lunes, 31 de agosto de 2020

Cuando se despide Augusto

 




Cualquier todo, caduca en finiquite.

No suceden hazañas que yo, siembre.

Espero el tiempo del fresco, en noviembre

porque mis fechas, van con su remite.


De nuevo treinta y uno, así se omite,

la desgana de algunos en quejumbre,

y aunque quieran negar, su gran herrumbre,

desde ayer todo es apto, se permite.


Agosto se acabó, en San Ramón,

final del mes, calor, y campanadas.

Confiando en la vacuna y el jamón


Antídotos del mal, bravuconadas

y San Ramón dará fin, por mamón,

al ser patrón de todas las preñadas.





Felicidades a todos los Ramones y Ramonas

a los nacidos en este día 31 de agosto, que

tan buenos y raros recuerdos me evoca.

Felicidades y sed muy felices.











sábado, 29 de agosto de 2020

¡No! De momento, no.

 



Aquel ruido del motor le llevó a la noche de los hechos.

Volvieron a nacer los cinco que iban en el 850 especial. Regresaba de un: «Ya nos veremos»

Se ausentaría durante un tiempo, ingresaba a filas en el Ejército.

Cumplía con la norma. Lo exigido en aquella época. «A la fuerza, ahorcan»

Era una ley solo para varones, desde el nacimiento.

No podía evadirse, ni del ingreso a filas, ni del ¡adiós!, a su irradiada familia. Estaba escrito en su destino, que aquella noche fuera trágica.

Aquel joven, no poseía nada, ni siquiera experiencia para afrontar lo que se le venía encima. Se vivían tiempos de verdades a medias y de incertidumbres todas.

Pasados los años—aún lo recuerda—, que la muerte, se paseó dentro de aquel utilitario, y no quiso llevarse a ninguno de los ocupantes.

Después con el tiempo tomaron sus derroteros y todos, siguieron con sus vidas.

Ahora el joven, en la tercera edad. Sigue sufriendo por aquellas vivencias.

Jamás enterrará los chorros de luz chillones, hasta cegarlo y el extravío del conocimiento, al volcar el vehículo.

Oscuridad, después del mundo de luces del vehículo, tras la colisión.

Últimas luces, que alojándose dentro de su mente, le permitía ver su posible defunción, pasándole un resumen de su trayectoria, en secuencias. De lo que fue su paso, por este santiamén, llamado «vida»

Vestigio, que repasó a vuela pluma, poco antes del impacto. Instantes antes de los gritos y las heridas en el cuerpo, de la sangre que producía toda su hemorragia, que a pesar de lesionarle profundamente, no quiso llevárselo de momento.

Cuando abrió los ojos, habían pasado cuarenta y ocho años y su nieta le preguntaba, yayo ¿Me has traído los cinco regalos, prometidos?





martes, 25 de agosto de 2020

Cuando coincide el final

 

La abuela se había quedado viuda, y sin ganas de existir. Sumado al poco apego y ningún cariño que le tenían las compañeras sentimentales de los hijos, y nietos.

A Melitona se le presentaba un futuro, corto, incierto, y demasiado infalible, tanto que todos lo preveían, en poco tiempo.

De haber querido vivir y disfrutar, de todos los posibles que tenía, si se hubiera buscado amigos, y la prisa por llegar a la «parcela de los mudos», no le hubiese exigido acudir cuanto antes. A más de uno hubiera jodido bastante. Tomar un camino diferente a los dos que existen. Era acertar.

El primero en el algoritmo de las posibilidades podía ser; comprarse vestidos nuevos, zapatos, salir al cine, con las amigas y compañeros, visitar los teatros de la ciudad, ir de vacaciones a Benidorm, o la Conchinchina, acompañada de los roces del tío Fulgencio, y bailar la melodía de «la Macarena» Aún y a pesar del colesterol.

Darse sentido homenaje, con cuantos caprichos, le enamoraran. Disfrutar en el restaurante de la esquina. Ese tan descarado llamado la «Concha afeitada» y reventar al mundo con alegrías, o ponérselo por montera. 

Tomó el barbecho, que posiblemente mejor la llevaba a la tristeza, a no comer porque engorda, a no pensar porque es pecado, a no salir por no caerse. No disfrutar del cine, porque es muy caro. Ni participar de excursiones, porque son exuberantes y generan demasiada felicidad.

Eligió la segunda opción, ésta que no satisfacía a nadie. Dando a cada instante las quejas más amargas del mundo a las nueras.

Buscando a la vez los «tres pies al gato» para sembrar de dificultades la armonía de la familia.

Despreciar y corregir de forma desmedida, a las madres de sus nietos. Poner cizaña entre ellas y los maridos, y a los hijos amedrentarles. Herirles sin justicia y sin miramiento, buscando todos los dilemas imaginables.

Comparándolos siempre, con las venturas de su difunto padre, que en gloria esté y desmereciéndolos, como si se tratase de unos maridos muy calzonazos.

Nadie hacía caso, a mamá Melitona, y ella para ganar la atención y joderlos un poquito más, comenzó a tener accidentes, que ella misma se provocaba.

El pasado viernes Santo, ¡Por Dios! Llévame al hospital, ya en Urgencias toda la noche, y la semana pasada, caerse por las escaleras, como las del pasillo son bajas, pues cambiando las cortinas, se dejó caer la abuela del tercer escalón. Hasta que, rizando el rizo. Se pinchó deliberadamente con unas tijeras y el propio medico, les acusó de malos tratos, a los familiares, en referencia a la pobre anciana.                                                

Descubriendo en el interrogatorio, que las heridas, se las había provocado Melitona, para que su hijo y Manuela, su mujer, no pudieran ir a ver la película de estreno que pasan en el Waldorf Cinerama.

Tan mala sombra tuvo el desliz de Doña Melitona que los doctores aconsejaron ingresarla, en la Residencia de la Paz para Desquiciados, por ser agresiva y padecer del síndrome de autolesionarse. Debido a constantes trastornos graves.

Derivados por disfunciones cognitivas y de personalidad.

Una vez que parecía recuperarse, la mantenían controlada y poco a poco volvía a ser la Melitona, de siempre. Con su corona de reina.

Enfermó por el Covid y duró diecinueve días. No pudiendo despedirse de nadie, por las medidas cautelares del centro de salud.








domingo, 23 de agosto de 2020

Aires de vanidad

 


Perfecto idiota es, aquel que mira
por encima del hombro, a la gente
sin tratarla, y sin ser muy diferente.
Maltratando, y así se nos estira.
Ese ego dócil que no ve, y remira
a contra luz la falta deficiente,
que usamos al tratar por exigente,
a ese prójimo, que no nos admira.
.

No nos admira, porque le desaira
esa actitud negada y prepotente,
que peregrina, de forma insolente.
Sometiéndole como el viento gira.
Por inmerecimiento y por mentira,
que sobre ellos, vertimos normalmente,
pretendiendo después, ser tolerante,
y que nos traten con calma y sin ira.
.

Quizás es, porque aún, la gente aspira,
a ser más normal y más consecuente,
y no mirar, color ni descendiente.
Ni raza, ni país; del que respira.
El mismo aire que yo, ¡Así transpira!
Si es del norte o del sur, o de ahí enfrente.
Si es bajito o persona muy valiente.
Es humano, por lo tanto, retira.
.

El insulto que piensas porque expira,
ayúdale a ver su fin tan presente,
y sin ser una carga, referente,
destapa tu amistad que no conspira.
.
.
Yo probé aquel regusto, en Cachemira.
Vilipendiado fui, como insurgente,
y cuando sembré la espiga y simiente,
del tolerar. Vi cómo se delira.
.
.




domingo, 16 de agosto de 2020

El instante de un sueño.

 



La noche pasada: ¡Mejor dicho y siendo más conciso!

¡Anoche! Soñaba con tus olores, perfumes y carnes. Fantaseaba contigo.

Te notaba desairada, como nunca te había detectado, y eso, que sueles ser bastante opaca y discreta, pero aun y así me hice el disimulado y te seguí el juego en mi sueño.

Ahondando aún más, pero siguiendo el consejo de mi criterio, y estando, como digo tan dormido o sea. Dentro de mis elucubraciones: ¡Callé!hice una pausa dentro del sueño y sin despertarme seguí elucubrando—Seguro que pensarás—: « y porqué este tipo no me dijo ni media »

Pues verás, porque a veces, hacemos cosas, sin razón que con el tiempo, nos arrepentimos de no haber procedido y después es tarde.

Sin embargo no sabía como gestionarlo. Yo; realmente estaba dentro de lo que llaman un alucinación. Sin poder casi ni menear un músculo de mi cuerpo. Ni por supuesto salirme fuera del guión de ese sueño tan pesado y prolijo.

Detalles, que por otra parte, jamás te he comentado. Por no tener que soportar tus manidas displicencias durante un mes.

Tan desajustada te encontré, que inclusive pensé «que lo estabas pasando mal»

Preferí dejarlo y no escarbar.

Cruzar de puntillas por esos vafos, bostezos y recovecos de tus suspiros y despertar en forma natural, cuando me llegara el momento.

Seguía soñando y me vi tendido desde mi cama, cuando me levanté y acerqué sigiloso mi cuerpo a la ventana.

Veía la avenida. Una vez icé la persiana. Observé las aceras mojadas por la humedad tras la prolongada lluvia de la noche. Las farolas con esas nuevas bombillas led, tan resplandecientes y blancas en su franquía dibujaban la realidad.

Un ambiente preñado de una atmósfera panorámica, silente y exentas de realidad.

Por la hora del crepúsculo, la vía estaba inerte. Ni una sensibilidad ocupando aquella avenida ancha y sin sombras.

Todos los umbrales y ventanas yacían sin iluminación. Miré de reojo el despertador eléctrico y señalaba una anotación leve y breve.

Las tres y durmiendo profundamente, volví a mi espejismo y me sobresalté. No podía siquiera palparte.

Volvieron de nuevo aquellos perfumes tuyos, tus enfados y tiranteces.

No podía moverme de mi estado semejante a lo que se conoce como catatónico.

Pasó por mi mente, un estado de embriaguez, como si estuviera poseído, como si estuviese dentro del cuerpo de un moribundo, que espera de un momento otro sucumbir.

De pronto, fuiste tu la que te acercaste y me dijiste, muy seria y con un tono de voz que jamás te había escuchado. ¡Adiós! No me sigas, olvida que me has conocido, soy etérea, estoy vacía y pertenezco a tu sueño.

Yo desde mi postura, la que me permitía aquel sueño, que me atrapaba; le dije—Yo no sé quien eres.

Aquella silueta, discreta y conocida, podría ser mi sombra. ¿Por qué otra cosa? No podría entenderlo













viernes, 14 de agosto de 2020

En la edad media, siglo XXI

 





Van cayendo las canas todas blancas,

aterrizan cabellos grises flojos.

Se queman lustros como los rastrojos,

que inundan mis goteras, que son francas.


Aparecen en la piel manchas, y marcas.

Se deshace el pincel colirio de ojos,

y algunos, hasta ven grandes antojos.

Incumplidos detalles, que no abarcas.


Tantos años me agarran, y tu encharcas

el pecho de caprichos. Todos flojos,

esperando soplar tallos de hinojos.

Recibiendo agasajos que no enmarcas.


Cumplo y quiero seguir viendo patriarcas,

vivir como hasta ahora, sin anteojos.

Disfrutar de cabellos pelirrojos,

morenos y muy blancos en mis barcas.


Gracias felicitando a ti que aparcas.

En agosto, con tus claros sonrojos.

El catorce de agrado, y sin despojos.

Con tu gracia, sin par, en la comarca.


Te acordaste de mis grises albarcas

y yo; de mis amigos, con arrojos

Esos, que andan derechos, y los cojos

porque para mi todos sois jerarcas.


Al cielo sugerí, desde mis charcas,

permiso para huir de mis enojos.

Comprendiendo, que no valen cerrojos.

Disfrutando a lo lejos si te acercas


















jueves, 13 de agosto de 2020

No queda claro

 





Difícil resistir. Tiempo fingido

un despecho de afecto. Más auspicio

Se distancia el ardor, será un suplicio.

Sin atisbar los ojos afecto pido


Pasando los veranos, confundido,

buscando en mi sofoco un gentilicio.

Encontré mi melaza por resquicio,

siendo todo esto, bulo desmentido.


El cariño se va. ¡Como libido!

Las carnes se repelen en silencio.

El tiempo cobrará, sin más aprecio,

mi fuga de atracción. Quedé fundido.


Es natural, y me siento asistido,

la libertad es grandiosa, y la acaricio.

Aunque no es mi deber, ni sacrificio,

las formas son así. Soy atrevido.


Me brindo saludable, muy erguido,

hasta el próximo achaque, buen indicio.

Estoy siendo sincero, ya sin vicio

mi verdad es resultante, y yo vencido


No me preocupo, lo tengo asumido.

Si alguien se entera, pues niego el servicio,

y si no se descubre, te acaricio

y no cambio mi sueño. Complacido.












lunes, 10 de agosto de 2020

A la poetisa: Emily Dickinson

 


Poema de Emilio para E. Dickinson




El agua que mencionas en tu poema.

Tu; ¡Gran poetisa! Emily. Sincera.

Y además de notarse por tu lema,

se aprende, con su magia tan sobrera.



¡Menciona; nuestra Tierra! ¡Siendo extrema!

¡Suspendida, por el hombre de la era!

La paz. Esa mujer, y su dilema,

que abriga, en su vagina la primera,

y real penetración, del cruel emblema.



Dejado por mi hueco, en primavera.

Buscando en mi memoria, cualquier tema,

indescifrable que juntos pudiera.

Hacerse vivencial, como un eccema.

¡Mientras yo, a su vez! De gusto muriera.



El agua asea dentro de mi flema,

y limpia, y da grandeza, por ser fiera.

A mi llama rugiente y no nos quema.

Despejando la broza que adultera.



Por ello, escribiré sin ser problema.

Estos poemas que son, de cabecera,

y con ello se aumenta, el gran dilema

de esa vida que fue imperecedera.

Al mostrar, a la Dickinson ¡Extrema!



Agosto de 2020. Año del Confinamiento










jueves, 6 de agosto de 2020

El peor vermouth



Buscando por esos mundos de Dios, el pasado día cuatro de agosto, y casi parece mentira, ocurra una bendición en un año tan fastidioso como éste, bisiesto del 2020. El que siempre recordaremos por la fatalidad del Coronavirus. Sucedan semejantes vivencias delicadas y deliciosas. Experimentadas por un individuo al que le gusta el buen vino y el yantar de calidad.

En el Herrero de Valdealgorfa, además de la compañía de unos amigos entrañables, encontré:

«el peor Vermut del mundo», y claro con mi reconocida inquietud y el vicio tan feo, de querer saber de todo, y con todos. Tomé ese que dicen… peor Vermut, y que el cartel anunciador de la barra predica.

Con el interés de degustar esa mezcla de copa espirituosa. Trago combinado, cóctel para su libación, saboreo y paladeo, alcé mi copa y lo caté con esa calma que llevan los entendidos en bebidas. En el recinto del coqueto bareto Herrero de Valdealgorfa” de la provincia de Teruel, a pocos kilómetros de Alcañiz.


Ingerir el susodicho «El peor Vermut del mundo» 

                        



fue la mayor alegría, que me sucedió, desde que la canción de la Macarena, sonaba. ¡Dándole alegría a mi cuerpo!

Podría deciros que es un combinado, de categoría y con un regusto a:

¡Qué se yo, que no sé, ¡qué! y me entró por el revés y lo rocé, mientras pensé, y ahora repetiré!


En el primer sorbo mi cerebro no aceptó lo de peor, cambiándolo al, ¿Acaso superior Vermouth inventado del Globo?

Os aconsejo, que pasando por Valdealgorfa, paréis en el Herrero, y probéis ese peor, que dicen vermouth y si os gusta el Arroz caldoso con bogavante, entonces os compadezco.


Gracias a la familia de Callejas,

superiores en todo