jueves, 30 de mayo de 2013

Corre, corre... ¡Que me rilo!




Subieron en su coche, con mucha prisa, Manolo y Engracia, tras la visita que realizaron a unos conocidos de Caspe, unos piadosos y queridos paisanos, que están estupendamente situados y que ya, no tienen que preocuparse por nada, puesto que su futuro inmediato, sumado con venideros tiempos raros que aún pudiesen llegar, les da lo suficiente para vivir sin preocupaciones por perturbaciones del Euribor, ni caídas del principal indicador de Wall Street, el Dow Jones, aún y sobrepasando máximos históricos.

La única dificultad que ellos tienen, es que son demasiado mirados para malgastar el dinero, tanto es que rozan el: egoísmo, lo tacaño y avariento modo de vivir, proporción desmedida y practicada que les hace sobrepasar bastante lo estándar, no dándose cuenta, que no viven solos, que la gente les rodea y comprende que están casi enfermos de ese mal incurable.

Por si fuere poco, tienen muy cuidado el régimen alimenticio, sumo cuidado en no ingerir mas lejos de lo que el cuerpo permita, y sin pasarse de las calorías establecidas en unas tablas farmacéuticas de un licenciado amigo, que murió de inanición.  Siguen a raja tabla, sus indicaciones, y se mantienen delgados, más diría secos y marcando hueso_ siempre que estén en su casa, otra cosa es cuando devuelven la visita_. En ese caso, la memoria de los regímenes es parca.

Tanto es el caso, que esta tarde, a las visitas llegadas, de diversos lugares geográficos, les han preparado un potingue, llamado infusión nutritiva, con unas hierbas que dicen han encontrado en el Monte Costoso, y elaboradas con un agua que han ido a buscar a la fuente del pantano del Escarmiento, que les ha salido una brebaje en principio, anodino, pero que cuando ha comenzado a surtir efecto, la mayor parte de los convidados, han tenido que interrumpir, excusar y finalizar la visita a la voz de ¡Ya! Sin miramientos y cajas destempladas, han ahuecado la sala de estar de aquella gran casa.

_ Corre, nena, que no llego_ ¡ay, no será para tanto Manolo!_, aguanta un poco, que no estamos muy lejos del hotel.

_ Ojalá, no me entre tos, porque, como me agarre uno de esos ataques que me dan, cuando me pongo nervioso, no sé qué pasará_ que exagerado eres, desde luego tienes a quien parecerte_. Le decía Engracia a su Manolo, que corría, desesperadamente, tirando de su brazo, para llegar al coche cuanto antes.

El coche se puso en marcha, y el freno estomacal, funcionaba a pedir de wáter, solo le quedaban pastillas de fijador anal, para un ratito, ¡más no!_ pensaba Manolo, ¡ya verás!  El pastel que vamos a montar, con el coño de la infusión, y del agua esa que era de color churrete del pantano de los huevos.

En las curvas, Manolo rezaba, ¡Dios mío! Dame fuerzas en los esfínteres para no cagarme, que además de estrenar calzoncillos, los pantalones son tan blancos y claros, que no sabré como voy a disimular las manchas.

Engracia, hacia guiños con los morritos, parecía estaba inquieta, hasta que se sintió en la quietud y el esfuerzo del vehículo un ruidito, de cortinas sonoras que más parecía una ventosidad expelida por el ano, o sea un vulgar pedorro larguero_ ¡ay corre…!   Corre Manolo, que me mancho entera_. Asintió con vocecita desgraciada y poco alevosa la guapa Engracia, aguantando la respiración.

El coche, iba fuera de velocidad, tomaba las órbitas de aquella carretera peligrosa, la que baja hacia Maella, con un vertiginoso, que quitaba el hipo, sin embargo no impedía el tráfico intestinal desenfrenado de los ocupantes de aquel Citroën Saxo de cuatro cuerpos. El tufo vanidoso y pedante se percibida en cabina, no era de una travesía naturalizada, más bien, se olfateaba la tragedia a modo de percance inexcusable.

_ Manolo, deja de correr, y detén el coche, si nos para la guardia civil, encima de multarnos por velocidad, nos encontrará a los dos cagados. No sé que es peor_, dijo Engracia_, cuando ya no hubo tiempo y el mar de encimas, quedo bajo su vestido, manchando de marroncito su bajo vientre y por encima de la tapicería azul del Saxo.

Se escuchó un crujir de intestinos, que no dejó dudas_ ¿paro el coche? dijo Manolo, mirando a Engracia_, que roja como una amapola, descansaba en el asiento del copiloto, abatida y olorosa, mas cagada que una recién nacida de tres días, tras su biberón de frutas silvestres_ Mientras que Manolo, encharcado, no sabía cómo ponerse para seguir conduciendo sin que le resbalasen los pies del acelerador y el embrague, debido al engrase de su culata.

domingo, 26 de mayo de 2013

Estás durísima




Lo llevaba su padre encima de los hombros, era un chavalín de cinco años, muy avispado, y nervioso, que silbaba a las mil maravillas, más bien era un “monito” de repetición, despierto como un virus nervioso y más activo que una carabina de competición. Solo intentaba agradar y ser amado  por sus padres, abuelos y tíos, dado el entorno tan precario que existía en aquella, su familia, tan falta de esmeros, de signos de armonía y de verdadera alianza. 

El padre tampoco se quedaba atrás, por: descarado, siete ciencias, engreído, y poco activo en el trabajo, creyendo a su vez que los demás le veían como todo lo contrario: audaz, simpático, resultón y enamoradizo. Con muy poca aptitud y menos disposición para conservar un empleo, detalle tan importante como para que un entorno familiar funcione como es necesario. 

Aquel día de recorrido, caminaba el padre aupando en sus espaldas a modo  de: “caballito” al hijo; hacia la iglesia parroquial de San Francisco Javier, para recibir las ayudas semanales, todo lo que el mosén Tarsicio y las señoras de la caridad, practicantes todas del Santo Rosario, les pusiesen en aquellas bolsitas de papel marrón tan frágiles, que contenían mínimamente el sustento primario: pan, azúcar y alguna lata de leche condensada, o en polvo cuando menos, que recibían los más necesitados y poco pudientes de la barriada. 

El mismo itinerario desde otro punto de la gran explanada sin asfaltar, donde finalizaba el perímetro de aquellas “Casas baratas”, lo caminaba Maruja, una moza ya entrada en años, soltera y madre, algo descarada de presencia y con un vestuario tan exiguo de ropa que mostraba partes de su anatomía sin el mínimo recato. El paño que llevaba a modo de falda, no servía para tapar los dos muslos que sobresalían por su espesor, acabando aquellas piernas prietas en unas alpargatas medio rotas, que enseñaban unos pies algo descuidados, la blusa roja, abrochada con tan solo un botón negro central, dejaba entrever dos pechos erguidos, por el diminuto sujetador, que pequeño de talla, aún le hacía que las mamas fuesen mas prietas. El resto del cuerpo, pasaba desapercibido para todos, puesto que las miradas ajenas se postraban o en las tetas o en las patas de la soltera, resultando inadvertida la belleza de su cara, que la naturaleza, creó guapa.

Llegados todos casualmente, a encontrarse en la esquina, el papá pronunció un sonido gutural perceptible y sonoro: ¡UTF!, no llegando más allá del oído de su hijo, gemido instintivo hecho más, por el peso del niño que transportaba en sus hombros, que por el perfil exótico que presentaba Maruja.

Instante en el que el mozalbete parió un silbido a modo de piropo, que sonó como un estruendo en toda su amplitud, haciendo girar la cara de Maruja, para ver, quien cortejaba su persona.

El hombre, con un gesto de hombros, quiso excusarse y hacer saber a Maruja_ que le reprochaba su conducta, mirándole indignada, con cara de pocos amigos_, que no había pretendido molestarla, y con el dedo índice de su mano izquierda marcaba el autor del equivalente cortejo, que sentado entre sus hombros, tras su propia cabeza se visionaba al mequetrefe atrevido.

_Eres un sinvergüenza Paco, me vas a hacer creer, que ha sido tu niño el que ha rechiflado, y el que me come con los ojos, ¿verdad?_, apuntó la mujer con descaro.

Cuando Paco, iba a dar explicaciones a Maruja, volvió a escucharse aquella pita cachonda, que provenía de boca del nene, y que tras el eco sublime comentó con destino a Maruja: ¡estas más buena que la pata un pollo!

 

viernes, 24 de mayo de 2013

Amor para la vida



Magda estaba a punto de salir de su casa hacia el altar, del brazo de su padre, que emocionado le preguntó con aquella confianza tan hermosa que existe entre algunos padres e hijos_ Magda, cariño tan solo: un pensamiento ¿estás completamente segura del paso que estás dando?_, ella se apartó el velo blanco impoluto de su cara y abrazó a su padre con una ternura inigualable_ Le he querido siempre papá, pero no he sabido jamás hacérselo saber, llegarle con el lenguaje corporal, demostrarle mi cariño verdadero, siempre se me ha escapado de las manos esta persona deseada, siempre ha sido el amor de mi vida_. Tomaron asiento en el borde de la cama, mientras ella trataba de explicar todo aquello que guardaba en el interior de su pecho y que le apetecía tantísimo transmitir. 

Conocí a Rubén en la Asociación del Club Obrero de Juventud_ siguió relatando, mientras le tomaba de las manos a su anciano padre, que la escuchaba atentamente_, hace muchos años, cuando éramos mocitos, entonces todo lo veíamos tan claro, que no teníamos necesidad que nadie nos diera lecciones de vida, cuando parecía que todo lo podíamos tomar en el instante que quisiésemos, porque amplio estaba al alcance de nuestros deseos. Él, Rubén ya trabajaba, a pesar de no haber finalizado sus estudios. Irradiaba seguridad y además era un indiscreto que sabía camelar a todos cuantos le rodeaban. Tan arregladito siempre, tan orgulloso, tan presumido; no era guapo, pero tenía algo que a mí me cautivó en cuanto le pude tratar. 

Aquellas dotes organizativas que poseía de manera innata, obligaba a seguirle allá donde apuntaran sus miras. Enseguida noté que me encontraba bien con él y pretendía que cayese frente a mí del todo enamorado. Sin ver que, no era yo sola, la que estaba prendada. Bailábamos juntos, salíamos en grupo y procuraba coparle todas las salidas para que no viera más que a Magda.

Aunque jamás le dije nada, esperando que fuese el mismo deseo quien tomara la iniciativa, detalles que las mujeres siempre esperamos, ser halagadas por nuestro galán, que nos hace las veces de declararse.  

En aquella salida famosa que hicimos los amigos, a los Montes Universales_ que a ti tanto te costó darme el permiso, por no ser mayor de edad, ¿recuerdas?, incitó a la memoria de su padre_. Donde tuve aquel accidente, sin consecuencias pero, que podía haber sido fatal. Al perder el conocimiento y caer al río,  no fue otro que Rubén el que se lanzó a socorrerme, quitándose tan solo los zapatos y nadar denodado hasta rescatarme de la muerte segura. Recuerdo, que recobré el conocimiento una vez en el agua_ lo reconozco ahora; dijo Magda_, viendo que era él quien nadaba para salvarme, me dejé querer. Aún retengo el contacto de sus manos en mi pleno, en su afán de salvamento, me reconoció el cuerpo sin miramientos y yo además de mojada por el baño, me sentí en el cielo, sigo viviendo el instante soñado, cuando me abrió la boca aún dentro del rio y creyendo que estaba desmayada me besó apasionadamente, en lugar de hacer el consagrado boca a boca de salvación. Estrujándome hacia su plexo solar mojado y severo. Mantuve mis ojos entornados mientras me hablaba y me exigía que respirara, volviendo a besarme de nuevo para que reaccionara. 

Nunca me dijo absolutamente nada tras aquel incidente, quitándole importancia en su comportamiento de valentía, y olvidando todo lo que dentro del río él y yo sabíamos que había ocurrido.  

De ningún modo ofreció señales de que me estuviera pretendiendo, a tenor que por mi parte eran constantes los detalles que tenía para con Rubén. Igual creyó que era imposible relacionarse conmigo por la diferencia social, por nuestra posición comparada con la suya, que proviene de una familia tan humilde y trasformada.

Esperaba intranquila me dijese algo referente a la atracción que yo le mostraba descaradamente, recibiendo a cambio una reacción educada pero nada transparente por su parte. Mantuvimos una amistad bonita y cada vez que podía le provocaba la excitación necesaria, para que se desquiciase conmigo, sin encontrar respuesta a pesar de ver que en su semblante el padecimiento que soportaba por aguantar tanto el tipo y las formas llegaba a ser de sacrificio.
 

De buenas a primeras mi amiga Marita, nos dice que se entiende con Rubén, quedando en aquel instante tan desconcertada como olvidada. Marita es un cuerpo. Preciosa y sin entrañas, eso lo hemos descubierto ahora. Entonces se mostraba como una joven decidida, buena amiga y adelantada a su tiempo, sin miedo de experimentar ciertas aventuras peligrosas. Segura de sí misma, y de lo que esperaba del futuro. Nos aturdió a todas las componentes del grupo de amigos y a mí especialmente, dado que ella y todas conocían los sentimientos de fuerte atracción que ostentaba por Rubén.
 
 

El propio recuerdo los sumió a ambos en un pensamiento dispar, quedando Magda, con sus elucubraciones sola e intransferible a título personal y ya sin explicarle a su padre, todas aquellas manifestaciones que vivió de nuevo ella sola desde su pensamiento. Comprendiendo a su vez el padre, que debía dejar que aquellos instantes pasaran al lado de su hermosa y quedida Magdalena.

 

Tuvieron una relación muy corta, como si Marita tuviera prisa por quitarle la libertad a Rubén. Dándole de buenas a primeras todo lo que a Rubén le viniera o no, en ganas. Regalando todas las posibilidades sexuales habidas y por haber, llevándole a un mundo delicioso que en aquella época solo lo tenían permitido unos pocos privilegiados.

Su relación fue intensa y corta y se unieron en contra de todos los pronósticos. Marita, una mujer caprichosa, graciosa, estupenda y simpática, anunció a los amigos que se casaban pronto y así lo hicieron, tras mes y medio de incesante sexo a todas horas, de orgías inexplicables, de celebraciones indecentes, contrajeron matrimonio. 

Rubén seguía sin dar sus verdaderas señales de hacer lo que deseaba, sin embargo como pudo continuó con su trabajo y sus estudios, hasta que pudo licenciarse no sin esfuerzos y sacrificios. Jamás abandonó aquello, que sabía era su futuro, y a pesar de tener que aguantar tanta fiesta y desvarío por parte de las relaciones con Marita y seguir asistiendo al mismo entorno de amigos, él consecuente cumplía a pesar del esfuerzo que le significaba no dejar que las aguas del vicio y del entorno le arrastraran. 

Dos años estuvo Magda suspirando y viendo desde lejos la poca afinidad y el poco trato cariñoso de la pareja. Habían pasado del estar desnudos y desquiciados una encima del otro, fornicando a todas horas en su corto festejar, a ni mirarse en la hora del desayuno. Nunca tuvieron discusión alguna frente a los amigos, ni tampoco señales de romanticismo, si podían evitarse lo hacían pero reservando esa educación y salvando malos modos.
 

Marita con su cuerpo extraordinario llamaba la atención por donde fuera. Ella dominaba la situación, aprovechando esa ventaja frente a las demás amigas que la miraban con cierto desconcierto, que con su porte descarado propiciaba nuevas aventuras con cualquiera, estando presente su propio Rubén.
 

Rubén más bien con el carácter acomplejado que había adoptado desde el comienzo con la relación de su esposa Marita, disimulaba y procuraba no coincidir en demasiadas reuniones con sus amigos de toda la vida. Así evitaba el tener que explicar las relaciones tensas que mantenía con la guapa y estupenda de su compañera.
 

El divorcio convenido llegó como llegan las consecuencias de lo esperado, evidentes razones lo contemplaban sin ruidos ni demostraciones de pesar, sin falsas prebendas ni corazones destrozados por la no tragedia, que se anunciaba cada vez más imperativa. Un buen día Marita se marchó de su casa con un directivo de Carrefour y Rubén se quedó solo, en la gloria, sin tener que dar explicaciones a nadie y convencido que todo había sido un sueño pasajero con menos porvenir que un traficante sordo.
 

Los motivos que llevaron a la ruptura de Marita, no fueron por estar desierta de amor por parte de Rubén, ni por estar melancólica en la cama, ni mucho menos mal follada. Le encantaba cambiar de macho, más que de compresas higiénicas y eso de tener una relación intima por más de un año, era perder el culo detrás de un solo hombre, con la cantidad de tontos y engreídos que militan desocupados.
 

El despreocupado Rubén, quedó libre, agradecido y normalizado tras el abandono de la guapa y ninfómana de su esposa, volviendo a frecuentar sus costumbres, aparecer poco a poco con los amigos y reencontrando su lugar a medida que el tiempo iba borrando su relación, sus deudas y sus disparates.
 

Ya comenzaba a resurgir aquel faisán de sus cenizas, volviendo a ser parte de lo que fue en su día, opinando de cualquier tema y riéndose de sus propios fracasos, cuando por supuesto Magda, esperando paciente su turno, se daba cuenta de todo sin dejar aquel propósito en manos del destino. Ni siquiera en el ámbito de las decisiones de Rubén. Entrando a participar de un modo directo en sus sinsabores.  

Una noche cenaron los amigos, los pocos que quedaban, separados, divorciados, algún que otro soltero en Can Tiberio, un restaurante que con sus platos hacia olvidar las penas más cercanas. Ya finalizada la tertulia nocturna y antes de despedirse hasta el próximo encuentro, Magda le propuso a Rubén que la acompañara hasta su casa, que tenía que contarle un asunto importante, que hacía años le rondaba por su cabeza. 

Al salir de Can Tiberio, paseando decidieron tomar la última copa en el bar de los chinos, que hace esquina con la casa de Magda, para que Rubén pudiese escuchar del asunto tan importante que su amiga quería exponerle sin dilación. Cuando la que en su tiempo, fue salvada de aquel río, tomó la palabra y directamente abordó al salvador_: qué esperas a mirarme a los ojos y decirme lo que sientes por mí_. Rubén Balbuceante y sin esperarlo iba a excusarse, cuando volvió de forma enérgica a ser interrumpido por Magda_. Sabes que me gustas y no es de ahora, pretendes esconder otra vez el bulto y escaparte como un cobarde, ¿cómo hiciste hace años?_ No es eso, contestó Rubén avergonzado. Cortándolo antes de que siguiera pronunciando palabra, aquella mujer que estaba dispuesta a todo por recuperar lo que deseaba, haciéndole mil preguntas una tras otra, se disparó enloquecida esperando respuesta_: ¿no te gusto? ¿No me quieres? ¿No soy tu tipo? ¿No quieres saber nada de mí? ¿He de olvidarte para siempre? ¿Pretendes que vuelva a dejarte escapar de nuevo?

 

Antes de volver a la realidad padre e hija, dejaron sus propias cábalas y escucharon una melodía de Camilo VI, sonaba en el pasillo: “El amor de mi vida, has sido tú” y de pronto se abrió una puerta, aflorando una dama emperifollada y soltó casi gritando: ¡Por favor!  Todo el mundo buscando a la novia y al padre y vosotros escondidos como bandidos. Todo el mundo espera y vosotros tan tranquilos_ dijo la madre de Magda, Doña Purificación Manrique.

 

Salieron hija y padre a la realidad, del brazo agarraditos hacia el restaurante del Hotel El Castillo, donde en los jardines de verano un juez de paz, les uniría para siempre.

 

 

 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Aniversario del Tintero


En estas fechas andamos de aniversarios, y de los de celebrar. Radio Sant Boi, cumple los 25 años en la frecuencia comarcal, para todos los seguidores de la cultura, poesía, de la música y del arte en general, presentado y conducido por el ínclito Manuel Olivas, un trabajador del conocimiento, de los actos referentes y del buen hacer, que en su día fue uno de los fundadores de Retazos de Arte, de Gava Arte más conocido por Gavart, de festivales tan alegres como los realizados en Viladecans y Gavá y que se mantuvo en la presidencia de las entidades, mencionadas durante sus primeras décadas. Rapsoda, voz de arena, grave y serena. Participante en periódicos y rotativas, con sus artículos de opinión.
 

En esta ocasión, sus seguidores no le podían faltar, todos los convocados por las redes sociales, Facebook, correo electrónico y el boca a boca,  allí acudimos para junto con él hacer un repaso de la trayectoria de sus más de 1150 programas de radio.

 

El martes día 21 de mayo, tras pasar justamente las Fiestas Mayores de la localidad, se nos presenta en el escenario de Can Masselleras, el Concierto Aniversario, con un elenco de artistas, músicos todos ellos, que cubrieron de más las dos horas largas que duró el acto.

 
  

Gentes, que en agradecimiento, y en reconocimiento al programa y a su conductor, Manuel, quisieron estar allí pera refrendarle su agradecimiento y su recuerdo, ya que él se preocupó de forma desinteresada lanzarlos por las ondas del 89,4 de la Frecuencia Modulada al mundo, y que sin duda ayudó mucho a que fuesen conocidos del gran público.
 

Las muestras de agradecimiento, se escucharon a lo largo de todo el concierto y también los hubieron que no asistieron, grandes ausencias, pero ya se sabe la vida en su largo devenir hace que algunos tengan poca memoria y si la tienen quizás se les he quedado un poco oxidada y ya no recuerdan que posiblemente, sin este canalizador, ellos no hubiesen ni lucido.
 

El teatro de Can Masselleras, estuvo jalonado por diversas personas, entre ellas Consejeros de la Regiduría, cantantes, compositores, músicos, poetas, ex presidentes de Asociaciones, amantes de la poesía, de la música y de las artes. Cantores de boleros, expresionistas y demás personas que quisieron acompañarle en este devenir.
 


Todos los participantes, cantaron un par de temas, con lo cual, pudieron pasar por el escenario, la cantidad y calidad que estaba prevista. Manuel, agradeció a los medios, a sus compañeros y a sus casi mimados participantes.
 

Después del acto, se celebró con un cóctel, que el propio ayuntamiento patrocinaba y dispuso en los salones del teatro, sus mesas con toda la variedad de canapés, cava catalán y vino de mesa, que ganó la complacencia de cuantos asistieron.
 

Desde aquí un viva por la cultura, y por las buenas prácticas para los artistas y actores noveles y no tanto, que aun siguen teniendo esa necesidad de expresionismo. A la vez que felicitar a Manuel Olivas por la labor que ha desarrollado y que en la actualidad sigue regalando.

 


100 años ¿esperando esto?



Han pasado las fiestas Mayores como una exhalación, en este mes de mayo que debía haber sido precioso, pero en cambio nos ha hecho un tiempo bastante feo, poco vistoso y con fresco a tenor de lo avanzado del mes que cito.

Entre otras muchas cosas ha habido en la villa distracción para una gran variedad de personas, jóvenes, ancianas y maduras. Con una gama de actividades diversa, contando claramente a los niños, que ellos se han llevado quizás la mejor parte.

Hoy y aquí sin embargo, quiero hacer hincapié en una de las efemérides que a muchos habitantes de la ciudad, les ha pasado desapercibida, por la poca importancia y la menos relevancia que le han otorgado las autoridades locales. 

Como siempre, si no eres de la misma tendencia, te quedas fuera del reparto, aunque cumplas cien años como le ha ocurrido al Ateneo Familiar.

Es una pena que por no respirar los mismos aires del ayuntamiento, ni seguir sus intereses políticos, quede en la sombra aquellos detalles que han hecho pueblo siempre, y que a los ciudadanos apolíticos nos importan.

Nuestro Ateneo Familiar, ha cumplido este pasado mes de marzo cien años, se dice pronto, ¿verdad?, pues amigos, si todos supiésemos de la importancia de estas entidades, quizás no seríamos tan frívolos a la hora del olvido. Dado que si cumple los siguientes cien años, nosotros, ninguno de los que leemos esta crónica estaremos para celebrarlo.

Se esperaba a la Fiesta Mayor, para poder festejar en el vermut de gala, con la presencia del alcalde y brindar por todos los buenos momentos, que se sucedieron a los largo de estos años, y rememorar algunas citas de personajes, que los hubo y que sin duda hicieron más grande nuestra población, recibir una merecida placa conmemorativa por el hito y todos felices.

Ha sido una celebración particular que solo ha interesado a los que amamos al Ateneo Familiar, los que con nuestro sentido de la conservación, con nuestra presencia semana tras semana, hacemos que no acabe de extinguirse, yendo a bailar todos los domingos por la tarde a nuestro Salón Rosa, disfrutando de la música en directo y participar en todo aquello que nos compete y que nuestro bolsillo nos permite.

¡Sí! Es verdad, que bailamos lo que nos apetece, nos saludamos con los amigos todos, reímos y tratamos de pasarlo en grande, con personas que son todas las que asisten, socios y no abonados, con el derecho a que asistan de todos los puntos y lugares y de todas las tendencias, todas buscamos el mismo sentido a ese domingo por la tarde que se nos presenta entretenido y que evita estemos desgarbados frente al televisor viendo como se nos va el país al garete. Es una sensación que si no la pruebas no sabes cómo energiza el cuerpo, todos los amigos en sintonía con el Ateneo, que es el que merece la pena salvar, tras haber resistido cien años y, haber sufrido alternativas políticas y engañosos trances. 
 
El vermut de Conmemoración estaba bien representado por Consejeros del Ayuntamiento, personas muy importantes de la Regiduría y de la Corporación. Sin embargo faltaba el Alcalde, y es la pregunta que nos hacemos los socios, simpatizantes y habitantes de la ciudad_ ¿Por qué no asistió el Alcalde? ¿Existe algún acontecimiento más importante en estas fechas que el cumplir 100 años?, ¿Nadie del Cabildo pensó que en estos casos, se entrega una placa Conmemorativa y se realza el hecho para el pueblo? _. Respuestas hay muchas, opiniones más, sin embargo hemos de pensar que en estos momentos no hay elecciones, no se necesitan votos, y quizás el grupo de personas que aúnan el Ateneo, no atañen por ser los contados y porque ya no están dentro de la posibilidad de hacer ese molesto ruido que tanto perturba a la clase política.
 
¡Ay!  …Si hubiese anunciado el Honorable President, su presencia, todos estos hubieran perdido el culo y hubieran dejado de ir a ver como se bailan las sardanas en la plaza, para hacerle la rosca de forma descarada y la foto de rigor.  

Somos pocos los que queremos que el Ateneo salga hacia adelante y ¡porqué no!; vuelva a cumplir otro centenario, pero a la vez estamos los más tozudos y los menos convencidos que los que los responsables culturales de la ciudad, nos han de echar una mano de apoyo, de ayuda y de amparo.
 

¡Sé de buena tinta! Que tú que estás leyendo este comento, igual crees que es por capricho, por interés, conveniencia o beneficio ¡pues no!, es para salvar al Ateneo Familiar, al nuestro, al del pueblo, al de los más sencillos, jóvenes y viejos. No hagas dejación de lo que apunto, si dejamos y permitimos que todo aquello que pertenece al pueblo y a su cultura y tradición se pierda. Estamos apañados.
 

Volviendo al vermut, que se celebró en la pista de verano fue entrañable, y se ofreció lo que tenía el susodicho Ateneo, muchas tapas, canapés, y bebidas, pero lo más destacado era lo que no se veía y se percibía a poco que tuvieras sensibilidad y sentido: cariño.
 

Gracias a los que asistieron, dejando otras ocupaciones acompañando a la triste Junta del Ateneo Familiar y a los amigos de a pié, los que nos importa la amistad, el compañerismo y la reunión de personas, en una fecha tan señalada, otros igual como ya se comentó se lo perdieron, igual estaban en otro evento de menos de cien años, más sustancial que este.

 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Picha no es; se dice peine


 
_ ¡Papá! _ Le decía un chiquillo al hombre que más le quería_, llamándole la atención en la hora del desayuno, mientras mojaba la galleta en su batido de chocolate, con la intención de aclarar un concepto que no tenía demasiado claro.

_ ¡Dime! _: respondió su padre, haciendo un gesto de disconformidad y diciéndole, con el ceño más bien fruncido_: pero no te entretengas, que se te va a enfriar el batido.

_ ¡Tú; me has engañado! _ añadió el chiquitín, haciendo caso omiso a la recomendación que le había infringido su padre_: La maestra de mi cole ha dicho que así no es_. Siguió hablando aquel nene, a la vez que su padre pensaba rápidamente a que se podía referir su chavalín, esperando explicara aquella preocupación, mientras el pollito, sorbía de su tazón el batido de chocolate a traguitos cortos y relamiéndose los hocicos, cuando su madre y hermana miraban, la reacción que tenía el padre y si se interesaba por la supuesta picardía que según el chico, le había proporcionado el papá.

_ ¿Cuál es ese engaño, que comentas? _ dijo el padre con una sonrisa, tan solo por disfrutar de la conversación con su hijo de tan corta edad que ya de buenas a primeras, le estaba llamando: embustero_. Explica esa cosa; que dices, no es exacta.

El pillete mirando a su hermana y a su mamá, con cara de saber, y limpiándose la comisura de la boca, tras haber tragado parte de la tostada que mascaba, apuntó nuevamente mirando a los ojos de su padre_: el domingo pasado, cuando te pregunté cómo se le decía a la pistolilla de mear, tú me dijiste que se llamaba: picha_ Una carcajada tripartita sonó en aquel salón comedor, proveniente de la hermana y la madre y sobre todo del padre, que no pudo contener el tipo, rogando al hijo, que efectuara una aclaración. En su exposición el jovencito y tras mirar a las chicas con suficiencia siguió_: en clase de naturales, la profesora nos preguntó si sabíamos cómo se llamaba el aparato de hacer pipí y yo, levanté la mano, cuando me llegó el turno le dije que se llamaba: ¡picha! Que tú me lo habías dicho.

¡Pues no se llama así!
Dice la seño, que se llama: pene. En qué quedamos, ¡Papá! porque en esta casa, con el peine ese que dice Cris, mi maestra, nos peinamos el moño, no meamos.

 

lunes, 13 de mayo de 2013

Dejaron huella


Hay padres que tienen hijos para que una vez crecidos sean sus criados. Esos niños no tienen opción y si la llamada suerte, no les acompaña, acaban siendo carne de cañón. Infelices.
Sin embargo, los hay también que llegan a las familias obreras y a pesar de ser concebidos con alegría y esperanza, tampoco tienen donde elegir, por las circunstancias de su desdicha, de la pobreza de sus familias, por la escasez de la comida, por la falta de oportunidades y han de elegir el camino del yugo, que ya les viene impuesto desde su lactancia.
Antonio nació en el seno de una familia campesina, en un tiempo rancio, donde casi todo era pecado y por norma la expresión natural estaba prohibida, excepto obedecer y aguantar lo que dispusiesen los curas y los potentados.  Aquellas sumisas personas para poder comer tenían que ingeniárselas y echar muchas horas en el campo, bajo el frio, el calor, la lluvia y todo lo que la naturaleza dispensara.  
En aquella época, no llegaba al mundo rural, ningún plan de enseñanza para los humildes, ningún análisis para mejorar la vida infantil y evitar que los niños tuvieran que soportar jornadas de trabajo tan largas como las de sus padres.
En edades tan tempranas, se perdían los mejores años de aquella chiquillería, para el aprendizaje de cualquiera de las artes, u oficios que en un futuro, pudieran servirles para que además de ganarse la vida, hacer sus regiones más prósperas y fértiles.

Los poderosos, los gubernativos que estaban frente a las Jefaturas e Instituciones_ políticos han sido son y serán siempre así, medrando para ellos y al pueblo que lo zurzan_, tampoco contaban con esos lugares de la geografía tan apartados, con esas personas que estaban viviendo al margen de lo que se cocía en las grandes urbes.
Esta familia la de Antonet, era por su carácter y creencias muy honrada, atenta y servicial. Dedicada a las labores del campo desde la salida del sol hasta la puesta, sin más pretensiones que llevar la comida a la mesa y nutrir a todos sus componentes. Sus hermanas ya mayores, que desde niñas trabajaban explotadas en labores de semi esclavitud, en las haciendas de los señores ricachones y aposentados de la villa, ayudaban también sin pestañear.
Sus padres, desde primerísimas horas de la madrugada partían hacia el campo y volvían cuando el sol hacía rato que reposaba. Él, como hijo menor_ Antonet, el “menut”_, no podía ser menos que los demás y debía seguir la senda que marcada estaba antes de que naciera.

A la escuela asistió mientras fue tierno, hasta que las labores del campo combinadas con su edad, lo reclamaron parcialmente en calidad de: mano de obra directa y como ocupaciones en la agricultura hay a decenas, comenzó por lo más apremiante: el trato con las caballerías y los animales.
Hasta que aquellas necesidades dejaron de ser parciales, para pasar a totales y ya no era excusa el que asistiera a las clases que recibía en la escuela pública del pueblo. A los diez años, dejo de asistir al colegio.
Aún y con esas trazas, Antonio, quiso ser algo más, que un simple agricultor y por su cuenta y con su esfuerzo fue interesándose por la lectura, por la escritura y por la música. Persona estupenda ya lo era desde el nacimiento, detalles que honoran a sus padres por el concurso de la educación familiar que siempre ostentó sin ni siquiera presunción. En verdad le venía de las raíces, de los genes.
De joven se acercó al cura, y a la iglesia, observó bien atinado que era la única forma de poder conseguir libros y algo de cultura, y aprender simultaneando sus labores agrícolas y los deseos de conocimiento.
Así que los domingos ayudaba al párroco como monaguillo, ocupación que le permitía: leer, pensar, recibir alguna propina, conseguir un mendrugo de pan y poder asistir a las clases de solfeo y enseñanza general que Don Francisco impartía.
Creció en el entorno familiar y no tardó en quedarse huérfano de padre muy pronto. Aquellos hombres tenían una vida corta, con los esfuerzos animales que hacían, los desencajes en la alimentación y porque no;  en algunos casos la falta de prudencia en sus costumbres.
Le lloraron muy poco al pobre de su padre, porque debían seguir en sus quehaceres, ahora con más motivo, su falta debilitó al conjunto de la familia, quedando sin tiempo para poder sentir aquella pena que les quebrantó el alma. La madre, además de sus tareas campesinas y domiciliarias, tuvo que coser, y hacer de amamantadora de leche para recién nacidos.
Una guerra civil soportaron todos y cada uno de aquellos infelices, los enredos de aquella tierra y las desavenencias de los poderosos, llevaron al país entero a vivir una tragedia, donde se mataron gentes de los dos bandos incluso siendo familiares cercanos, durante tres largos años que duró aquella maldición, comieron lo que alcanzaron y gracias a tener un trozo de campo para cultivar, pudieron llevarse algo a la boca y subsistir.

En aquel tiempo el pueblo quedó dividido en dos de forma imaginaria_ algunos, los que son más exaltados y andan en politiqueos_, delataban a los otros, por las envidias que siempre han existido entre los llamados: “humanos mortales” y por los rencores y la sinrazón viviente desde tiempos inmemoriales, por lo que aun hubo que extremar más si cabe, las palabras y los enredos entre vecinos.
En la posguerra cuando todo quedó arrasado y cuando ya no había nada donde rascar, cuando solo quedó el odio brutal entre partidarios de un bando y de otro, llegaron las consecuencias: las delaciones, las mazmorras, los desencantos, fusilamientos, la falta de seguridad, los destierros, las huídas; la falta de toda equidad, el racionamiento, los bandidos.
Bandoleros y desertores que se escondían en la sierra, huidos que bajaban al pueblo, en busca de aquello que les hacía falta y que para comer o saciarse, lo mismo les daba matar a los pobres como a los más pudientes, arrendatarios de campos, huertos o haciendas.
Perseguidos por los guardias de aquellos desafortunados tiempos, que además estos también arrumbaban con todo y con el cuento de la vigilancia de caminos y carreteras, todo valía. Aquella llamada seguridad civil, no existía, cuando no eran bandoleros los que pedían, eran los guardias los que exigían y siempre pagaban los mismos, los que menos podían. 

Antonio, con el tiempo entró a formar parte de la orquestina de la villa, banda de músicos todos aficionados, que habían cursado el solfeo y los ensayos del instrumento en las mismas instalaciones y  que amenizaban las tardes festivas con las canciones al uso y los pasodobles que le dieron fama las grandes folklóricas del país.
En aquel tiempo tan raído y para mitigar las desgracias y las calamidades la gente se refugiaba en las coplas. Los músicos de la banda además de interpretar las piezas, las cantaban y aquellas estrofas de amor, tan sensibleras hacía que la juventud siguiese enamorándose, bailando en la plaza y siendo excusa de tanta carencia.
Apreciado por el pueblo entero, Antonio, se libró del Servicio Militar Obligatorio, por ser hijo de viuda y por no haber quien atendiera a la madre ya anciana. Tampoco tuvo la oportunidad de salir de aquel recinto cerrado, de su comarca, de su cárcel particular, más que para ir a vendimiar en temporadas, a la zona costera de las grandes plantaciones de vides.
Esos desplazamientos por trabajo, no le beneficiaron tampoco en las relaciones con los demás, por falta de tiempo de ocio, evitando el mezclarse con gentes que pudieran servirle de acicate para desembarazar toda aquella falta de contacto con otros semejantes. Quedando como chico de los recados familiares a parte de toda la carga impenitente que llevaba.

Tenía Antonio sesenta y dos  años, cuando el destino lo cruzó con un amigo que lo sería para los restos. Éste, había sido invitado al pueblo, por aquellas casualidades que la vida pone frente a los imponderables y que visitando al anfitrión _ González_, que ya habitaba en aquella villa hacía unos cinco años, era también vecino de la casa del bueno de Antonio.
Era la Semana Santa del Año noventa y dos, siendo diecisiete de Abril. Año Olímpico, cuando el frío daba bastante de pleno por no haber llegado del todo aquella primavera esperada. Ese día era viernes Santo, cuando Freeman había viajado desde la ciudad con su familia destino a Valderrobres; recalando antes en Beceite en la famosa Fonda de Cinta Gil, la popular hospedería del Matarraña, en aquel tiempo la señora Cinta, hacía muy poco había fallecido y ya no supervisaba los platos de la comida ni ponía su punto final en las decisiones, amén de no estar ni participar con la clientela,  en las tertulias dando palique, mientras se tomaban el café.
Los clientes de aquella fonda muy fieles a hospedarse en sus disposiciones por muchos motivos entre los cuales se encuentran: la comida, el relajo, la hospitalidad y aquel sabor a fénico y a historia que se dejaba volar por el ambiente.

En el comedor coincidían los mismos comensales desde hacía ni se sabe cuántas vacaciones de la aprovechada y festiva semana de Pasión y entre ellos sobresalía un personaje el “Bolilla”, señor de la ciudad que destacaba por sus gracias en la mesa y por sus donosos chistes citados al aire, para que todo el mundo pudiera reír sin más. Igualmente del volumen que tenía su cuerpo por la gran enjundia perimetral y por la voracidad con que engullía sus alimentos, era como un sacramento verle comer _ si dejas libre la imaginación y el recuerdo, vienen imágenes grabadas imborrables_.  Acabada la comida y ya queriendo entrar la tarde les esperaba en el domicilio de su segunda residencia el señor González, que por agradecimiento a Freeman, al mediar en una compañía para que le abonaran ya; un capital que se retrasaba.  Abono ya cumplido en el vencimiento sin ser resuelto y dejaban al tal González sin la posibilidad de sufragar unos pagos inmediatos que contrajo.

Obsequiaba al invitado llegado con un par de días de asueto en aquel precioso pueblo por los favores en el adelanto del capital recibido. González quiso retornar aquel detalle de gratitud, con el explayo, divierto y recreo en una zona tan maravillosa.
La chimenea de aquel recinto, quemaba leña humedecida y echaba chispas; repartiendo el calor a poca distancia, porque el resto del habitáculo se notaba un frío devastador debido a todas las rendijas que tenían aquellas puertas y ventanas de la casa, que dejaban penetrar el viruji por cualquier ranura, sin contar claro, con la humedad de aquella estancia, propia de haberla tenido toda una temporada cerrada a cal y canto sin ventilación alguna.
En casa de González, se reunían los vecinos a tomar café y copa, siempre que éste estaba, los fines de semana y puentes o días feriados o, en aquellas festividades tradicionales que anualmente se celebran con fecha casi fija en el calendario.
Aquel día el señor de la casa, queriendo usar sus escasas dotes de agradable_ era un personaje ofensivo y faltón_, tenía su cafetera sobre un infiernillo, que hacía las veces de cocinilla, hirviendo y subiendo el caldo de aquel torrefacto negro y fuerte que solía tomar y su botella de brandy 501 preparada para servir a sus tertulianos.
Freeman y su familia, ya hacía un buen rato que habían llegado a la solana, más de hora y media y habían tenido tiempo de saludar a doña Rosa, esposa de González, que era una mujer muy competente tanto en la cocina como en la conversación, además de atenta y distante en según qué momentos.
Sin contar con las habilidades que tenía de mediadora _ teniendo que usar esas innatas dotes muy a menudo, con las meteduras de pata de su esposo_. El primero que aporreó el gran portón de entrada fue Ángel, un veterano anciano y fenomenal parlanchín, lleno de anécdotas y de historias que parecían sacadas de un poemario de Baudelaire_ el que fue el llamado poeta maldito, por sus excesos_. Ángel individuo alegre, solitario y animado, agradecido que la vida le obsequiara con instantes como aquellos, donde podía escucharse sus propios garbos y que los demás comentaran exagerando o denostando lo que decía.
Era el tal Ángel un asceta soltero, que vivía desde hacía años como un ermitaño, con la compañía de su perro, más inteligente que muchos mortales y tan atrevido como su amo, mostrando como él, mucha dejadez en su presencia.
Tras los saludos y las presentaciones y antes de tomar asiento en aquellas sillas de más de dos siglos de antigüedad;  apareció Antonio, surgió como una presencia en el recibidor de aquel lugar, menudo, simpático y agradable y ya en aquellos instantes, se cayeron simpáticos, precisamente en aquellos momentos cuando Freeman le estrechaba su mano derecha: pequeña, disciplinada y franca; supo a ciencia cierta y como una premonición que comenzaba una amistad, un respeto y un aprecio afectuoso que perdurarían hasta la muerte de ambos.
No demoró mucho el tiempo, en que la vida les hizo coincidir, precisamente no lejos de aquel escenario, la casa de González.
Antonio y Freeman, siempre; a partir de aquel día 17 de abril, mantuvieron una condescendiente amistad honesta y singular, durante más de veinte y un años_ dice el tango que veinte años no es nada_, sin embargo si lo sabes gestionar, ese período da para mucho y,  ¡Sí!, fue inolvidable para Freeman. Por tantas muestras de aprecio, que recibió de alguien que jamás hubiese pensado, por aquella conjunción paternal, que era recibida por parte de Antonio y que Freeman, recogía con un gusto benefactor. Ahora, con seguridad lo encuentra en falta. 
Cuantas horas de conversación, que cantidad de encuentros hubieron a lo largo del tiempo,  ¡Incontables!,  que manera de reír y de pasarlo en condiciones de amistad y de aprobación, cuantas felicitaciones por cualquier excusa, miles de intercambios de opiniones sobre temas intrascendentes y de los que tenían su jugo, tropecientos encuentros para comer y celebrar cualquier detalle insignificante, cientos de visitas en casa de uno y de otro, a la vera del fuego, escuchando batallitas en asuntos históricos, familiares, personales y todos los recuerdos que se vierten en esas vivencias.
Horas de llamadas al teléfono durante más de cuatro lustros, todos los domingos y fiestas de guardar. Cartas y postales desde cualquier umbral. Miles de alegrías disfrutadas y también muchas efemérides luctuosas y de pena juntos que les hicieron saltar las lágrimas a ambos en más de una ocasión.
Tantos recuerdos que desde que levantó velas para su destino final, a Freeman le quedó una vacante, aquel vacío que cita Alberto Cortés, en su bella canción_ que no se puede llenar, con la llegada de otro amigo_.  Freeman aún espera poder llorar a su amigo. No por falta de ganas, sino por incredulidad persistente, igual se cree, que ha de aparecer, todavía en cualquier esquina para abrazarlo. 

Igual están todos expectantes en el Vergel prometido sin querer volver a la tierra, esperando nuestra llegada para reanudar encuentros similares en otra esfera. Hace pensar también en aquellos, que van construyendo la historia, la pasada y la próxima, la nuestra. Que sin ruido fueron despidiéndose mucho antes, llenando el terreno de los callados. Caso de Doña Rosa, González, Ángel y ahora Antonio.

Un recuerdo sempiterno.

viernes, 10 de mayo de 2013

Otra presentación de Retazos IV



Ayer tuvo lugar en la Biblioteca de Viladecans, la presentación del Libro Retazos IV. Editado por Parnass Editores y que se desplegaba en el mejor marco, la sala de Actos de la preciosa biblioteca Viladecanense. Lugar adecuado para el efecto, dándonos apoyo el Conceller de Cultura del propio cabildo y organizado por nuestro amigo José Luis Bravo.

 

Amenizaba el acto, con su música y letra el cantautor Toni Poza, que tuvo una actuación estelar, dando muestra de su carisma y buen hacer, dentro del romanticismo que se puede llegar a encontrar en cada situación de la vida.

 

El acto comenzó con la presencia del Conceller de Cultura Don José Luis Atienza, el que tuvo unas palabras de cariño para las instituciones y el que supo interpretar de forma magistral esa presentación ya reseñada; como deben prepararse los detalles insignificantes, para que llegue a gustar todo el contenido del evento. Como así lo consiguió.

Releyendo parte de la obra de cada integrante del libro, que encantó a los presentes, por saber sacarle el jugo a todos y cada uno de los poemas, por entender donde se dirimía la tragedia o el desarrollo de la narrativa, y dando e invitando a que los allí presentes comprasen el libro.

 

Publicación, que por cierto consigue su propósito, que no es más ni menos que dar puertas abiertas a nuestra Asociación Retazos de Arte, y que todos y cada uno de sus integrantes puedan expresar de forma abierta y amplia sus creaciones, ya sean literarias, como plásticas y artísticas. Diez y nueve autores los que participan, entre los que hay artesanos, pintores y todos ellos virtuosos ejecutantes, que cada cual muestra una historia que, diáfana queda vertida sobre las páginas del precioso Retazos IV

 




Los poetas presentes, cómplices de la obra, salieron a recitar sus creaciones, dando un talante lujoso a sus pronunciaciones, llegado con las voces originales, que aleteaban sobre el espacio de la sala de la biblioteca, y consiguieron emocionar al público asistente.

 

Cerró el acto, Toni Poza, trovas conmovedoras, volvieron a sonar en el ambiente, celebrando en sí, toda la alegría que producía aquel encuentro que llegaba a su punto y seguido, para reencontrarse en otro lugar, en un tiempo no demasiado lejano, con historias tan entrañables como las que les relato.

 

Antes del colofón, se brindó con una copa de Cava Catalán, y todos los allí presentes, autores, autoridades, ponentes y público en general, se felicitaron por la buena nueva.

 
















Emilio Moreno
Retalls D’Art