miércoles, 23 de octubre de 2019

Juncal y desnuda.







La vi desnuda tras los ventanales,
cimbreaba, como cuerpo bello y fino.
Mostrando su epidermis sin atino,
cuando la lluvia ajaba en sus portales.

Mojada, espiga rubia con señales.
Tinta de agua, empapando el vellocino
de su perfil, que con su sibilino
tiemblo, me mantenía en los raudales.

Rubia, como cerveza apetecible,
muy granada, disímil sin atuendo.
Desnuda por aquel viento temible.

Espiga rosa de trigo, muriendo,
por la siega infernal irreversible.
Al decapitar tu cuerpo estupendo 









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