domingo, 30 de junio de 2013

Ensayos ocurrentes


Soñaba con algo especial. Había nacido para poder relucir. Sin contar con que, lo hacía en el seno de una familia disociada y cambiante, que no le iba a beneficiar ni en su preparación ni en la ilusión. 

Había notado algo especial en su niñez, que le distinguía de sus amigos. Mientras ellos jugaban sin pensar, él proponía situaciones imaginarias como para practicar y tenerlas ensayadas para cuando le ocurrieran. 

Pendiente de las conversaciones de su familia, en todo momento atento a sus charlas. Llegó a alertar a sus mayores por la atención que ponía en los diálogos y comentarios que tenían. Le obligaban a salir a la calle a jugar, cada vez que ellos tenían que discutir algún asunto, para evitar estuviera presente.  

Por lo que, conociendo el paño, se las ingenió para hacerse el despistado y no mirar nunca donde se cocía el nudo de la conversación, como si estuviera en  otra cosa. De esta forma aprendió y les conoció tanto que supo de qué pie cojeaba cada cual y se hizo un competente analista sin proponérselo. 

Era un niño vulgar de los que no llaman la atención, hasta que no abren la boca. Cuando lo hacía era una especie de “voz de la conciencia”, con preguntas difíciles de respuesta; para interrogar de algún asunto peliagudo, o poner en tela de juicio incógnitas difíciles de confesar. Por ello había quien le evitaba. Otros y a escondidas, en no pocas ocasiones buscaban con disimulo su opinión, aun y siendo tan joven. Sondeando como si se tratara de un juego de chiquillos y al despiste indagar su punto de vista. 

De costumbre proponía sus ideales y sus ansias, con la pena que en su casa no le entendían, más ni siquiera le escuchaban.

En la escuela era de los especiales, sin llegar a sobresalir por su coeficiente; no le acompañó la suerte a la hora de elegir estudios y es que esa estrella le abandonó desde que era muy niño.  

Iniciando un futuro complicado, sorteando todos aquellos misterios, que le habían propiciado  sus propios padres, con muchos y variados mensajes subliminales en los que se adivinaba, que ellos no podían o, no querían darle estudios. Por lo que no pudo elegir_ ellos, los progenitores, aducían que tenían otros cinco hijos y que todo no iba a ser para el “embrujado”, que se debía repartir lo poco que poseían.  

Provenía de un padre que, no quiso que su hijo fuera, lo que él no pudo, y dejó que aquella materia infusa se diluyera de forma natural hasta que se agotó de pena por hacerse entender.  

Comprometido consigo mismo, creció de golpe. No dejó tampoco que la vida lo llevara sin más a la deriva, previno siempre qué hacer en las medidas relevantes, se supo rodear de quien bien le quería sin peaje y sin franquicia. Edificando para su alma una barrera de valores infranqueable que no le permitía que nadie la violara. 

Fue asimismo, paño de lágrimas de amigos, conocidos y compañeros, que a base de comparaciones y de similitudes aprendió a saber por dónde debía nadar. Detalles que nadie sabía, que daba consejos y amparaba, cuando él mismo, necesitaba todo el cariño posible y una mano que le golpeara gratamente el hombro. 

Sabía soñar y esos cuentos los vivía en su persona, tanto que llegó un día que le llamaron taciturno, porque parecía estar desolado, siendo una práctica en él para resguardarse de tanta presión y disgusto, teniendo así la posibilidad de evadirse y concentrarse para sí, cuando le convenía. 

Este tipo de personas, que se hacen a ellos mismos, y triunfan, llegan incluso a ser despreciables a la vista de otros que no son tan precisos, ni metódicos, que esperan un golpe de suerte para llegar a término. En caso de llegar.

 

Finalizó la preciosa canción de Feliciano: “Que será”,  se escuchaba en la radio de aquel vehículo y de pronto cayó en la cuenta que cuando se conduce no valen los despistes.

 

Tarareó el estribillo… Tendido como un viejo que se muere, la pena y el abandono son tu triste compañía, pueblo mío te dejo…

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 28 de junio de 2013

Murió en la playa



_ No sé cómo era mi padre, no le conocí. Nunca pude ver  qué cara tenia. No puedo recordarlo, murió según dicen cuando yo, tan solo tenía tres años_ pensaba en su remordimiento aquel hombre, que estaba ya casi en los noventa años y que veía llegar su partida definitiva_. Aunque creo, que todo lo que me contaron es mentira, no era cierto y si lo fue, es todo tan raro, que no me cuadra nada_, rumiaba mientras se retorcía de rabia.

 Hacía repaso de sus días, cuando ya era tarde para poder enmendar con según quien toda una existencia. Como si quisiera arreglar en media hora, todo el sufrimiento que había hecho pasar durante más de setenta años, por culpa de estos traumas que le rodeaban.

Confundido y viendo que todo aquel rencor que usó en su trayectoria, todo aquel desprecio, alejamiento; todas las heridas y miedos, no habían beneficiado su felicidad y tras tanto ego y tantos celos, se había perdido lo mejor de lo que llaman: vida.

_ ¿Dónde he de ir ahora, tan solo y olvidado? ¿A quién me voy a arrimar para que me escuche? ¿Quién coño va a cargar conmigo, con lo cabrón que he sido?_ Imaginaba a partir de aquel instante un recorrido rápido de memoria, con lo que había sufrido hasta entonces_. Un recurso humano, usar ésta práctica habitual,  cuando se  quieren aclarar a las preguntas que quizás no tienen respuesta.

Comenzando su navegación cerebral precisamente en el año 1928, cuando él contaba tres años de edad y cuando en aquella familia se energizaban las dificultades que llevaron a cabo todos estos padecimientos que analizaba.

Era el tercer hijo de Aurelio y Matilde, de los cinco que tuvieron el matrimonio Morante Mojica. El mayor de los hijos, Rafael, se licenció en medicina, el segundo: Gonzalo, fue director del Arsenal, tras haber cursado la carrera de abogado. Habiendo participado en los jaleos de África, con la flota de marina, y en la guerra contra los Estados Unidos, conflicto conocido como “El desastre del 98” o, guerra de Cuba. El tercero de los nacidos Eusebio, cursó la carrera de Intendente de Prensa con especialidad de corresponsal de guerra, dedicado a los reportajes sociales en su tiempo libre, distinguiéndose como informador especial de la Armada Naval.

El cuarteto lo constituyó Matilde, una niña, que como se solía hacer en aquella época la dedicaban a las labores del hogar, la plancha, limpieza, la cocina, y todo lo dimanante de una tarea dedicada a los demás, pues poca o ninguna carrera estudiaban las mujeres en el seno de aquella distinguida familia. La casaron con un fotógrafo de la ciudad portuaria. Un tal Alfonso, gran profesional y persona, que vivió al lado de su Matilde, hasta el final de sus días.

Cerraba la tanda de los hijos: Buenaventura, otra mujer más en aquella estirpe que además de todas la labores y sinsabores;  quedó soltera y vivió hasta hacerse muy anciana cuidando de sus hermanos y sobrinos.

Procedían de una familia pudiente de la ciudad, armadores y marinos mercantes, sin embargo pocos gestos cariñosos y amables recibió Eusebio y su familia, que una vez murió, les dejaron a la voluntad drástica del destino. A una perdición segura.

Escasos datos creíbles y verdaderos pudo acumular Paco, en lo referente a sus antepasados cercanos, por lo que muchos de ellos son falsos, e inexactos. Barrera en la que tuvo que parapetarse para que los demás no le hicieran trizas. Este hombre taciturno, que a sus casi noventa años y después de tantos resentimientos, quería ver una luz en todo aquel misterio antes de morir, para justificar toda aquella miseria y creer en algo.

¿Dónde quedaron, los hermanos del padre? ¿Ellos podían socorrerles? ¿Tenían contacto y se estimaban? ¿Y los abuelos Aurelio y Matilde? ¿Tan poco se pueden querer a unos nietos? ¿De dónde provienen todas estas dudas?_ se preguntaba Paco, en su soledad más doliente.

Eusebio, era mi padre_ pensaba y creía Paco, no sin sus dudas, mientras miraba fotos en blanco y negro de principios de siglo_, hijo de Aurelio y de Matilde, todos ellos censados en la ciudad y de buenas a primeras, que debió pasar, para que haya existido esta disyunción.

Por parte de mi madre_ persistía en sus cábalas atormentado_, aún tengo menos datos. María, hija de ¿Quiénes? ¿De dónde procede? ¿Cómo se conocieron?_ No lo había sabido jamás, por ello lo inventaba, cuando alguien preguntaba al respecto. Quería creerlo él mismo, y a veces confundía estas tribulaciones por pura especulación, nunca tuvo una seguridad al respecto.

Inexplicable, el que nadie le contara sobre sus padres, ningún pariente, prima o allegado más o menos cercano le explicara algún detalle de la procedencia de su madre. Jamás reconocieron a María como esposa de Eusebio. Su matrimonio fue corto, pero intenso en la relación, tuvieron dos hijos: Palmira y Paco, y ambos han callado siempre.

 

Al finalizar un día de playa y campo Eusebio, venía con una bicicleta por aquellos caminos y barbechos tras una fantástica jornada al aire libre, que fueron a celebrar con unos conocidos a las costas mediterráneas cercanas a su ciudad. Dado que se habían sumado unas personas amigas y cercanas al festejo de la “chuletada”, eran demasiados, y llegada la hora del regreso no había plaza para todos en el Hispano Suiza, con matrícula: MU5502.

El coche que les había llevado hasta aquella cala no muy cercana de la ciudad, estaba lleno, por lo que Eusebio decidió volver a la villa, montado sobre una bicicleta que venía guardada en el guarda equipajes del vehículo; propiedad de los amigos. Lo conducía Cosme el dueño del “Hispano”, con las mujeres y todos los críos de la caterva. Además de aquellos que se sumaron y dejaron sin plaza a Eusebio.

Nadie sabe a ciencia cierta ni se sabrá jamás lo que ocurrió aquella tarde nefasta, ni como ocurrió realmente el accidente, ni si Eusebio sufrió mucho o, murió en el acto. Cuando se despeñó por uno de los muchos desfiladeros que en aquel entorno había, entre aquellos raquíticos caminos y las depresiones geográficas.

Aquel Hispano Suiza, bajo una intensa lluvia llegó a la ciudad, al domicilio de María con sus hijos: Palmira y Paco. En la calle de San Cristóbal larga, nº 57. El matrimonio de amigos que les acompañaba esperó por tiempo prudencial, al ver que Eusebio tardaba en aparecer, decidieron por fin repartir a todos los niños que portaban y a sus madres en sus respectivos hogares.  Se despidieron hasta otra ocasión, dejando a María con sus dos niños esperando a su padre que regresaba a lomos de una bicicleta prestada.

Las horas se hicieron larguísimas y encubridoras del suceso, llegadas las doce de la noche y viendo que Eusebio no daba señales, se montó un retén mínimo para ir en busca del ya desaparecido. Pensando que igual, había quedado por avería, o por indisposición en uno de los recovecos del camino.

Noche cerrada y tenebrosa. No amparaba ni siquiera a los voluntariosos vecinos que se alzaron en busca de Eusebio, aun y con las inclemencias del clima. Tras una búsqueda intensa y organizada, nadie vio nada, ni bicicleta, ni hombre, ni accidente en el barbecho; ni detalle que les permitiera dar con una pista debido al caudal de agua que había arrojado aquella tempestad.

Pasada una semana, fue cuando hallaron el cuerpo sin vida de Eusebio y una bicicleta destrozada, en uno de los barrancos de la zona… Dentro del municipio de Cartagena,  en una zona situada entre El Portus y Cala Aguilar.

El siniestro ofrecía muestras de que Eusebio, no había sufrido demasiado, al caer, despeñándose por el acantilado se desnucó quedando entre unas espesuras, que por obra de la gran avalancha de agua, cubrió de matojos y de basuras, haciendo la búsqueda inacabable

Dando sepultura cerca del Panteón de Isaac Peral; en el Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, a Eusebio, a sus 38 años de edad, tras el inoportuno accidente. Sus afligidos asistieron al sepelio desde la casa mortuoria, San Cristóbal larga, nº 57

La distancia el contacto y el trato se deshilacharon por completo al tener que emigrar María a Barcelona con dos hijos y otro que tuvo de otra relación_. Los hijos afirman que María, se volvió a casar, con un tal Antonio, pero nadie pudo comprobar ese dato. ¿Habrían sido estos los motivos? Por los que los padres y hermanos de Eusebio, ¿no se relacionaran con María?

La necesidad obliga, lo cual es posible que María y Antonio, solo estuvieran amancebados y de ese trato naciera Miguel. Una nueva boca para alimentar por tan solo el esfuerzo de una mujer.

Antonio Burguete, un ayudante del Comisionado del Puerto Mercante de Cartagena. Persona que tampoco acompañó demasiado a María_ Hay quien dice que también murió al poco tiempo del nacimiento de Miguel.

Se esfumó de su lado en corto espacio de tiempo, puesto que cuando emigraron a Barcelona, el tal Antonio ya no estaba con ellos, ni les acompañó, ni ayudó a establecerse en la ciudad de amparo.

Igual Paco, no sabe de la misa la media, y si lo sabe, prefiere llevárselo con él a la tumba. ¿Vale la pena guardar tanto dolor, durante tanto tiempo?

¡Debe de haber un modo inteligente de explicar las penas!  Tan solo por el hecho de quemar los remordimientos.

martes, 25 de junio de 2013

Ineptitud o miedo



El consejo de administración de la empresa, fracasaba más que antes de haber celebrado las últimas elecciones para cambiar al Presidente.

Este sujeto, no era válido como nuevo mandatario, no concluía las decisiones importantes, no sabía cerrar pactos ni negocios,  para que la compañía comenzase a subir enteros.

Tras haber sufrido en la penúltima junta, a  un presidente caduco y antiguo, por tiempo inmemorial, el mismo que se encargó, con unas patrañas poco elegantes en despachar al que podía haber llevado a buen puerto y ahora definitivamente ser reconocidos en el mercado como los punteros del sector. 

 El actual dirigente solo pensaba en que su nombre figurara como presidente ¡nada más! su interés era quedar en los anales de la jefatura, como uno de los mandatarios más venerados.

Siendo un hombre con tan poca imaginación, era difícil conseguir ese propósito y más difícil aún en cimentar su fama. Carecía de carisma, de raza, de preparación de instinto, de orden y de honradez con el dinero.  Dejando pasar oportunidades reales para aquel grupo de personas que según sus ordenanzas, debían trabajar estrechamente y al unísono, para favorecer a la firma que todo el mundo creía estaba bañada por unos aires de bonanza. 

Braun, pensaba que con el nuevo ejecutivo, todo cambiaria y sería el punto de partida que habían soñado antes del cambio y que tenían previsto diera un vuelco de: limpieza, gestión, honradez es lo que necesitaba aquella explotación.

Por motivos de expansión de nuevas metas, de abrirse más a la ultima realidad, para mirar de aumentar las ventas y atraer a nuevos clientes, sobre todo, atracción a nuevas generaciones que aportasen la sabia necesaria. Todo conducido por el buen hacer de una posible junta que supiese conseguirlo.  

¿Quién podía imaginar que aquella reelección había estado manipulada?  Desde dentro, por el interesado y nuevo mandatario, Dimas Constanza. Colocando a las piezas más importantes de la junta a dedo, gentes inherentes a él, sin el mínimo recato y despreciando a todos los componentes del consejo, tratando a todos ellos como si fuesen tontos. 

Colocando en los puestos más directos de las decisiones a personas de la confianza de Dimas, nombrándole a su vez, ellos mismos, como nuevo Manager General.

Hombre dirigido en la sombra, por alguien que desde muy arriba, se escondía y gobernaba de forma dictatorial, ayudándose del inexperto Dimas, que en algún caso inclusive y bajo cuerda, solicitaba el amparo de familiares, que carecían de idea del producto que se debía manipular, y les importaba un bledo, la buena marcha de la sociedad. 

 Dimas, ya como Presidente de la Corporación, había urdido la trama de la terna a su antojo, poniendo cerca de él, a su directora de campaña, que además se follaba por ser su amante y que ésta no le dejaba ni respirar, ni pensar, ni sentirse feliz. 

Iba con Dimas a cualquier reunión que fuera de importancia, ya que su jefe no sabía pensar solo, ni resolver en condiciones y si decidía sin el consentimiento de Berna, podía tener problemas de estrategia muy serios, tanto que en alguna ocasión se habían desmontando las reuniones que fuesen necesarias, para invalidar, los decretos que afectasen al capricho de aquella mujer oscura, que bajo cuerda amenazaba los destinos de la firma, con alevosía e ilegalidad.  

Berna, era una mujer engreída, con mucha falta de apresto y de cultura, sin  conocimientos ilustrados, y con grandes pretensiones de artista, muy absorbente y sin cintura para ver las situaciones del mercado, sin saber rodearse de gente que preparada, podían dar soluciones. Ella creía que todo el que le pudiera hacer sombra, tanto a ella como a su presidente, debía desterrarlo y dejarlo fuera de toda competencia. Lo cual hacía que muchos de los valores reales que había tenido aquella firma, se marchasen dejando el concurso vacío, sin posibilidad de continuación. Intentando sobresalir ellos dos, que eran los más incapacitados del grupo.

En su tiempo había sido una empresa competente, que llamaba la atención en toda la zona, por la diversidad de productos que poseía, de los pingues beneficios que aportaba a sus consejeros y accionistas y por la fama que consiguió en aquella zona.  

La entidad, esperaba efectos en poco tiempo, dada las ganas que se le veía al nuevo mandatario, de gobernar los destinos de aquel negocio. Nunca llegaron aquellos resultados. Hubieran sido destacables, si se hubiese dejado rodear por gente inteligente que a la vez hubieran ido al éxito rotundo.

Gente que les asistían cercanos a la junta, aquellos que no habían sido elegidos a dedo, y que eran los que verdaderamente conocían el paño y hubiesen desvinculado a Berna, de los destinos del compromiso.

La voz cantante de aquel conjunto, que tenia a Don Dimas Constanza, el jefe de la agrupación metido en un puño y puteaba a su antojo, a pesar de cuidar las formas y no hacerlo en público. 

El resto de dirigentes, acataban lo que les presentaba la Presidencia, sin rechistar, esperando que aquella representación vulgar se les viniera abajo, y se acabara todo aquel mal sueño.

Teneduría de libros amañados, estados de cuenta poco creíbles, minutas de consumición de gastos por propaganda engordados, gastos que no procedían a la empresa sin justificar, facturas inexistentes en el libro contable, malversación de fondos, anotaciones y facturación de publicidad escondidas.  

Braun, no había querido pertenecer a la cúpula de mando, al office de gestión, a la junta directiva, porque se imaginaba lo que sucedía y además el lío venía de anteriores mandatos, con diferentes accionistas y podía meterse en un campo de Agramante sin buscarlo.

Era un consejero que hacía las veces de escucha y de notario de las acciones sin pretender mediar en el negocio, pero si veía que los asuntos serios, no iban por el camino de la legalidad.

Había llegado Braun, de un viaje de placer y su Presidente le había dicho por teléfono que debían reunirse con urgencia puesto que había unos detalles que no les parecían decorosos por parte de un nuevo compromisario, que a partir de unas fechas llevaría una nueva sección dentro del entramado de la firma. 

Este compromisario, venia de una empresa activa, que funcionaba de forma excelente, pero que llegado el término de su contrato, no le fue renovado, teniendo intereses particulares y buscando lugar y forma, recaló dentro del negocio de Dimas Constanza, como responsable del envasado del producto final. 

Lizardi, era un competente manager, que sabía de los negocios y que tenia olfato para los buenos acuerdos, gozando de una fama, espectacular por parte de sus congregados, pero también las envidias habían dado su campanazo, y contaba además con números detractores, aquellos que le teñían de envidia por el éxito que había cosechado en su cargo anterior, y que no pudieron mancharlo con unos escándalos y deficiencias dinerarias que no venían a cuento de su perfecta gestión al frente de la que en un día fue su empresa delegada.

Los comentarios y las discrepancias venían por su tarea, las advertencias de aquellos que no saben de qué hablan, pero que por el mero hecho de hacer daño, dejan caer mentiras como puñales que sin dudar trataban de dañar al sujeto.  

 Braun, entró por las puertas de las oficinas y ya le esperaban en la sala de juntas Don Dimas y Berna, como dos corderillos, que no tienen pecado antes de ser degollados, pero cargados de instrucciones para contar con el apoyo de Braun, para poner en la puta calle a Lizardi, por el simple hecho de ir en boca de unos impresentables chismorreos. Que alguien cercano a ellos_ algún chivato de los muchos que existen_, les había dado una información que no podían contrastar pero, que sin más;  valía, para despedirle de forma inmediata.

Los datos que aportaban eran poco precisos y además precarios. Sin base alguna, sin contraste, sin realidad, como si se tratara de un capricho de Berna. 

Sin más, querían poner en la calle, a Lizardi, sin motivo y necesitaban que alguien les diera un poco de veneno, de ese que ellos gastaban para desarrollar una destitución del todo ilícita. Alguien a quien pudieran echar las culpas del despido, para ellos como siempre, intentar quedar cubiertos. 

Una vez, dejaron ir su dialecto ponzoñoso, queriendo convencer e impresionar dando pocas citas verosímiles, el Presidente Dimas y su acompañante de negociado, tras haber divagado con razones inauditas, como para hacer dudar a Braun, éste preguntó__ ¿Quién te ha dicho semejantes mentiras?

_ No puedo decírtelo_ dijo Dimas, pero es persona importante, que no podemos descubrir.

_ ¡Ah ya empezamos con los ocultos! O sea, que me dais una información que os regalan, sin contrastar, pero no podéis descubrir al chivato. He de creer lo que os cuenta el soplón y a vosotros, sin preguntar más y despedir a Lizardi. ¡Muy bien os ha de caer este tipo!

¿Dónde está el problema?, para nuestra empresa que no llego a comprender_. Siguió preguntando Braun a los amantes.

_ Dicen que se ha llevado la pasta del negocio anterior y la ha malversado en paraísos fiscales. Que los ha dejado con las arcas vacías_. Añadió Berna, tomando un trago del café con leche, que se había preparado.

_ ¿Pero, qué problema tienen?, que no hallo_ siguió cavilando Braun, con una leve sonrisa en su boca. Como que de buenas a primeras, pensáis así, cuando le disteis el semáforo verde y la total confianza.

_ ¡No sé!_ argumento el Presidente_. ¡Que no me fio de él!  Y este negocio nos ha costado mucho ponerlo donde esta para que ahora se desbarate.

_  ¿Os ha costado a vosotros?, ponerlo ahí, ¿vosotros? _ volvió a interrogar con sorna Braun, tras el espectáculo que montaban aquellos dos engreídos_. Si no me das otras excusas, pensaré que se os ha ocurrido a los dos. ¡Mejor dicho a Berna!, que es la que destroza la buena marcha de la sociedad, que la soportamos por ti, por no dejarte con el culo al aire y que todo esto se vaya a la mierda_, acabó enfurecido Braun, al descifrarle aquella serie de alegatos, continuando su charla, poniéndose en pie_. ¡Estáis locos, o es que pretendéis quedaros solos!  Llevando la marcha de todo el complejo, haciendo lo que os venga en ganas y mandando erradamente, que además; es lo que mal sabéis hacer.

_ ¡Nada más!_ dijo Dimas, mirando de reojo la cara de Berna_, veremos que nos dice Lizardi, cuando le presentemos las quejas y si no quedamos satisfechos le daremos puerta.

_ ¿Qué dice a que, preguntas?  ¿Cuáles son las quejas?  Se mofará de ti, ¿No lo ves? que no tienes argumento y no se aguanta por su propio pié_ Lanzó como un resorte Braun_, no te das cuenta, que te maneja esta señora que está a tu lado, como un monigote de feria y encima le tienes miedo_. Iba a saltar Berna, cuando Dimas, la frenó y continuó argumentando.

_  Dicen que le pasó algo, antes de llegar con nosotros_ Dimas, muy nervioso quiso matizar_. Que algún negocio se perdió por su culpa y no lo ha contado, y en cuanto a lo referente a su vida privada, parece que se folla a la abogada del gabinete y se ocultan de todos, para evitar que los vean.

_ ¿No te tiras tú a Berna? y nadie es capaz de decirte nada a la cara.

Le tienes miedo a Lizardi, ¿verdad? ¿Crees que te va a pisar tu puesto? ¿Qué dejarás de ser el protagonista de todo? _,  asumió Braun, más tranquilo al ver que no había nada que hacer con un presidente tan memo.

 

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Todos los empleados de la Sociedad están en el paro, aquella junta directiva, los válidos, los que realmente pueden por conocimientos, trabajan por su cuenta en un gabinete de exteriores, Berna recorre las calles destrozada de la vida y dando pena a diestro y siniestro y el gran hombre, aquel que no se quería morir sin ser Presidente de la Empresa, tuvo el honor de cerrar la compañía, llena de deudas, de cargos que ahora purga en la prisión del condado.

 

domingo, 23 de junio de 2013

San Juan 2013 ¡Felicidades!


Les emplazo a pensar, y ver como dentro de nuestras amistades, de nuestras familias, en el mismo entorno donde nos movemos, encontramos algún bautizado con: Juan o, Juana. (Yohanan), _el Señor es misericordioso_. Las polémicas que sobre él se abaten son, si Juan el Apóstol y Juan Evangelista fueron o no la misma persona. En cualquier caso, muchos de los así llamados son personas vocingleras y cercanas.

 Desde aquel Juan el Bautista ha habido muchos con ese apelativo y normalmente; expreso a menudo: son buena gente. Excluyendo a los que como sabemos salen bordes. De ellos también podríamos relacionar una lista cojonuda.

Dado y por suerte, para este narrador omnisciente, que todos los acristianados con ese nombre: Juan, que además están en su corazón, y en su agenda, son buenas personas, amigos necesarios, centinelas impenitentes, sufridores llameantes, encomiados a carta cabal, mentores leales y un largo de adjetivos virtuosos. Ahora quiero, que llega su fecha de santoral: ¡felicitarles!

Así como a esa ingente masa mundial que llevan el mismo nombre: Joan, Joao, John,  Jon, Joanna, Ioanina, Juana, que no he tenido el placer de conocerles, sin embargo conozco que andan ahí, en su mundo, en sus quehaceres, algunos leyéndome, en silencio. También vaya esta mini fábula en pro de mi felicitación más allegada y efusiva.

Las dos historias que reflejo, vienen a cuento por la data y aprovechando su onomástica, he querido subrayarlas por coincidencia con la fecha de su santo, para que queden sempiternas.

Fueron protagonizadas por Juan María. Otro hombre, fuera de lo común, que nos hizo vibrar en más de una ocasión, y una tal Juana, valiente, fiel, clara, digna, distinguida y mujer como tantas sufridoras y merecedoras de todo.

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Juan María es un tipo competente, ahora debe estar a punto de vacaciones, si es que no lo está ya. Ha sido durante toda su vida un hombre sencillo y sufrido con su dificultad en mover sus brazos, producida por una enfermedad que ahora está casi eliminada, la Poliomielitis, que la resistió en su niñez y le afectó en particular a las extremidades superiores. Circunstancia que jamás le hizo retraerse, ni sentir el mínimo argumento depresivo para dejar de: sonreír, trabajar, divertirse, alegrarse.

 A pesar de algunos que reían por lo bajini su falta de movilidad e inquirían y criticaban su estado físico. Su mal llamada minusvalía le sirvió para apreciar las cosas sencillas, los detalles emocionales, las circunstancias de una alegría, el subidón de una ilusión cumplida, enamorar a sus semejantes por sus cualidades innatas. Que supo considerar su puesto de trabajo sobre todas las cosas, que jamás faltó a su obligación y fue un esforzado empleado. Nunca justificó sus faltas si las tuvo, escondiéndolas tras la excusa de la dificultad de sus movimientos torpes.

Un hombre no demasiado alto, ni descomunalmente atractivo, que poseía un don dado por el cielo, que él sabía administrar para hacer felices a los demás. Cumplió con un empleo desde muy niño, antes incluso de acabar los estudios. Sus padres, inmigrantes no podían tenerlo entre algodones y pronto le buscaron meneo. Colocándolo en la droguería de la calle Vermell, allí abajo en el centro de la vila.

Donde se habituó a tantas pinturas, colorantes, aditivos que siempre supo que tono debían llevar los conceptos, las diatribas, la dificultades y las penas.

Las chicas, como es normal, a la hora de elegir acompañante_ no todas; gracias a Dios_, a menudo buscan un personaje azul, con ojos claros, un joven apuesto, guapo y de ensueño, aunque quizás, después de agotar la etiqueta de precioso, caduque la mercancía y, carezca de sencillo, trabajador, le falte todo aquello que ayuda y favorece a atravesar una vida juntos.

Virtudes que poseía Juan, sin embargo era uno de esos muchachos que no son tan fáciles de ver, por no poder abrazar las cosas como los demás y no ser tan bonitos, esos gestos con los brazos, derivados de su imposibilidad.

Del cual, muchos aprendieron a rebajar la condición negativa, a ser más flemático y a dejar la impaciencia en el saco de las herramientas no habituales.

Aquel verano bailó en el Ateneo, todo lo que pudo y más y pudo relacionarse estupendamente con las mozas del grupo, bailando en especial con Manuela, durante varios años. Encontró un trabajo de empleado en el departamento de droguería del afamado Corte Inglés y allí conoció a la que sería su compañera de trayecto.

Juan, se declaró a Roser en una montaña rusa_ una atracción de ferias complicadísima que aún está en el Tibidabo _. Donde le cantó su amor, aprovechando que estaba en el cenit de la altura máxima, de la mano, dentro de la cesta del “tío vivo”, a una velocidad inaguantable. Ella, dijo sin titubear que: ¡Sí quería!

 Aunque después supimos que tuvo que repetir Juan María su declaración, puesto que ella confundió lo que le estaba pidiendo, influenciada por la altura, el ruido y el susto y porque a según qué mujeres, les gusta que le repitan muchas veces, que están guapas, que son preciosas y que las deseas.

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Joanna Teresa, es una empelada de oficinas, licenciada en leyes y defensora de los derechos humanos en Bruselas, una mujer valiente y segura que decidió dedicar su vida a su familia y a patrocinar a los demás, de todas las injusticias. Sin pensar que el destino le iba a regalar más de un disgusto, dejando a su marido a los pocos años de casados en un estado cuasi latente, debido a un derrame de la cordura, lo que llaman: Isquemia cerebral.

Nació en el seno de una familia humilde y quiso desde el principio “Ser”

Es un síntoma o, una condición que llevan algunas personas desde el nacimiento y lo aplican desde temprana edad, sin que nadie les asesore, les obligue, les enseñe. Es un magnifico Heredado, que va dentro de sus genes.

El pueblo que la vio nacer, creyó que sería una violinista ejemplar, por sus formas y por como aprendía el dominio del instrumento. Llegando a emocionar a cuantos le veían practicar y ensayar. Muy pronto por sus dotes, la becaron y fue a cursar estudios al Real Conservatorio de la Música en Madrid, donde se doctoró, a la vez que en la Complutense, se graduó como abogada, acabando la carrera de derecho.

Con el tiempo, y antes que la crisis invadiera el país, se colocó en una empresa alemana de instrumentos delicados, defendiendo uno de los principales puestos de trabajo, dentro de la sección de Proyección Exterior. Reconocida y valorada por compañeros y jefes.

No tardaron en aparecer los problemas, el marido, era un artesano, que colocaba alarmas y puertas metálicas, en garajes, chalets y torres de las residencias de viviendas del contorno, extrarradio, y región. Un negocio que mantenía y que había levantado con todo el esfuerzo de su talento. Prefirió ser patrón de su empresa, y aunque pequeña, la podía bien llevar, por el conocimiento de su profesión y por la cantidad de trabajo que tenía. Sin necesidad de servir a  ningún director.

Del matrimonio, nacieron dos hijos, que eran la felicidad de ambos, y que los disfrutaban hasta que llegó el crítico momento, del severo derrame que le produjo a Toni, su incapacitación de poder hablar, conocer y hasta casi mantenerse en pie.

Joanna Teresa, le encontró un buen día tirado en su propio taller, solo sin asistencia y llevando bastantes horas desasistido, sufriendo las afecciones graves de la brutal efusión sufrida. Le llevaron al hospital, donde tras estar durante dos semanas interno, luchando entre la vida y la muerte, pronosticaron que sería un vegetal de por vida.

Cuando la felicidad te deja, parece que todo se tuerce y se vuelve en contra, aquella alegría de la casa, trucó por penalidades y desasosiegos. Joanna Teresa, tenía que seguir adelante, obligada por sus hijos a seguir viviendo, ayudando a su esposo a comer, a vestirle, a lavarlo, cuidándole como si se tratase de un niño de meses.

Los hijos, en edades tempranas aún, también buscaban el concurso de la madre, que tenía que multiplicarse para llegar a todos sitios. Además el trabajo que desempeñaba debía cuidarlo, por ser el valedor y la salida a poder mantenerse dentro de esta sociedad.

En la actualidad, Joanna, es un ejemplo de lo llamado “Justo” de justicia, donde ha dejado innumerables señales y ha sentado cátedra. Sin una queja, sin un mal modo, sin ruido para llamar la atención. Criando a sus hijos, y sobrellevando la carga de Toni, que es para reconocerle a ella, su ejemplo, su dedicación y su cariño. 

Dos personas que se bautizaron como el “Bautista” dos estupendas figuras, que hoy a la hora de felicitar me han venido a la mente por sus esfuerzos y sus valías y he querido recordarlas desde este púlpito alejado, sin que ellas, supieran que les estaba nombrando y dedicándoles mi felicitación más sentida. Juan y Juana: entre tantas, que día a día, hacen que los demás tengan, quieran y puedan: Ser felices

Un abrazoy felicidades  para todos en San Juan.

jueves, 20 de junio de 2013

Textura alada


Parecía la cenicienta del cuento, estaba al cargo de cuatro adolescentes, tres suyos y una prestada, amiga del hijo, quienes llegaron a la casa, primero para pasar este fin de semana en la torre y después desaparecer con buen viento. Sin despedidas, sin más que un adiós no pronunciado.
 

Aquella mujer imaginaba se estaba confesando con un camarada lejano, que además ni siquiera conocía. Igual era un afecto de esos imperceptibles que se asumen ahora llamados modernos; o por el contrario, era una elucubración propia del deseo de poder compartir con su otro yo.

Como una nueva sensación, que le hacía de paño de lágrimas y que a la vez, dejaba a su persona tranquila y sosegada.  

Pretendía llegar a comprender algo, el porqué de su situación, dado que el padecimiento que soportaba en momentos se hacía irresistible. Ella, además de ser una persona abierta y confiada, tampoco aireaba sus interioridades con cualquiera;  para hacerlo, debía tener cierta confianza y haber reconocido valores que ni se miden, ni se pesan, ni se huelen. 

Delirando todo lo que refleja su pensamiento inmediato. Como si estuviera meditando, quizás ni sabía bien lo que estaba haciendo, ni qué tipo de angustias tenía. Quedó traspuesta sobre aquel diván del salón diciendo…
 

_ Desperté de sueños tranquilos, los cuales no recuerdo demasiado precisa, es como si me rozara la sensación de una textura alada, el aroma de un café ¡Uhm! al  cual soy adicta y el susurro de una voz con tintes y tonos diferentes, desde acariciantes a rebeldes, como discutiendo algo con alguien y después la sinceridad como siempre y la dulzura de una narración que contenía un terrón de azúcar pidiéndome al final el pago de una historia_ se decía a si misma perezosa y engreída_. 

Ahorrándome tres pueblos_ seguía expresando muy tranquila y con tintes chistosos_, despego del momento, en que yéndole bien a él económicamente se suma su cambio de personalidad y actitud, infidelidades con mujeres, amigas íntimas de nuestro grupo y desconocidas buscadas en los antros menos indicados_. En referencia a su hombre, que recién acababa su relación de pareja. 

Es alguien con muy poco valor y menos autoestima_ y me refiero a mi ex pareja_, con muchos complejos y esos errores de los cuales le advertí en su momento que fueron causa de tantos conflictos y pesares, donde mis pesadillas ocasionales le advertían tener cuidado.

Cuestiones que ignoró y que nos llevaron al momento terrible de un día aciago del que pretendo olvidar cuanto antes.

Desde no sé qué tiempo la delincuencia en el país estaba focalizada en las grandes ciudades y en contadas regiones y provincias pero Monte Ibero donde yo residía era un sitio tranquilo, turístico y donde mucha gente vive o veranea, por esa misma serenidad; sin embargo desde un tiempo atrás la inseguridad se disparó a todas las villas, inimaginables e indistintas. Cuando el tráfico de mujeres, comercio de narcóticos, y del negocio de órganos humanos tomó significación. De pronto escuchabas noticias locales del ajuste de cuentas, de secuestros de turistas con rescates impensables, de robos a mano armada, de asaltos con intimidación donde menos te imaginabas. 

Por incremento familiar dentro de la misma comarca tuve mudanzas. Las dos primeras fueron temporales, la tercera fue a la localidad de Azarea,  a diez minutos de la capital y donde monté mi negocio, heredado de mis padres y abuelos.  El que construí en sus inicios con el apoyo del entonces mi compañero Jeremías y, que atendía a tiempo parcial,  pues me dedicaba a otras ocupaciones que también me daban pingües beneficios al final de mes, con lo que la economía estaba saneada, y además de ahorrar, podía afrontar los muchos gastos que de forma perpetua existen. Además del costo a distancia en una empresa de productos de belleza, también de mi propiedad exclusiva. 

Dejé Azarea presionada por Jeremías, ya que al sufrir tres asaltos en la joyería insistía que al estar siempre sola o acompañada de mis hijos la inseguridad estaba disfrazada y me dejé convencer. Tras cuarenta y ocho meses de vacilación en Azarea regresé a Monte Ibero, el lugar donde iniciamos la aventura económica. 

Sola y desasistida siempre he estado, ya sin negocios apenas, me dedicaba a lo preciso con mis hijos y familia cercana, daba alguna charla de cocina en uno de los cursos de la población, ya que me contrataron como profesora adjunta y así iba desarrollando mis días, con esa tranquilidad, que dan las jornadas programadas.
 

Se acababa el verano y seguía con mi vida monótona, celebrando charlas locales y regionales y disfrutando todo lo que podía y más. En esos días nuestra relación estaba prácticamente acabada, nos despreciábamos, no podíamos vivir juntos y todo yacía en su máximo conflicto. Nos hablábamos lo preciso.

Aquel sábado del mes mi abogado le fue a visitar para acordar detalles del divorcio y  no quiso escucharle, le dijo que lo hablaría conmigo pero al llegar a casa ni lo mencionó, como tenia costumbre no dirigirme la palabra, pues era fácil que se le olvidara o que estuviera provocado.  

El lunes siguiente fue festivo y Ramón, mi hijo mayor se volvió a la ciudad después de pasar el fin de semana en casa de su padrino Pepe, hermano de mi ex cuñada Fuencisla, esposa que fue de mi hermano Lucas, ya difunto. Aquella noche debíamos salir para recoger a una de mis hijas, que estaba en casa de una amiga, preparando exámenes del instituto. Nos cruzamos en la entrada de la casa con su padre que había llegando de la oficina, al cual apenas saludé. Subimos al coche, Raquel y yo, queríamos dar un paseo y yo necesitaba despejarme. Mientras conducía observé una furgoneta roja muy chillona, con varios individuos dentro, que al adelantarnos supe nos hostigaban. 

Tuve una corazonada, supe en aquel instante que no era normal esa atención por parte de aquellos individuos y alerté a Raquel, que debido a todos los sobresaltos que nos hemos llevado, está convenientemente preparada para asumir esas situaciones y resolver esas contrariedades. Aquel furgón cargado de maleantes nos adelantó y no sé ni cómo lo ignoré. Borré esa sospecha, quedando mis niveles de alerta desactivados. Seguimos conduciendo y recogimos a Chori, para acabar tomando un helado en el centro comercial de Leroy Merlin, que nos queda cercano a casa. 

Los perros ladraban mucho pero yo estaba demasiado cansada para advertir el porqué y nadie a pesar de ello y notando lo mismo se levantó a averiguar nada. Sobre las tres de la madrugada, me despertó algo que me hizo incorporarme de pronto en la cama y vi a un grupo de bandoleros armados irrumpiendo por los pasillos de la casa, intentando acceder por la puerta de la cocina que distribuye la entrada a todas las dependencias.  

Corrí desnuda sin ropa desde la habitación, a obscuras para cerrar la puerta  de golpe y haciendo mucho ruido para que mi marido, que duerme en otra habitación se levantara sorprendido y asustado y preguntara que estaba sucediendo, en el segundo mismo que estos hombres me golpeaban y amenazaban, metiéndome mano por doquier, dada mi presencia totalmente sin ropa y con mis chichas al aire.
 

No pensé más que en mis hijos y les abrí sin resistencia la puerta para que se llevaran todo lo material que quisieran, el abuso para con mi persona y,  la presión y la violencia, contra el padre de mis niños.

Asustando a todos los chiquillos, rompiendo las puertas a base de hachazos y de golpes impresionantes y como punto crucial de la pesadilla se llevaron a la hija de mis vecinos que aquella noche dormía con una de mis hijas, y la secuestraron confundiéndola como hija nuestra. 

Aún percibo el suplicio que nos embargaba, a nosotros y a nuestros vecinos, que como es natural se inmiscuyeron en la resolución del trance, ya que además de vecindad, tenemos una fuerte amistad que llega a ser trato muy familiar y de cariño.

Sin darme cuenta estaba solucionando y negociando con aquellos tipejos la liberación de Mariquita, momentos inenarrables que quedaran de por vida en mi ser, imborrables mientras tenga existencia, y encima agradecer, si es esa la palabra, porque no sé ni cómo llamarlo. A uno de los tipos, con él que más hablé, con el que negocié y acordé, el que se preocupó de cuidar y proteger a Mariquita y devolvérnosla a las pocas horas, sana y salva.

Al cual dentro de mi corazón pero que muy dentro le tengo que agradecer que a nosotras no nos hicieron ningún daño físico, que salimos con vida de todo esto a diferencia de otros que por menos los liquidan.

A Mariquita no le crearon más daño que no es poco, que el de llevársela a la fuerza.
 

Esos trances dispusieron que mi separación con Jeremías, se acelerara, por fin, del hombre con quien nunca debí casarme_.

 

 

sábado, 15 de junio de 2013

Chucherias


Que sea la última vez que cuando estemos de visita, pidáis nada_ decía un padre a sus dos hijos Onofre y Eliseo de nueve y siete años de edad_, dando justificación a las prohibiciones que estaba estableciendo y aclarando los conceptos bastante serio_. No hay detalle más feo y de mala educación que a las primeras de cambio os comportéis como unos hambrientos y mal criados jovencitos. Las normas de urbanidad siempre las tenéis que llevar presentes.

Finalizó la matraca, mientras aquellos chiquillos miraban a su padre. Convencidos que lo iban a cumplir. Conociendo perfectamente como las gastaba Don Florencio, si no se obedecía.

_ Papá, y si es nuestra tía Ambrosia, también decimos que no, siendo mi madrina_ presentó cara el menor de los hermanos, Eliseo, que era el que menos podría entender aquellas órdenes.

_ He sido claro, no quiero que os pueda la incorrección, sois unos niños y debéis saber en todo momento como estar frente a los demás.

_ Entonces papá_, replicó Onofre, no queriendo callar por una prohibición de la que no estaba muy de acuerdo y defendiendo la postura de su hermano_. ¿Cómo decimos, que no lo queremos? ¿De qué manera podemos ser más educados, si negamos recibir el regalo? Pueden pensar que somos unos atontados.
 

_ No voy a repetir más lo que habéis entendido perfectamente, no sois unos imbéciles y estáis recibiendo una educación muy cara. Espero cumpláis como a mí me gustaría _. Resoplando acabó aquel hombre de bigote exiguo y corto de talla su deseo.

Don Florencio era una persona infeliz y con mal carácter, que nadie estaba a gusto cerca de él. Su propia esposa le temía. Amedrentada por sus normativas y ahogada por su falta de libertad. Teniendo ella otro proceder, además de su talante espontáneo y sincero, penaba a menudo. Vivía dentro de unos márgenes falsos y carecía de placidez.

La habían casado a la fuerza con Florencio, un hombre apenado que necesitaba más que una pareja una concubina en la cama, para desahogar toda la presión sexual fisiológica y seguir concentrado sin dar cariño a nadie.

Marciana había sido una joven alegre y la mejor y más atenta hija de la familia de los Flórez. Una preciosa mujer, que pretendía a un farmacéutico, y que por los caprichos de las familias y los convenios estipulados por aquello del apaño, queda en nada, muriendo sus ilusiones, como la de aquel boticario en las puertas de la realidad.

Gente venida a menos los Flórez, por las dificultades económicas que atravesaban desde hacía años. Pretendiendo colocar a sus tres hijas con lo más provechoso del pueblo. Aunque no hubiera amor, ni atracción. No miraban títulos ni categoría, los padres de Mariana, querían o aspiraban tan solo, gente con dinero.

Pretendientes para sus sucesoras con la vida resuelta, para que una vez establecido el vínculo matrimonial de las hijas, ellos pudieran aprovecharse de la situación y vivir de ellas.

Casando a Mariana con Florencio, que este era un millonario con abolengo y propiedades en las Américas, un potentado que había nacido en Veracruz, y que educado por los jesuitas, recaló en el pueblo con vanidades de conquistador, para hacerse cargo del patrimonio y heredades de sus antepasados. Un caballero sin gracia y sin experiencias en mujeres, un tipo insípido y tenaz que se avergonzaba de lo mejor que ofrece la vida. La propia existencia.

Un señoritingo que además de afligir a su ralea, tenía al servicio de la casa, a los obreros, criados y como no a su esposa e hijos, completamente tiranizados y a todos trataba como si no fuesen humanos. Un imberbe que no satisfacía a Mariana en ninguna de las principales necesidades de la pareja.

Mariana, era lo contrario, absolutamente madre. Al revés que el brusco de Florencio. Era una mujer sensual y seductora, una enamorada de la música, romántica, con ganas de ser amada y que la satisficieran. Una revolución en el amor, un encanto de señora, que sabía donde debían ir las caricias, y como distribuirlas para que parecieran aquellas consecuencias amatorias, aún más deliciosas.

Tuvieron dos hijos estupendos, que estaban siendo educados por dos caminos: el serio, sin márgenes, sin apego, con poca comprensión por parte del padre; la otra vereda: la amena, la cariñosa, edificante y tierna de la madre, que gracias a ella, los hijos en todo momento estaban amparados y consolados. 

 

Aquellos niños, habían regresado de unas minis vacaciones desde Londres, de donde solían ser enviados por aquello del perfeccionamiento del idioma y aquella misma tarde los esperaba el doctor Bernabé, para pasarles la rutinaria revisión médica a los recién llegados.

Trayecto y visita que hicieron acompañados de sus padres, Mariana y Florencio. Cada vez que los Valdeblanquez Bordíu, aparecían por la consulta de la Clínica, les recibían con una especie de devoción inusual, haciendo el recibimiento en los propios salones de la consulta privada, Don Bernabé Chulíes y su esposa Laura Villacoñosa. Preciosa enfermera y esposa del doctor, con una armonía para los enfermos, en especial para los niños, que brotaba fuera de lo común. Cariño exclusivo para estos amiguitos, Onofre y Eliseo, que ella misma había ayudado a su esposo el médico a traerlos al mundo.

Onofre y Eliseo formaban una fiesta, cada vez que se encontraban entre las atenciones de Laura, como si del cielo hubiesen caído los estados emocionales más divinos para un encuentro. Por su confianza, su familiaridad y seguridad al estar con ella.

Una vez recibidos, los papás quedaron perfectamente en la sala de espera y los dos niños, acompañando a Laura, siguieron el camino del gabinete de auscultación y control de salud.

Una vez revisado el estado general de los hijos de la familia Valdeblanquez Bordíu y entre tanto que el doctor preparaba los correspondientes documentos para entrevistarse in situ con los padres, Laura, les ayudaba a vestirse y acompañaba para que se sintieran lo más entretenidos posible, acercando a sus manos un par de caramelos, por si les apetecía degustarlos.

_ ¡No! _ contestó Eliseo, de forma categórica_, no nos gustan, ni nos apetecen

_ ¿Desde cuando, no te gustan los dulces? _ Preguntó extrañada Laura, con mucho tacto hacia el niño, viendo el nerviosismo que presentaba.

_ Te digo que ni queremos caramelos, ni regalos_, muy serio respondió de nuevo Eliseo, mirando a su hermano e interrogándole ¿Verdad, que no nos gustan Onofre?

_ ¿Qué ocurre Onofre? _ preguntó Laura_. Siempre os han gustado los caramelos y con mucho gusto os los he ofrecido, desde que erais bien chiquitajos. ¿Por qué este desprecio tan tajante? ¿Ocurre alguna cosa, que desconozca? _. Volvió a interrogar preocupada Laura, ya más en su papel de enfermera.

_ No es nada, Laura. Nos ha prohibido mi padre, que aceptemos nada, que esos detalles nos hace ser muy mal educados, y nosotros debemos obedecer a papá, para no vernos metidos en una indisciplina.

Aquella mujer, Laura, llenó los bolsillos de golosinas a los dos mozalbetes, sin perder la sonrisa y acariciándoles con aquel cariño, que tan solo puede distribuir una persona, buena y generosa.

_ Si quieres Laura, no se lo decimos a papá y será nuestro secreto ¡vale!_, asintió Eliseo, el más pequeño de los dos hermanos.

_ Decidle a vuestro padre, de mi parte, cuando se entere del regalo, que estos caramelos son como medicinas que os ha recetado Laura, que no es un regalo, que son medicamentos infantiles que entran dentro de la visita al médico.

Y que de seguir así, tendremos que llamarle a él, a Don Florencio, para pasar una revisión obligatoria de comportamiento, para que el propio doctor Bernabé, pueda recetarle algunos de estos estupendos medicamentos, que toman los mayores para ser más graciosos: caramelos medicinales sin azúcar.