martes, 20 de mayo de 2014

Escuchante Azteca


En la emisora de radio difusión KGA2, trabajaba el señor Marciano Pesado Galindo, como director del programa.

Murciano de nacimiento y muy cargante y pesado por naturaleza. El productor de la mayoría de los programas culturales y de entretenimiento de la emisora. Un hombre audaz y  muy religioso. Ahora todo se ha reformado con la crisis, aunque muchos conceptos de los que él imprimió siguen estando vigentes.

Tenían como colaborador entre otros, a Don Camilo Callejas Gómez, mayor de edad, definido por mayor de edad,  porque pasaba muy de largo los ochenta y cinco años y casi era un anciano de bastón y gorrita.

Su garbo ostenta y así lo atestiguan los que escuchan su radio, y le siguen por las ondas de la frecuencia modulada. Se constata a pesar de gracia, las ganas que pone a todo, la profesionalidad y la psicología que administra. Tiene una voz de señora madura que convence y agrada, por lo cual lo mantienen en antena. Así camuflado trabaja, haciendo un personaje de Dama de las Consultas con el apodo de Fortunata Formidable.

Bien parece cuando le escuchas que habla una mujer, la propia doña Fortunata Formidable, una mujerona de dos pechos anchos y enjundiosos, que por naturaleza entendía a la perfección a la desvalida concursante que desesperada acudía en ayuda exprés y ella, doña Formidable, que realmente era don Camilo, daba unos consejos propios de una madraza.

El share de audiencia, tan competitivo entre los medios es el que da o, quita razones en las estadísticas de la parrilla de audiencia. Una guerra constante, que todos quieren para sí, y que cada uno publicita como le viene en gana. Por ello las noches son de KGA2, y el programa, de_ Confiésate en el micrófono_ con el consejo y análisis de Fortunata Formidable. ¡Es único!


Era un día de enero del año pasado, todo estaba preparado para emitir y ya estaban los anuncios y la sintonía de cabecera, cuando las llamadas se agolpaban en la centralita de la emisora KGA2.
El presentador don Camilo Callejas, el que hacía y simulaba a Fortunata, ya tenía los cascos colocados y el realizador y técnico de sonido, le estaba marcando los números ordinales en sentido decreciente a modo de tabla, para entrar en la onda.

Sabía matizar y leer perfectamente las cartas que todas las seguidoras del espacio enviaban a la emisora para pedir consejo. Un énfasis perfecto, la entonación tan real, como si la tuvieses al lado, tan creíble el momento, que seducía a los necesitados.
Nada de llamadas directas a la emisora y la Madame Formidable, ¿tirando cartas?,
¡Nada de eso!

Daba las formulas y consejos con fe del cielo. ¡De maravilla!, por ese motivo a cada minuto, contaba con más seguidoras. Esa voz con sus matices, era un estandarte, un relicario de veracidad, y esa razón es la que daba la credibilidad al espacio de radio consultas, que cada día que pasaba sumaba oidores y simpatizantes.

Al momento el regidor dijo_: ¡Dentro! y el instante esperaba a que Fortunata, hablara y diera las buenas noches. En aquel santiamén se escuchó la voz grave de la presentación que daba la entradilla y las gracias por la fidelidad de sus escuchantes en su programa.

_ Queridas amigas os habla Fortunata la Formidable, en una noche cargada de interés para muchas de vosotras, por la felicidad que dimos la semana pasada a Mercedes Gonjones Pariste, que nos preguntaba de qué forma había de pararle los pies a su encargado en la tocinería donde trabaja.

Se había de enfrentar con su jefe en una clara amenaza a la libertad y en un caso claro de presing profesional o Mobbing, al que la estaba sometiendo desde hacia bastantes años. Hoy nos ha llamado y ha sido tanta la efectividad de éxito por nuestros consejos, y la forma que le indicamos para resolver su dificultad, sin enfrentamientos, que nos alegra saber que la han reconocido en sus arranques y la han trasladado a otra tocinería de la periferia, como responsable de tripas, mollejas y casquería del cerdo.

Por ello nos congratulamos y nos alegra saber, que Mercedes, merced a nuestro concurso y ayuda, puede ser reconocida como una trabajadora honesta e intachable. Todo gracias a la esposa del director general de la empresa  Fritos y Cerdos Comestibles, que escuchó nuestro espacio radiofónico del martes pasado y pidió explicaciones a su marido, haciendo que éste hablara con todos sus encargados y se corrigiera el extremo con sus dependientas_. La cháchara había concluido y la clásica sintonía de incertidumbre volaba por los aires en busca de los oídos de aquellos que están siempre dispuestos a creer en todo lo que se les dice. Dando el regidor de nuevo paso a Fortunata, para entrar en el aire y que las ondas dispersaran la palabra por el impalpable sideral.

_ Ya puesto en la harina de hoy_ dijo Fortunata_ tenemos un par de consultas que nos llegan esta noche y que trataremos de aconsejar lo mejor que nos dicte nuestra preparación y convicción. Hemos recibido una carta del otro lado del mundo y eso nos alegra, porque llegamos con la palabra hasta los confines del globo, y atendemos a una escuchante de la capital azteca.
Querida radioyente_ dijo con esa voz más bien sacada del trópico de Cáncer_, he leído con atención, el comienzo de tu interesante historia, y ahora paso a leerla en voz alta para que toda nuestra audiencia no peque de ignorancia en tu detalle y valore lo que nos has querido contar y te demos una explicación si cabe_. Hizo una pausa, para leer la carta y que entrara la musiquilla bajo su voz para engrandecer aquel manifiesto confesional.

_ Así comienza la carta de Guadalupe Lupina de Castro_ y nuestra querida amiga nos dice_. Comenzó el relato, relamiéndose en su teatralidad y con la seguridad que todos estaban pegados con los oídos en los transistores, casi sin tragar saliba.

_ “Esto que narro a continuación, querida Fortunata del programa KGA2, te parecerá gracioso porque vaya si lo fue_. Leía ya la carta la presentadora del espacio cultural...

Mi papá tenía un primo hermano, llamado Rodolfo Dormís Ganseo, por cierto hijo de un sacerdote español, al cual reconoció con el tiempo y le dio su apellido.
 Rodolfo y mi padre, buscaban en principio un nombre para mi bautismo, que fuera de relumbrón. Ellos eran más que hermanos, ahora está muy mayor por lógica, se casó con una segoviana de Turégano y tuvieron diez hijos varones_. Proseguía describiendo y leyendo la epístola, con sus cambios de tono y sus descansos en las comas y puntos.

En esta ciudad donde resido_, conformaba la voz, en nombre de Guadalupe_, se toma muy en cuenta la opinión de los padrinos en cuanto a lo relativo del bautismo y el nombre inclusive se llega, a poner como se llame el padrino o madrina.

Te cuento querida Formidable_ seguía leyendo lo escrito por la amiga Guadalupe_, las tías abuelas eran muy católicas y opinaban que no se puede llamar de otra manera a una niña tan oscurita. De manera, que por el mes en que nací debía llamarme María Guadalupe.

Rodolfo opinaba_, ya me explicarás, hijo de un cura_, que no debía llevar esa designación,  que medio pueblo carga el nombre de la Virgen y que con eso no se juega.
No opinaban así mis padres, ¡lo tenían tan claro!, tenía que llevar el nombre de Guadalupe sin falta, al principio, o al final, que todos lo daban por cierto.

Sin embargo no les apetecía que fuera exactamente tan seco, ellos, mis padres  pretendían que fuese Alma Guadalupe, Gracia Guadalupe, o Guadalupe Montserrat. Discusiones en la familia, por la nombradía de la niña.

Rodolfo seguía opinando a santo de ¡No sé qué!, y ahora proponía el de Rosana Guadalupe. Como si fuese el que ayudó a engendrar al feto, dándole mi padre siempre vela en esa misa. ¿No tendría algo de participación el tío Rudy en el semen del embarazo?  Nunca se supo, mi madre siempre mantuvo la callada y ella no quería casi opinar en la búsqueda del santoral.

Al no llegar a un acuerdo, se lo jugaron en un volado_, ya sabrás querida Fortunata quien ganó y así quedó por darles gusto a las tías_. En definitiva nadie quedó conforme.

Mi padrino y en el entorno más cercano, me llaman Rousse, las tías me nombran como Lupita y mis papás y hermano Lupe. Tío Rodolfo me califica como “Filleta” de mis holandillas, mi abuelita me apoda Teté, mi abuelito me llama Chochito.
 La familia lejana de mamá, como no me parecía a ellos, me llaman Chinita, en el colegio me gritan Tostada o Gualú  y dos de mis primos a los cuales quiero mucho me citan como Gpe y Gps.

Una vecina gallega que vive puerta con puerta conmigo, me apoda Lupiña, y su marido que es muy amoroso, como Piñita.
El papá de Rodolfo, el cura español me llama Pupe, y mi novio me llama Guada.

En el registro como se equivocaron con tanto lio, consto como María Guadalupe, de la Vera Cruz y de los Mares y Volcanes del Monte Popocatépetl.
Por ello gentil dama de las ondas hertzianas, te pido un consejo para darles a estos mis familiares y amigos, y puedan nombrarme todos por un igual. Tú con tu saber y tus consejos sabios, creo llegarás a dar con la medida.


Así de simple acabó la lectura de la carta, la falaz dama Fortunata Formidable, con una media risa en el rostro y con la simpatía y la llave de ninguna decisión tomada. Detalles que nadie pudo saber, ya que la oscuridad y el silencio del locutorio de radio, no permite visiones tan a las claras.

_ Querida amiga_ adujo Fortunata, con una tranquilidad apabullante y un “saboir fair” a la francesa, extraordinario_,  eres tan afortunada que puedes responder a la vez a treinta y tantos nombres, por lo que te aconsejo que no sea molestia para ti, como te designen, puesto que hagamos lo que innovemos, para corregir este lio. Tus padres, abuelos, tíos, amigos, maestros, novio. Seguirán llamándote como a ellos les venga en gana.

Tu tío Rudy, como me dices tan sincera, querida amiga, sabes tiene la potestad y permiso de tu papá y naturalmente de mamá y te nombra como le apetece, por ese cariño tan arraigado que te profesa. Tienes un tío muy cariñoso y atento, que no todas poseemos y una familia que te respeta, quiere y significa, por lo que yo no me cabrearía y aceptaría todos esos bautices viniendo como aparecen en forma de cariño

¡Adiós y hasta siempre querida, ¡Lupe! ¡Guadalupe! ¡Chochito! Lupiña! ¡Mari! ¡Filleta! ¡Gualu! y tantos otros, que no tendríamos tiempo en el programa para referirlos al completo.


Sonó la melodía pasando a otra de las consultas de la noche. La Dama Fortunata Formidable, respiró profundamente, se llenó el pecho de aire renovado, se rascó la frente, sorbió un traguito de agua mineral de su botellín y comenzó a tratar otro asunto no menos escabroso.






lunes, 19 de mayo de 2014

Arte para Mía



Escribía  a menudo de sus pasiones y sus ansias con Feodor, recordando a su amor_, decía Olga_. Por las tardes cuando él estaba franco de servicio y libre de sus tareas, solíamos ir, a la playa de Veracruz. Villa del Mar, preciosos atardeceres y caída del sol, buscando la penumbra de la noche y allí desnudos y furibundos fornicábamos saltándonos las prohibiciones como brutos.

Gozando aquel amor ilícito que estaban decididos a seguir, rompiendo todas las normas y leyes para enfrentarse con quien hiciera falta.

En el lugar había una palapa, que es una vivienda indígena construida al aire libre con techo formado con romeras secas y soportes de madera de palmera.
Mirando hacia el cielo era posible ver unas puestas de sol preciosas y en esas tardes_, asentía con nueva furia Olga, intentando remontarse unos años hacia atrás.
_ Me hacía el amor, con una intensidad de locura. Yo estaba casada, pero lo mío no funcionaba, tenía un esposo muy apático y borracho, que solo sabía tomar tequila y no le marchaban las naturalezas genitales necesarias para hacerme feliz.




Cuando conoció a Feodor, todo cambió en medio segundo, fue un latigazo del alma, tan deprisa comenzaron a notarse atraídos, que pecaban hasta de ignorancia. No les dio tiempo de pensar en nada más que en ellos, en ser felices. Olga le seguía porque se empapó de él, y encontraba delicioso vivir aquellos días fuera de la normalidad apartada de lo legal, era como un empuje que le abocaba a la locura más voraz.  Poder engañar a su marido, durante todo el tiempo y,  que este consintiera, no abriera la boca era de ser un cabrito resabiado.
Feodor y ella hacían planes de todo, algunos fuera de lógica. No tenían demasiada sensatez para pensar de verdad, que es lo que sería definitivo.

_Siempre deseó una hija _ seguía comentando Olga, mientras recordaba aquellas escenas_.  La verdad que al principio creía que solo tenía ganas de retozar conmigo y disfrutar de una mujer completa.
Su pobre esposa estaba postrada en la cama hacía más de catorce años y ni la podía tocar por sus huesos de cristal.
Sin embargo, a medida que yo le iba dando amor, él se dejaba llevar como un corderito con un hilo de lana. Era sobrenatural, como habíamos llegado a necesitarnos tanto, y llegó además de la atracción y la persuasión, el no querer estar separados demasiado tiempo.


En una relación de antaño, con una delegada del partido de los obreros_, seguía charlando Olga_, tuvo dos varones, que ni le miran a la cara, por causas del manifiesto y doloroso olvido que dan algunos padres a los hijos que no tienen trato, o que por causas diversas no se relacionan con frecuencia.

No podía contar con ellos_, miró por la ventana Olga, con los ojos llenos de lágrimas_, a pesar de los intentos sin éxito que Feodor ejerció cuando ya no contaba con excusas y tuvo posibles.
Ahí falló estrepitosamente con sus hijos, los abandonó y ahora ellos no quieren saber absolutamente nada del padre, con razón.

Me preocupa, la insistencia con la que pretende preñarme, solo piensa en hacerme una barriga, en una hija, ¡es hasta molesto! ¡No el joder propiamente! ¡Qué coñazo, su manía, le quita cuerpo al meneo! ¡Sí...lo disfrutamos!   Bienvenido sea el polvo y la jodienda, pero sin presiones, ¡Solo por animación!

Es cansado, su pretensión de obligarme a pasar de nuevo por la maternidad, sin putas ganas_. Adujo, casi con desdén Olga, colocándose bien la tira del sucio y sudado sostén, tras acomodarse un pecho.
Yo no quiero verme de nuevo cambiando pañales ni dando la teta a ningún renacuajo más.
Mi vida está orientada a vivirla locamente sin tener que dar ejemplo, ni mantener a nadie. Ya he pasado por ello y ahora no me conviene repetir sin necesidad por aquella mierdosa existencia.
Es como una obsesión enfermiza el querer tener una hija, una hembra a la que le pondría  Artemia. ¡Lo tiene claro! Todo estudiado, es como una máquina estropeada. Si no fuese que jode tan bien, me engrasa divinamente y mantiene los vicios. ¡No sé donde lo mandaría!

Haciendo acrósticos_, siguió argumentando aquella mujer_,  imaginó el nombre de la futura niña, buscando relaciones verbales en un retozo de palabras con los deseos originales y en ocasiones  cambiaba solo de parecer, hasta que llegaba a la conclusión y anunciaba que  se llamaría María del Mar, y así traveseando con esos nombres, surgió Artemia, Arte por mis legados del cielo_ según dice convencido_, y mía, porque siempre quiso poseerme esclava_. Aquella larga exposición finalizó cuando a lo lejos veía a su hija que llegaba de la playa con mucha prisa, accediendo a la palapa, y recriminándole a Olga, su madre.

_ Has vuelto a beber y a drogarte ¿verdad?

_ ¡No! Solo me fumé un  par de chifles pensando en Feodor, le extraño tanto.

_ No ayudas a nada, eres un ser muy egoísta. Solo miras por ti.

A los demás que les den…  Hace más de cinco años que se marchó con una turista Sueca, y aún le estás esperando. ¿Crees que volverá? Pierdes el tiempo_. Dejó de reprimirle cuando su teléfono móvil sonó y con el aparato en la oreja, salió a tomar el aire y atender la llamada.

_ ¡Dime Jimmy!, pero, no me entretengas, ya me iba, pierdo los nervios con Olga_ conocía muy bien quien le llamaba por eso salió y puso terreno por medio, para hablar con tranquilidad con su amigo.

_ Artemia, ya sabes cómo son los viejos_, dijo Jimmy_, y ella es tu madre, no ha superado la falta de su consorte. ¡Compréndelo! Parece que no tengas corazón.

_ Crees eso, cuando a cada momento me cuenta la misma historia y aunque_ siguió quejándose Artemia _  Ahí fui imaginada, deseada y engendrada, en esa palapa a la luz de la luna, con o sin deseos. El que te lo digan y repitan tanto se hace pesado.

_ Solo está recordando, simplemente piensa en el deseo de amor y en Feodor, que fue en contra de todos los cánones establecidos en su familia, en el pueblo y en todas las creencias religiosas_ Argumentó Jimmy, queriendo comprender a Olga y calmar a Artemia, siguió_ Ellos rompieron con la norma, él casado, con su mujer en una pitra enferma sin poder moverse.  Olga, casada también con un vicioso de cuidado, se enfrentaron a todos y resistieron sin partir a ninguna otra parte, viviendo en su palapa de amor. Ella posiblemente hasta la muerte.

_ Cuando la familia_,  tomó de nuevo la palabra Artemia_,  se enteró del estado de preñada de mi madre, no sabes, el alboroto total que se montó. Fueron el desprecio de Villa del Mar.  Aunque ella todo lo viera al revés y me decía que todos estaban muy contentos y alegres_ así lo contaba una vez tras otra para convencerse_ referían un orgullo falso con tanta expectativa, que nadie quiso saber de ellos, por todo lo que habían roto, familias, niños, tradiciones. En la familia de mi madre, nunca quisieron acogerla.

La familia de Feodor los repudió de inmediato, ellos que estaban tan vanidosos de su estirpe que no podían disimular la afrenta que les había tocado vivir con Olga. Por eso la dejaron sola, el resto de la vida. Sin prestar un mínimo de atención a su estado de gestación, ni a lo que traía, que era yo misma.
Mientras la esposa legal de Feodor, murió acompañada de todos ellos, y tuvo un final más o menos discreto.


Una detonación se escuchó dentro de la palapa, y un silencio seguido prolongado, Artemia y Jimmy, hablaban por teléfono, ella se había venido junto a las olas de Villa del Mar, para disfrutar del aire precioso del océano, de la arena del mar, del sol radiante. Un sobresalto accedió al corazón de Artemia, interrumpiendo la conversación con su amigo.
_ Luego te llamo, creo que ha pasado algo en el interior de la palapa_ precipitó Artemia_. No me asustes, comento alertado Jimmy.

Se cortó la llamada y Artemia, llego al interior de la cabaña, donde encontró el cuerpo de Olga tirado en el suelo junto con una escopeta de cañones recortados y con la cara destrozada. En una nota escueta decía_: No me esperes Artemia.

¡Es mejor así para todos!




sábado, 17 de mayo de 2014

Bailas conmigo



Llegadas estas fechas de mayo del año 1968, hace más de cuarenta y cinco años, recordaba nuestro amigo sus andanzas por el Ateneo de Sant Boi, cuando las muchachas esperaban todas, tan peinadas y preciosas, con la espalda pegada en la pared, para no perderse nada y para divisar de primera mano y de cerca todos los solteros que entraban buscando baile.

Otras que reservaban mesa en los jardines, sentadas en los acomodos de la gran pista veraniega, a la espera de la actuación de Antonio Machín, Andrew Castel, Dyango, Formula V, Los Brincos, quizás un poco más tarde Juan Pardo, o cualquiera de los conjuntos estupendos que estaban de moda aquella temporada. La década portentosa para muchos abuelos de ahora. El movimiento llamado actualmente Época y música Vintage.

Para sacar a bailar a una señorita debías ser un tipo formal, simpático y si podía ser cuanto más guapo mejor, ellas eso lo consideraban muy mucho en la intimidad, con sus amistades, lo comentaban_, has visto ese tío tan bueno, que ha entrado con esos zapatos de charol, y esos ojazos negros_, nunca lo reconocían pero era una preferencia que ellas meditaban y para los hombres un pasaporte para poder bailotear _ arrimar el apio_ toda la tarde si tenias esa suerte.

Si solo eras simpático y te conocían de otras tardes, y tenías coche pues a lo mejor te comías un rosco. Las llaves debían verse o por lo menos escucharse en su sonido dentro del bolsillo de la americana.

Siempre que a ellas no se les acercaba su príncipe, miraban al que se hincaba frente a ellas_ esperando el nene que les gustaba, al que le tenían el ojo echado y con el que se hubieran pasado la vida abrazados.
Como notaran que se escapaba la tarde sin poder salir a la pista central, para por lo menos bailar una pieza, dejarse ver entre sus detractoras, que todas tenían, buscaban un plan sustitutorio y accedían a bailar con el que llegara, sin verificar todas las condicionantes.

Sus amigas tenían que verlas bailar y disfrutar, y que sus conocidas murmuradoras  las notaran, mostrando su nuevo vestido comprado en la tienda de la Sra. Amelia, o casa Clariana. Los zapatos de Yves Sant Laurent, que compraron en calzados Mari Carmen, o el pañuelito del cuello adquirido en la Riteta.


Había otras condicionantes para tener una tarde completa de ritmo, sin embargo entre los normales, los que no eran bellos, lo más crucial es lo asentado. Detalles que llevaban a raja de tabla y algunas, preferían volverse a su casa sin bailar, que hacerlo con cualquier tipo

Era imperativo fueras con corbata, sin esa prenda colgando no entrabas en el salón. El que llevaras los zapatos enlustrados y brillantes, y por supuesto afeitado del día y limpito, oliendo a agua Brava de Puig, o aquella loción famosa que existía marca Floid, preceptivo y concluyente. Buenos modales aparentes y visibles, destacados, y siendo un caballero, o por lo menos intentando parecerlo.

Los varones debían ir al encuentro de las damas y solicitar el baile, con adiestramiento, sin gestos lejanos, muy de cerca, sin pasarse. Ellas debían escuchar el tono de tu voz, y a la vez oler tu fragancia, con sus ráfagas de enfoque y sus pituitarias perfiladas.
Darte el visto bueno necesario para que después, según y cómo algunas que iban acompañadas de sus padres, te vieran formal, generoso, galante, educado. A la vez los padres y con un gesto corporal casi invisible, mandaban a sus niñas, el beneplácito y sabían ellas, si tenían un aprobado para que su pretendiente pudiera cogerlas por la cintura o despacharlo sin más y se fuera a vestir Santos.

Si los solicitantes varoniles, comenzaban a pedir baile a la primera muchacha, que estuviera apostada o acompañada en una hilera entre diez o quince jóvenes,  si ésta decidía decir ¡No!, las demás por el efecto dominó te negaban el abrazo y deseo de danzar, y te quedabas con dos palmos de narices, haciendo la pregunta a las demás, pero sabiendo que tenias muy pocas probabilidades de saltar a la pista con alguna de las mozas indagadas, porque te negaban el baile incluso antes de mirarlas y solicitarlo. Normalmente daban razón a la que juzgaba primero.

Aquella tarde noche verbena del veinte de mayo. Fiesta Mayor, Juan y Elio, amigos de toda la infancia, entraron al baile, tras pagar la entrada de cincuenta pesetas, accediendo por aquellas anchurosas escalinatas a la gran y esplendida pista central de verano. ¡Qué gozo! ¡Maravilla para la vista! Tanta chica guapa, tanto bálsamo Chanel número cinco distraído de la botellita de perfume de sus mamás, para la atracción de aquel incauto que cayera en sus redes. La música que sonaba sugerente y al aparecer por la bocana de entrada, todas, y digo ¡todas! te veían asomar incluso aquellas que estando ya en la pista bailaban sin interés y sin estar concentradas con algún bailarín de esos llamados eventuales que algunas jovencitas tenían en reserva por si su preferido no aparecía.

_ ¡Dios mío! cuanta monería de chicas, que sensación te entra en el cuerpo al ver tanta lozanía_ decía Juan presupuestándose la noche con alegría y encanto_ No lo ves Elio, qué de chavalas guapas y con ganas de meneo que esperan. Ya veo a Manuela, se hace la despistada, pero ya me ha visto. ¡Fijo! que esta verbena, bailo y me aprieto a ella si me fallan las previsiones.

_ No seas impaciente que esto no hace más que comenzar y aun no sabemos cómo nos puede sorprender, yo no veo a Ángela, igual no ha venido, con lo cual tendré que apretarme en los bailes con alguna otra amiga que se preste. Ya veremos, que caldeado está el ambiente_ Asintió Elio, sin preocupación, dado que la noche comenzaba entonces y se sabía sobrado de posibilidades de gasto de zapato en la pista.

José Guardiola, cantaba con su voz acaramelada la canción de las “dieciséis toneladas”, un fox trop estupendo que en su voz aun se hacía más seductora y tanto si tenias bien abrazada a alguna de esas guapas chavalas, que te marcaban el paso y de vez en cuando. En ocasiones y, a su entender, te frenaban con las manos en los hombros para que no te apretaras tanto, no traspasaras la línea “Maginot”, o como escusa para que siguieras apretando y no perdieras el tiempo.

Sin palabras, solo fuerza de tanto en vez, pero tampoco sin que fuera una pelea por conceder o denegar  terreno corporal. Eran humanos y la música amansa las fieras, y un abrazo bien llevado consigue que la efigie más helada, se derrita entre gozos y suspiros. Un perfume bien guiado, hace milagros de tan cerca, una piel bien acariciada y en tan excelente ambiente, permite que te mueras a chorros por espacio de dos minutos y te quede fuerza para sobrevivir y seguir bailando.

La vista de Elio, subió los escalones y allí estaban esperando las dos gemelas, rubiales y de mediana altura, con unas piernas que de momento no divisaba, pero que imaginaba fácil, su cara álgida, su cabello sobre los hombros, sacando dos pechos, que parecían duros como un yunque, al rojo vivo. Descollando un algo en aquel escote “palabra de honor” que no se podían resistir los ojos de cuantos tropezaban con aquel dibujo.

Los dos amigos, vieron la estampa al unísono y Juan incluso quiso dejar a Manuela, para más tarde por si las cosas le salían mal, solo se miraron y resolvieron entre ellos la única duda_ ¿Derecha o izquierda? _ Izquierda para mí, aclaró Elio y los dos amigos fueron a cazar al anfiteatro superior.

El estribillo de la canción se escuchaba y muchos de los asistentes al ser una melodía tan pegadiza, la tarareaban o silbaban entre dientes, mientras los dos amigos ascendían jadeantes y directos para llegar a la altura de las dos estupendas señoritas, que esperaban concedieran baile y a su vez ellas poder elegir en pro o quedarse con la silueta y escolta de sus padres y abuelos que resguardaban a sus rubias y eran divisadas ya por los dos aliados desde la lejanía.

Las dos mellizas, que a la vez estaban cazando al descuido con cuidado, sin llamar la atención, pero sin que la atención les traicionara, notaron el movimiento de los linces que con rapidez  subían desde las localidades más bajas en busca de cobrar las dos gacelas expectantes y dispuestas. Un movimiento sexy de ellas, las traicionó, se cambiaron el peso del cuerpo de pierna y ese detalle frenó algo a Elio, que sujetando a Juan, apaciguó en su ascenso imparable_. Déjalas que nos miren, que ya nos han visto. Frena un poco y llegamos con el aliento normalizado, que no se nos note, lo salidos que vamos, las ganas que tenemos de ligarlas_, apuntó Elio, y mostrando una sonrisa Juan, aprobó la idea de su colega.

Aquella inclinación sexy adoptada por las señoritas, no les pasó desapercibida a la madre y a la abuela de las mismas que estaban bien sentadas tras de ellas, y serenas, viendo el cerco que pronto iba a suceder en cuanto al perímetros que ellos ocupaban_. ¿Has visto Herminia, lo que yo estoy viendo?_ preguntó la abuela a la madre de las chicas.
_ Depende madre, de lo que usted esté mirando, yo he visto tres o cuatro movimientos de ajedrez, que acabaran en jaque a las reinas. Aunque desde aquí veo, son los dos muy bajitos y parece visten con ropa muy sencilla, ¿No cree usted madre?

_ Déjalas elegir a ellas hija, que ya tienen edad para tener acompañante, a ver si con tus idioteces, de la clase y del dinero, se van a quedar mis nietas, sin hombre que las baile y las brinque.

Los dos respetables que flanqueaban a las gemelas, el padre y el abuelo, tras las dos féminas, iban mirando a las chicas de otras mesas saboreando del puro que estaban fumando y relamiéndose de todo el espectáculo musical, que escuchaban y que veían.

De pronto, las dos hermanas, dejaron de ver a Elio y a Juan, se habían perdido entre la muchedumbre y parecía se los había tragado la tierra. Otra inclinación de desolación repitieron las dos a la vez, mirándose entre ellas y chasqueando los labios, pensando que fue una ilusión, la llegada de aquellos bailarines en su verbena de fiesta mayor.

Iban a comentar el detalle de lo ocurrido, cuando de pronto y por detrás de ellas, aparecieron los dos aspirantes para conquistarlas, Elio según habían previsto se dirigió a la izquierda y Juan a su derecha, instando el baile, después de presentarse debidamente. A la vez que ya estaban a punto de derrocharse las diez y seis toneladas. Título de la canción escuchada entre los compases finales.

_ ¡Hola buenas tardes! Soy Elio y quiero preguntarte, si querrías bailar conmigo la próxima pieza.

En paralelo semejante pregunta ofrecía Juan a Giovanna,  hermana de Gisela, que se miraba a su amigo, provocativa y echaba los tejos sin tapujos para que la viera a las claras.
_ ¡Buenas tardes rubia!  ¿Salimos a bailar la próxima canción?_ interrogó Juan con una sonrisa atrayente_. ¡Sí! pero tú bailarás con mi hermana, si no te importa y yo lo haré con tu amigo. Por cierto, ¿cómo te llamas, lo has dicho? _ preguntó Giovanna, remirándolo desde arriba abajo y sin dejar de examinarle todo lo de bonito encontrado.

Elio escuchó la conversación al estar tan pendiente y cercanos los cuatro, que no pudo aguantarse y preguntar con una risa hiriente y evitando que Juan respondiera sin pensar_ ¿Qué diferencia, podría encontrar Juan o yo_ soy Elio_, en elegir a una de vosotras, cuando sois dos gotas de agua? Refulgentes y tan guapas_, remató sus palabras Elio, con simpatía.

_ Por eso, la preferencia de Giovanna, es que la acompañes tú ¿Elio? Dijiste, ¿te llamas?_ quiso afirmar Gisela el haber entendido el nombre del joven y si somos tan exactas_, ¿Juan; es tu gracia? No ha de encontrar diferencia en nosotras.

La canción que cantaba José Guardiola, finalizó y las hermanas habían decidido quien las sacaba a la pista.
Los amigos dispuestos a dejarse llevar por ellas, con tal de bailar y de disfrutar de sus cuerpos. Lo que fuera, como si se hubiera puesto a tiro la madre de ellas, que además estaba para coger pan y mojar. Nada desdeñable y muy hirviendo.

Se enredaron en la pista central, entre el ritmo y voz de Guardiola, el roce de sus cuerpos y  el ambiente, los apretones, los besos robados, las manos que subían y bajaban por la espalda de las gemelas que permitían ese tráfico lento y en total acepción, sin importarles que sus familias les esperaban en el palco de aquel coqueto paraninfo.

Fue para ellas una aventura más. El tiempo pasaba y cuando se encontraban en el Ateneo, solo se miraban y sonreían, sin llegar a bailar de nuevo, aquella canción preciosa de las “Dieciséis toneladas”


Hasta que encontraron a los maridos que tenían diseñados desde su cuna. Ellos, siguieron conquistando a todas las que se dejaban seducir, igual hasta que un día tropezaron, con las mujeres que los llevarían al compromiso. Les harían felices a su manera, engordar unos kilos y aguantarse durante décadas los defectos.



Marcada quedó, como premonición  para los cuatro aquella canción llamada “Diez y seis toneladas, que cantaba aquella noche José Guardiola. En el Ateneo.
Dieciséis años de matrimonio le duró la seguridad de una familia feliz a Elio, tras ser despachado por su mujer, por putero, alcohólico y ludópata. Acabando en el Psiquiátrico de la carretera que va a la Colonia Güell. Hasta encontrarle colgado de una ventana con su propio cinturón.

A la guapa Giovanna la detuvieron en el aeropuerto de El Alto de la capital de Bolivia, La Paz, con diez kilos de cocaína,  cayéndole diez y seis años de condena, los cuales no llegó a cumplir por morir en extrañas condiciones en una reyerta entre presos.

Juan entró a trabajar en las filas de El Corte Inglés de Barcelona y se casó con una de sus compañeras, teniendo su primer hijo a los diez y seis años de matrimonio, cuando ya no esperaban descendencia. Ahora son felices en el barrio de Sant Andrés del Palomar de Barcelona.


Gisela, sigue feliz casada con un vendedor de automóviles de la marca Opel, viviendo en su casita en los “Canons”, con sus cuatro hijas y sus diez y seis nietos.

A sus sesenta y cinco años, aún tiene en su Smartfone el sonido de aquella bonita canción de las “Dieciséis toneladas”

viernes, 16 de mayo de 2014

El sueño de Ane Kaona



Acostó a los niños después de haber pasado un turno de juego  y de explicarles el cuento de Ane Kaona, siempre tenía que improvisar y no podía repetir las leyendas a sus hijos, debían ser diferentes cada noche, ya que con sus memorias de elefante, le recriminaban y debía comenzar de nuevo.
Santi, les explicó un extraordinario relato, cuasi real, sin saber cómo, y sin más ilustraciones, sin darse cuenta se llevó a su dormitorio y después de dar las buenas noches a su esposa, quedó dormido entre las almohadas blancas de la cama.

Estaba profundamente dormido, cuando sucedió que el cuento se tornó y quedó como si lo estuviera viviendo con los ojos cerrados, tendido en su lecho y respirando suavemente…

_ No conozco persona más desagradable que ella_ Le comentó Santi a Lidia mientras le intentaba sacar más detalles de aquella mujer tan aparentemente noble, pero tan mezquina.
_ Es su carácter, Si no le llevas la razón se cabrea y deja de hablarte, además es tan impresentable que se cree el centro del mundo. Ya ves como trata a su ayudante que es su propio marido. ¡Como a un pelele de tramoya!
_ Si supieras la faena que nos ha hecho.
_ ¿A quién a ti? ¿Faena?, pero si es, de lo más bobo que existe. Y esa sociedad es falsa. Todos sus componentes son familia suya. ¡De que van! Aparte de hacer las reuniones en la mesa de la cocina, tomándose un cortado deciden su porvenir. Ella, pudiendo salir a vender sus cacharrerías a la lonja ya tiene bastante. ¡Claro y que lo suyo sea lo mejor!   Pero dime…   que clase de faenas te ha hecho a ti y a quien más.
_ ¡No vale la pena airear nada!   Mejor lo guardo y no lo cuento, porque después ya sabes. Las paredes hablan y se dicen demasiados embustes. Lo mismo después me perjudica, me veo en un lío por una chorrada de la señora Ane.

Aquella mujer a la que aludían estos amigos necesitaba ser reconocida en todos los ámbitos por donde pasaba, le era obligado que sus aliados, vecinas, sus camaradas, sus familiares, hasta su perro caniche vieran que ella era portadora de un encanto especial que no pudo demostrar durante su  juventud, ni mucho menos después.  
La pobre Dorotea, se hacía llamar Ane, por ser más chic y porque su madre la había bautizado con el nombre de Ana Dorotea_ y no le gustaba_, además en aquel tiempo en la comunidad autónoma donde vivía  estaba muy bien visto, el que los nombres propios fueran originarios. Debido quizás a lo que tuvo que sufrir en su primera infancia, no soportaba a su madre, no solo por el nombre compuesto que le atizó en el bautismo. La detestaba sin paliativos.
Había nacido en un pueblecito de la meseta y se vino emigrando, buscando un trabajo, un porvenir,  un ambiente, un dinero con el que poder vivir. Era el tiempo de la escasez y con ganas de trabajar se conseguía por lo pronto pan para sofocar las maletas del hambre que llevaba atrasadas.
Ya por aquellos entonces, plagiaba frases, se hacía de palabras de otros y pretendía ser más insigne que la propia Doña Sara de Montiel y Montijo, propietaria del cortijo de donde hacían jornales sus familiares y desde donde se nutrían sus componentes.
La misma ojeriza que le tenía a la señora, ya le llevó por algún que otro derrotero maltrecho, y causaron graves repercusiones a su madre, que la denostó una y otra vez, hasta que harta la niña kaona_ que es como la conocían en su pueblo_, de ser reprendida por sus malos modales, apañó su hatillo y se vino a la gran ciudad. Creyendo llegar a ser una Diva de la Cultura, con su prosa, en sus versos y en su impronta de artista incomprendida.
En la ciudad, tampoco era la chica más guapa, ¡no era una mujer cañón! , ni la más delicada, ni por supuesto simpática, ni además la mas instruida, por lo que pasaba totalmente desapercibida al mundo. Al tratarla y saber de su perfil doloso y de su genio de “peón portuario”, sencillamente la dejaban de lado, sin desprecios, viéndose también ignorada del conjunto.
El carácter de Ane era rudo, más bien tenía perfil de macho infame, pero no por sexualidad ¡NO!
Era desagradable como un picor anal. Es una tía sencillamente difícil de mirar. Que no muestra confianza ni agrado.
Contenía sus envidias,  y solía caer bien a todo el mundo, hasta que la conocían y a la primera de cambio, por una simple discrepancia, por una pura diferencia de opinión, les montaba el “pollo”, donde estuvieran y con mala educación.

  
En el telar de tejido acrílico, la maquina en que la pusieron a tejer en la empresa de jubones, “Hilo de Plomo”, la que arrancaba cada mañana a las seis y donde perfilaba pecheras de elásticas a destajo, donde se ganaba el sueldo, en la que trenzaba esa ropa para la posterior confección de camisas.
Cantaba, pensaba en ser estrella, engendraba frases inconexas que anotaba en las etiquetas de los fardos del papel de estraza. Creyendo que algún día sería algo más que una simple costurera automatizada.
Como muchas señoras, tras pensar y contar lo conveniente, se retiro al casarse, y se dedicó a su casa, sus hijos, trabajos manuales, diseño de trapos, madame de consejos, pintura abstracta, bricolaje domestico,  y con nada cuajaba. Era como la gallinita ciega del talento
Probó cientos de actividades culturales, a la vez que perfeccionó algo su modo de hablar y de leer, y sus ganas le llevaban a ingresar donde hubiera tendencias modernas sobre literatura, imagen, música poesía. Sin tener probabilidad, ya que no tenia base escolar para poder conseguirlas con facilidad. La suerte en estos menesteres es escurridiza y no fácil de tropezar si no contienes ingredientes de elaboración.

Los días fueron cayendo del calendario y sin pensar pasaron treinta. Ahora se tinta el cabello de rojo frenesí y se lo deja tan abandonado que le nacen unas tiras negras a modo de mechas desaliñadas, entre el pelo pintado que parece la artista bruja de las películas de Cruela de Vil. ¡Eso sí! Si a bien lo tiene, te da una lección magistral de peluquería, que también entiende y según ella bastante. ¡Es una dama crack del talento!

_ ¡Venga dime que os ha hecho! _ Volvió a repercutir de nuevo Lidia, queriendo saber y disfrutar de sus disparates.
_ Me dijo que tenía que marcharme de la empresa_ dijo sin mirarla Santi_  porque le habían dicho unas cosas, que no puede repetir, una persona que tampoco puede descubrir y que sin falta he de dejar la firma.
Dado que ella que ha sido quien ha levantado la sociedad, puede ser perjudicial y nocivo para la compañía. Cuando le dije que clase de cosas le habían dicho y quien_. No te rías dijo Santi mirándose a Lidia_ ¿Sabes que me dijo? _. Sin esperar respuesta continuó_ Que no las podía decir, ni al que se las había comentado. Rieron todos de sopetón al unísono.
_ ¿Y su socio que decía? ¡Bueno su adepto! El marido_. Acabó su duda Lidia, riendo e imaginando la respuesta.
_ ¡Qué va a decir! Si no pueden hablar, con la de trampas que tienen entre los dos, el día que la administración política se dé cuenta, y tiren de la manta los joden y los rifan_. Afirmando con la cabeza, respondió el amigo Santi.
_ Es la misma envidia. Igual creen que les vas a quitar el puesto, de gobernanta de la corporación y no van a poder cortar el bacalao o, hacer lo que les viene en gana, con los recibos falsos que os hacen firmar, para luego presentarlos como gastos reales_. aseguró Lidia, mirando con desdén por la ventana de sus propias ensoñaciones, despertando del sueño a Santi de forma inmediata y con pesadez.


Se había levantado Santi a tomar sal de frutas y se avivó de un sueño pesado que mientras saneaba su estómago con los frutos efervescentes no recordaba, ni por asomo y cuando volvió a la pitra se quedó colgado del sueño en su continuación. Que le definía y metía de nuevo en aquella alucinación……
Transcurrieron muchísimos años, en aquel país pasaron miles de cosas feas, como en casi el mundo entero. Ellos, Ane y su acólito pudieron soportar todos los cambios de política internacional, nacional y local, siguen dando que hablar, a pesar de que ellos no se dan cuenta. No tienen sentido del ridículo, son tragaderas de aguas fecales, se hartan de detritos ajenos.
Le hacen la pelota a todo bicho político viviente, dicen que ¡Sí!,  y también ¡Sí señor!, a todos los politicastros de la ciudad, venderían su alma por menos precio que Judas vendió al maestro,   ….pero siguen aferrados, más que eso. ¡Enganchaos a la teta!

El despertador sonó con estrépito y es más con brutalidad, Santi se levantó y en la hora del desayuno le contó a su esposa Lidia, todo el sueño que había tenido, y la premonición de lo que le iba a pasar próximamente.


miércoles, 14 de mayo de 2014

El Chambelán de Lupita -Final-



Viene del capítulo Anterior…….



Solo pudieron aguantar sin pasar por la vicaría dos años, de viajes de licencias, de festejos varios, de excentricidades todas, de encuentros en la quinta dimensión, de noches largas unidas con días de lujuria, hartos de disfrutar, regocijo a la carta y de abundancias múltiples.

Jorge comenzó a viajar de nuevo, a pilotar desde su profesión sin la presencia de Lupe, detalle que a ella no convencía por el gran peligro que se cernía en torno a Jorge, pero pronto ella convenció a sus padres en transitar con él, no fuera que intimara con alguna de las azafatas, que le fueran a arrebatar aquella perla salida de una casualidad y que ella no estaba dispuesta a perder sin nada a cambio. No le costó demasiado con la ayuda de la señora “Toya” madre de Guadalupe, que sabía de todos esos capítulos, ya que ella era especialista en artificios.


Metió en razón a los padres y a los suegros con sus maquinaciones y en lugar de preparar boda, como los tiempos eran otros, pudo conseguir el permiso que deseaba y no fue más que el de llevársela como pasajera adjunta,  en los trayectos largos, en los transoceánicos, los que duraban más de una semana, por lo que ella aún y sin pasar por el contrato del casorio, disfrutó como supo y pudo de todas las diversiones sexuales que le brindaba su posición de señorita distinguida.

Jorge, poseía un departamento completamente amueblado en la parte alta del distrito federal, donde la jet set del momento se ubicaba, con un completo servicio incorporado, cocinera y ayudantes para todo, un confort a prueba de ricos, y un status no fácil de conseguir en personas del montón. Su vida se había complicado, de forma comprensible, la ligereza que poseía antes de comprometerse con Guadalupe, ya no era la misma. Ahora debía pasar retreta y dar explicaciones a cada momento de lo que hacía, de los que tenía previsto e incluso a veces de lo que pensaba.

Guadalupe era una muchacha absorbente, miedosa e indecisa, que le gustaba el control de la situación, especialmente con su novio, ya que ella veía que podía peligrar su relación, dadas las cualidades de Jorge y de lo que son capaces ciertas féminas, con tal de hacerse con el amor prohibido, venido de alguna compañera, amiga o conocida, siempre que interesase por cartera, lujo, apariencias y posición.

Tanto es así que el piloto, comenzó a echar de menos su libertad y a sus amigos de siempre. A pesar de tener que llevar una vida decorosa por la responsabilidad de la profesión ejercida,  por la navegación aérea y los rigurosos controles a los que se veían sometidos. Poniendo freno a la diversión exagerada.

Aquellas fiestas celebradas en el departamento de Avenida Miguel Hidalgo, con la  esquina de calle del Rosario, se acababan por necesidad de protocolo y cuando las cosas comenzaban a complicarse, se tomaron medidas ajustando a modo las posiciones de aquella pareja, que ya necesitaban estar haciendo una vida en completa conjunción. Se organizaron desde la celebración del matrimonio, siendo el domicilio usado por ellos tras el casorio.

Se enlazaron y aquello fue un potorro de boda, llegados de todas las partes del mundo, más de quinientos comensales, un atropello para la normalidad de las costumbres establecidas, dos obispos celebraron la misa, un sinfín de alegría un gasto desmesurado una bacanal abierta desde el Distrito Federal al resto de los pueblos. Las revistas del corazón dieron buena cuenta de la fecha y aprovecharon esa noticia para divulgarla a medio planeta

Aquel Mercedes Cabrio del año 1973, recién estrenado por Jorge, regalo de sus padres, que le daba ese empuje por las avenidas del centro federal, que era la envidia de todo aquel que le veía manejar. Dejó de circular del mismo modo, ahora, acompañado de la señora esposa Guadalupe, ya no parecía tan extraordinario para las niñas solteras.
Un estado de bienestar boyante florecía en la ciudad y daba como factores el producto del resultado del amor entre Lupe y Jorge.


Hacía unos meses que cuando viajaban a las ciudades europeas, él como piloto y comandante de una de las líneas aéreas Lufthansa, y ella como acompañante, ya cónyuge del navegante, cada uno tenía su propia vida.

En uno de los viajes a Londres, mientras Jorge atendía asuntos profesionales y otros emocionales que le ocupaban bastante tiempo, Guadalupe encontró a Elías un antiguo compañero del grupeto de amigos de juventud. Aquellos que se lo pasaban en grande en aquellas memorables tardeadas cerca del Bosque de Chapultepec.

Elías residía en la capital del Reino Unido, por haber sido fichado por un equipo puntero de la Premier League. El Tottenham, de los equipos londinenses el más sereno y austero. Su novia lo esperaba en México con resignación, desde hacía dos temporadas, esperando volviera a por ella para casarse, con lo que no vivía con él en la ciudad del Támesis.
Sin saber cómo ni el modo, Elías metió a Lupe en su cama, comenzando una historia de amor. Dejando embarazada a Guadalupe, siendo un secreto que ninguno de los dos, aclararon ni siquiera dijeron a sus más íntimos.


Al mismo tiempo, Jorge departía con Giselle una negrita francesa muy guapa que conocía y se apasionaba en la cama con ella desde el comienzo de sus vuelos regulares entre México y Londres, ya hacía más de cinco años. Relación que no estaba dispuesto a abandonar. Ni tampoco a divulgar con nadie, era una aventura nueva cada vez, era un amor en la ciudad, apasionado pero silencioso y disimulado.

Al llegar a la capital de España, en otra de las rutas de los viajes usuales estipulados por la empresa, disfrutaban cada uno a su modo. Trayectos que parecían de diseño para ellos, por la mentira y por el engaño entre ambos.

Llegaron a Madrid donde ni siquiera se miraban a los ojos, ni se dirigían palabra, pasando cada cual a disfrutar del modo que tenían previsto a sus conveniencias. Desplegando sus vidas no declaradas. Inspirando coca y consumiendo todo lo que se podían meter en su cuerpo.

Jorge de una relación venida de tiempo atrás iba al Paseo de la Castellana a ver a su hijo, y a la madre de este, a los que mantenía desde siempre. Javier de tres años adoraba a su papá, que veía de Pascuas a Ramos y que jamás olvidaba, ya que el cariño era mutuo y cada vez que recalaba en Madrid le traía su regalo y asumía los gastos que le pasaba a Paloma su madre, con la que se acostaba cada vez que le apetecía.

Guadalupe en Madrid, lo tenía más fácil se entendía con Didac, un tipo nacido en Barcelona que conoció en el Museo del Prado y que le daba caña brava. Este restaurador de Bellas Artes, cuando se enteraba que Lupe llegaba a Madrid, viajaba desde la Ciudad Condal al Hotel Chamartín en la capital de España y pasaban unos días de amor y sexo.




Pasaron cinco años más sin sentir. Cuando el amor verdadero no existe, cuando la atracción deja de ser potente, de tener tirada, las relaciones se entristecen y mutan. Los sentimientos se aflojan, los deseos quedan inactivos. En el último quinquenio les había sucedido todo lo desagradable. Ella había parido tres veces, dos niños y una hembra.  

El mayor hijo del futbolista y Guadalupe. Garrett, jamás supo de su padre verdadero, de sus triunfos en el futbol europeo, y dentro de la selección mexicana.  Ella siempre ocultó esos detalles haciéndolo pasar como hijo legítimo entre ella y Jorge. Garret Von Riegel constaba en sus documentos.

El segundo hijo fue de Jorge su marido, y la niña, ni lo sabía a ciencia cierta, de tantos amores y camas diferentes que había disfrutado la señora de Von Riegel.

 Sin saber desempeñar el papel de madre y de esposa, ahora se hacía pasar por abogada de un prestigioso gabinete mexicano, para atraer a algún desorientado y ser captado por sus redes amatorias.
Jorge, había participado en más juergas y había recalado en la calle del vicio, saliendo y entrado de ella, tantas veces como le parecía, dejando en el olvido sus obligaciones y trabajo. No supo ser un buen padre, ni buen profesional y mucho menos buen compañero para Lupe.

Divorciados y con vidas separadas, sin contacto vivan. Se llamaban de tanto en vez por teléfono, para aclarar alguno de los detalles de los hijos, siendo cada vez más distanciada esta necesidad.

Guadalupe estaba en una nube virtual, con un nuevo amor cibernético, al que le hizo creer que defendía a los desafortunados sin amparo en casos de ley, asesinatos, malos tratos, todo relacionado con la jurisprudencia. Ocultándole la verdad, de sus hijos y la suya propia.

Jorge sin cognición, despedido de la empresa Lufthansa, dado de baja del sindicato de pilotos comerciales, en plena crisis depresiva y recogido por sus hermanos y familiares en San Sebastián de Bernal, junto a la famosa peña Bernal, el tercer monolito más aparatoso y grande del mundo, cosiendo ropas en una tricotosa.