martes, 30 de enero de 2018

Criminalística, ciñe cabos






Espiniella, reportó lo hallado en su cuartel, y allí comenzaron definitivamente las pesquisas que aguardaban precisamente, ese punto de partida, ese detalle que no afloraba y que tan despistados les tenía a todos los de la comisaría.

Intentando hacer el reporte cuanto antes con la caporal Esmirna, dado los acontecimientos que se dieron y que no estaban ni preparados ni pautados. Con lo que se dirigió aquel agente al despacho de la caporal para comentarle oficialmente como se había desarrollado la visita a la casa de Irene, con el concurso del sobrino Edwin.

Dándole a la postre, las impresiones que había sacado Espiniella a su jefa, con todos los detalles y la sucesoria de como había encontrado Edwin, los dos talones, tras uno de los cuadros murales de Gaudí, que pendían de una de las paredes del salón comedor, sobre el sofá azul marino y que se les había escapado a los investigadores del cuerpo.

Inimaginable localización para guardar y disimular tanto dinero, a pesar de estar sujeto a un par de libranzas que se habían de cobrar nominalmente ingresadas en una cuenta por Narciso, aquel hombre tan preocupado, por Irene y que ahora podría darse el caso de estar en la cuerda floja. Pudiendo descubrir más que un motivo de esa tan llevaba y traída ofuscación.

Ya reunidos en el despacho de Esmirna, ésta le conminó a Espiniella, que le comentara, con qué criterio pudo llegar Edwin, a la averiguación y hallazgo de los dos talones, que en un principio a los expertos de la policía se les había pasado por alto.

__ Dime Espi__ preguntó la caporal__, que pasó, como atinó en ese lugar, ¿crees que sabía algo más de lo que aporta? __ volvió a preguntar antes de recibir la primera respuesta__ ¿Lo hizo parecer como una casualidad?

__ Creo que no había nada oculto en Edwin__ Lo noté en todo momento relajado y veraz, hasta incluso demasiado por los comentarios que me hizo sobre estar en aquel lugar donde él creía o notaba seres extraños que le abrazaban. Con lo que tenía unas ganas locas de abandonar aquel piso, que se las traía__ siguió argumentando__ Lo único raro fue que antes de cerrar la puerta al marcharnos, Edwin se dio media vuelta, sin más y se volvió al salón. Como atraído por algo, que le llamaba y abducía hacia el recinto, hasta que llegó frente a algo que no destacaba.

__ Te repito Esmirna__. Nos veníamos y al ir a cerrar la puerta, tras nuestras espaldas, este tío, se dio media vuelta y yo claro le seguí.
Se dirigió sobre uno de los cuadros de Gaudí, que pendían de la pared lateral y lo descolgó, apareciendo como te decía dos sobres de un color amarillo, uno abierto con los dos cheques y con inscripción.

En el frontal definía escrito a lápiz: entregar a Narciso Yates Imperial, para que sean ingresados en cuenta.
__ Me preguntó quien era Narciso__ No le contesté, como si no me fuera la cosa. Siguió observando, como comprobaba lo encontrado.
El segundo y de menor tamaño que estaba engomado por la parte trasera, el que no permití fuera abierto, y requisé para traerlo a comisaría.
Solo se podía leer unas iniciales, escritas con tinta negra y al parecer con una pluma Montblanch de plumilla amplia, según los grandes y anchos trazos

__ ¿Como se sujetaban los dos sobres tras el lienzo de la pared?__ preguntó la caporal a Espiniella.

__ No eran cuadros de pintura al óleo, eran retablos de cerámica, que llevaban insertos por la parte trasera, una punta de los sobres. Entre las divisorias de las cuatro teselas, sujetos en los intersticios.
Por la otra cara, se divisaba, como bien digo la imagen histórica de Casa Batlló de Gaudí.
Cuatro lozas de mosaico o terracota, que colocadas dentro de un marco nidal, aguantaban la grabación del dibujo de la construcción de Gaudí.

__ Que reacción tuvo Edwin__ preguntó Esmirna__ al ver los dos sobres, quiso adueñarse del contenido, o dejó que tomaras la iniciativa.

__ Para nada__ Se mostró siempre atento y refinado__, él simplemente oteó, o imaginó, o como me decía al entrar, que __no estábamos solos, que en el ambiente existía un algo especial__ que le abrazaba.
Simplemente bajó los cuadros y en uno de ellos, al darle la vuelta notamos los sobres.
Que en ningún momento__ dejó muy claro Espiniella__ tocó con sus manos, para evitar debilidad en las pruebas__ asentó el guardia, muy serio__. En todo momento dejó que fuere yo, el que tramitara aquel hallazgo.

Lo que sí, preguntó como es que él, no estaba al corriente de las investigaciones que están abiertas y como no es nada tonto, él hizo sus cálculos y al decirle__ que los dos pagarés lo había de requisar de momento, para llevarlos a la Comisaría y que allí proseguirán con la investigación que se lleva a cabo.

Edwin, me recriminó y me instó por no saber nada de exploración sobre Irene, ni del compendio del suceso. ¡Que es lo que le ocultábamos!
Tan solo le contesté lo que pude o imaginé.

Recuerdo le dije estas palabras, porque además sabía que saldrían a la palestra, contigo o en algún momento y las memoricé.

__ Mira yo no puedo adelantarte nada, pero por favor no me involucres.
En la comisaría, por parte de mi jefa, la caporal Esmirna, se ha abierto una vía de aclaración sobre un par de cosas, que no son normales.

Creo que ella te pondrá al corriente__ Finalizando ahí mi actuación.
Nos separamos y cada cual a sus cosas, los talones ya están en manos de los especialistas, incluso el cuadro de la Casa Batlló, quedó apartado en su lugar, colgado en la pared y con las mismas salimos de aquel enclave siniestro.













lunes, 29 de enero de 2018

Un niño muy ajumado



En las urgencias del Hospital de mi ciudad, las premuras son terribles. Por ello se forman una listas de espera tremendas. Unas demoras alarmantes, será por eso del tan cacareado “Recorte de presupuestos Estatales”, o porque la gente somos en ocasiones incivilizados.

Tomándolo todo, lo que nos rodea, como si fuese nuestro. Con la displicencia que nos da el abuso a esta sociedad. Nos creemos valedores de las normas y despreciamos todo orden establecido.
Quizás miedo a morirse de inmediato, o por la comodidad que es, el no pensar y hacer como nos dicte la costumbre.
A la primera que tienen una dolencia. Se asustan y van a que los revisen, los atiendan, los ingresen y si es preciso les operen de algo. Lo que sea, pero, que los escuchen y aseguren, en lugar de pasar por su doctor, de cabecera, que es el medio más normal de proceder. 
Dejando precisamente las Urgencias, para lo que indica la acepción de su propia palabra.

El miércoles pasado tuvo que personarse Félix, en ese centro porque no se encontraba demasiado bien__ Félix, es nuestro narrador omnisciente, un tipo que se queda con todos los detalles de las historias__ y sentado en la sala, escuchaba como dos personas hablaban de sus malestares, dolencias y preocupaciones de salud.
Así que dejó libre el oído para escuchar que decían entre ellos, y dado que el tono de voz que empleaban no era el de la discreción, sino que mascullaban en la escala propia de un mercado de abastos. Hizo y le dio pié__ por la jerga__ a que quisiera enterarse y escuchó claramente que Ildelfonso, le decía a Fabiana, conocidos de la misma barriada, su confesión inmediata y gracias a él, nos hemos enterado todos de lo que le pasó a Goyito Zapater, que bien escondido lo llevaba la familia, para evitar otro escándalo.

__ Que te trae por aquí, amiga Fabiana, no te veía desde hace más de dos meses largos.
__ Bueno ¡Tampoco ha pasado tanto! __ le contestó aquella joven, Fabiana su vecina. Una despampanante malagueña de ascendencia murciana, al preguntón.
__ desde las fiestas del fin de año no? Que estuvimos en tu reunión, en tu casa, en ese fiestón cojonudo. ¿No recuerdas?
__ ¡Así es! ¡claro, eso es! … Si es que el tiempo pasa que te pisa. ¿Que te trae por aquí?
Pues mira que he traído al niño, que le encuentro muy raro de hace unos días hacia aquí, y no sabemos que le ocurre, la lengua la tiene como muy gorda, apenas entendemos lo que habla y se tambalea como si fuera un descalabrado. No sé que tendrá pero la verdad que me parece hasta que pierda la consciencia a momentos. Nos hemos asustado su padre y yo y mira lo traigo a ver que me dicen los médicos.
__ y donde está__ preguntó Ildelfonso, al no verle
__ ha entrado con su padre, están dentro de la consulta, hace un rato. No creo que tarden demasiado en salir.
Se miraron los dos de forma graciosa, como entendiéndose más allá de donde podían alcanzar sus palabras y seguidamente Fabiana, inquirió:
__ Y tú, que pasa con tu salud. ¿Es que te acoges también a las Urgencias del Hospital?
__ Lo mío es de más enjundia__ contestó Ildelfonso_, que a cada momento he de presentar armas justificadoras a los matasanos. Mi diabetes a veces se porta de forma inconexa y se desequilibra, con lo cual he de venir de vez en cuando para corregir estas desviaciones, muy necesarias por cierto.
En ese ínterin, se abría la puerta y aparecía el marido de Fabiana, Eulogio con el chiquitín de cinco años de la mano de su papá.
La madre del chavalin dejó de instigar en la vida de Ildelfonso y se apresuró a conocer qué es de lo que padecía su Goyito.
__ Que es lo que tiene mi niño__ quiso saber la mamá preocupada. Abrazando a su Gregorio que los miraba con la vista perdida.
__ Hemos de pasar a la sala del doctor que nos ha de hacer unas preguntas para poder determinar de que le viene estos desajustes al chaval.
Antes que la madre pudiera volver a decirle nada, Eulogio, vio sentado en la misma bancada a Ildelfonso y se saludaron, con un par de gestos agradables, mientras ellos ya abandonaban el patio de la sala de esperas, para dirigirse al reservado del final del pasillo.
Esperaron durante unos minutos, no demasiados hasta que el doctor entró por la puerta y se sentó frente a la mesa donde ellos aguardaban, para tomar la palabra.
__ Usted__ dirigiéndose a Fabiana, le dijo el médico__debe ser la madre del amigo Gregorio, ¿verdad?__ Yo soy el doctor Gonzalo Darin, el que le ha auscultado y visitado.
Ella, sin dilación contestó al galeno, con una preocupación insostenible__ No le pasará nada malo a mi niño, ¡Verdad!
Se hizo el silencio y de pronto el doctor le reprochó sin contemplaciones__ pues si que pasa y es además muy fuerte. Su hijo está bebido, lo que se dice completamente borracho, vamos como una cuba. Por lo que ustedes me explicaran que clase de cuidado llevan con su hijo, dónde lo dejan. Con quien se junta, o si tiene la costumbre de repetirlo, según me contó su esposo, cuando fue interrogado por mi compañera la doctora Beatriz Pulido.
Los padres se miraron con desconfianza y se preguntaron a la vez__¿Borracho Goyito?. No puede ser es imposible, aunque usted diga lo que quiera__ dirigiéndose al doctor le dijeron con poca broma.
__ Si hay algo en la casa, que es sagrado es Goyito, y si a alguien se le da lo necesario, aunque debamos y lo haríamos con gusto, quitárnoslo nosotros de la boca; lo que sea, es a él.
Es nuestro hijito y ahí si que no hay excusas. Con lo cual, ya me dirá usted doctor, como se puede haber emborrachado mi Goyito, que nosotros no lo sabemos. Sin embargo esto lo averiguo ahora mismo__dijo Fabiana__ y protegiendo a su hijo le tendió una caricia y se lo puso en la falda, para preguntarle con mucho cariño y después de haberlo besado por enésima vez.
__Tato, que contento estás__ le dijo su madre haciéndole cosquillas y arrancándole una carcajada de mucha resonancia__ dime que es lo que has bebido Goyito, hijo, que está tan bueno. Yo quiero un poco__ insistía Fabiana, la madre ¿Me darás, un poquito?

Las risas de Goyito y el trabalenguas era de chiste, pero las madre, continuó en sus trece y le volvió a preguntar a su Goyito, que había bebido, ya un poco más seria y convencida que necesitaba la respuesta delante, de su padre y del médico, que ambos esperaban conocer de donde le venia la embriaguez.
__Vamos a ver Goyo, que has bebido hijo mío, y quien te lo ha dado, Díselo a mamá, que tengo mucha sed y si no lo bebo, enfermaré. El niño, dentro de su mareo, no se atrevía a confesar, porque sabía que habrían reprimendas y negó con la testa haciendo unos jeribeques más bien de histeria, que de ebrio. Viendo la que se le venía encima. Amenazando a su madre que no se lo decía.
Fabiana, que no era el único hijo que tenía, con voz muy disipada y casi al oído, le participó al tozudo de Goyito, con mucha gracia, mucha paciencia y mucho genio, a la vez que le pellizcaba una nalga de forma dolorosa, haciendo que hablara el niño más que un abducido.
__Dímelo ahora mismo, si no quieres que te cruce la cara de un ostión y te saque arrastrando de la consulta de este Hospital, por embustero y achispado sinvergüenza.
Goyito, medio atolondrado, mirando al médico que reía por la lección recibida de su mamá, habló así

__ Bebo un poquito del porrón de cristal que está encima de la mesa de la cocina y que nadie vigila, cada vez que paso. Me subo en la silla de anea y chupo del pitorro alargado del cántaro de cristal un buen trago.
Hago como el abuelo, que me dijo que beber de ahí era muy malo, pero me engañó, porque cada vez que pasa, se para y mama de eso que dice él, que es tan malo, y además comenta muy alegre: ¡Que bueno está el cabrón!
No se lo digas a tu madre.

Yo cuando paso, chupo, le digo cabrón al abuelo por embustero y dejo el pirulo y la silla como la había encontrado.









sábado, 27 de enero de 2018

Del coma al cómo





Prisca y Mario, tuvieron un accidente de automóvil muy duro, en la noche que va de fin de un año al primer día del inicio del siguiente.

Ahora se cumplen tres efemérides de lo sucedido.
El tema fue muy sonado en el barrio, eran muy conocidos. En él casi pierden la vida, las tres personas que viajaban en el Jaguar verde modelo: xk Australia.

Circulaban muy veloces y pasados de rosca y no digamos en cuanto a grados de alcohol en la sangre.

¡Vamos que llevaban una cogorza de suplemento! Sin contar con el prescindible blanco que se habían metido por las fosas nasales.

El tercero en discordia era un coleguita” común que traían de vuelta a casa la noche del disgusto; Telesforo Manrique, más conocido entre los amigos por Tesfor, que tampoco es que se librara de la quema, porque éste a la hora de la sonsaca de la alcoholemia ya en el hospital, dio cotas altísimas. Como vulgarmente se dice

__casi rompe la trompetilla de comprobación__ por lo borracho que estaba. Aún y considerando el meneo, fue el mejor parado de todos.

El único que quedó ileso a parte de las tantas magulladuras que recibió.

El cielo es grande y a veces las casualidades caprichosas, no lo son, ni siquiera son casualidades. Sirven para algo más de lo que se entiende y algunos de nosotros llegamos a vislumbrar.

El cielo está ahí; aunque a veces no lo creamos y, alguien no quiso que Tesfor tuviera más que un gran susto. Además de una experiencia inapelable para olvidar. Su ángel de la guarda le tendría reservada otra razón__ desconocida por nosotros__ mucho más importante, encomendada para con su amigo Mario.

Sin olvidarnos del sistema de seguridad de ese gran coche de lujo, ese airbag trasero volumétrico que le salvó la campana entera al amigo Telesforo.

A estos tipos temibles tampoco son de los que se les encajona como drogo dependientes habituales del vicio, la droga y el escándalo.

Son o se les conoce como bebedores habituales de fin de semana. Encasillando entre todos ellos, a gran cantidad de mujeres y hombres, que según parece disfrutan siguiendo esas pautas. Gente inconsciente que además les gusta el “mamoneo”, agarrar pedos descomunales y follarse al que se incline.

Aquella noche levantaron más el codo de lo normal y se metieron por sus narices, la raya continua de la carretera que une el globo, con el cielo y claro; eso pasa factura aunque seas joven.

Alterando incluso la vida de otros, que ni lo esperan, con lo que llegan a perderla por la desgracia de tropezarse con ellos.

Cuando emprendieron la marcha de retorno, tras la gran juerga no imaginaban todo lo grave que sucedería a continuación.
Dejando en la carretera unas cuantas victimas mortales, sin contar el panorama que les quedó a ellos tres.

Prisca, a parte de los remordimientos, no se le nota casi nada a primera vista, ahora que le ha crecido el cabello. Tiene puntos en la cabeza que le recorren toda la roza trasera, desde el comienzo de la frente hasta la oreja derecha bordeando el occipital. No tiene bazo, sus riñones están muy dañados.

Mario es diferente, se cree que quedará postrado en una silla de ruedas para los restos, cuando vuelva del coma inducido donde actualmente reside. Yendo bien la cosa, porque igual, de esa cama especial no puede levantarse por sí solo jamás.

Los pasajeros del coche contrario, los que iban tranquilos aquella noche camino del aeropuerto, para tomar un avión con destino a las Mauricio, no sobrevivieron. Los cuatro ocupantes murieron en el acto.

Las dos parejas de amigos que iban a pasar unos días de disfrute a las preciosas islas, se quedaron con las ganas y, perdieron ese vuelo, porque les esperaba otro viaje diferente.

Desde aquella fecha, tanto Prisca, como Tesfor se han portado con Mario como auténticos colegas, en esos tres largos y dolorosos años, cuidando al limitado Mario.

Visitándole y arropándolo, en esa habitación particular del gran Hospital General, de la ciudad, que sus padres reservaron. Sin dejar de preocuparse ni un solo día.
Ha sido una dedicación de auténtica amistad, más que eso.

Veremos que pasará en breve, porque a Mario ya le han suplantado el inducido y da señales de reactivacion vidal.
Entretanto y a pesar de no entenderlo nadie.

Prisca y Tesfor, se han enamorado y mientras cuidaban al aún novio de Prisca, han ido acalorándose también ellos y por lo visto en la propia habitación del inválido, han practicado su amor, jodiendo a los pies de su cama.

Tanto se entienden y aman que ya, tienen fecha de esponsales.
Ellos creían que Mario no se recuperaría jamás, lo daban por muerto.

Estimaban que no se enteraba de nada. Ni les atendía en todo lo que se decían, cuando se metían mano, riendo y mofándose del propio tetrapléjico, quejándose de como aguantaba tanto.

Lo suponían muy muerto, que no intuía lo que tramaban en su presencia.
Siendo el retroactivo diferente, Mario veía que si no espabilaba se lo perdía todo y lo mismo aquellos dos sinvergüenzas, explotaban alguno de los favores que su familia pudiera corresponderles por la relación de Prisca y Mario, antes del luctuoso accidente. ¡Quería vivir!
La que fue su novia, ya no lo honraba, le faltó el respeto de una forma mezquina.

Lo canjeó, estando asistido por el equipo de respiración artificial.
Mario lo sabía y decidió en definitiva, ¡Vivir! del modo que fuera.

Aquella mañana despertó, mientras discutían Prisca y Tesfor, sobre su situación y el universo de justificaciones que habían de dar.

Sin saber, la vergüenza que pasarían al conocer que Mario fue testigo de todo.









viernes, 26 de enero de 2018

No pude dejar de mirarte





La vi en aquel súper del barrio
entró como despistada,
con sus aires de siempre,
propios de estrella nublada.

Ninguno de los dos esperábamos
aquel súbito encuentro.
Ella dudó en principio y se ruborizó
Yo la reconocí ¡Al momento!

Recordé y presentí a cien por hora,
Irrumpí en mis hazañas y olvidos
por supuesto no era broma.
Fue sueño irreal, con fantasía y suspiros.

Mis años verdes, ilusiones, mi audacia
mis mejores recuerdos y vivencias,
ahorcándose en promesas no concretas.
Los llevaba en mi bagaje sin la menor conciencia

La miré sin más, con mi expresión educada.
Respetando su complicidad y mis recuerdos
procuré aguantar mi emoción.
Esperando su reacción. No hubo empeño

Llené mi tórax de veneno intenso
preví con urgencia excusas crueles,
sin poder evitar un ardor muy denso
recordando sus flirteos, infieles.

Ella se quedó prendada a mis ojos
atenazada a mis pestañas,
dañando mis párpados con su punzada,
y por extrema colmar mi saña.

Arañándose el recuerdo
intentó, no conocerme
evitando el saludo y mostrando
su punto fuerte.

Hasta que un centelleo fugaz
la separó como el destino,
en su día nos distanciara,
para todas las suertes

Quité mis ojos de los suyos,
que entonces eran hogueras prendidas
para enfocar otro lugar y sofocar mi rabia.
Por su desprecio tenaz y cortesía perdida.

Con la excesiva velocidad en mi sangre,
supe mantenerme a flote.
Imaginando un último beso
recordando el olor de su escote.

Con esfuerzos mantuve la vertical y
ella sobrecogida aspiró un dolor venenoso.
Aún mantuvo sus ojos claros, su mirada al fondo
quizás sin dar crédito a mi aplomo bondadoso.

Abiertas y afables miradas,
como queriendo exhumar de la nada,
todos nuestros recuerdos
los ya; pretéritos sin música de balada.

Viendo mi gesto resolutivo y audaz,
se aferró al brazo de su acompañante
mirándole preocupada y a la vez
mostrando para mi. Señal de prohibido acercarse.

El tiempo había pasado para ambos,
¡Ya lo creo! Mírate en aquel espejo.
Habían caducado todos los anhelos
¡Absolutamente en cien años todos muertos!

Era la misma, la que reconozco ahora
en el mercadeo de su sombra,
nerviosa porque se encuentra culpable
y al que le acompaña. Tampoco adora.

Hasta mañana me dijo entonces,
y ese mañana jamás llegó.
Cuantas esperas vacías, me alegran hoy.
Evitando muchas horas de perfidia y dolor

Tantas demoras juradas
razonando una sinrazón.
Se olvidó de mi aliento,
como yo de su candor.

Detenidos como entonces
nos volvemos a encontrar,
en un pasillo del súper,
en un encuentro fugaz

Qué diez segundos más largos
no convino en saludar,
su falta de valentía
me hizo mucho dudar.

Viendo mi gesto sentado,
cansado quizás de volar
apretó a su acompañante
y aceleró el caminar.

Con señal de prohibido
no se me ocurre arrancar,
aquella flor de solapa,
que jamás pudo apreciar.

Hay fechas que se me antojan
que las he vivido ya
es como si las volviera
de otra forma a pisar.

El encuentro de aquel día
me ha hecho recapacitar,

¿Cual hubiere sido mi destino
por una casualidad?


¡y el arte de tropezar!