendo encantar sin necesidad, de una forma subliminal.

No conoció a nadie, al llegar dónde terminaba el recorrido y justo frente al mostrador del conserje, se detuvo, respiró y volvió a mirar a sus espaldas. Suponía que su cara reflejaba todas las emociones que había digerido en tan corto espacio de tiempo reflejándolas a los demás.

El encargado de la puerta, únicamente dijo __ Esto es como un pequeño hotelito, cuando se acostumbre, estará muy bien.

Quiso entender y contestó con certeza y un gesto, afirmando lo que había acabado de escuchar.

El tiempo que tuvo que esperar fue impreciso, sin exactitud, pero tampoco debió ser muy prolongado, la acomodación no daba para tanto y en estas residencias lo que pretenden, es ir al grano y que nadie pregunte en demasía, cuanto más se sabe, más se padece y en ocasiones es bueno imaginar las cosas como cada uno quisiera que fueran.

Aquella sala de espera la conocía, había estado en aquel salón en dos o tres ocasiones, mientras se preparaban los detalles, en el momento de solicitar información y cuando tuvieron las reuniones de ingreso.

Su cabeza andaba no sé sabe bien, en qué lugar ni en que pensamientos, con exactitud eran de pena y tristeza, de dolor seguro que no, puesto que, si el entendimiento le decía que erraba, el corazón le contradecía y le daba señales de acierto.

La verdad es que esa situación no se podía mantener por más tiempo, en las condiciones que estaba Nazaret, su seguridad y la poca atención que le dispensaban los hijos, dejaban mucho que desear, sin que nadie tomara decisiones claras.

Egoístas aquella familia, siempre lo han sido. Soportar la vejez de los ancianos, no estaba en su cotidianeidad, sumado a que los vicios, ya enfermedades de Nazaret eran inaguantables, la ingresaron en la Residencia carcelaria o Morada obligatoria.

Su defunción tan solo tardó tres meses.