Sin
embargo, la pareja feliz se emborrachada de placer, y por esas y
otras calamidades, tuvo que huir de la localidad que los acogía.
Tanto desprecio, y rechazo social, fue insoportable aguantar y más,
viniendo de cuantos vecinos vivían en aquel pueblo. Cambiando a la
fuerza, su residencia en un lugar donde no eran conocidos, eligiendo
una ciudad de la costa.
Lugar
que llegaron huyendo de madrugada por aquellos excesos cometidos, con
los vecinos de donde residían. Más bien engaños y fraudes, por sus
deudas impagadas, sin contar aquellos préstamos. Anticipos
recibidos, que conseguían después de brindar una sesión de
teatralidad, con la que vendían su pena, a los pobres infelices que
picaban en su engaño. Sin conocer que serían inversiones sin
retorno. Nadie podía prever que a estos dos «cantamañanas», les
iba a cambiar tanto la suerte.
La
mujer era una medio adelantada en previsiones futuras, que había
estado en una cadena de televisión local en las madrugadas,
embaucando a tantos y tantos infelices que les cuesta coger el sueño
y se pegan a la pantalla, queriendo descubrir de donde les viene su
desgracia.
Predicciones
que les auguraban un mundo maravilloso, según los oráculos de la
vidente, que a la postre invitaba a su clientela a apostar en tantas
casas de apuestas como se anuncian y crecen como setas agarrando
algún que otro cliente.
Abonados
que no les buscaban las cosquillas, puesto que eran contactados por
el hilo telefónico y una vez aconsejados, bien o mal, no había
departamento de quejas en aquella cadena de recreo. No volvían a
encontrarse con la misma benedictina presencia.
Un
todopoderoso banquero gallego, solía veranear en el pueblo de donde
tuvieron que huir la médium y su pareja, y antes este caballero
mujeriego, se prendó de la lanzadora de destinos.
Destinos
preciosos
que llevado por aquel perfume embriagador que usaba Noelia, pudo
cazar al
grueso banquero, en
uno de sus grotescos fraudes, sin saber con quien se “jugaba
los cuartos”.
Que
después resulto ser un tipo, que dejó en la ruina a su familia y a
sus empleados.
El
depósito que ingresó Don Arquímides donde le indicó la
quiromante, fue de los que se les denomina «millonario»
Nadie
sabe como le convenció, ni que trucos usó, para que obedeciera a la
dama de la bola de cristal magenta.
Depósito
que destinó, con los medios que él poseía,
en una cuenta emergente panamericana, que tan solo era una tapadera
de unos delincuentes de la mafia americana, instalada en la
península, que
como es natural, se le perdió la pista.
Don
Arquímides, el bursátil gallego, más famoso de las Rías Baixas,
había sido engatusado enormemente
por Madame Noelia, en el
último viaje,
que
hizo
a la tierra
donde encontraba la paz y el sosiego. Dónde
la gente más que respetarle le temía y obedecía, por los canallas
que le escoltaban y por las dádivas que destinaba a la iglesia y a
los pobres de aquel pueblo.
Situación
que tan solo un verano hizo falta, para que se
destruyera.
Teniendo
que cambiar Don Arquímides, el banco donde se sentaba a mandar por
otro desconocido.
Aquel
lugar que ocupaba en su Banco, como director del mismo, por otro,
banco parecido, pero más incómodo, símil a una banqueta, de la
bancada más severa del país. El banquillo de los acusados de la
Dirección General de Seguridad.
Consecuencias
graves, atenazaron a la firma, hasta que llegó a la bancarrota,
para el negocio que le había confiado su familia, con una antigüedad
de más de cien años. Dejando con una alegría y un efecto
«Trompazo» a sus tres docenas de empleados, que de buenas a
primeras estaban en la calle, sin oficio ni beneficio, gracias
a los engaños de Noelia, que lo había vuelto medio lelo.
Despedidos,
sin más liquidación que sus manguitos y los bolígrafos, que
hubiesen podido quedar por despiste en el bolsillo.
Las
avalanchas de comentarios, explican que Noelia, embrujó a Don
Arquímides Cojontras y Ramírez, y lo dejó en calzoncillos de forma
literal. Teniendo casi que empeñarlos para poderse pagar el billete
de retorno.
Ahí
comenzaron las atrocidades y la fama de Noelia y Críspulo, crueldad,
tras atrocidad, juicio tras pleito, cárcel, y prisiones variadas.
Con mil condenas y absoluciones, y sin pasar día que no hubiese
engaño.
Así
iban viviendo este par de truhanes que la sociedad en lugar de
castigar, los ensalzó, cómo si fueran «Artistas salvadores»
de los miserables del pueblo.
Asumiendo
la sociedad, tanta barbaridad, como si fuese cosa natural, que los
“sinvergüenzas triunfaran” y los demás les aplaudieran.
Dejando
a Don Arquímides en la cárcel, pagando todo los pecados cometidos,
como marca la ley, en busca de contrición, y a los dos engañadores,
visionarios, con un contrato millonario, en una cadena de televisión
por cable, que solía dar como noticias, todos los desmanes que les
pasaban a los famosos.
Todo
aquel gran follón, estaba rifado y la
gente lo consumía con
unas
audiencias fenomenales,
tanto
que aquella cadena subió una barbaridad en la parrilla de
espectáculos.
Era
el programa más trillado
de la franja horaria más vista. Noelia y Críspulo,
dos mangantes
de
los
bajos fondos,
llegaron a situarse tan bien, que ahora,
las gentes los ensalzan como dos autoridades.
Sentados
cada tarde noche en el estudio de la «Agobiante
Visión»,
haciendo cátedra. Ahora
esperan ser galardonados con el Premio Nacional de los Despropósitos.
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