miércoles, 31 de julio de 2019

Capit. nº 17 – Hastiada de su marido, lo asesinó.–Historia: Cuarentena entre timadores






Laura Pinosa, se había aburrido de su marido y lo asesinó.
No quería penar cual mujer, maltratada y violada por un esposo que no merece ni el gozo de un coito a desgana.
No se merecía aquel castigo, al que le obligó su padre, por heredar unos acres de labrantío yerto, unos míseros olivos y dos centenas de terneros.

Desorientada por la fuerza del designio y la presión, de su falta de experiencia y detalles como, su juventud. Su lujuria sexual sin límites, que le evitaron pensar y comprender, olvidar al doncel, que le subía sus faldas y le bajaba sus bragas de la cintura.
Con ello mal ganar, un vicioso, puerco y marrano, digno de la cuadra mas infecta de su región.

Fue como todo en aquel tiempo, porque lo «“digo yo”», y no hay «más que hablar».
Si le gustaba bien, y si no, ¡pues a callar!, y obedecer, como tantas mocitas del entonces retrasado país. Lo normalizado, era subordinarse a sus mayores, y más cuando se trataba de conseguir aquel botín, que llevaría su hija, si se casaba con aquel “sinvergüenza”

Estaba todo decidido con mucha prisa, muy poco analizado por parte de Laura, y aun y así, se unieron en matrimonio.
Aquella joven, se había desposado a la fuerza y a ella; la anatomía del esposo, le daba un asco espeluznante. Sin hallarle parte digna de acariciar, ni tan siquiera el argumento desabotonado de Félix, la ponía libidinosa.

Jamás lo amó, y cuando trajinaba encima de ella, a la hora de fornicar, cerraba los ojos y su lujuria excesiva, la llevaba a pensar en las mejores escenas, vividas con Lucho, el joven de familia humilde que besaba sus labios, como los ángeles.
Aquel niño esbelto que en un principio, le “bebía los vientos” y rompía las vergüenzas mal llevadas, para hacerla disfrutar, cuando ambos retozaban al caer la noche, en el pasadizo del puente, junto al cañaveral.

Desde que comenzaron a vivir juntos, Félix y Laura, tuvieron diferencias, ella, procuraba no atraerlo, ni apasionarlo para que, no se le acercara.
Mostrándose con frecuencia—siendo mentira—enferma y descuidada para evitar despertar las ganas de meneo, de aquel trozo de carne asalvajada, del desgraciado personaje.

Empleado en el ayuntamiento de Yecla, como gestor, listero del cobro de impuestos de la Región Murciana, al que le iban las brutalidades en la cama, el desprecio por lo femenino y la disfunción.
Añadiendo a su ganduleria los peores vicios en el plano profesional y, su afición por las rameras y los hurtos específicos de dinero, joyas y valores.

Un misterioso y trágico personaje irreal, que mal aguantó aquella sumisa mujer, antes de matarlo. Con todo ello, tuvo que soportarlo durante veinte meses.
Pronto comenzaron los atropellos y las discusiones, mucho antes que Laura, tuviera dispuesta la exacta secuencia del accidente mortal, que preparaba para su Félix, al que quería quitarse de encima como fuera y al precio que costase.

Ese deseo de espiarle, le llevó a conocer el acto vandálico que tenia preparado Félix, con el robo del dinero de los impuestos que llegarían a Yecla, procedentes del Gobierno Central.

El atraco lo preparó solo, sin ayudas externas conocidas, que las tendría, llevadas muy en silencio y en secreto. Hasta que llegó la hora cero.
Aquella noche Félix Mondoño, iba a asaltar la caja de los efectos de valor del Cabildo.
Los guardias habían resguardado debidamente, las sacas de efectivo, llegadas desde Madrid, para el pago de salarios del personal, las ayudas de inválidos y pensiones para los retirados jornaleros de la alcaldía.

Desconocía que su mujer Laura, había observado como guardaba una copia de llaves de la puerta de aquel Consistorio, en una rendija de la despensa de la cocina, y ella, por la vigilancia a la que lo estaba sometiendo, imaginó que sería dar el golpe a la recaudación.
Entendiendo sería abordado en poco tiempo y con ello mantuvo observado día y noche a Félix, para atropellarlo en su propia indecencia.

No le pareció raro a Laura, que aquella noche, saliera tan tarde su marido. Algo le decía, que era el momento del robo y, disimulando, ni tan siquiera preguntó, al ver que salía sin despedirse.
Ella, conocía la cantidad de valijas que habían llegado a las arcas, del Ayuntamiento de Yecla, pero no asimilaba en que lugar las iba a depositar, caso que las hurtara todas, y con picardía, la propia Laura, lo siguió en su camino, para no ser sorprendida.

Subió a la terraza del Concejo, donde divisaba los ventanales de la lonja y al no poder llevar a cabo, su magnicidio desde la distancia, pronto bajó a su casa y se cambió de ropa, disfrazándose de hombre. Sin olvidar recoger el trabuco que guardaba el propio Félix en su casa, que usaba cuando iba de caza con su padre y un amigo tan andrajoso como él.
Cargó aquella carabina con postas nuevas, de las usadas para la caza del oso pardo, saliendo a la calle y acercándose entre las sombras, tapada con su capa, y tocada con un sombrero de flanco extenso, hasta la esquina del edificio del Ayuntamiento. Donde el asaltante, creía y confiaba, que sería aquella, operación del robo, una transacción limpia y muy rápida. Contando en que poseía Félix una copia, no lícita de llaves, conseguida de forma poco legítima.

Evitando la necesidad de forzar ni puertas ni ventanas, conocer el camino a seguir, sin casi alumbrado, por tratarse de su propio puesto de trabajo, y se lanzaron a consumarlo.
Sus adláteres eran su hermano y su padre, hombres regios y muy influyentes en Yecla, piadosos y honrados caballeros.
Disimulando el hecho y poniendo pruebas falsas para luego, confundir a los Civiles, que pensaran que, se trataba de un robo a la usanza de los bandoleros.
Entró al caer la noche y pronto, consiguió desvalijar las arcas, volviendo con una saca mediana de billetes de curso legal, sobre sus espaldas, tan confiado. Dejando el resto para sus ayudantes disimulados.

De buenas a primeras se escuchó una deflagración brutal, con disparo doble, procedente de aquella carabina de dos cañones, dejando a Félix, sobre la escalinata del acceso al edificio. Más muerto que su alegría.
Laura Pinosa, desdibujada bajó aquella capa y tapada con aquel sombrero negro, recogió una de las dos bolsas, la menos manchada de sangre, pero la mas nutrida de billetes, y con las mismas, y antes que sus compinches pudieran salir huyendo del lugar de los hechos, muy disimulada, pudo llegar a su casa sin que nadie la viera, ni relacionara y se acostó dulcemente.

Fue un escándalo, conocer que Félix, y sus parientes eran los ladrones de la Alcaldía.
Del botín se recuperó casi la totalidad de las valijas, excepto una parte del dinero contabilizado, que desapareció sin dejar huellas.

Jamás se supo quien disparó a boca de jarro, a Félix, que fue ajusticiado por algún avieso desconocido, posiblemente el que hurtó los billetes no encontrados.

Laura quedó viuda muy joven, con gran desconsuelo y desamparo y con los comentarios que la gente le regalaba, buscó un destino lejos de su Yecla natal. Embarcando en la Hembra, que era una de las naves españolas de las tres Marías de Cartagena. Las famosas: La Doña, la Dulce y la Hembra.








To be continued









Lugar de privilegio: Librería Serret Valderrobres

En próximo día 16 de agosto 2019, presento con mucha ilusión, mi nuevo trabajo, en uno de los "pueblos más bonitos de España": 

Valderrobres.


El lugar es especial y así lo considero, porque no podría tratarse, en lugar más especial. La esquina más «literaria» que conozco, en este Matarraña entrañable, que tanto me ayuda a pensar en los temas que después presento, ensamblo y escribo. Me estoy refiriendo a la: Librería Serret.


Se trata de mi nueva Novela: Crimen Dudoso, dónde te espero para saludarte, y dedicarte un ejemplar. Con la inestimable ayuda de Octavio.

En ese marco extraordinario, del "Vértice Cultural" de su librería, lugar que sin dudar, se puede catalogar como "El cantón literario de Valderrobres", y lo digo basándome en el cumplimentado de sus estanterías, con las mejores novelas de cuantos autores, podamos imaginar. Conocidos famosos, actuales con prestigio y los que no lo somos tanto.


Crimen Dudoso, no te dejará desilusionado, porque trata de cuantos problemas llenan a las familias, con sus envidias, sus tramas, sus desilusiones y sus deseos no confesables.

Sin hacer spoiler te diré que: 
A Irene, la encuentran muerta, desnuda sobre su cama, después de más de cuarenta y tantos días pudriéndose sobre sus sábanas. Después de haber tenido una discusión feroz, con la esposa de su amante, que ya no tan joven, comienza a perder los papeles de su existencia.


Relato donde se evidencian las decisiones, acertadas o erróneas, que alguno de nuestros antepasados asumen y sin expreso conocimiento, deciden y quedan marcando para siempre, las vidas de los infelices herederos que se las encuentran sin quererlo, como legado de futuro. Aunque no les parezcan las más acordes ni convenientes.


Tienes una novela esperándote para que la tomes con tus manos y la leas, la analices y la disfrutes. Si la compras no te arrepentirás, y a nosotros los autores desconocidos, nos ayudarás a poder seguir explicando cuentos, verdaderos a veces y falsos en ocasiones.





Gracias:
Emilio Moreno










martes, 23 de julio de 2019

Curso de Canto Elvira Hidalgo - En el Castillo -


El día echaba fuego por el calor y aún y así el personal de Valderrobres, aquel al que le encanta la música de verdad, se arremolinaba en el patio de Armas del Castillo de Valderrobres. 



La organización y —hay que decirlo—, funcionó a las mil maravillas. Se habían encargado inclusive en reservar los asientos para los interesados en asistir a la muestra y habían previsto desde su interés, su plaza en las salas majestuosas del Castillo de Valderrobres. 



La duración del evento fue intensa y el público encantado no se movía de sus localidades. 
Cada uno de los actuantes, tanto mujeres como hombres conocían su cometido y salían solícitos al escenario sin presentación previa, ya que al entrar y muy bien pensado, se le entregó a cada espectador un guión de actuación, el que se cumplía con la exactitud de un reloj bien ajustado. Y comenzó el espectáculo.






                    



Elisabeth Martí, la coordinadora de todo el meollo, hizo las presentaciones al respetable que llenaba la majestuosa Sala del Castillo y, junto a la profesora Anna Feu, directora del curso de Canto Elvira de Hidalgo, fueron quienes pusieron al corriente de lo que se iba a disfrutar en breves instantes.



Una reunión de alumnos junto a unas partituras y unos profesores, entrenando, consiguiendo trucos de escena, formas de respirar, dibujos presenciales sobre el escenario, interpretación artística y formas de acceso a cada una de las canciones interpretadas. Lo que se conoce como instrucción y aprendizaje con los profesores del Curso.



                    






No voy a descifrar punto por punto, como se desarrolló el evento, porque sería muy aburrido, el leer todo mi fraseo. Por lo que deberíamos pasar directamente a las fotos y a los vídeos que se tomaron en el transcurso de las actuaciones.



Lo razonable por parte del que hacía la película, fue hacerla con un cierto disimulo, debido a que no es posible molestar a los actuantes sin más.
Por ello, la calidad de la película no es de Trade Mark, pero sí da una visión más clara de lo bien que cantaron los protagonistas.





                  






Dar las gracias a tan ejemplar esfuerzo, para que los amantes de una localidad alejada de las capitales punteras, tengan el privilegio que Elisabeth Martí se empeña en que disfrutemos. 









Así que desde aquí enviarle nuestro agradecimiento por el esfuerzo que hace en que sucumban todas las fuerzas vivas de la música en un eje central y ese punto sea el Castillo de uno de los pueblos más bonitos de España.





Desde aquí nuestro agradecimiento a profesores, alumnos, coordinadores y personal que hace posible el magno evento, sin olvidar a los asistentes que de una forma real refrendan ese esfuerzo que hacen los actuantes.







Emilio Moreno
emiliomorenod.blogspot.com










lunes, 22 de julio de 2019

Estaba en Bavia y desperté, en la Luna.




Ahora en estas fechas, se habla mucho y bien; de la llegada del hombre a la Luna, y según exhuman y dicen aquellos, que apuntan y todo lo recuerdan, que justo ahora es el aniversario.

¡Tan solo ha pasado medio siglo! ¡Se dice fácil!

Mi memoria me lleva de nuevo, al advertir tantos comentarios, a revivir aquella época, un tanto caducada. Remontándonos media centena de años atrás. Fue un mes de julio del año 1969, cuando comenzaron, a publicitar con orgullo y éxito, que unos americanos pisarían la Luna por primera vez.

Una hazaña, casi increíble, que sería uno de los comienzos del gran cambio que la sociedad iba a emprender.
Creo que cuando el cohete se posó en la superficie lunar, fue el 21 de un caluroso julio, del año sensual del sesenta y nueve. Cuando sonaba la popular canción de los The Archies: Sugar Sugar
Cuando medio mundo quedó anonadado por la noticia y, a muchos de nosotros, nos costaba creerlo, por la inmensidad de limitaciones que teníamos en este país. «¡Han llegado a la luja!»
Comenzando por la tan añorada «democracia», que de momento aún, no la conocíamos muchos de nosotros. Ese era uno de los retrasos de nuestro pueblo, cuando otros ya pisaban la Luna.
Realmente y es penoso decirlo. No sabíamos que era ese vocablo. “democracia”, que significaba, y en que medida a nosotros nos afectaba.
Aquí todo era más cuadrado, más pecado y menos sincero.
La mitad de los habitantes de la nación, entre las muchas privaciones, que soportaban, carecían de teléfono y televisor en sus hogares, y tan solo unos pocos podían darse el lujo de poseer un modesto automóvil utilitario.
Otros sin remedio; abandonaban sus pueblos, a sus familias y sus casas; muy a la fuerza, para ir a buscarse la vida fuera de nuestras fronteras, para poder comer. Encontrar un puesto de trabajo.

¡No lo invento! Es realidad.

Es por ese motivo, que a muchos de nosotros, nos «chocara», tanto la “Hazaña”. Esa de llegar a pisar la luna y que nuestras vidas siguieran tan grises como antes.
«En este tiempo y, en ese caso», comenzaban a despuntar, tantos jóvenes, como el que suscribe este relato, y a entender; lo que es en «Sí» el propio Rock and Roll, —por llamarlo de alguna manera—que nos venía encima, para no poder frenar a partir de ahí, todo el ritmo de cambio que se avecinaba.
Se iniciaba, una etapa preciosa. ¡La juventud!
A suspirar por sus momentos y ambiciones, «muy pequeñas en aquel tiempo», pero agradables.
Comenzaba, despacio pero soterradamente la libertad. Para nosotros; casi todo estaba prohibido o, era pecado mortal.
De ahí, que me dejara una huella tan marcada, esa efemérides. Por lo que tenía de sobrenatural en aquellos momentos y más; por la repercusión que tuvo.
Aún recuerdo con agrado, la cara y los gestos de mis abuelos, que lo encontraban como un mal presagio, un atrevimiento, una barbaridad, y repetían que «seríamos nosotros, los que provocaríamos el fin del mundo»
En mi pensamiento profundo, he de reconocer que, imaginé en mi ilusión y no; en pocos momentos, que era yo el astronauta.
El que pilotaba aquel Apolo XI, y que hubiese cambiado mi vida por la de Neil Armstrong.

¡Bendita ilusión!

Que osada y agalluda, era la muy ingenua fantasía. La propia, la personal, la del soñador incipiente, que fui.
Dada nuestra juventud, quedamos anonadados con el logro, considerando héroes a los tres hombres que pisaron el satélite femenino por antonomasia.

Mi Luna.

« ¡Bien; lo sé!»

Fueron tan sólo dos humanos, los únicos que pisotearon aquel suelo lunar.
El señor Michael Collins, se quedó en la nave por si no pasaba ningún taxi para la vuelta.
Después han pasado muchas cosas, que repercutieron también en nuestros destinos, pero quizás, no con tanto encanto, como el dejar «Como dice el refrán» —de estar en «Bavia, completamente despistados; para llegar a la Luna de Valencia»


Un abrazo para todos los lunáticos, que creo; somos muchos.