domingo, 31 de diciembre de 2017

Los Magos traen_Un delantal, un lapicero y una flauta_



En aquella familia, como en muchas otras; no podían gastar en juguetes y presentes. Ni tan siquiera despilfarrar la fantasía más natural, que tienen los chiquillos en los orígenes de sus ilusiones. Justo les llegaba para mal comer. Impensable invertir en chirimbolos y trebejos para las fiestas navideñas y los Reyes Magos de Oriente.
No podían abastecer ningún capricho con los caudales que disponían, más allá de lo que era preciso y necesario para alimentarse. Dos adultos y tres chiquillos en edades de su mas tierna infancia.
Sólo existía un sueldo mísero en aquella familia y a pesar de los milagros que conseguía la madre, con los diez peniques que el marido le entregaba los sábados. De ningún modo se hartaban en las viandas reglamentarias, ni mucho menos se satisfacían en los nutrientes.
La comida justa para los niños y los mayores pues a verlas venir en tantas ocasiones.
Tanto era así que los zapatos pasaban de hijos mayores a los más pequeños y la ropa de vestir la hacían durar hasta que se transformaba en un símil de papel de seda, por la pérdida del grosor de las fibras.
Rezando a Dios, para que les conservara la salud, ya que de ponerse enfermos, todo se esfumaba. La felicidad, la alegría y en ocasiones hasta la vida.
Aquellos padres, seguían enseñando a sus hijos con devoción dentro de las dificultades, sin perder las tradiciones y enseñándoles los valores que debían asumir. Inculcándoles motivos y razones para que ellos conservaran intactas sus emociones, ilusiones y anhelos.

Aquella tarde el papá y la mamá de los niños, se sentaron junto a ellos y les propusieron con mucho amor que, entre todos escribieran la carta a Papa Noel y a los Reyes Magos.
Manuela de siete años, la niña mayor solicitó a Papa Noel, o en su defecto a los Reyes de Oriente; un delantal de color rojo, con grandes bolsillos para poder usarlo, cuando ayudaba a mamá en las labores de la casa.
Críspulo de cinco años, el único varón y el mediano; quiso dejar claro en la carta, que prefería un balón de fútbol, pero si se les agotaba en el reparto y se quedaban sin existencias, que le dejaran a los pies de su cama, un par de lapiceros y un cuaderno, para poder dibujar imágenes bonitas, escribir cuentos de hadas, y plasmar viñetas de los tebeos.
Paquita la más chiquitina, la de tres años, apenas sabía lo que pedir, sin embargo siguiendo los consejos de su mamá, solicitó a los Reyes o a Papa Noel, le regalaran una flauta mágica para hacer todo el ruido posible y así seguir llamando la atención de sus hermanos. Después de muchas deliberaciones y deseos llevaron la carta y la depositaron en el buzón de la plaza, aquel rollizo de color amarillo que haciendo esquina con las tres calles, servía para recoger el correo de la zona.
En la noche de la Navidad, cuando llegó el trineo arrastrado por el Reno y el barbudo de cabello blanco y su saco medio lleno, aquella chiquillada dormía plácidamente, esperando que no pasaran de largo los regalos que habían soñado.
Encontrando al día siguiente, sobre las mesillas de noche de cada cual, dos caramelos y una nota de parte del barrigón del traje rojo, llamado Sant Klaus, que les decía:

No habéis sido los únicos niños que se quedan sin obsequios en esta fecha. Hemos dado preferencia a los enfermos y a los huérfanos, todos los demás, deberán esperar al día 6 de enero. Festividad de la Epifanía y celebración de la llegada de los Magos a Belen.
Los muchos niños__ seguía diciendo la nota del Santa__, que habían pedido lo mismo que vosotros, se han quedado también sin felicidad por la falta de existencias. Todas repartidas a lo largo del camino que tenemos establecido.
Por lo que yo mismo, vuestro Santa Klaus, dejo nota clara a Melchor, Gaspar y Baltasar, para que el día de Reyes, podáis recibirlo en el lugar donde lo habéis solicitado sin excusa__

Manuela, Críspulo y Paquita, cogieron las golosinas y mirando a sus papás hicieron un disimulado gesto de insatisfacción, al mismo tiempo que suspiraban y se comían uno de los dos caramelos.
El papá le preguntó a Manuela, que les había parecido la decisión que tomó Santa Klaus y la niña sin cortapisas contestó__ Cada año nos pasa igual, papá, siempre se les agota lo que nosotros pedimos, pero también entendemos que hay muchos niños más necesitados y no siempre se pueden conseguir los detalles que deseamos.
__ Así me gusta Manolita, que seas buena niña__ le comentó su papá, mientras le besaba el cabello y la animaba a esperar hasta enero.
Críspulo, se acercó a la madre y le ofreció el segundo caramelo, para que ella lo pudiera saborear, viendo que no le habían dejado ni un dulce y diciéndole__ Manuela, también le dará a papá la chocolatina que le sobra.
Paquita, que se coma las dos, es muy chiquita y no se entera__ aquella mujer, abrazó al hijo con extraordinario cariño.
Desde esa fecha hasta la noche de Reyes, la mamá cosió de un retal de tela roja, un delantal precioso con grandes bolsillos, que dejó preparado para el momento por si los Reyes quedaban nuevamente sin cachivaches.
Con grandes esfuerzos, el papá explicó en el taller donde labora, a sus jefes, la situación que tenía y éstos le suministraron al Santa Klaus, un lápiz de dos colores y un cuaderno con el logotipo de la alfarería donde trabaja, para que lo cargara en el trineo con destino al niño.
Además de construir para la menudita Paquita, con sus propias manos una flauta de caña, a la que tan solo le sonaban tres notas y que el anciano del cabello blanco y el reno potente, dejarían sobre el camastro de la chiquita Francisca.
Cuando llegó la noche del cinco de enero, aquellos mozalbetes, dieron las buenas noches a sus papás y se retiraron a descansar, pensando: en el caso de Manuela__
Melchor al que había solicitado los regalos Críspulo, se haría el despistado y Gaspar tampoco traería la flauta enigmática para su hermana.

Durmieron amparados por los Ángeles Custodios y en la mañana siguiente, los tres vieron que sobre la colcha de sus camas, tenían sus regalos, perfectamente visibles.
Con una nota el delantal de Manuela que decía__: Ha de ser el comienzo de tu futuro, persigue siempre lo que deseas. Es la única manera de lograrlo, persistiendo y creyéndolo. Lo firmaba el rey Baltasar. Dándole las gracias a todos los hermanos, por haber dejado pan duro y agua para sus camellos.
Sobre la cama de Críspulo, estaba el lapicero reluciente y el cuaderno de tapas amarillas, con unas letras del Mago Melchor de Alejandría__: Balón no ha podido ser, excusas no te pongo__ siguió escribiendo Melchor__, pero los lápices y el cuadernillo, ahí los dejo. Implementalos de claras letras y cuenta todo aquello que veas y, a los demás se les pasa por alto. Igual ahora no me entiendes, pero llegará el día que comprenderás el por qué, no tienes el esférico y si una palanca en forma de lápiz, con el que habrás de mover tu mundo.
A Paquita, la tuvieron que despertar. Ya no se acordaba que había pedido una flauta mágica. Cuando reaccionó, sopló por aquel instrumento de caña y sonó la nota “Do” y entusiasmada, dio las gracias al Mago Gaspar, el más rubio de los tres orientales.

El tiempo transcurrió y el destino trabaja sin excusas ni zarandajas. Aquellos niños sencillos tan bien educados, son hoy personas de bien, que siguen recordando a sus papás y aquellos misterios de la noche de los Magos.

Manuela, fue galardonada con el gran premio de cocina y tiene mil estrellas “Pucherín”, regenta su propio restaurante y siempre recuerda aquella noche mágica, y el delantal con grandes bolsillos, que la hizo tan feliz, junto a sus padres y hermanos. Ahora es una persona que además de ser sencilla es una excelente cocinera, dando de comer unos platos extraordinarios y suculentos.

Críspulo, con aquel lápiz de dos colores y el cuaderno de la Alfarería, ha llegado a ser uno de los periodistas más encumbrados de Latinoamérica y además sus novelas policíacas son reconocidas por los grandes amantes del gremio y entusiastas de la novela negra.
Reconocida su valía en todas partes. Apoyando al equipo de fútbol alevín de su barrio y siempre explicando el maravilloso milagro de aquella noche de los Magos, que vivió junto a sus padres y hermanas.

Paquita, ahora Doña Franceska, cursó la carrera musical, llegando a tocar en la Orquesta de violines y clarinetes de Macedonia en el Este Europeo, licenciada y reconocida de fama mundial, fue profesora de canto de una soprano exquisita que tuvo este país y reconocida persona amable y precursora de una entidad que vela por los niños.
Todos ellos conservan en un lugar privilegiado, el delantal , el cuaderno y la flauta de caña. En el corazón y en el recuerdo.











viernes, 29 de diciembre de 2017

Tan desnuda me visita



















Leyendo, escribiendo pensando.
Es como puedo desnudarte.
Todo el tiempo desgranando,
presintiendo por ti, amándote.


Con sencillez, toda hermosura,
imaginarte tus achaques
en mis momentos de ternura.
Amando todos tus ataques.


Tan esbelta y tan caprichosa,
a veces vestida de rubio
o tan desnuda, muy dichosa.
Eres así, con mi disturbio.


Voy a llamarte y no te asombre.
¡Es toda mi declaración!,
y quede tu agradable nombre,
declarándolo: ¡Inspiración!










martes, 26 de diciembre de 2017

También hay tristeza en Navidad

                   
Aquel hombre se marchó. Abandonó a su familia. Desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. Solo y sin decir nada, sin despedirse de su mujer ni de sus hijos y el tiempo borró su imagen. Los meses y años consiguieron un destierro final, consiguiendo olvidar todo su vestigio, el recuerdo de su estampa.
Sus hazañas si las tuvo, nadie quiso hallarlas y para todos quedó derogado como la indiferencia disipa las agrias acciones. Nadie le nombraba, muriendo en la reflexión y en la cotidianidad de las gentes de aquel lugar.
La distancia y los años transcurridos hicieron que la memoria se debilitara definitivamente, quedando aquella tragedia de niños pequeños abandonados en el baúl de las incidencias.

Los hijos crecieron con el cariño de la madre, y siguieron establecidos en la villa, como buenos individuos. El mayor se hizo dependiente de la ferretería y la menor, cuidaba los chiquillos de la única guardería que existía en la zona. La madre serena, siempre acompañada de los suyos; siguió viviendo de su trabajo, como hacen las mujeres comprometidas y capacitadas.


                      


Fue aquella Navidad, la del año 1980, una vez todo estaba dispuesto para celebrar esos días de encanto, que normalmente acaudillan esas fechas, cuando llegó el misterio.
Las luces de las calles dispuestas y luciendo, los comercios repletos de gentes que compraban los regalos que aún faltaban, para regalar a todas aquellas personas queridas, que todo el mundo reserva.
Cuando en aquel pueblo, se escucharon las primeras voces, sobre la llegada de un conjunto de artistas flotantes, que amenizarían con sus saltimbanquis, contorsionistas y domadores de fieras, a toda la comunidad.
Un circo extraordinario, famoso en el mundo entero, venido de la ciudad más prestigiosa de la comunidad portuguesa.
En ella y en el ámbito de la agrupación, viajaban grandes figuras de la farándula, de la canción coplera, humoristas con números muy chistosos.
Un bufón muy triste y a la vez muy hilarante, con alto poder de convicción y maestría, que tanta había sido su fama artística que, todos querían disfrutarle en su magnifica actuación.
Un charlatán amaestrado por un mono muy peludo, que dejaba entredicho, quien era más cauto, si el simio o el que lo amansaba y un domador de tigres y leones, que invitaba a su pareja a entrar dentro de la jaula desnuda completamente, para dejar a las fieras agresivas sin carácter, desvanecidas ante la belleza de la dama que accedía dentro del enrejado.
Todos los del lugar tenían sus entradas para poder disfrutar de semejante representación. Abarrotado estaba el circo, en la tarde de aquella Noche Buena.
Los elefantes, las cebras y gacelas recorrieron por la pista central haciendo cabriolas para cuantos les veían. Los trapecistas volaron por los aires dejando un halo de valentía y destreza jamás pensado y aquellos leones no tuvieron que desnudar a las damas adiestradoras en su devenir, puesto que ellas ya accedían sin un solo trapo dentro del vallado para las fieras.
Se hizo un mutismo antes del preludio musical, para recibir al gran Lucio, el bardo que iba a hacer disfrutar a tantos y tantos espectadores que se encontraban en las gradas del circo. Se acercó al micrófono y comenzó presentándose con su nombre artístico, para acaudalar si cabe más la atención y sin más preámbulo dejó atónitos a los oidores.
__ Quiero contaros hoy una historia real, un suceso que me pasó hace ya unos cuantos años. Una de tantas hazañas nefastas de las cuales me han seguido a lo largo de mi escarpada vida. De la cual jamás me he podido recuperar, ni he podido atinar por la repercusión de mi conciencia.
Abandoné a Luisito y a Charo, en una fecha como ésta, Noche Buena, poco antes de bajarles del árbol de Navidad, aquellos regalos que les habíamos preparado con sumo cariño; Ataira, mi mujer y yo.
Sin mediar palabra, sin decirles el por qué; me marché y no tuve la valentía de decirles ¡Adiós!__ hizo una pausa, en el relato, porque parecía que el rodar del mundo se había detenido y continuó desgranando aquella perorata.
__ He esperado hasta hoy, desde aquí para intentar explicarles el motivo de mi sedición y cobardía y veo que tampoco tengo valor, ni excusas para poder alegarlas en favor de mi persona. Solo les diré que sigo pagando la condena de su ausencia, de sus caricias y de sus personas. Imaginando que a ellos no les importa nada, tras las dificultades que habrán pasado en tantos lustros de abandono y desinterés y porque no podía ser de otra forma__ sereno, comedido y atrevido miró alrededor de las gradas para acabar su actuación diciendo:
__ Hace unos años, un día como hoy, en el día de Nochebuena, abandoné en este pueblo a Mairata, Luisito y Charito ¡Que Dios me perdone!













lunes, 25 de diciembre de 2017

Hoy vuelve a ser Navidad








Hoy es navidad
otra vez llegó
con puntualidad
no me sorprendió.

la prosperidad
que siempre auguró
en privacidad
te la cuento yo.

Mi sinceridad
y su flor pasó
en la inmensidad
ya no prosperó.

Hoy es de verdad
mi dulce canción
es simplicidad
mi interpretación.

La felicidad
es una ilusión
llena de bondad
e imaginación.

Pasó Navidad
otro tren marchó
no es casualidad
sigo en la estación.







lunes, 18 de diciembre de 2017

2017 Felicitación de Navidad y año 2018





Creo que no lo recordáis, todo aquello que os departía el pasado año, en mi dedicación de diciembre.
Es muy normal. Vamos con una velocidad punta que escandaliza. En ocasiones nos hablan y no atendemos, con dificultades escuchamos, no queriendo perdernos, la noticia que dan por radio, o el comentario, que desde la ventana intentamos advertir, sin suerte. Pero que más da. Si encima, creemos que podemos rebobinar en cualquier momento. ¡Eso es lo que creemos!

De pena es la vida que nos ha tocado llevar, pero nadie. Ninguno ponemos la alarma, ni tratamos de ponerle fin. No nos da tiempo, esto va que se las pela ¡Vaya mierda! Si voy a llegar a mi vejez mas acabado que el biberón de tarzán.
De nuevo veinte y tantos de diciembre, y cómo me ha pasado el año, que no me he dado cuenta, que poco he pronunciado la palabra “te quiero” Igual no la he dicho en todo el año. Igual me equivoco y, ¡Sí! la he dicho, tan a lo distraído que no sé bien a quien la dirigí. ¡A esto le llaman vivir!
Tanto es el desquicio, que igual vas al cine de estreno, y al tiempo lo vuelven a pasar por televisión como película de estreno. Sabes que la has visto, pero ¡joder! No sabes de que va la trama, ni como acaba.
Tu recuerdo te envía flashes de reconocimiento pero, si te interesa, has de quedarte frente al televisor para verla acabar.
Salvando las interrupciones que mientras se suceden a lo largo de la proyección.

__ Hemos sufrido este año__ pensaba para mis adentros.
Al mismo tiempo que me re contestaba a mí mismo
__ ¿Y los momentos de risa y alegría que hemos disfrutado?
__ quise convencerme a mi mismo. No es posible, que se me haya escapado el diecisiete como lo ha hecho. Me quedan más de la mitad de proyectos en la cartera, pendientes de resolver y a la vez que me pregunto

 __ ¿ Qué es lo que he hecho durante estos meses? ¿Dónde he estado?

__ Si no me he enterado, ¡algo me pasa!, puesto que hacer las cosas las he hecho. ¡Vaya por lo menos noción de que las he llevado a cabo, sí lo tengo. Me da miedo.
__ Podría preguntarme de nuevo, sin la posibilidad de errar.
¡Como lo hace el gran compositor Conquense, mi amigo Perales en su canción!
__ ¿y cómo es? ¿Qué hice a finales de enero?, ¿A quien conocí este enero? Y en los meses siguientes, que alegrías tuve, que las tuve y además no las cambio, que lugares visité, con cuantos amigos departí con alegría y lo disfruté…

Me quedo dormido en cualquier sofá, entre las dos y media y las tres de la tarde, tras la ingesta, sea frugal o sea cuantiosa. Nada me hurta el cerrar los ojos, y pasar de quien esté conmigo. Es más vigoroso ese sueño, que yo mismo. Luego llega la hora de dormir y nada de nada.
Ojos abiertos como platos y de sueños, los que llevo en el subconsciente, sin cumplir y cada día con más dificultades para que se me concedan.



A parte de todos los disturbios que os he contado, que si nos ponemos a despejar prioridades, con seguridad me quedaría sin apenas quejas, dado como ha sido el devenir del año.
Reconocer que lo que más necesito y lo que más demando al cielo. Es salud. ¡La salud que no falte! Cualquier otra cosa puede ser más floja, si cabe pero el que estemos buenos, que Dios nos mande la salud a todos nosotros es algo que no echamos en falta hasta que no la tenemos.

Por ello os felicito en estas fiestas tan aparatosas y que cada año se hacen más débiles por las leyes de la vida.
Os deseo las mil y una ilusiones y que acompañadas de un paracetamol, aspirina o pomada de las rozaduras podáis llegar al diciembre del 2018, que para entonces ya me encargaré yo mismo de que esa dicha continúe por tantos años, como Dios disponga.






Los niños, vienen de París



La costumbre de Don Antonio, para con sus nietos era: contarles cuentos, historias y anécdotas, para mantener a raya a sus “dos balas de cañón”, hijos de su hija.
Unos niños traviesos como nadie podía imaginar y con unas imaginaciones tan fuera de aquel tiempo en que les tocó vivir, que cualquiera que se hubiese puesto a analizar aquellas andanzas, hubiere creído que aquellos dos zánganos venían avanzados a su globo y que no pertenecían a la misma tribu.
Por lo que Antonio, supo muy a prisa que es lo que les calmaba, qué les frenaba en la inquietud, a aquellos dos malandrines que albergaba a diario, consiguiendo su quietud y atención.
Tanto lo supo idear, que fueron los dos niños, los que le pedían con frecuencia al abuelo, les contase alguna de las mandangas que les llenaban de ilusión y de ingenio.
Por ello esta hazaña la contó mi abuelo materno, Don Antonio y ahora al cabo de los años, quiero dejarla aquí, reafirmada para que no se pierda olvidada como tantas andanzas bonitas, reales unas y, otras no tanto, que se suceden y que se desvanecen por la falta del recuerdo.
Por tantas y tantas prisas diarias y por la ausencia de hablar entre nosotros y no compartir más a menudo detalles, cuentos y explicaciones baratas.
Creyendo que después habrá momento. Con lo que al final se olvida y jamás se manifiesta.

Erase una vez que se cumplió un deseo imperceptible, imprevisto y bondadoso que nadie podía imaginar, antes de la fecha en que se materializó.
Todo sucedió alrededor de la zona del cauce del Llobregat, uno de los ríos que desembocan en el mediterráneo, justo en lo que ahora es el Delta, y que se encuentra muy cerca del aeropuerto de Barcelona, entre el Prat y Sant Boi.

Los muchachos miraban a las nubes, esperando que una cigüeña blanca, volara sobre sus cabezas aquella tarde, sin perder el tiempo y se detuviera en uno de los tejados para entrar por una de las chimeneas y entregar un atillo que llevaba la gran zancuda.
Esperando que alguien de la casa subiera a las nubes, a por la recién nacida.
Tan preciosa muñeca llegada en semejante valija fuera acariciada y que sus papás la cobijarían y le pondrían de nombre: María Rosa.
El alumbramiento de su niña que esperaban aquellos padres que residían en la calle catorce y que a todos los rapaces de la barriada menores de diez años, nos habían hecho creer que, los bebes venían de esa tesitura.
Traídos desde París, en las garras de un ave grandiosa, para contento de sus papás. Bendita imaginación la de nuestros mayores, para evitar la primera verdad, que deberíamos conocer. Así decían ellos, venían los niños a sus casas, desde París traídos por una cigüeña blanca de patas rojas.
Así nos informaron a nuestra generación, sobre cómo parían las madres a sus hijos.
Al poco se escucharon unos lloros muy fuertes en la casa de María Rosa.
El abuelo nervioso, nos dijo sin más__ ¡Ya ha nacido!
Ante nuestra mirada desalentada en preguntar y por donde ha pasado el gran pájaro, también se adelantó y manifestó benigno, regalándonos un caramelo de miel__ No hemos visto pasar a la Cicogna, la cigüeña, pero la niña ya nació. Son muy rápidas y a veces van como los rayos.
Pasados los años, no hace tantos, uno de esos muchachos, estaba en el papel del yayo Antonio, ocupaba el empleo del abuelo y recordaba aquel cuento, que dejó mella en su piel.
Sin cigüeña, sin chiquillos en la calle, sin historias que contar a nadie, porque nadie escucha.
La única verdad, que también nació una preciosa niña llamada Anna, que rompió a llorar como antes lloraban los nacidos, pero con más comodidades.

__¡Fíjate pensó__ Desde el cielo mi abuelo, me recuerda que en el chaleco, llevo unos caramelos de miel y a mi alrededor unos niños aburridos esperan que les cuente el cuento de la Cigüeña y la nena.






domingo, 17 de diciembre de 2017

La voz de los Poetas "Veus de Poetes"




La pasada tarde noche del sábado 16 de diciembre del año en curso 2017.
Se celebró en el Centro Cultural de Sant Boi, una velada oral de poesías y representación visual, entre los componentes de las Veus de Poetes de la ciudad y dos de los más reconocidos oralistas de Europa, los auténticos Marçal y Pedtrals, a los cuales desde aqui les agradecemos su condescendencia y su gentileza, al venir a nuestro pueblo sin la mas mínima condición.

Como comprenderéis mis palabras y mis letras sobran, tan solo queda ver las fotos y disfrutar de todo lo que se regaló en el espacio y en el tiempo, por la sutileza y el buen hacer de los dos invitados. Agradecer a todos los componentes del grupo de Poetes, su arte y su presencia en tan magnifica velada.


Poemas de una exquisita composición por parte de mis compañeras de Voces, que normalmente hacen un trabajo extraordinario, siempre que recitan, dado que su clase su gracia y su experiencia son sinónimos de la gran clase que atesoran. Aqui las voy a colocar en el estante que les corresponde por su gran humanidad y por su entonación con el mundo del arte y del recitado.













Gracias a todas las poetisas, que con su arte riegan el ingenio a los amantes de las letras y que son las responsables de llevar ese sonido agradable que producen las sílabas bien unidas y que son equidistantes al oído para poderlas saborear de tantas y tantas formas como lo hacemos aquellos que el verbo, es un valor imperativo.



lunes, 11 de diciembre de 2017

Con una estrella soñando o, quizás fuera...



Me quedo con el gusto de tus labios__pensaba mientras conducía su Chevrolet Delivey, rojo del sesenta__Lo iba imaginando en su subconsciente creativo y diverso.
A la señora Martha no la conocía en persona.
Es cierto que había mantenido con ella, unas conversaciones por teléfono desde la lejanía y había nacido cierto “feeling” entre ambos.
Una relación amigable sin que entre ellos mediara posibilidad de verse, un repertorio de coincidencias entre aquellas dos personas que se caracterizaba por ser muy positiva, sin explicitar qué elementos intervinieron para trasvasar y convenir en tantos puntos de vista. 

Jamás la había tenido delante en persona, ni existía la posibilidad de verse desde lejos. Imposible, mediaba un par de Océanos entres ellos.
No fijaba su estatura, ni su enjundia, jamás había estado departiendo a su vera. El pensar que la pudiera sujetar entre sus brazos, era algo ficticio, tan irrealizable, como trazar una carretera entre dos islas.
Ni tan siquiera sabía como era el olor corporal que desprendía.


Para poder seguir leyendo todo el relato, pincha en el link de más abajo y podrás disfrutar de una histroia que te hará sudar, aunque no seas caluroso.


https://emiliomorenod.blogspot.com.es/2017/12/sonando-con-una-bellida.html





Soñando con una bellida



Me quedo con el gusto de tus labios__pensaba mientras conducía su Chevrolet Delivey, rojo del sesenta__Lo iba imaginando en su subconsciente creativo y diverso.
A la señora Marta no la conocía en persona.
Es cierto que había mantenido con ella, unas conversaciones por teléfono desde la lejanía y había nacido cierto “feeling” entre ambos.
Una relación amigable sin que entre ellos mediara posibilidad de verse, un repertorio de coincidencias entre aquellas dos personas que se caracterizaba por ser muy positiva, sin explicitar qué elementos intervinieron para trasvasar y convenir en tantos puntos de vista.

Jamás la había tenido delante en persona, ni existía la posibilidad de verse desde lejos. Imposible, mediaba un par de Océanos entres ellos.
No fijaba su estatura, ni su enjundia, jamás había estado departiendo a su vera. El pensar que la pudiera sujetar entre sus brazos, era algo ficticio, tan irrealizable, como trazar una carretera entre dos islas.

Ni tan siquiera sabía como era el olor corporal que desprendía.
Aún menos; la había mirado a los ojos de gacela bondadosa que mostraba en las fotografías.
Las risas nerviosas, los milagros imposibles, las ilusiones baratas, era quizás lo único que los acercaba, porque además no había derroche de malos entendidos, ya que cada uno vivía de sus días, de sus vidas y de sus cuitas, por lo que si en las charlas se emitían detalles no exactos o hipócritas, quedaban sin contexto.
Como no había rasero para medir, ni existía la comprobación metódica, todo quedaba deshilvanado como deslumbramientos irreales.

Torcuato la codiciaba cada noche en sueños. La tenía como si fuera suya, tan solo de su propiedad, sin compartirla.
Tan asumido tenía aquel laberinto amoroso sin salida, que jamás se había planteado contarlo. Ni tampoco a ella misma, le manifestó en momento alguno que bebía sus vientos.
No le apetecía tener prisa, quería saborear aquellas sensaciones anormales que le abordaban privadamente.
Cuando pensaba e imaginaba la curva de su cintura, la esbeltez de sus pechos, el jadeo en sus orgasmos, el aliento amanzanado que tuviere, o la redondez de sus nalgas sedosas, las que equidistaban no demasiado diferentes de sus piernas depiladas. Lo ejercía soñando, levitando y suspirando.
Tenía la convicción que ella, Marta a su vez también pensaba en él, y lo valoraba en grado sumo, por las palabras cariñosas y afectivas que le regalaba, cuando tenían oportunidad de contarse.

Detalle que solía ser de tarde en tarde y en condiciones poco esclarecedoras. Huía y no le agradaba desabrocharse el alma frente a ella y si no tenía tema, estuviera atareado y malhumorado, pasaba de seducirla.
Pretendía ser un querubín celestial frente a ella, todo lo contrario a como le consideraban en su barrio, sus amigos y contactos habituales.
Se conocieron hacía varios años en uno de esos foros catecúmenos, de personas neófitas en los millares de tipos de doctrina que existen.
Coincidieron en un sentimentalismo asertivo, que mantuvieron sobre la fe entre religiones y personas, comparando deidades y falsas beatificaciones.
De ahí, continuaron sus charlas su relación y su creciente amistad, por periodos indeterminados, siempre manteniendo aquella llama de curiosidad, sin dejar perder el contacto por desidia o por aburrimiento y sin descubrirse jamás los deseos personales en cuanto a atracción y anhelos.

Es verdad que habían aprehendido de pasada, partes de sus vidas emocionales, pero siempre dando a entender que todo estaba cubierto y que ninguno de los dos se necesitaba.
Marta es una mujer abierta, sin pareja y con dos hijos, que ya mayores de edad, se buscan la vida a su modo. Nacida de una familia humilde del Cerco Peruano. Con una infancia divertida, a veces graciosa y con unos cuantos hermanos, repartidos por todo el vasto país.
Así mismo su madre, ausente del suelo patrio desde ya unas décadas, por estar afincada y trabajando en los Estados Unidos, sin papeles, sin pretensión de volver a su tierra y que a su modo, en un principio les fue arrimando mientras tuvo memoria, de alegrías, ilusiones de retorno y unos cuantos presentes irreales.

Tan faltos de autenticidad como de necesidad de estar y vivir todos juntos en un mismo sitio.
Peculios escasos enviaba a la familia, que sacaba de su “nómina laboral con falta de documentos de residencia”.
Hasta qué como en el devenir de la vida, todo llega.
El olvido de la costumbre y el cúmulo del no recuerdo. Cuando el hábito deja de ser constancia y pierde fuerza ganando el descuido y la dejadez, más gris e imperfecta.
Llegando a la comparsa del Ni te conozco”, dejando de tener contacto con tus seres más cercanos y de reenviarles aquellos patituertos que disimulaban las necesidades.
Relegando perfectamente además del envío, el reembolso de los pocos pesos que les llegaban por Navidades y Pascuas.

Torcuato, era un tipo despistado pero afectivo, sin bondades conocidas y de nacimiento achinado de estirpe franco portuguesa, divorciado muchas veces y también con hijos mayores, que conocían a su padre, por haber asistido a todos los compromisos y festejos de cumpleaños y fiestas de guardar en casa de su ex mujer.
Sin querer comprometerse con nadie, por aquello de las responsabilidades, ni tener más ensayos y líos con señoras, a pesar de ser buenos partidos para él.

Siendo un tipo, complicado que acostumbraba más bien a ser una persona displicente e inaguantable, a pesar de querer disimularlo por las conveniencias y por querer y saber quedar muy bien, ante todas las situaciones, frente a extraños y desconocidos.
Un fulano astuto que todo lo quiere, pero que nada compromete.

Al aparcar el coche Torcuato, rió sobre el pensamiento mordaz e indecente que había tenido para con Marta, sin darle la más mínima de las importancias__ pensó__ Me encantaría poder desnudarte, sin prisas, con mis argumentos de reactor, sin complicaciones despojarte de tu camisa de seda y tus sujetadores de ballesta y tenderte sobre mi alma, para amarte mientras el cansancio permitiera. Deambular por la amplia cuna de tu cuerpo y afincarme en uno de esos valles que posees, junto a la fuente de tu vida, entre brazos y piernas, para siempre jamás.
Volvió al mundo después de regresar de la sonrisa echada tras el argumento sensual de sus inclinaciones amatorias.
Entró en su barra de bar preferida, aquella que le administraba su gran soledad.
La de la esquina de la calle de su barrio y pidió un medallón de merluza, con hojas de escarola y algo de embutido, para cenar.
Regándolo con una copa de buen vino de Rioja, banda ancha y azul.
No parecía estar dentro de sus mejores momentos aquella noche, ni de sus amplias cualidades. Al finalizar aquella frugal cena, se notó algo elevada la temperatura corporal, creyendo tendría décimas de fiebre.
Aquella indisposición que siempre le atacaba y encontraba desprevenido, por lo que se marchó a dormir sin ver aquel programa deportivo que le encantaba, ni echar en falta a la compañera, la última compañera que le aguantaba.
En un término de tiempo, apenas prolijo, quedó completamente con: la oreja arrugada sobre la almohada, cortando leña y suspirando por sus esperanzas.
Propinando sus acostumbrados ronquidos, que ya no perturbaban ni siquiera al gato de Marucha, la amiga, que no siempre llegaba a tiempo para calentarle la cama y el cuerpo. La amiga que lo abrigaba.
El silencio apareció en la estancia y los sueños, como dicen:deslumbramiento son”.
__ Hola Torcuato__ le dijo la dama de sus ensoñaciones__ que flojo te veo, abandonado en esas sábanas cutres de color calabaza, que más bien parecen las cortinas del baño de la asistenta del Doctor Jeckils.
__ Que tal Marta, tu siempre tan ingenua y sagaz. Te veo ojeriza y despeinada, como si vinieras de pelearte con la amante del guardaespaldas del presidente Donald Trumpas
__ ¡Pues mira no! Me han llegado bio ritmos raros, hace poco y provenían de ti y como sé que has estado fantaseando conmigo, durante todo el trayecto de retorno desde tu trabajo a casa, me he permitido el lujo de hablarte para que sepas como son las cosas__ Argumentó la imaginación del sueño transformado por la irrealidad del rostro de Marta.
__He notado tu alto contenido energético, el cual imagino es circunstancial, para conmigo, pero la verdad, si me gustaría poder medirte en un cuerpo a cuerpo, en un beso a beso, en un desespero emocional. Desnudos los dos, viendo como me regalas miajas de ese sexo que gastas a borbotones, entre tus lujurias.
Torcuato, seguía conversando en sus sueños, con una voz alta, reconocida, completamente sonámbulo. En su actuación placentera, chirriaba de su charla altibajos sonoros dados por la gran emoción, que notaba a lo lejos al ver tan clara a su Marta; su bellida amiga gramínea
En el final del pasillo, se escuchó de pronto una cerradura que abría la vivienda, por la llegada de Marucha, que volvía del tajo y viendo que Torcuato dormía, hizo el mínimo ruido, viendo que parloteaba en sueños queriendo entender de que iba el chocho. Enmudeció la propia Marucha, hasta que se metió en la cama, completamente desnuda con aquel hombre, que ni siquiera percibió que su fámula, le apartaba de su lugar de descanso para que tomara su espacio en aquel angosto jergón.
Sin decir ni media palabra, Marucha, le iba tocando entre espalda y nalgas a Torcuato, para calmarlo y él, prosiguiera con sus alegatos nocturnos.

__ Marta ¿estás ahí? __ en sueños pronunció Torcuato, tocando el cuerpo de Marucha, que a la vez ésta, le recorría las posaderas con suavidad.
Tanto era el entronque que suscitaba el aletargado con sus palabras bellas, que no pudo reprimirse por celos y expulsó toda la mierda que contenía en sus adentros, la impaciente Marucha.

__ Oye tío, que me ¿confundes? O es que estás borracho, yo me llamo Marucha.

__ Deja que te cuente lo que por ti siento, nena__ dijo completamente dormido el pánfilo de Torcuato, aún dirigiéndose a su musa.

__ ¡Anda y duérmete! Que eres un poca gaita__ despectivamente le conminó aquella especie de mujer desaliñada, que por comodidad del “Habla sueños”, permanecía a su lado.
Viendo que aquel hombre, no reaccionaba a sus peticiones siguió poniendo oreja a los comentarios sistemáticos que pronunciaba.

__ La otra tarde cuando te recordé, riendo, graciosa __ puso el oído Marucha para saber que decía Torcuato, en su febrada, que ya le había notado ella, al aproximarse con la intención de poder yacer.

__ Me quedé con el empaque de tu cuerpo, que eres ola extensa del Índico de los Océanos. Con una preciosa facción, en tu desnudez que derrota a las armadas más potentes de las mezquindades de tantas luchas.
Con ese cuerpo que ya le gustaría a la Cruz Roja poseer, sin cicatrices en tu lenguaje, limpia y fértil, como las alondras blancas del parque de los satisfechos, que alberga ese terreno corporal que le quita el sentido a más pintado de los deseos humanos__ seguía hablando hechizado. Mientras a Marucha se le descapitalizaba la reacción de protestar

__ Déjame acariciar tu cabellera, y besarte los labios, pasearme entre la plaza minúscula del ombligo. Entre tu andorga y los accidentes físicos y arenosos de tu monte venus y el bajo vientre.
Ese que se intuye a lo lejos de tu cuerpo, ese que vibra al reconocer mis gatunos efectos.
Déjame que pueda acariciar tus piernas y nos enrosquemos los dos como los churros cremosos de la mejor y más diversa pastelería celestial.
Que me pueda embriagar con tus perfumes y desgarrarme la garganta, por esos cantos de sirena que me atolondran y esos deseos irrefrenables que por ti siento me desbaraten.
Se detuvo Torcuato a respirar y en el inciso, ella no pudo más con los achares que comenzaban a emborracharle el sentido.
A sabiendas que para ella, no eran aquellos calibrados palabreos tan desorbitados y llenos de codicia envidiable.

__ Pero que dices ¡mamarracho! y a quien__ le gritó Marucha, despertando a Torcuato, con un susto de atajar el tic tac del marchoso corazón.
Dolida y vejada, encendió la luz de aquella cámara de los horrores, viéndose desnuda frente al espejo y desmotivada, por un acompañante, que la tocaba y confundía con una sirena especial que le tenía completamente desconcertada.

__ ¿Quien eres?, y que haces en mi cama__ Preguntó Torcuato, aún por despertarse de un sueño realmente comprometido, que le desquiciaría durante las explicaciones.
__ Pero tu eres bobo, o quieres hacerte el loco esta noche__ reprochó Marucha__ Mira que ya no me queda paciencia contigo, ¡Estas loco de atar!, y me asustas con esos ojos de criminal que pones cuando me miras.
Decirme esas pijadas enormes, en una noche fría, es como mandarme los yuyos del brujo Matías.
__ ¡Quien eres! ¡Quien coño eres!, no te conozco__ interrogó nuevamente Torcuato, con cara de recién despertado y sin contemplaciones.

__ ¡Soy Marucha! Me asustaste, me confundiste con alguna de esas estrellas de cine, con las que sueñas a veces.
Torcuato tan solo pudo pronunciar un corto diálogo, que no confundía a nadie, pero que tampoco fue contestado

__ Que pena, no poder soñar tranquilo.