sábado, 30 de mayo de 2020

Agito mis costumbres






Sentado estoy en el quicio del muelle,

de ese puerto, de dónde el sol no llega,

en ese mar que la sal dulce, es griega,

y ni siquiera agita, nuestro fuelle.


Cuando me arrugo, quiero me embotelle,

cual certeza, por mi dolor, que niega.

Mi cobardía alada con tu friega

de salitre y su fluido me atropelle.


Soy nocturno y agito mis costumbres,

sin permisos ni oscuras intenciones.

cobarde, igual al mar sin certidumbres.


Osado al percibir mis sensaciones

Me dotan de razón sin servidumbres.

Así me escondo yo; por convicciones







jueves, 28 de mayo de 2020

Cómo engañan, ¡Son políticos!




No se aclaran, con las cifras de muertos,

como si no, cayéramos en cuenta.

Se ahorran jubilados en la renta,

ancianos y pensiones quedan yertos.


¿Sabremos la verdad, por los expertos?

¿Seguiremos, oyendo quien lamenta?

Al que llora y se aflige, o aparenta.

¿Quien pondrá el final, a los desaciertos.


Menudos dirigentes sostenemos.

¡Claro! ¿Y las promesas que votamos?

¡A llorar! En verdad, lo merecemos.


Aunque me da; que muchos ignoramos,

siendo una sociedad aun no sabemos,

ni elegir. Luego rotos… ¡Nos cagamos!




miércoles, 20 de mayo de 2020

Autor: Emilio Moreno



Me bajo en triunfo




ISBN 978-84-943984-0-7

PVP 11,00 € (IVA INCLUIDO)

FORMATO 145x210 mm

PÁGINAS 128

IDIOMA CASTELLANO

ENCUADERNACIÓN RÚSTICA CON SOLAPAS








Sinopsis


El desarrollo de la historia se establece en la Barcelona del comienzo de los noventa, cuando se empezaba a destapar en toda la piel de toro los escándalos financieros de todo tipo, entre políticos interesados y banqueros presumidos.

En diciembre de 1993, el Banco de España interviene el Banesto, destituye a su presidente y a todo su consejo, noticia que el diario El Mundo ofreció despertando a tantos españoles que creían que sus ahorros estaban en las mejores manos.
Uno de los rotativos de tirada nacional, El Mundo, decía que el Banco de España garantizaba los depósitos, pero que destituía al presidente del Banesto con toda su troupe.
El protagonista de la historia se ve inmerso en un affaire como parte perjudicada y ha de andar con cien ojos a las historias que desde los juzgados le solicitaban para testificar, en el conflicto en el que se vio mezclado.
El antiguo Palacio de Justicia de Barcelona, sito en la avenida Lluís Companys, es el que dio cabida a todas las audiencias y peripecias de juzgados. Estableciéndose un marco de actuación en el palacio construido en el año 1808, dado que la Ciudad de la Justicia actual se estaba proyectando o quizás construyendo en aquellos días, ya que hasta bien entrado el año 2009 no se hicieron los traslados correspondientes.
Teniendo que mezclarse con gente de diverso estatus, discurrir de traficantes de drogas, criminales, remolque de presos, hembras prostitutas defraudadas, homicidas, forajidos, bandidos, borrachos y camorristas, además de los habituales honrados policías y trabajadores, oficiales del juzgado, y honradas personas de los diferentes barrios del perímetro de la ciudad. Un mundo diverso que el que no está acostumbrado a estos vaivenes podría llegar a atragantarse.
En las tres partes en la que está basada la novela se describen multitud de semejanzas entre las personas que suelen faltar a la justicia de forma inconsciente, sin llegar a ser todas del mismo duende, pero en ocasiones llegan a verse tan parecidas que dan lugar a pensar que esta sociedad adolece de una educación seria y pertinente.

Llega a parecer que se les da la razón a los instalados fuera de la ley, y que los que están dentro, los que cumplen con los mandatos que les exigen las normas, las leyes, son los que además de sucumbir por esa “injusticia” pagan los impuestos y los que ayudan a que el país funcione aunque sea de forma renqueante.

Emilio Moreno
Nacido en Barcelona, reside ahora en Sant Boi. Ha participado en varios libros de narrativa y poesía.







El váter cósmico, una entretejida historia actualizada, con un invento inesperado por el mundo, que sirve como nexo de unión de toda la trama que conlleva la historia. Repleta de personajes, a cual de ellos más reales, con sus desórdenes inexplicables, con sus engaños y embustes no reconocidos, con sus anhelos sexuales en camino de hacerse realidad, o con aquellas negaciones que te da la vida, a menudo y, que mueres sin haberlas conseguido.
                                               

Esas vicisitudes habituales de las gentes normales que suelo encontrarme a menudo por la calle, en mi entorno, en mi círculo de amistades. Ya había comenzado la alegría un par de días antes, cuando me llamó Amadeu Alemany, el presentador del programa de radio La república Santboiana, para hacerme unas preguntas dentro de su espacio en las ondas radiofónicas del dial 89.4, al respecto de la presentación del viernes, de mi novela, que además he tenido el orgullo de presentarla como inicio de campaña desde mi Asociación de Poetas de Cornella, con el amparo de nuestro Presidente Alejandro Sánchez de







Alejandro Ahumada y Rocío García, Consejera de Cultura del ayuntamiento de la ciudad de Cornellá.



Trataré de llevar un nexo en esta crónicas para que no se me escape nada de relieve, ya que no quisiera olvidar ninguno de los que me han rodeado y además sería pecado olvidarles en estos instantes tan de alegría compartida, puesto que a todos ellos, los he disfrutado al máximo y si queda escrito, a pesar de que pasen los años siempre, podré disfrutar como un agradecido que lo soy, al releerlo. De esa forma amigos si os apetece acompañarme que doy comienzo a la ilusión.
La presentación a cargo de Jordi Subirá, sencillamente genial. Preparada, comedida, esforzada y de sobresaliente nota. Cual imaginaria puesta a punto, de festival de alfombra roja, con todas sus preposiciones y vocativos imaginarios a la hora de la expresión, tanto la expresada por voz como la que hizo gala en sus gestos, ademanes y poses, que acompañaron al verbo por toda la sala de la biblioteca García Nieto, que es la sede donde normalmente desarrollamos nuestras actividades literarias.
En la mesa nuestro Presidente Alejandro S. Ahumada, acompañado de la Consejera de Cultura del Ayuntamiento de Cornella, Doña Rocío García y del editor de los dos ejemplares que se presentaban Oscar Esqueda de la Editorial Ónix. Además como es natural de Jesús Pico y de Emilio Moreno, los autores de las obras arriba indicadas.
Se inició el Acto con la actuación de los violinistas de la Escuela de Música de Cornellá, los cuales acompañados con la batuta de su exponente la profesora Tatiana, nos deleitaron con sendas melodías que sofocaban de pleno el ímpetu de las prisas, de las cuitas y de los nervios domesticados que se frenaban de por sí, con aquellos sonidos tan especiales y tan maravillosos que les sacan esos virtuosos, a las cuerdas de sus instrumentos.

Preciosa la entrada, que daba inicio al sueño de los autores y que ponía los argumentos literarios en la solfa particular de cada cual, para ser predicados por ellos, en breve.
Nuestro speaker siguió con su crucigrama de presentaciones a la mesa, dando paso al cantautor Alfredo González Vilela, que nos deleitó a su vez con unos arreglos que el propio cantautor, arregló desde letras de poemas tanto de Jesús, como de Emilio, dejando un toque de espiritualidad y de encanto, que solo pudieron recogerlos los oídos de los que ya se habían aposentado en sus lugares, ese público abnegado que nos sigue allá donde vayamos y que siempre nos muestra como bandera, su cariño, su fervor y su amistad.


Enunciación e incidentes de una muerte inesperada en la gran ciudad acaecida a Irene Delapeire, una mujer taciturna que vivía sola en un piso del ensanche, acompañada a menudo por su amante, un licenciado prestigioso y aposentado con mujer e hijos que mantuvo el capricho de dos amores sin desestabilizarse.Solapada con otro suceso de comienzos de siglo XX, mezclada con la extraña muerte de Concha, abuela de Irene fallecida en la Pandemia de 1918, sospechando que el esposo —entonces sanador y barbero de una villa de La Rioja— tuvo que ver en esa defunción para ocultar sus relaciones extramaritales con sus pacientes.Irene, ya muerta, es descubierta después de permanecer más de un mes desnuda sobre su cama después del chivatazo de su amante a la policía, intentando mitigar su remordimiento y antes de que su Alzheimer le ganara la partida. Creyendo que Palmira, su esposa legítima, era la asesina por celos acarreados durante tantos años.Edwin, uno de los parientes que a la postre se compadece de Irene y no permite que la entierren sola, es el que toma las riendas de su casualidad, descubriendo secretos ocultos de toda la saga incluyendo las maniobras delictivas de aquel antepasado, que usó su posición y cargo para asesinar y corromper.





Emilio Moreno


lunes, 18 de mayo de 2020

Déjenme soñar


DÉJENME SOÑAR


Con mi memoria vivo y me conformo

rozándote en visiones soy dichoso

y siendo tu vestigio tan hermoso

alucino colgado en cloroformo.


No sé; ¿Te conocí?, o es transformo

Tocarte jamás pude. Silencioso,

no tropecé contigo. ¿Misterioso!

Te arropé en la distancia estando yermo.


Harto de comprender suscribo en verso

sereno, viendo tu desnudo pecho

y con las letras de tu perfil terso


Ojeo el misterio. Viendo un mar estrecho

cruel destino, separa por perverso

Iluso. Existes en mi por derecho 







domingo, 17 de mayo de 2020

Desescalando, marcha atrás




Hace mucho que no te veo mi amigo,

será por la pandemia que vivimos,

por esta sinrazón. Ni coincidimos.

Ni tropezamos. ¡Esto es un castigo!


No veo a mis hijos. Siendo a los que abrigo,

por los que debo estar, y consentimos.

Con amor natural, sobreañadimos,

un amparo, que no siempre consigo.


Mi amigo; pienso en como nos aflige

ésta situación tan inesperada

sin miedo por mi. Si el virus me elije.


Sin embargo me temo camarada

que aun no acabó en su desvalije

lamentando una ruina encadenada.







viernes, 15 de mayo de 2020

Espérame en el banco





La conoc al verla pasar, en el banco de la placeta y allí esperaba, cada domingo religiosamente, con eso se conformaba. Ella era una mocita sencilla, humilde, que necesitaba atención, quizás cariño.

En su casa era una más; de los nueve hijos y ninguno, por imperativos, era demasiado bien tratado.

Se dejaba observar, y pretender y él, le había puesto todo su apasionamiento.

La aguardaba que saliera de misa, y veía como bajaba las escaleras con mucha gracia, transitando frente a los que estaban sentados en aquel banco.

Además solía acercarse al kiosko del faro, para comprar su helado de vainilla y se volvía con sus amigas.

Se atraían, aquel día se miraron, suspiraron, ella de reojo se hizo la desinteresada y siguió su paso, sin esperar la reacción de aquel mozo.

La abordó con elegancia. Les pareció un momento precioso, aparentaba que estaban hechos la una para el otro y se juraron afecto eterno.

Pasaron veinte meses de dulzura, encanto y amor. La llamada a filas le arrancó de su lado, aunque prometió que le esperaría.


Cuando retornó del ejército, estaba casada, y ya educaba a una hija.

Fue sustituido aquel amor falsario, por el del hijo de Don Froilán, que era un adinerado abogado y a su vez juez del pueblo.

Seguía yendo al banco aquel, casi todos los domingos y tras partir del pueblo cuando consiguió trabajo en la ciudad, iba los veranos.

Al mismo banco que da frente al faro.


El agosto pasado la veía salir de misa, pasear frente al banco, sin apenas mirarle, a pesar de conocer quien era el ocupante del banco.

Ni una palabra, hasta llegar al viejo kiosco y comprarse el helado de vainilla.


Ambos han fallecido con una diferencia de treinta horas, afectados por el Corona virus.

Rosita partió primero, desde la Residencia del pueblo y Raúl, dejó de respirar, desde una cama del hospital de campaña del IFEMA, quizás ambos se reúnan en aquel banco eterno, que espera a la izquierda del acceso del Paraíso.







domingo, 10 de mayo de 2020

Tras del Disfraz




Me miro en el espejo de mi vida,

queriendo hacer control de mis vivencias,

repasando momentos y experiencias

cuando pasea la muerte inadvertida.


No sufro por mi, y sea bienvenida.

La salud de mi gente, con solvencias,

por tanta precaución y sugerencias

desalmando mi fe; poco encendida.


Notando ahí, la máscara en mis labios,

y el deceso que va oculto en la brisa,

posado en la saliva, de contrarios.


Sin abrazar, con guantes de flor lisa,

de los que tocan sin palpar, muy zafios,

bordeando quizás. La muerte insumisa.







lunes, 4 de mayo de 2020

La sal y el salero.





Sin idea de normas de cocina, por haber sido criado en el seno de una familia tradicional, de aquellos tiempos; quiso hacer una gracia y preparó un accidental desayuno, por enfermedad de la titular.
Su compañera, estaba con una fiebre espantosa, roja como un tomate de huerta y morada como un pimiento de la ribera del Matarraña.
Mientras venía el doctor, nervioso, fuera de sí, quiso atenderla, por lo menos con una aspirina y un café con leche dulce, para mejorar su estado.
Estaba aterrado, nunca se había visto en semejante ocasión.
Encontró como se encendía el ignorado fogón, y prend el fuego, adivinando el cazo oportuno de la leche y todos los pertrechos para preparar aquella bebida confortante.
No tardó, o por lo menos eso creía, en descubrir los secretos de aquella cocina, y por unos minutos, fue el Máster Chef de Pensilvania. El mejor cocinero, el salvador de aquellas calenturas.
Cuando tragó, el primer sorbo de café con leche la afectada, el brinco en la cama que dio, fue digno de un récord de olimpiada, majestuoso rebote en el aire. Un equilibrio propio de medalla de Oro, con pirueta atlética, la ofrecida sin derramar ni un chorrito de la leche del tazón, sobre las sábanas.

Le miró con ojos de querer fundirle y le acusó con bastante genio y sensibles alaridos, por haber echado sal en el café con leche, en vez de un par de azucarillos.
La fiebre se esfumó, bajó su temperatura y quedó serena, cuando llegó el médico, le inculpó de haberla, casi…..
¡Que recuerdos, en fin una pena lo de la sal y el azúcar. Son tan parecidas.