La
vi desnuda tras los ventanales,
cimbreaba,
como cuerpo bello y fino.
Mostrando
su epidermis sin atino,
cuando
la lluvia ajaba en sus portales.
Mojada,
espiga rubia con señales.
Tinta
de agua, empapando el vellocino
de
su perfil, que con su sibilino
tiemblo,
me mantenía en los raudales.
Rubia,
como cerveza apetecible,
muy
granada, disímil sin atuendo.
Desnuda
por aquel viento temible.
Espiga
rosa de trigo, muriendo,
por
la siega infernal irreversible.
Al
decapitar tu cuerpo estupendo
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