jueves, 30 de septiembre de 2021

El clítoris de la cumbre.

 







 

Se nos va otra vez el mes de septiembre.

Se escapa como en los tantos decenios,

Aquellos que, pasados sin convenios,

intacto a todo estar, y sin desmiembre.

 

Fueron épocas del gran sobresiembre.

De las desgracias, ímpetu de incendios,

de nevadas, tormentas con asedios,

por el cambio climático y su mimbre.




 





Pasó Gloria, después, vil Filomena,

Todo fuera de sí.  Agua con fuego

preparan Cumbre Vieja, en la serena.

 

Hasta que el magma un día de gran pena,

rompe el clítoris al volcán con su ego

y trae desgracia a la isla y condena




 








lunes, 27 de septiembre de 2021

Está en débito

 








 

Después de mi sufrir no hubo remedio

y me pregunto, quien no se arrepiente

de la vicisitud supra doliente,

que alguna vez, sin más partió por medio

 

La sinrazón que asiste, con su tedio,

que ya no llega a ser la más hiriente,

pero que, en mi recuerdo, está naciente.

Pugna entre penas y mi propio asedio.

 

Quien no pasó revista de sus logros.

Quien no se arrepintió de algún instante,

Quien no se transformó, por los malogros.

 

Aquel que aún lo sufra, desquiciante

Aquel que aun delire por sus ogros

Aquel que, desgraciado, está irritante.

 

 


sábado, 25 de septiembre de 2021

Semana agotada.

 









El retorno está previsto

para el miércoles que viene,

si ese permiso que tiene,

se comete y queda listo.

 

Guardando lo que no enquisto,

mimando por si entretiene.

Admitiendo al que sostiene,

sin forzar tal imprevisto.


después.

 

Con eso que llega el jueves

perfecta está la llegada.

Ahora no olvides nada,

aunque sé que tú, te atreves.

 

Lo primero: temas leves,

después de la exagerada.

Incluida la pasada,

ni cuentes, ¡que son muy breves!


Final del acto,...

 

Festividad de Mercedes.

Patrona de Barcelona,

que me quita valentona,

permiso que me concedes.


Conclusiones....

 

Viernes de Misericordia,

hoy septiembre veinticinco.

El conducir con ahínco,

ayer lo dejé en concordia.

 

Lo que no llega es vanguardia,

el tiempo me duró un brinco.

yo hincaba; y ahora deshinco,

y siempre en la retaguardia.






martes, 21 de septiembre de 2021

Erupción en la Palma.





















Se perturbó la tierra, y por su entraña

manó; rojizo esperma, de un testículo.

Lapso de ruidos, en el gran montículo

de la isla, más preciosa y aledaña.

 

De la profundidad, y el mar que araña

en la isla, de Canarias. ¡Espectáculo!

Con o sin ¡Más o menos!, perpendículo,

al gran cambio climático. No extraña.

 

El residuo surgió de entre la lava,

en la preciosa, peña de la Palma

Cuando no imaginaba, y se esperaba

 

Reventó su ladera, fuera calma

Lenguas de fuego, el nervio se clava

Volcán que escupe dramas, y desalma


La Palma, preciosa isla.


La Isla Bonita, Santa Cruz de la Palma.



Emilio Moreno en la Palma, 05 de 2015.






domingo, 19 de septiembre de 2021

En voz alta, afea.

 





 










Sin duda pensar en voz alta; afea

y según quien escuche, da arrogancia.

Sin querer llegar a la sin sustancia,

decir pretendo, fiel a mi tarea.

 

Quien sabe, ¿Volveré a verme? En mi aldea,

indago, porque ha de ser mi distancia.

Trecho entre lo real y mi discrepancia,

queriendo estar en ambos y así sea.

 

Lapso que cala, y a mí me ladea,

sin hacer ruido, sin dar importancia,

y al advertir, que estás con poca esencia.

Por ser un pasmarote que alardea.

 

Lo ves; nadie contesta, ni se menea.

Para que gastar gestos de incoherencia,

mi voz ya no es potente, en la distancia,

y se escucha muy tenue. ¡Ya flaquea!

 

Quien sabe, ¿¡Volveré!? ¡Aunque no me crea!

Pregunto, y me convenzo por querencia,

¡Que seguiré con toda resistencia!

 Sepultado y la tierra me posea.























lunes, 13 de septiembre de 2021

Excesivo.

 

 











Un día también fui un chavalillo,

un crío sin vergüenza y con razones.

Criado en la calle de los corazones,

Con la alegría de ser un buen pillo.

 

Regocijo vital, con desternillo,

El mejor humor en mis conclusiones,

y, riéndome; de tantas impresiones.

Por certeras, glosaron al chiquillo.




 








Crecí y envejecí como el buen vino,

a veces dudo de haber sido páramo,

cruzando el pedregal, del propio sino.

 

Luchando por mil dudas de kilógramo  

Brincando a cada paso por ser fino.

Muriendo por el colmo de un milígramo





 

 

sábado, 11 de septiembre de 2021

Diáfana ¡Cómo es!

 











Quisiera nombrarte ahora,

por tu nombre y propiedad

Sin que nadie entorpeciera,

por favor la realidad.

 

Oculta llevas la vida,

sin tu superioridad.

No es malo que te conozcan

por tu naturalidad

 

Sabes que te espero en casa,

con toda puntualidad.

No me gustan las esperas,

cuando son mediocridad.

 

El mundo se jacta solo

con poca moralidad.

Cuando menos te lo esperas,

claman inseguridad.

 

Si los tiñosos volaran

mintiendo en fraternidad.

El cielo se cubriría

de roña y honestidad.

 

A la vista se les nota,

escasa seguridad.

Aunque pretenden graciosos,

Presumir de habilidad.

 

En cambio, tu tan sincera.

Plena de legalidad,

que si me callo me muero.

Declarando en sociedad.

 

Todo el mundo te conoce,

con mucha notoriedad.

Siendo tu nombre, sencillo.

¡Que te llaman!  La Verdad.







 


miércoles, 8 de septiembre de 2021

Mañana se verá.

 

Noto tristeza y tanta soledad,

en las calles de mi pueblo querido,

camino solo, y muy empedernido

como si no existiera la bondad.

 

De alguien como yo, con sinceridad

demostrada, quisiera no haberse ido

jamás, justificando un vahído.

de la vertiginosa realidad

 

Creyendo que mi mundo, y a mi edad

Se acaba repentino y tan fingido

Como cuando pronuncio y no he sido

capaz de disfrutarlo de verdad.

 

Ahora que he de volver a la ciudad,

no quisiera dejar esta libido,

retozando del gusto del silbido,

que de mis labios surge en libertad.

 

Noto congoja y más serenidad,

en los pasos, por mi pueblo sufrido,

cuando camino solo y afligido.

Pensando en ti; y en mi necesidad.

 

Pueblo mío, con tu promiscuidad,

jamás estarás en el ruin olvido,

siempre vas en mi amor muy contenido.

Eternamente con felicidad.

 

Suelto regresaré con suavidad,

sin hacer ruido y ardor, embebido,

por las obligaciones retorcido.

Disfrutándote con ufanidad.




 


martes, 7 de septiembre de 2021

El Belmondo de mi tropa.

 


¡Es verdad! Nació un siete de septiembre, del año 1947, era una persona, más grata de lo que quería representar. Se las daba de fuerte y de brutal, sin embargo, tan solo conseguía ser frágil e inseguro, por el “qué dirán”. Vergonzoso por cualquier situación, por rutinaria y sencilla que fuera. Solía quedarse un paso por detrás de las personas que acompañaba, como no queriendo dar una impresión de protagonista y siempre pasar desapercibido. Jamás pronunciaba palabra que no hubiese mascullado con antelación, y siempre en tono y en forma. Un buen tipo para que te guardara un secreto.

Nació en el seno de una familia de gentes humildes del campo, y su mundo se tradujo dentro de los límites de su villa, de su barrio y de sus gastados deseos. Instruido tan solo por los escarmientos familiares; y de la escuela primaria. Hasta llegar a la edad de trabajar, que en su caso fue a una edad muy temprana.

Lo colocaron de “chico de los recados” en un obrador. Aprendiendo un oficio, a la vez que “quitaba la mierda” de aquel antro. Aguantando los humores de los patronos, en largas jornadas, con horarios abusivos.

En cuanto a su conducta nadie se atrevió a instruirle, y pocas ilustraciones podían darle en su círculo, viniendo de la poca erudición que gozaba la familia. Todos ellos muy buenas gentes, pero sin ciencia. Fue honrado y cabal.

Le podría haber salvado y quien sabe si no lo hubiera lanzado a la fama, su parecido con uno de los actores más llamativos y guapetones de la época, Alain Delón, que, si hubiese sabido aprovechar esa veta, esa caída de cejas, y sonrisa abierta y diáfana, con las chiquillas de su pueblo, quizás otro “gallo le hubiere cantado”

Tampoco quiso evadirse de aquella colectividad tan rancia y palmaria




por los miedos y los añadidos de un tiempo de guerra sufridos, donde todo parecía pecado y desliz, provocado por sus gentes, que todo lo censuraba y criticaba.

Hoy leo en la prensa la noticia que ha muerto otro actor francés, Jean Paul Belmondo y he recordado a mi celebrado colega, como en tantas ocasiones. Aquel conversador prudente, que, en tantos puntos de vista, hizo que corrigiera el modo. El sosegado, que normalmente demostraba con ejemplo sus palabras. El cordial, por el tanto respeto que nos teníamos.

Lo he recordado en la fecha en que hubiese sido su cumpleaños. ¡Felicidades!

Dicen que una persona no muere “hasta que dejan de recordarle”. No te olvidaré nunca, Jean Paul.





lunes, 6 de septiembre de 2021

Algún viernes de Septiembre

Permitirme  que os deje una secuencia de uno de los capítulos de mi última novela, para que podáis releer de que trata esta historia, tan elaborada, de dos familias, que tropiezan por casualidad al cabo de los años, en circunstancias casuales. Pudiendo aclarar algunos de los puntos que habían quedado en el tintero. Ninguno de nosotros puede elegir la familia, ni prever, como será el final de nuestros días.

 


Tras la dejación de la guapa Margarita a Eladio, este inició un tipo de vida acreditado. Manteniendo relaciones muy abiertas, sin el compromiso de casorio. Visitaba a diversas mujeres, todas ellas conocidas, amigas de antaño y de la asociación del casino. Alguna que otra vez, señoritas de las casas de alterne de alto postín.

Amoríos y promesas, ninguno. Hasta que se hartaba y modificaba su estrategia, para volver a recomenzar. Con aquellas que tenían posición y clase.

Las disfrutaba, las correspondía sin llegar jamás a comprometerse, en relaciones serias, que le pudieran sacar de su cotidianidad.

Desde que se esfumó, aquella mañana su amante. Con destino incierto buscando la gran ciudad, o el lugar donde ella, pudiera encontrarse satisfe­cha, aquel caballero. No se dejó camelar más por fémina alguna. Se man­tenía fijo en sus creencias y cuando necesitaba algo, lo buscaba, pagaba, y lo poseía, hasta el hartazgo. Después si le sobraba, se deshacía sin más.

En su día, aquella mujer, le pudo hacer daño. Partió de la estación del ferrocarril, y nadie supo más de ella. La previsión es que se fuera primero a Tortosa, y recalara en Barcelona, pero nunca tuvo el deseo de volver a la tierra que la recogió. Cuando llegó huyendo de Cuba, amparada por aquel lugareño de la zona.

Don Eladio había cambiado. Estaba irreconocible, ahora se le trataba de don; y gozaba de una enjundia maravillosa. Pleitesía recibida, y demostra­da por políticos, artistas, e industriales y sus esposas.

Con el gran cargo que ostentaba, sus relaciones en el ámbito general en Madrid, y las referencias que trajo desde la isla caribeña, podía dirigirse a cualquier lugar, que con seguridad. Sería recibido con reverencias carde­nalicias.

Nadie podía sospechar que el señor, fuese hermano del bandido más buscado.


Sus ademanes de caballero, su inmaculada educación, su porte, su caba­llerosidad y su entelequia, embobaban a cuantos le trataban.

Confundía su educación esmerada y nadie sospechaba que viniera de una familia, tan honrada, pero a la vez paupérrima, de un pueblecito del perdido Aragón.

Sin estudios de ningún tipo y que supiera actuar, en los negocios y en los diferentes estratos de la sociedad, como el mejor actor europeo.

Se volvió desconfiado, solitario y descentrado, quedando afincado en la ciudad de los Calatravos. Con muchos viajes empresariales a ciudades diferentes de la península, como de la propia Francia y Portugal, que eran lugares donde la Multinacional del Cable quería hincar el diente, en un tiempo incipiente para las comunicaciones y el desarrollo.

Aquel directivo no volvió jamás a preocuparse por su familia. No se inquietó por volver al terruño de nacimiento. Al que había renunciado, y no mostraba encanto por la villa ni por los detalles acaecidos en ella.

Como tampoco abría la boca ni pronunciaba palabra, cuando su herma­no hacía alguna fechoría cerca de los lugares que frecuentaba.

Informado lo estaba, como su cargo merecía.

Relacionado con los mejores rotativos nacionales y extranjeros. Le lle­gaban y tenía a su alcance, todas las noticias, tanto industriales, de sucesos, como las de sociedad, a mano y a diario.

En aquel tiempo no había una firma extranjera, superior en adelantos a la de Telégrafos de España, y puntualmente recibía todas las informa­ciones, de fondo, que se daban tanto en la península, como en la decaída Europa.

Teniendo el conocimiento de los mensajes escritos, policiales y de Es­tado, por lo que, en ellas, irían incluidas las referentes a las barbaries, que hacía su hermano. El que seguía en su norma, sin norte ni cuidado.

El señor director fue ascendiendo, hasta llegar a jefe del Negociado Ge­neral, y subsecretario, que por aquel entonces radicaba en su labor, atender al ministro de Industria.

Por lo que también llegó a tener vivienda en Madrid, aunque atendía gran parte del mes en la región aragonesa, desde las oficinas de Alcañiz, que estaban situadas en el comienzo de la calle de Caldereros, donde reci­bió aquel día una vista inesperada.

Su vecina, y conocida amistad de juventud, Alma Romeu.

Llegaba a pedirle una gracia.

No para ella. Se trataba de una súplica para ver si podía reformar, el comportamiento a su hombre, y como último extremo, colocar en alguna ocupación laboral al hermano.

Sacarlo de los caminos, de la fatalidad, el vicio y las malas costumbres.


Solicitando lo colocara, en principio donde se instalaban las líneas del moderno telégrafo, que por aquellos días se proyectaban entre Monroyo, La Cañada y Morella.

Para lo cual, se necesitaba un aval escrito, de buena conducta y de hon­radez dignificada.

Preferente de personal, que hubiera vuelto de las «Américas», para ocu­par los numerosos puestos de trabajo libres, que entonces existían.

Detalle que Alma consiguió de Eladio. Después de rogarle mucho y convencerlo.

Ya que el hermano menor no quería meterse para nada en la vida del hermano mayor, y menos hacerle obrero de la misma entidad donde él ocupaba una plaza de directivo.

Al cabo, le cursó un documento falsificado, como si el bandolero, hu­biese estado en la isla de Cuba trabajando, los últimos veinte años y que volvía para quedarse en su tierra de origen y poder cuidar a los viejos.

Requisito necesario para colocar a gente, trabajadora, en lugares de es­fuerzo. Acostumbrados a los ahíncos y abnegaciones climatológicas.

Ingresando al poco tiempo, como peón caminero en la Sociedad Estatal de Telégrafos de Alcañiz, en el tramo del Maestrazgo.

Estaba trabajando en la empresa, sin conocer, que su mujer, había in­tercedido por él. Sin saber que lo habían enchufado, sin tener idea de que los documentos que acreditaban su persona eran falsificados, y sin conocer que su hermano, era uno de los grandes jefes de aquel Consorcio Nacional.

Pronto se dieron cuenta, del pie que calzaba el amigo, y conociendo la cantidad de leyes que exprimía, antes de emprender, cualquiera de las tareas que los capataces le exigían. Le pusieron freno.


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Editorial Letrame.