viernes, 4 de octubre de 2019

Los poderes mágicos de Griselda



Griselda, era originaria y nacida en La Fresneda, y desde unos años atrás, vivía y estaba amancebada con Cesáreo, que llegó de la capital, buscando un reportaje fotográfico a una muy conocida “Guapa”, del país, que le hiciera famoso, y quedó hechizado, «según él» por la mujer más «encantadora» del mundo.

Cesáreo era un fotógrafo aficionado, que se hacía pasar por profesional, sin oficio ni beneficio, sin carrera de periodismo, ni siquiera carrerilla atlética.
Absolutamente vago e incapaz para el esfuerzo. Era tan solo uno de esos famélicos sin techo, que espera horas y horas por su cuenta—“Free Lance” de las imágenes—esperando que el cielo, le mande aquel «Maná», que se repartió en los tiempos de Moisés, cuando atravesaban el desierto.

Recaló aquel “retratero libre” un buen día en aquel pueblo, persiguiendo a Carmelina Cipote, una famosa Vedette, de las revistas del corazón, para robarle unas instantáneas a poder ser en pelotas.
Una señorita barata, que le ponía los churros en la frente a un tal «Plifitin», un rompe corazones bien conocido en los medios.
Siempre perseguidos por periodistas que escondiéndose, les hacían fotos de cualquier postura, para sacar partido a sus gestos.
Con lo que el reportaje, de salir en papel cuché; le dispensaría buenos dividendos al retratista ingenuo.
Sin contar con la mala fortuna de Cesáreo, que esperando detrás de la cortina de una caravana desvencijada, aguardando el instante de tomar la foto, dónde «Plifitin», le metía mano entre las pechugas, a la señorita Cipote. Se cayó el ínclito retratista, fulminante al duro suelo. En el preciso instante en que la Carmelina, más conocida por los seguidores de los programas y medios televisivos, como la «Chocho y medio»; se dejaba tocar y tocar, cual guitarra moruna bien templada.

La caída fue de perder el oremos. Chichones y heridas en la cabeza y todo el pueblo andaba de Fiestas Mayores, los mozos que escucharon el estruendo, vieron volar el atalaje de Cesáreo, que desmayado, yacía en la calle y lo llevaron frente a la subsanadora Gris, que lo atendió sin menoscabo, creyendo en principio, fuera uno de esos “paparachis” capitalinos y antes de atenderle preguntó a los que lo llevaron frente a ella.

¿Quien es?, ¿Cómo coño le ha pasado esto?, ¿Cuando perdió el conocimiento?, ¿Cómo se llama?, ¿Donde se aloja en el pueblo?.
Nadie le respondió, simplemente el bocazas del barrio le dijo con gracia, mas de lo que imaginaba, porque ella, le requisó de toda la verdad, al monosabio que intentaba excusarse, viendo en sus intríngulis de que iba toda la película, que se estaba rodando frente a ella, la mejor médium del mundo.

Se desplomó de la escalera —dijo el chicote—desde donde espiaba, en secreto, cayendo al suelo y rompiéndose uno de los dedos con los que pulsaba la máquina de fotos.

¿A quien espiaba este gordito?— recaló Gris, sabiendo quien era la espiada, y porqué lo estaba haciendo.

A Carmelita Cipote, que fornicaba, como una loca y mire usted Doña Gris, Los médicos están todos de fiesta y este pringao, perdiendo sangre, he creído mejor traerlo aquí, que siempre hay solución real, y gente sabia que quieren y saben de todo, aunque todavía, las cosas no sucedan o, no hayan pasado.
Bueno, y que más sabes de todo esto tu que lo aprecias todo, sin que nadie te indique,— quiso sonsacarle doña Gris, al mentecato de la villa.
Lo veo todo muy raro doña Gris, no llevaba cartera, ni un puto euro en el bolso, este tío—Le conmino aquel chavalote.
¿Cómo sabes que no llevaba nada?, ¿Es que le registraste?—Bueno solo le metí mano en la americana, por si llevaba tabaco—¿Y que encontraste dentro de sus pertenencias, que no me estás enseñando?
Solo llevaba la tarjeta de la Fonda, parece que ha reservado una habitación—A ver, dámela, y el medallón que no dices, sácalo también, que era de su madre.
Obedeció aquel bobo y le entregó a Gris, todo lo que le había sustraído al tal Cesáreo. Buscando en su monedero un billete, para entregárselo al borrachín y terminó diciendo.
Toma cinco euros, y ves al Ayuntamiento, que llamen a los guardias y que vengan aquí, que les debo contar una cosilla. ¡Anda y ves! El billete para ti.

En La Fresneda, se celebra una de las inmejorables Ferias Artesanas de Aragón, disponiendo de una gran amplitud de obras de arte local y talento forastero, de detrás del Ebro, fuera del radio habitual en la zona, y en esos días se comparte una sensación de actos de cultura, extraordinarios para el que no lo conoce.
Al no haber servicio de médicos, ni protección Civil, ni cosas por el estilo para el Servicio público, el tontainas del pueblo, arrastrado por una fuerza extraña, acabó en el portal de Gris. Creyendo él que era lo mas oportuno. Sin saber que fue abducido por una fuerza exterior, que hizo que llevara a Cesáreo, frente a la Dama de los Encantamientos, que ahora le enviaba a buscar a los guardias.

Tras una curación que le proporcionó, el dedo pulsador de la máquina digital, sanó, y a la par que lo aliviaba, quedaba prendido de la Dama Gris, cautivo de ella, tras beber sus pócimas.
Evitando ademas, «Gris», que semejante caballero, se le escapara y así le dijo se llamaba, enamorándolo de inmediato.
Cesáreo, con mucha pleitesía y a partir de aquel instante, obedecería lo que la engañabobos dijese y con su habilidad, y sin palabras hizo que el regordete, renunciara al reportaje.

No fotografiara a la estupenda y televisiva, Carmelina Cipote, ni publicará nada de lo que tenía recogido, porque nadie lo sabía pero; la tal Carmelina, se aprovechaba de su amante para con ello, ganar otro negocio sucio, que no había desvelado por intereses y Griselda, con su poder mental, dedujo y frenó. Evitando ademas un asesinato, del que Carmelita, estaba al corriente y luego falsa, habría de llorar el accidente del pobre «Plifitin».

El descendiente más conocido de la Casa de los Changarros, Porfirio Castro Almendro, emparentado con uno de los militares más reconocidos de Guatemala, el General Patuco, propuesto en varias ocasiones para formar gobierno.
Por lo que todo aquel marrano reportaje quedó en ciernes, sin salir a la palestra, ni en las revistas más destructivas de la aquella actualidad.
Detalle que los ejecutores del crimen no comprendían, como se retrasaba tanto el accidente y las fotos en los quioscos.

Griselda, era una especie de médium, averiguadora de destinos y esotérica mujer espiritista. Madame Chochuá «que es como se le conocía en los medios mágicos»
Con una gran fama de “Adivina de futuro”, habiendo previsto varios de los acontecimientos acaecidos en tiempos y en la actualidad.
Todos ellos comentados y de naturaleza espeluznante, que le dieron un gran prestigio a la reconocida médium
Con aciertos como; los actos de vandalismo que se sucedían por Europa, desde finales del siglo XX y principios del XXI, la denuncia de la crisis del petroleo en los países Árabes, llegados los años setenta. El ruinoso asunto de Chile, con el asalto al Parlamento incluido, y la aparición de la Banda terrorista alemana Baader-Meinhof, entre otras causas, le dieron la fama que tenía.
Prediciendo sin que nadie pusiera oídos a las consecuencias, en la catástrofe de ciertos incendios en las islas Madeira de Portugal, año y medio antes de que se produjeran. Las inundaciones de Italia, con cantidad de damnificados y mucho dolor en el país alpino, y el famoso Tsunami ocurrido en Indochina.

Cuando despertó Cesáreo, la policía esperaba que dijera, todo aquello que podía, y sabía. Hacia menos de una hora, habían intentado asesinar en la calle principal, a «Plifitin». La modelo y presentadora de la televisión estaba siendo interrogada, por indicios en cuanto a las heridas del amigo, que si no llega a ser por Doña Gris, ahora estaría en la Morgue.








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