Griselda,
era originaria y nacida en La Fresneda, y desde unos años atrás,
vivía y estaba amancebada con Cesáreo, que llegó de la capital,
buscando un reportaje fotográfico a una muy conocida “Guapa”,
del país, que le hiciera famoso, y quedó hechizado, «según él»
por la mujer más «encantadora» del mundo.
Cesáreo
era un fotógrafo aficionado, que se hacía pasar por profesional,
sin oficio ni beneficio, sin carrera de periodismo, ni siquiera
carrerilla atlética.
Absolutamente
vago e incapaz para el esfuerzo. Era tan solo uno de esos famélicos
sin techo, que espera horas y horas por su cuenta—“Free Lance”
de las imágenes—esperando que el cielo, le mande aquel «Maná»,
que se repartió en los tiempos de Moisés, cuando atravesaban el
desierto.
Recaló
aquel “retratero libre” un buen día en aquel pueblo,
persiguiendo a Carmelina Cipote, una famosa Vedette, de las revistas
del corazón, para robarle unas instantáneas a poder ser en pelotas.
Una
señorita barata, que le ponía los churros en la frente a un tal
«Plifitin», un rompe corazones bien conocido en los medios.
Siempre
perseguidos por periodistas que escondiéndose, les hacían fotos de
cualquier postura, para sacar partido a sus gestos.
Con
lo que el reportaje, de salir en papel cuché; le dispensaría
buenos dividendos al retratista ingenuo.
Sin
contar con la mala fortuna de Cesáreo, que esperando detrás de la
cortina de una caravana desvencijada, aguardando el instante de tomar
la foto, dónde «Plifitin», le metía mano entre las pechugas, a la
señorita Cipote. Se cayó el ínclito retratista, fulminante al duro
suelo. En el preciso instante en que la Carmelina, más conocida por
los seguidores de los programas y medios televisivos, como la «Chocho
y medio»; se dejaba tocar y tocar, cual guitarra moruna bien
templada.
La
caída fue de perder el oremos. Chichones y heridas en la cabeza y
todo el pueblo andaba de Fiestas Mayores, los mozos que escucharon el
estruendo, vieron volar el atalaje de Cesáreo, que desmayado, yacía
en la calle y lo llevaron frente a la subsanadora Gris, que lo
atendió sin menoscabo, creyendo en principio, fuera uno de esos
“paparachis” capitalinos y antes de atenderle preguntó a los que
lo llevaron frente a ella.
—¿Quien
es?, ¿Cómo coño le ha pasado esto?, ¿Cuando perdió el
conocimiento?, ¿Cómo se llama?, ¿Donde se aloja en el pueblo?.
Nadie
le respondió, simplemente el bocazas del barrio le dijo con gracia,
mas de lo que imaginaba, porque ella, le requisó de toda la verdad,
al monosabio que intentaba excusarse, viendo en sus intríngulis de
que iba toda la película, que se estaba rodando frente a ella, la
mejor médium del mundo.
—Se
desplomó de la escalera —dijo el chicote—desde donde espiaba, en
secreto, cayendo al suelo y rompiéndose uno de los dedos con los que
pulsaba la máquina de fotos.
—¿A
quien espiaba este gordito?— recaló Gris, sabiendo quien era la
espiada, y porqué lo estaba haciendo.
—A
Carmelita Cipote, que fornicaba, como una loca y mire usted Doña
Gris, Los médicos están todos de fiesta y este pringao, perdiendo
sangre, he creído mejor traerlo aquí, que siempre hay solución
real, y gente sabia que quieren y saben de todo, aunque todavía, las
cosas no sucedan o, no hayan pasado.
—Bueno,
y que más sabes de todo esto tu que lo aprecias todo, sin que nadie
te indique,— quiso sonsacarle doña Gris, al mentecato de la villa.
—Lo
veo todo muy raro doña Gris, no llevaba cartera, ni un puto euro en
el bolso, este tío—Le conmino aquel chavalote.
—¿Cómo
sabes que no llevaba nada?, ¿Es que le registraste?—Bueno solo le
metí mano en la americana, por si llevaba tabaco—¿Y que
encontraste dentro de sus pertenencias, que no me estás enseñando?
—Solo
llevaba la tarjeta de la Fonda, parece que ha reservado una
habitación—A ver, dámela, y el medallón que no dices, sácalo
también, que era de su madre.
Obedeció
aquel bobo y le entregó a Gris, todo lo que le había sustraído al
tal Cesáreo. Buscando en su monedero un billete, para entregárselo
al borrachín y terminó diciendo.
—Toma
cinco euros, y ves al Ayuntamiento, que llamen a los guardias y que
vengan aquí, que les debo contar una cosilla. ¡Anda y ves! El
billete para ti.
En
La Fresneda, se celebra una de las inmejorables Ferias Artesanas de
Aragón, disponiendo de una gran amplitud de obras de arte local y
talento forastero, de detrás del Ebro, fuera del radio habitual en
la zona, y en esos días se comparte una sensación de actos de
cultura, extraordinarios para el que no lo conoce.
Al
no haber servicio de médicos, ni protección Civil, ni cosas por el
estilo para el Servicio público, el tontainas del pueblo, arrastrado
por una fuerza extraña, acabó en el portal de Gris. Creyendo él
que era lo mas oportuno. Sin saber que fue abducido por una fuerza
exterior, que hizo que llevara a Cesáreo, frente a la Dama de los
Encantamientos, que ahora le enviaba a buscar a los guardias.
Tras
una curación que le proporcionó, el dedo pulsador de la máquina
digital, sanó, y a la par que lo aliviaba, quedaba prendido de la
Dama Gris, cautivo de ella, tras beber sus pócimas.
Evitando
ademas, «Gris», que semejante caballero, se le escapara y así le
dijo se llamaba, enamorándolo de inmediato.
Cesáreo,
con mucha pleitesía y a partir de aquel instante, obedecería lo que
la engañabobos dijese y con su habilidad, y sin palabras hizo que el
regordete, renunciara al reportaje.
No
fotografiara a la estupenda y televisiva, Carmelina Cipote, ni
publicará nada de lo que tenía recogido, porque nadie lo sabía
pero; la tal Carmelina, se aprovechaba de su amante para con ello,
ganar otro negocio sucio, que no había desvelado por intereses y
Griselda, con su poder mental, dedujo y frenó. Evitando ademas un
asesinato, del que Carmelita, estaba al corriente y luego falsa,
habría de llorar el accidente del pobre «Plifitin».
El
descendiente más conocido de la Casa de los Changarros, Porfirio
Castro Almendro, emparentado con uno de los militares más
reconocidos de Guatemala, el General Patuco, propuesto en varias
ocasiones para formar gobierno.
Por
lo que todo aquel marrano reportaje quedó en ciernes, sin salir a la
palestra, ni en las revistas más destructivas de la aquella
actualidad.
Detalle
que los ejecutores del crimen no comprendían, como se retrasaba
tanto el accidente y las fotos en los quioscos.
Griselda,
era una especie de médium, averiguadora de destinos y esotérica
mujer espiritista. Madame Chochuá «que es como se le conocía en
los medios mágicos»
Con
una gran fama de “Adivina de futuro”, habiendo previsto varios de
los acontecimientos acaecidos en tiempos y en la actualidad.
Todos
ellos comentados y de naturaleza espeluznante, que le dieron un gran
prestigio a la reconocida médium
Con
aciertos como; los actos de vandalismo que se sucedían por Europa,
desde finales del siglo XX y principios del XXI, la denuncia de la
crisis del petroleo en los países Árabes, llegados los años
setenta. El ruinoso asunto de Chile, con el asalto al Parlamento
incluido, y la aparición de la Banda terrorista alemana
Baader-Meinhof, entre otras causas, le dieron la fama que tenía.
Prediciendo
sin que nadie pusiera oídos a las consecuencias, en la catástrofe
de ciertos incendios en las islas Madeira de Portugal, año y medio
antes de que se produjeran. Las inundaciones de Italia, con cantidad
de damnificados y mucho dolor en el país alpino, y el famoso Tsunami
ocurrido en Indochina.
Cuando
despertó Cesáreo, la policía esperaba que dijera, todo aquello que
podía, y sabía. Hacia menos de una hora, habían intentado asesinar
en la calle principal, a «Plifitin». La modelo y presentadora de la
televisión estaba siendo interrogada, por indicios en cuanto a las
heridas del amigo, que si no llega a ser por Doña Gris, ahora
estaría en la Morgue.
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