lunes, 30 de enero de 2017

Viaje letal


Aquellas mujeres empleadas del taller de trabajo de la empresa de manufacturas El Bogo, saldrían de trabajar el viernes a mediodía y tendrían por delante una fiesta agregada, ya que el lunes se había decretado jornada patronal y eso alargaba en veinticuatro horas al fin de semana.

Otro sumando de tiempo añadido más, de festividad y espectáculo, para disfrutarla a lo loco, con o sin novios sin maridos y sin ataduras.

La aventura, la llevaban pensando hacía un par de meses y decidieron por unanimidad de las cuatro hembras, que ellas buscaban excusas para dar en casa si se terciaba y poder aprovechar ese largo fin de semana, sin cortapisas haciendo aquello que más bien tenían prohibido o no tenían costumbre de llevarlo a cabo.

Todas ellas estaban dentro del departamento de alta costura y solían viajar. No todas juntas, por motivos de empresa inherentes, pero sus familias estaban acostumbradas a las ausencias y ese era un detalle que a ellas les ponía fuera de órbita. Ya que cuando transitaban por motivos profesionales por el diverso mundo, iban por separado y, consecuentemente no les llegaba la inspiración o bien, no tenían aquella desvergüenza o capacidad de atrevimiento para deleitarse de aquello que andaban deseando. Concernir y alternar con otros caballeros.



El carnaval estaba a la puerta de la esquina y coincidía justamente con la salida que habían propuesto. Todo era miel sobre hojuelas y alegría para aquellas mentes abiertas y decididas.

Marionette Veliz, se lo había comentado a su pretendiente, un muchacho más bien pintiparado al oso Yogui, de nombre Jason, para que les acompañara en esa aventura fabulosa. Donde vivirían al borde de todo aquello que estaban deseando hacer y disfrutar.

Sin la censura habitual, sin ataduras de reglas, sin comentarios de familiares ni normas establecidas.

Jason, se lo estuvo pensando durante algún tiempo, pero al final le sedujo la idea, de poder compartir con tres mujeres muy diferentes, por edad por gustos por educación, todas compañeras de su amor Marionette.

Cuatro días de libertad, que podían llegar a ser los mejores de su vida, a poco que la imaginación prevaleciera sobre la realidad.

Gladys Goudoi era la mayor de todas, y no siendo una mujer emprendedora, ni demasiado entusiasta de cuarenta años, ya estaba dos veces divorciada y ahora disfrutaba de una nueva etapa con Theodor Barreto, un pianista de jazz quince años más joven, que la estaba enamorando poco a poco y enseñando lo más impropio de la vida. Encauzándola en nuevas ilusiones, de las cuales ella comenzaba a quedarse rezagada.

Cuando se lo propuso a Theodor, este no tuvo más que preguntar dónde irían, cómo y con quien, para darse el piro de la covacha pub donde estaba trabajando, o sea tocando el piano en las noches, para acompañar a la amante y pagadora de sus caprichos.

Lorna Linekers, era la rubia del grupo, la más sexy, la simpática e inhibida de todas, proveniente del seno de una familia sin vínculos estructurados, sin apego, sin lazos y muy independiente y carente de complicidad, que habiendo vivido situaciones límite a lo largo de sus treinta años de existencia, sabía en todo momento por qué dirección tomar, a quien atender y como reaccionar.

En su profesión era de las buenas, una estilista y correctora de tendencias sublime que la empresa valoraba, a tenor de sus contrapartidas y en consecuencia hacer ojos blandos a las normas del exacto cumplimiento de la compañía, en lo que se refiere de donde procedía, de su modo de comportamiento y de sus modales algo exagerados y fuera de tono.

La señorita Linekers, cohabitaba Jefferson Gino, un domador de serpientes en el Circo de la Lumiere de Paris y se veían de vez en cuando, para pasar temporadas allá donde estuvieran. Coincidiendo en esta ocasión que estaba con Lorna desde hacía unos días precisamente disfrutando de su compañía. Ante la decisión de su amada, no habían medias tintas por lo que optó por apuntarse al viaje.

Danielle Frisou, la repasadora y costurera y leader del grupo, era una mujer preciosa y, madura, un poco más joven que su amiga y compañera, Gladys Godoy, pero ambas con el mismo placer en granjearse y relacionarse íntimamente con quien se terciara.

Con una decisión de vivir extraordinaria, además de ser muy simpática, era una mujer muy abierta y muy dada a las relaciones sexuales libres con quien fuese, mirando no ofender a nadie y sin provocar escarnio para los demás.

Su compañero Jerome Tenet, un tipo adaptado a todas las situaciones, a tocarse los cuernos cuando se pasaba la mano por la frente, y un profesional muy serio con un empleo de recaudador de impuestos en la Societe Generale du Comerce de la Republic, que denostaba todas aquellas andanzas que tenía su mujer y que aguantaba por amor y por no querer repartir con ella una media fortuna que había hecho en su estancia de muchos lustros en las Guayanas Francesas de América.



Todo estaba dispuesto y aquel viernes de mañana, aquellas damas en el taller de compostura, hablaban entre todas de cómo sería la noche del carnaval, si se disfrazarían o se llevarían en el viaje la variedad de vestidos que a ellas les era fácil conseguir y de los atuendos naturales que disponían.

Ya no por su situación de fácil consecución, si no por el trasiego que comporta todo ese jaleo, de vestir demasiado pomposo. Todo era comentario amigable para que las horas cruzaran el final de la jornada, sin dejar de pensar que había llegado el día de partida que, todos se encontrarían en la Maison du Cognac en el Boulevard Green de Limoges. Ciudad de residencia de casi todos ellos.

La única falla en el viaje era que el recaudador de impuestos Jerome Tenet, no viajaría por el habitual desacuerdo que existía entre él y su compañera la afectuosa y calenturienta Danielle.

Gino se había encargado de alquilar un vehículo de ocho plazas para salir de la ciudad y comenzar a buscarse la vida por el mundo. Llevaban destino a embarcar en el Charles de Gaulle, aeropuerto de Paris, hacia la Toscana Italiana, por lo que el viaje desde Limoges hasta Paris lo harían en aquel Citroën grandioso y comodísimo que se habían agenciado.



Los emprendedores amigos estaban todos en la Maison tomando refrescos y comiendo alguna cosa antes de emprender el festejado viaje, camino hacia la capital de la república y con el deseo de pasar unos días de maravilla en todos los aspectos y sin trabas ni prohibiciones, dado a lo que les era y portaba su carácter.

Todos ellos ansiosos de probar situaciones y relaciones sin perturbaciones emocionales y consumiendo tanto sexo y estupefacientes diferentes como pudieran imaginar y como lograran aguantar aquellos cuerpos rebosantes de salud y felicidad. Dadas sus capacidades y sus niveles sensuales a tope y sin frenos.



Se habían hecho las presentaciones y todos estaban alegres, más que eso exuberantes, tanto que el primero que tomó el volante fue Gino precisamente el que había reservado el vehículo, sentándose su novia Lorna en la parte trasera del microbús, entre el compañero de Gladys, el amigo Theodor y Jason, en los asientos traseros frente a estos viajaba, Danielle Frisou junto a Marina y Gladys en la parte delantera acompañando a Gino y haciéndole masajes en la espalda, y en el bajo vientre, para que fuera relajado, engrasado, empalmado y feliz.

Al poco ya no se escuchaba más que las respiraciones fuertes de los pechos que exprimían y exhalaban sensaciones brutales y desconocidas, aquellos seres se habían adelantado al disfrute ya; en el propio trayecto, cuando la precaución y el cuidado se debían llevar más a raja de tabla.

En aquel microbús el desacato imperaba y todo era casi una confusión inguinal de tocamientos y de flacura



Habían salido hacia un buen trecho y estaban a punto de llegar al parque natural de: Loira – Anjou.

Una vez habían atravesado la ciudad de Poitiers, sin precaución y sin el cuidado que se ha de llevar en estos desplazamientos rurales, les vino el accidente.

Al ir a cruzar por un paso a nivel poco frecuentado y bastante señalizado, desde dos kilómetros atrás, al no llevar la concentración debida a la hora de traspasarlo, fueron arrollados por un tren que pasaba a una velocidad de crucero, montando un grave accidente y teniendo repercusiones graves.

El tren partió aquella auto caravana en dos trozos dejando esparcidos según que cuerpos, destrozados en distancias bastante alejadas las unas de otras. Amén del descarrilamiento del convoy con ni se sabe aún con certeza la  cantidad de accidentados de la propia colisión.

Las autoridades y los sanitarios no tardaron en llegar a recoger aquel amasijo de hierros retorcidos y cuerpos seccionados.

La única superviviente del grupo fue Gladys que es la que iba delante con el conductor Gino, haciéndole masajes y es la que fue desprendida por la fuerte colisión hacia adelante, traspasando las vías, y arrancando hasta el propio cinturón de seguridad que la ataba al asiento.

El conductor Jefferson Gino, el amansador de serpientes del Circo quedó descuartizado por la propia cincha de seguridad y los segmentos metálicos que le seccionaron el cuello y por los trozos de acristalamiento de la parte delantera, salvando con su muerte a la propia Gladys, que quedó parapetada por quien sabe que objeto y fue lanzada por la parte delantera del Citroën hacia adelante.

El resto de amigos pasajeros al ser pisados por el tren de las ruedas del convoy, murieron en el acto, quedando sus cuerpos rotos, completamente seccionados deshojados, maltrechos y descuartizados.



Gladys Godoy, jamás podrá volver a trabajar en la empresa El Bogo, y menos desarrollar el empleo que poseía, ha quedado parapléjica desde cintura para abajo, se recupera en el hospital general de la ciudad de Poitiers, ayudada por los agasajos y las caricias amorosas del recaudador de impuestos, Jerome Tenet, 




                                    

sábado, 28 de enero de 2017

Néctares que arruinan



Entraron los dos compañeros en el bar. Una pequeña barrita que existe desde hace muchos años en aquella estación del ferrocarril, donde se sirven para los viajeros toda clase de licores, infusiones y café en todas sus modalidades.
Era una mañana del mes de enero, para ellos debía comenzar la jornada de trabajo a las seis, por lo que habían llegado con suficiente margen de tiempo.
El reloj de la cantina marcaba las cinco y doce minutos de la madrugada. Ambos esperaban su tren tranvía, el famoso L8, el que viene de la Cope, para dirigirse como cada mañana al taller mecánico donde trabajaban.

Era muy temprano para poder pensar con naturalidad. Se apostaron en la barra a tomar un café bien caliente y como no, algo más duro, algo que les hiciera renacer de aquel despertar mañanero de martes, algo que les rascara la laringe y el esófago al descender camino del buche. Dado el estado de helor que tenían aquellos cuerpos recién sacados de las sábanas de su catre.
Llovía desenfrenadamente y tras los cristales de la cafetería se veía el alumbrar de los relámpagos que, a lo lejos destellaban mandando sus centellas quien sabe dónde y, recogiendo al poco tiempo, el sonido del continuado trueno que repicaba en sus cabezas, anunciando que la jornada de trabajo iba a ser de las húmedas, desangeladas y asquerosas.
Antonio estaba pasando por unos momentos de desconcierto matrimonial, de suma importancia que le llevaban además loco por cómo iba a quedar el asunto de la custodia de los pequeños y Fernando era un hombre feliz con lo que la vida le propusiera, sin demasiados esfuerzos y sin aventuras que comportaran arrestos añadidos.

El barman les sirvió los dos cortados "carajillos", que es la suma del café con la leche hirviendo y un buen chorro de aguardiente, que deglutieron en un par de tragos largos, haciéndose añicos el gollete por el arrebato que deja el mejunje en la irrupción de sufrir su circulación hacia el bandullo.
De tiempo iban perfectos, además el ferrocarril no llegaba al peaje hasta dentro de diecinueve minutos.
Conversaban poco, las horas tempranas cuasi de madrugada, no eran para airear sus impresiones y menos aún por no tener despiertas las neuronas suficientes como para entenderse entre los dos, por lo que Antonio, para hacer tiempo y por el capricho diario de la costumbre pidió por señas, una copa de brandy, que el asistente entendió con el gesto mostrado por el parroquiano.
Sin equivocarse el dependiente marcó a lo lejos con el índice de su mano derecha, la etiqueta del licor que le encantaba al cliente.

Manifestando con seguridad una distintiva marca que relucía de entre las demás y por aquel “toro bravío enamorado de la luna” que lleva como divisa el afamado néctar.
El despachador de la barra, se acercó a la estantería donde estaban situadas las bebidas, tomando en su mano la botella del acuñado Magno y mirando con cara de acertar al ínclito Antonio Vidal, que le seguía atentamente sin perder detalle, daba la conformidad y aprobación para que se lo sirviera de inmediato.
Un coñac que, dentro de los licores duros, era muy afamado desde hacía décadas, por el tronío de las bodegas de donde procedía y porque era el preciado de los curtidos bebedores no casuales y, además por estar a la altura de muchas bocas viciosas en todas las barritas de las esquinas. Por su cuerpo bouquet, por su enjundia y por el porcentaje de alcohol que infringía a todo aquel que lo gustaba.
Fernando por no ser menos, aunque estaba menos habituado a beber, pidió otra de lo mismo, con lo cual el dependiente sirvió a la vez los dos tragos completos a sus asiduos en aquella jornada.
La parrafada entre ambos parece que comenzaba a darse algo más ligera y suelta, ambos apuraban un par de cigarrillos de la marca Marlboro de importación, que Fernando había comprado en la noche anterior a un revendedor de su barriada, que se dedica al estraperlo y siempre le guarda tabaco del que, reconoce como autentico.

El ambiente en el lugar era de permisividad abierta en todo, dado los tiempos que corrían y porque entonces las prohibiciones estaban poco controladas a nivel de las conciencias y de las autoridades rancias del tiempo.
Antonio probó del caldo que le habían colocado en la copa y de pronto llamó al camarero, con un genio miserable.
__ Oye tío, sin faltarte__ ¿Quieres decir que esto es Magno? Porque lo que me has servido es un caldo de gallina rebajado con agua__ apostilló voceando Antonio
__ Ni es siquiera brandy de verdad__. De un trago acabó su copa frente al camarero antes de que pudiera decir algo el muchacho y en cuanto dejó la copa vacía sobre el mármol de la barra, alzó la voz para quejarse amargamente__. ¡Esto no es Magno! Vosotros rellenáis las botellas con la jeringa por las noches y no me la vas a dar tú a mí.
El dependiente sin saber que formular, le expuso que las botellas están todas a la vista del público y él solo sirve la substancia según van solicitando los clientes, por lo que no se excitara__ le dijo al malhumorado Antonio__ y creyera lo que le decía por ceñirse a la verdad.
Antonio miró a Fernando que se había mojado los labios de su copa y trataba de establecer un símil, con alguna bebida virtuosa de sabor al coñac solicitado.
Cuando intentaba responder a la pregunta hecha por Antonio, este con un respingo le quitó la copa que ya estaba situada en el mármol frente a Fernando, después de haber probado el brandy y en un arranque alcohólico dijo, a la vez que tomaba la taza de su compañero __ ¡Esto no es magno, a ver la tuya!
Antonio cogió en una jugada habilidosa la copa de coñac de Fernando y de una bocanada se la tragó sin más.

Dejando la copita vacía de su amigo, frente a su pecho, a la altura de él, sin dejar de chillar, ahora mucho más acaloradamente y de forma insultante hacia el joven servidor de la barra.
__ ¡Esto es un robo! Nos ha dado licor de garrafa, dirigiéndose a Fernando, para que lo apoyara en lo que exigía y acto seguido llamó al camarero de forma soez
__ ¡Oye tú, ven para aquí, prenda!
__ Usted dirá señor Vidal, que más desea.
__ Déjate de señor mandangas y ostias. Esto que nos has puesto en la copa, no es Magno, y además es un destilado de vasija. No me engañes, que conozco los sabores mejor que nadie, de aquí a Roma.
__ Le digo que es imposible, ¡señor!, nosotros no tenemos jeringas de embutir líquido, ni saturamos las botellas con un embudo pequeño, las garrafas que tenemos de bebidas virtuosas, no son para la implementación de las ampollas vacías, eso se lo inventa usted.
__ Y como sabes cojonazo, que los botellones se rellenan con la tradicional jeringuilla y se adaptan al vidrio con los embudos azules, por algo lo sabrás tu mozalbete de los cojones__. Aulló con voz de borracho el amigo Antonio.

El muchacho se quedó helado sin saber que decir, ni a santo de qué, venían aquellas maneras tan maleducadas de comportarse, por lo que y para suavizar a las fieras, el propio servidor les invitó de nuevo a dos vasos que dejó rebosantes hasta el mismísimo borde de la jícara.
Vidal no protestó y se zumbó su trago en una sacudida, dándole prisa a Fernando para que consumiera la suya propia, que tan solo pudo dar un sorbete y dejarla de nuevo sobre el mármol y a la pregunta de Antonio
__ ¿Qué me dices? Preguntó Antonio ya, con los ojos desorbitados de sus cuencas.
__ ¡¿A que no es Magno?!
Fernando contestó con un gesto de hombros, sin palabras. Mostrando señales de dudas__, mira yo ya no sé qué pensar Vidal__ dijo Fernando__. No lo sé igual llevas razón
Antonio, volvió a tomar la media copa de Fernando y se la engulló nuevamente para volver a saborear el líquido graduado.
Una vez saboreó aferruzadamente el sabor que le dejó aquel caldo en su paladar. Volvió a vocear diciendo__: ¡Esto no es Magno!
¡Coño! ¡Sabré yo, lo que es el Magno!
Se dirigió esta vez al chico con tranquilidad y le comunicó __ Esto es un robo, joder__ Dile a tu jefe que salga de inmediato, que os voy a poner a cuatro patas.

No tardó en aparecer Mingo, sin necesidad que el muchacho fuera en su busca.
El avalador de la bodeguilla, se acercó a la altura de Antonio Vidal, con una botella, sin desflorar, autentica de coñac para descorcharla delante de los dos amigos diciendo en forma de apaciguar los ánimos
__ Vamos a ver, qué opinas ahora del resultante de esta botella, que todavía está caliente del embalaje que portaba y que voy a descorchar frente a vosotros, que me habéis resultado como brillantes “sommeliers” del barrio.
Les sirvió de nuevo en tercios distintos, el caldo procedente del recipiente que acababa de destapar, ofreciéndola a aquellos clientes dos traguitos bien colmados del fabuloso y magnifico brandy de Magno.
__ ¡Qué tal Antonio! Ahora notas diferencia de bouquet o ya no distingues__ preguntó Mingo el jefe del chiribitil.
__ ¡Esto si se puede llamar Magno! Porque es el auténtico coñac. Lo que nos has servido antes era de garrafa y tú lo sabes.
Fernando probó de un sorbo, para que nadie volviera a tomarse su tercio y notó que aquel caldo, no era precisamente tan flojo como el que les habían servido anteriormente.

Sin tampoco poder discernir, cuál era el verdadero y cual falso.
__ ¿Qué tal? __ preguntó Vidal a Fernando. Notas la diferencia ¿verdad?
__ ¡Sí Claro! Llevabas razón __ contestó con cara de dudas Fernando, mirando al dueño del cuchitril, que este escondía su jeta, al haber sido descubierto.

Dime que te debo__ pidió la cuenta Vidal, para abonar su consumición y la de Fernando.

__ ¡No le cobres! __ dijo Mario al dependiente_ Es una invitación de parte de la casa, para que nunca vuelvas a dudar de lo autentico.







viernes, 27 de enero de 2017

Homenaje a Joan Rodó en el Teatro Cal Ninyo





El pasado día 25 de enero del año presente, 2017. Se celebró en las instalaciones del Teatro Cal Ninyo un homenaje sentido, hacia un amigo. Joan Rodó
Un artista grande como pocos y reconocido en muchísimos lugares. Premiado en distintos Certámenes de España y de fuera de nuestras fronteras por sus pinceles perfeccionistas y sus obras maestras que sumado a sus poemas entrañables, de vivencias duras y concisas plasmaba en los libretos con una elegancia suprema.
Tanto en su persona, como en su obra, dejaba entrever parte de sus interioridades y de sus anhelos, segregándolos hacia sus seguidores por medio de sus obras pictóricas, como sus contenidos literarios. Persona, que dentro de su  gran capacidad, era amigable y dadivoso
Un hombre con un carácter muy difícil, más que eso complicado, para el que no le conocía profundamente, sin embargo para aquellos que supimos entenderlo, escucharlo y porque no decirlo en ciertos momentos soportarlo, era un gran dialogador, un perfecto caballero, un resignado discutidor y un partenaire de los que pocos le hacía sombra. Un Crack actual.
En ciertos momentos era beligerante, por no dejarse doblegar por las falsedades del mundo que le rodeaba, (que en el círculo artístico, hay mucha envidia y mucha mala fe), aunque se oculte y se disimule.





Siempre decía su verdad en la cara, gustara a quien gustara. Por ello, también tenía detractores que son los que ahora en el momento de su homenaje quieren pasar por entrañables y amigos del alma. Dándose golpes de pena en el pecho, por el dolor que dicen sienten_ si Joan levantara la cabeza, iban a ir finos, (a estos todos les conocemos).
Un caballero que se mostraba como era de natural, sin engaños, sin incertidumbres y sin ambages. Sencillo, locuaz y a momentos displicente, así fuera por las vivencias que había tenido que soportar durante su juventud en la guerra y en los campos de presos políticos, donde estuvo recluido por sus creencias y convicciones.
Grandeza que tenía, y que se mostraba sin necesidad de ingentes esfuerzos, que transportaba por posesión desde su nacimiento y por el arte que le desbordaba, en todos los terrenos en los que él participaba con su carácter posesivo.  

  



En el Teatro, se juntaron los que le querían, pero tampoco estaban todos. Encontré a faltar a grandes personas que junto con él, habían vivido momentos de lujo, colegas que les hubiese encantado estar allí en su homenaje. Antonio Morales Chicanita, Manuel Olivas, Paquita Roldós, Pepa Nieto, Bravo, Fernández, y tantos otros, pero que la poca organización que se llevó a término, esquilmó a muchos artistas que de haberlo sabido, hubiesen estado.
¡Sin dudar!
Otros, los menos se refugiaron con la excusa y para aprovechar el escenario_ que siempre hace brillar, o eso pretenden aquellos que no poseen estrella_ y presumieron, con su coyuntura sabida_ aunque no imaginaban que se les vio el plumero. 
¡Seamos serios!


La profesora Merçè Falcó, profesora del Taller de Poesía de la Gent Gran,
recitó uno tantos poemas del homenajeado, en su honor



Los poetas fueron desfilando, uno tras otro y cada cual daba lo mejor de si. Regalándole al artista su recuerdo, recitando poemas de su pluma, con voz de amigo, en un momento que él descansa bajo los cipreses verdosos de las estepas del campo santo, bajo el cielo plomizo y gris tan conocido por él mismo y pintado infinidad de veces


El amigo Diego Garnica, con su impronta y su gran admiración por Joan Rodó
cantó una de sus mejores piezas a capela. ¡Bien por Diego!


El amigo Diego Garnica, interpretó mirando al cielo, su canción una de las que quizás más le gustan al cantor, que dedicada con ese fervor de amistad y de recuerdo, le llegó con seguridad hasta dónde se halla el propio Joan Rodo.
El público asistente, con un decoro extraordinario aplaudió todas las intervenciones y supo encontrar y valorar el arrojo de los actuantes ante la poca preparación que demostraron los responsables del acto.
La falta de calidad de las imágenes, fue debida a la poca luz ambiental que le dieron los técnicos de sonido y de iluminación, quizás no tuvieron un buen día en su labor, dada la poca ambientación que encontramos los que allí pretendíamos ver y oír el espectáculo, con la sencillez que habitualmente tiene el teatro y que suelen ofrecer al público asistente.

Joan Rodó, D.E.P





E.Moreno
Textos e imagenes






miércoles, 25 de enero de 2017

Este jovencito está "piripi"







Joel había caído al vacío. Jugando con sus hermanos, que hacían chiquillerías y salvajadas desde la ventana de su departamento al jardín comunal y reservado.
Un primer piso principal que da al patio de recreo de la urbanización Los Colonos Millonarios, residencia de gentes con posibles de la ciudad.
En su caída desde la primera planta, desde una altura de quince metros, fue tropezando con el ramaje de las grandes arboledas araucarias que allí están hincadas y responsables de que el muchacho no quedara frito en la acera, con su vertiginoso desplome.
En su estrella; dicen los que le vieron__: por suerte, no se ha roto la crisma, ni ha perdido el conocimiento.
Nada le ocurrió al tremendo Joel, ni siquiera lleva sangre en el rostro, solo un mareo pronunciado que le hace dar tumbos de izquierda a derechas y caerse repetidamente al suelo. Al pobre no se le entiende lo que habla, la lengua no le conjuga con el cerebro y corren las alarmas para que atiendan cuanto antes al zagalillo, que necesita asistencia.
Como es lógico se lo han llevado las enfermeras de la propia residencia domiciliaria, con premura y por seguridad al Hospital Central de la Comarca, a que le hagan unos ensayos y comprueben la salud del chiquillo de cinco años, que además según parece es muy travieso. Más que eso, llega incluso a ser mal educado y consentido.
Han avisado a la mamá, que está en la Sala de Belleza, en el mismo complejo perteneciente a la propia urbanización, tomando una sesión de rayos uva, que le está dejando una piel de artista hollywoodiense y a su papá que está muy preocupado viniendo a todo gas desde el campo de golf de la Patraña Postiza, a unos cuarenta kilómetros de distancia.
Al llegar al centro hospitalario, lo atienden con urgencia los doctores y le preguntan a la nurse de los niños, la señorita Xiomara Paciguave__, como había caído aquella criatura desde semejante altura, sin que nadie hubiera evitado tal fechoría.
__ Doctor, ni lo sé, yo andaba haciendo las tareas de la casa y ellos jugueteaban en la cocina, saltando y riendo, como suelen hacer normalmente, después de llegar de la escuela y antes de hacer sus deberes.
El doctor, volvió a revisar el estado de Joel, y contusiones si tenía, pero lo que le había llevado a caerse desde las alturas, era el nivel de alcoholemia en sangre que presentaba, una borrachera acusada y refulgente, que llevaba aquel mequetrefe.
__ Oiga usted señorita__ preguntó el doctor, queriendo averiguar algo de aquella fatalidad__ el niño está achispado, como es que se encuentra en este estado de embriaguez__ siguió argumentando el médico esperando una respuesta convincente, cuando entraba la madre por la puerta de aquella sala, con un color fuliginoso postizo y a medio peinar. La que apercibió la pregunta que le hacía el doctor a la empleada del hogar Xiomara Paciguave, en tono acusativo.
El licenciado, sin dejar que la recién llegada abriera la boca, siguió vapuleando de forma verbal a quien era hasta esos instantes la responsable de aquel jovencito accidentado.
__ ¿Suelen beber estos niños? ¿No tienen control?, ¿viven sin la mirada de padres responsables?, ¿de sus mayores?, ¿o es que, los padres pasan de ellos y ni se preocupan de educación, higiene y urbanidad?
Se hizo un silencio muy tenso tras tanta pregunta inquisitiva, muy corto y muy punzante, cuando a la señora del color de la mojama, se le subieron los efluvios dictatoriales a la garganta y tocando en el brazo a la asistenta, le requirió con un ademán__. Deja Xiomara que responda yo, dijo muy malhumorada la mamá, acercándose a la cama de su hijo mientras intentaba dar explicaciones al galeno.
__ Borracho, no puede ser, no tenga esa poca vergüenza ¡doctor! __ Respondió la mamá enfurecida y casi ofendida. Ustedes ahora en todo momento ven maltrato paterno, cuando nosotros__ puntualizó__ Mi marido y yo, tenemos un exquisito trato con nuestros hijos, a los que procuramos darles todos los caprichos ¡Con todos ellos! __ acabó la perorata esperando una nueva incursión del especialista.
__ Entonces pregúntele al nene, ¡Señora! _ Irritado el médico contestó a la agraviada belleza de manual con cajas destempladas y sin el menor miramiento.
La madre se acercó a la cuna hospitalaria, donde estaba recostado el muchachito y le preguntó no sin cariño y haciendo que aquella fierecilla, se pusiera aún más en guardia.

__ ¿Joel, que has hecho? ¿Verdad que tu solo bebes lechecita, zumo y agua? Dile a este médico desconfiado, lo que has bebido y aquello que siempre dice papá sobre las bebidas.
El chiquillo, mirando a uno y a otra, y casi perdiendo el mundo de vista, por el gran golpe que se había llevado y por la majestuosa moña que soportaba, les dijo a los dos__: Es caquita pura__. Eso dice mi papá, pero él muchas veces, bebe de esa caquita con frecuencia y en todo momento.
A mi mamá también le gusta la caquita con cola, y en otras se echa zumo de limón.
El doctor volvió a inquirir en el chico, y le formuló la misma pregunta de otro modo que el crío pudiera contestar sin complicaciones__ Has bebido hoy un poco de esa bebida Joel, o es que tu solito sabes tomar de ese botellín sin que nadie te vea.
El niño fuera de sí contestó sin el más mínimo impedimento dejando a todos los allí presentes de una pieza.

__ Hoy como ayer, nadie me ha dado caquita. Nunca me la dan, y todos ellos siguen bebiéndola de las botellas del armario del salón. Yo esas no las toco porque la puerta está cerrada con llave, para que la pinche Xiomara, no se las beba, pero justo sobre la mesa de la cocina, hay un porrón que papá lo usa siempre y a cada momento como si fuera despistado, se acerca y se deja caer el chorrillo sobre el labio y se lo traga, levanta el brazo muy arriba y se ve como el caño que sale del botijo, le cae dentro de la boca.
Se relame, y cuando acaba de beber se limpia los labios con un papel de esos del rollo de las servilletas, y se echa en la garganta de un gas que se llama spray, __que me dijo era para oler bien__ y se marcha sin que le vean; que sale de la zona de los fogones.
Lo llena cada vez que se acaba y siempre está justo al lado de las vinajeras esperando que llegue quien tenga ganas de beber caquita__ prosiguió farfullando su explicación, bajo los efectos de la moña que llevaba__. Yo no sé beber a chorrillos como mi papá, pero cada vez que paso por el sitio me amorro al pitorro fino del porrón y chupo buenos tragos. Me gusta mucho y cada día yo y mis hermanos, tomamos unos sorbetes de esa caquita, que a todo el mundo le agrada.
El doctor, lo bajó de la camilla y lo puso en pie, verificando que el muchachito llevaba una descomposición etílica de mucho cuidado, dejándolo para que se lo llevaran a planta y seguir haciéndole los respectivos análisis y suministrarle el debido antídoto.




lunes, 23 de enero de 2017

Seis décimas de amor






Tus ojos hablan y los míos ceden
ya no valen aguardos, voy y vengo
ilusión con ardor ¡Sí! Se suceden
a historias que no tengo

Días que regalar noches oscuras
con canciones de amor y el aleluya
derrochando ilusión siempre procuras,
que nunca se destruya

Delirio más que nadie; por ti siento
ensueño, por tu estampa sabes tengo.
Si he de morir por fe, que lo presiento,
cuando me cites vengo.

Todo tiene su fin, la propia vida
nada queda por siempre y todo acaba
yo seré la calandria decidida
que en tu confín nadaba.

Es tanta la zozobra que contengo,
Que ya nada me asusta ni me falta
Siempre estarás ahí, vivaz, sintiendo
La distancia que me asalta.

Cierra ahora los párpados, los míos
duermen, ya no hay esperas, me detengo
delirante. El arrojo, es impío.
Con tu amor lo contengo










viernes, 20 de enero de 2017

Estás tensionado.



Como puedo soñar con un potaje de pepinillos
Sin sal, sin carne, sin gusto sin grasa, sin gana. 
Hacer una fiesta en las faldas de Nadia, la gimnasta.
Colgado de un trampolín a dos pies de altura y a una milla de
distancia del mortero.

Peligrando mi cuerpo lastimoso en las estepas de mi duro suelo.
Viajar a hurtadillas a las miserables sabanas del farsante trasplantador
de jugos gástricos y de sensaciones de buena digestión.
Que me repite constante: Si haces bondad…  el colesterol desterrarás.

Encontrarme con dos pares de jinetes de la poca vida loca y chiflada
recordándome que no me salga, que no me atreva, que no me exceda,
que no me coma las entretelas.

Amaneciendo a destiempo con la risa nerviosa de una jirafa,
que, al escucharla sin gafas, encuentro que es una espantosa monada.
Con su camisón a rayas, dándome un síncope en mi apócope y…
despertar en los brazos de Morfeo, y preguntarme ¿Quién es el feo?

Después de vociferar al cielo cuando suena mi aguijón cronométrico,
puntual, correcto, exacto y riguroso diciéndome son las seis,
aquí en la península, en Canarias una menos ¡Chúpate esa!
¡Anda y ve!
¡Tú trabajo te espera!

Tras haber pasado una noche entre velas, por aquello de los triglicéridos,
palabro con mucho contenido médico, aprendido en televisión y,
con la tensión danesa, o sea: ‘Muy alta y, muy esbelta.

Que, al ir a la cama sin cena, en lugar de soñar con Macarena,
y darle como dice la canción: “A su cuerpo cosas buenas”
fantaseo y divago con los bocatas de morcillas con berenjenas.








lunes, 16 de enero de 2017

Quebranto de una promesa




Anduvo muy raro aquella jornada. Atareado como siempre pero fuera de la concentración que habitualmente llevaba por costumbre. Como si las cosas que hacía no estuviesen ajustadas a sus deseos. Un cansancio especial, y no habitual le envolvía el cuerpo, no pudiendo atender a muchas señales de felicitación que recibía por su éxito en el último de los negocios, tan productivo que había cerrado en tan poco espacio de tiempo.

A media jornada y en vista que no mejoraba su estado de tristeza, decidió salir de la oficina, indicándole a su secretaria que no atendería al teléfono en todo lo que restaba de día.

Únicamente le alertara si era imprescindible y, si lo necesitaba con urgencia, por alguno de los temas candentes del negocio. En caso contrario no intentara notificar ni dar detalle y lo dejara pendiente, que lo pospusiera hasta mañana, que sería un nuevo día para afrontar todos los resultados.

El agobio que llevaba con él, no era corriente. Una angustia le sobrevenía sin motivo aparente, sin saber la causa, ni haber tenido molestias en el último tiempo en cuanto a salud.

La respiración se le entre cortaba y sus pulmones quedaban sin oxígeno, produciéndole una inestabilidad alarmante. Entre sus pensamientos buscaba la causa de aquella indisposición inesperada, de aquella falta de estabilidad no acostumbrada y repasaba en su mente, los últimos acontecimientos que había protagonizado.

Descendía por el ascensor medio destrozado, desde el piso vigésimo primero, removiendo en los bolsillos de su chaqueta, alguno de los legajos que portaba en su billetera, y tomó una cuartilla en su mano. Como en él era habitual, sin saludar a los que le acompañaban en el trayecto. No tenía esa costumbre.

Nadie le conocía, y los que sabían quién era, le evitaban, por respeto y por miedo, no solían acercarse a menos de dos metros de su persona. A pesar de haber estado en aquellas instalaciones día por día, sin faltar a ellas ni un solo domingo, ni festivo desde hacía más de dos años.

Al llegar a la planta principal, solo tenía deseos de llegar a la calle y no fue a recoger su gran automóvil. Ni tan siquiera le dio aviso a su chofer para que lo transportara a ningún lugar. Necesitaba salir de aquel complejo de oficinas, a la vía pública y respirar con urgencia aire, o morir en ese menester. Estar solo y dejar caer unas lágrimas reales y sentidas, procedentes de quien sabe que padecimiento o dolencia, que ni el mismo Martín pudiera hacer cábala.

Sin hallar los motivos de tal pesadumbre desconocida y personal, aunque se cercenaba el pensamiento en localizarla. Sin éxito, ¡Sería una gripe virulenta!

En la Avenida, a la luz de aquel sol radiante, se refugió antes de desvanecerse, en las paredes del edificio principal y dejó salir el sollozo contenido.

De cara a la pared, para evitar lo vieran y afectado por la presión arterial que soportaba, quiso caer en la acera, sin conseguirlo porque una mano fortuita le sostuvo y lo aquietó.

La fiebre iba entumeciendo su rostro y cabalgaba por su epidermis, dejándole una suave y sudorosa película mojada, que al notar el palpo de aquel ente que intentaba socorrerle, ensombreció su presencia.

__ No es el momento de dejarse ir. Cada cual ha de saber purgar sus faltas__ le dijo aquella oscuridad impenetrable que le sostenía.

__ ¿Quién eres, tú; para recriminarme semejante inculpación? No me conoces de nada y tampoco te he pedido auxilio.

__ Tienes poca memoria, Martín Zubiría, ahora hace un año, estabas haciendo una promesa, que no has cumplido. Se la hacías a una persona que te quería y que ya no está en este valle de lágrimas. Una promesa que no has cumplido y vengo a cobrarla en su nombre.

__ Hace un año, es demasiado tiempo para mí, que vivo tan rápido y no recuerdo bien a quién pudiera yo hacerle semejante ofrenda. Además, los muertos no exigen plazos, ni requieren cumplimientos.

__ Eso es lo que tú crees. Lo que el mundo imagina e incumple descaradamente, haciendo del compromiso de una ofrenda, una fiesta deleznable.

Entendiendo que puede quedar exento de las exigencias de lo prometido porque las hiciste en silencio, sin presencia de terceras personas, que lo corroboren. En secreto, así nadie las conoce. ¿Verdad?

Martín, no lo has cumplido y sabemos que no lo harás, venimos a cobrarlo con tu vida, no sin darte un escarmiento. De ahí esa teatralidad desde que has despertado y ese sufrir en tu día habitual de trabajo. Esa agonía parpadeante que todo el mundo ha descubierto y que ninguno, ha querido socorrerte. ¡Morirás en breves segundos! Solo te doy unas décimas para tu arrepentimiento.

Quedó postrado en el bordillo de la avenida, con una nota en su mano derecha, que él mismo había encontrado en su billetera, que decía: Muero por quebranto de promesa




jueves, 12 de enero de 2017

Abusos y desmanes




Le explicaba Silverio a Restituto, el altercado que tuvo antes de ayer Jenaro por ser tan como es. Persona que siempre se mofa de todo bicho viviente. Criticando siempre aquello que no le parece bien. Sin tener en cuenta absolutamente nada, ni tan siquiera sin verse los muchos defectos que lleva a cuestas.

Es un caballero mal educado __ respondía Restituto__, que no sabe callarse y ofende, cuando opina desentonando. Nadie le ha parado los pies, hasta que se encontró según imagino, vas a contar.

No podía ser de otra manera __ prosiguió Silverio __ mira que se lo hemos advertido todos. <> y evitarás estos sobresaltos.

Sin embargo, es imposible. Lo lleva en su manera de ser, en su propio ADN, no hace caso. Además, es una persona que sabe de todo, entiende como el que más, pudiendo dar lecciones a médicos, abogados, ingenieros y corrige de forma mal considerada al que a él le venga en gana.

Si le cuentas, que has estado en el doctor y te ha mandado unos analgésicos. Salta como un tiro y te dice, que te ha atendido un matasano, que le deben haber dado el doctorado en una tómbola y se ha equivocado en la prescripción.

Los analgésicos, no son adecuados para la dolencia que tienes__, siguió arguyendo Silverio__ no curan, ni te dan la mejoría que esperas, no corrigen la enfermedad y además, pone fechas y ejemplos de casos que no tienen nada que ver con lo que intentábamos explicarle. Desestimando los remedios y las advertencias médicas, con tal de interrumpirte, dejarte sin voz y tomar la palabra, para que todo el mundo vuelva a escuchar sus sandeces.

Si le explicas que vas a hacer un viaje a la Patagonia, te da lecciones de donde debes parar, donde dormir, para inmediatamente explicar su último viaje a la Alcarria, demostrando que es también un artífice en excursiones y desplazamientos__ Ya le conocemos, y no tengas miedo que no cambiará__ Riendo efusivamente Restituto__, preguntó sin más a Silverio, cuál era la gentileza en la que había incurrido esta vez el amigo Jenaro.

Él no ha abierto la boca, claro en principio porque no puede, le han dado tortas hasta dejarlo morado. Está hospitalizado en el New Avenida. Ha sido su mujer la que ha contado la hazaña. Por suerte está fuera de peligro, pero creo le dieron golpes hasta dejarlo al pobre, contusionado y muy herido__ Ah… entonces es seria la cosa __, dijo Restituto, ya preocupado por la salud de su colega.

Parece ser, iban por la ciudad conduciendo y se le acercó un “dos caballos”, ese coche de la marca Citroën, que es tan raro. Ese auto, que se menea muchísimo, y se balancea de manera que imaginas se vaya a salir del carril __ con la cabeza Restituto hizo señal de saber del modelo de coche que se trata__. Al parecer aquel conductor, le hizo un amago de adelantamiento erróneo, que corrigió al momento sin la más mínima incidencia, quedando tras de él, en la circulación.

Fue entonces cuando Jenaro, al ver que estaba a tiro, el arrepentido chofer, comenzó a hacerle señales de insulto, que mostraba tanto por el espejo retrovisor, como por el interior de su vehículo. Observando en el Citroën, viajaba una persona bajita, con acompañante que le pedían ostensiblemente el perdón por la maniobra falsa que pretendían hacer.

Detalle que enfureció a Jenaro y le sacó de sus casillas, creyendo poder amilanar a los del automóvil francés.

Haciendo los posibles para cambiar de carril y llegado a la altura de la ventana del conductor, proferirle agravios muy desagradables.

Cuando se dieron cuenta, y viendo que los improperios se encarnizaban por parte de nuestro amigo, el coche bailón se puso delante de ellos y al llegar al semáforo en rojo, se detuvo y comenzó a salir hombre. No era tan bajito, el coche engaña.

Cuando estuvo frente a la ventanilla del Ford de Jenaro, parecía que había llegado German Monster, el que trataba de sacarlo agarrándole por camisa y corbata, todo junto y con malos modos,

Dándole a la vez, tortazos a diestro y siniestro por el hueco de la propia ventana. Dejándole la cara como un mapa. Sin pronunciar una palabra soez.

Cuando el semáforo, se puso en verde, metió nuevamente a Jenaro estrujándolo sin miramiento, dejándolo sentado frente al volante y este hombretón insultado, desapareció de la vía, confundiéndose con el resto de tráfico.

_ Que te apuestas_, expresó Restituto riendo.

Cuando lo cuente y nos lo relate, cambia de versión de los hechos y nos dice que lleva la cara como un mapa, por salvar a alguien de un conflicto armado.





jueves, 5 de enero de 2017

No me creerán.





Cuando regresaba esta madrugada; solitario, por las calles de mi ciudad, en busca del descanso del inquieto, he observado que unos metros delante de mi sombra, marchaba el llamado Santa Claus camino de su rincón, a esperar de nuevo que vengan estas fiestas tradicionales, para volver a emerger con su vestido rojo y sus barbas.

El trineo vacío y el reno, ya lo ha cambiado por una moto de gran cilindrada, con unas ruedas gordísimas y un manillar que parecen verdaderamente los cuernos del primer ciervo que trajo.

Se notaba en él, el cansancio de todos estos días, de los momentos alegres que vivió y, de los instantes no tan dichosos, que además también tuvo que soportarlos. Saltando de balcón en balcón y de casa en casa, bajando por los postes de la electricidad y gateando por las chimeneas para no ser visto, escalando por las fachadas entre balcones y dejando sus regalos.

Al llegar a la esquina de Montevideo, con Pintor Mariano Fortuny, se han casi tropezado con los tres Reyes Magos, que estando hospedados en el Hotel El Castillo, imagino trajinaban para ir a las cuadras_ el aparcamiento de Siset_ a preparar a sus camellos, que tampoco habrán descansado tanto como ellos hubieran querido.

Camellos, digo así bien; puesto que los transportes que traen estos reyes de las ilusiones, son coches de la marca Citroën, de la empresa local, que siempre han estado a su disposición. Galanteo de los organizadores de la Cabalgata.

Melchor le ha dicho a Nicolás_ ¡Ei!  Sobresaltado casi, ha hecho un respingo que por poco cae a la acera húmeda justo al lado del kiosco.

__Tío, vas muy apesadumbrado_ le silbó con ese sonido cabrero que tienen traído del oriente más lejano, casi aturdiendo a esas horas de la madrugada al resto de invisibles.

__ Hola Melchor, ni me había dado cuenta, que nos cruzábamos. Voy cansado. ¡Es verdad! No sé qué pasa, pero cada día hay más regalos para repartir. No me lo explico. ¿Es necesario todo este despilfarro? En casas, cuyo poder adquisitivo no llega ni siquiera para subsistir. Tiran la casa por la ventana_ acabó diciendo Santa Claus.

En ese instante de la madrugada, Gaspar y Baltasar, se habían acercado a Santa Klaus y a Melchor, y se sumaron al coloquio de alborada.

__ Buenos días Majestades, ¿Qué tal? __ preguntó nuevamente, Papa Noel, a los recién llegados, abrazándoles y sintiendo ese calor oriental que portaban entre sus ropajes.

__ Te saludo Nicolás_ dijo Gaspar, el más rubito de todos y esperando, para proseguir que su colega Baltasar le diera los parabienes al nórdico vestido de rojo, que tiraba del trineo a duras penas en la subida de calle Montevideo.


__ ¡Ya lo viste amigo! Ha pasado otro año, y otro y más que pasaran. Por cierto, preguntó Baltasar a Papá Noel_ Cuantos años, cuantas veces nos hemos encontrado en este cruce de calles, ¿lo recuerdas, por casualidad?

Santa Claus, quiso recordar y ¡sí!, que dio una cifra en años_ dos mil y pocos, ¿quizás? _ contestó Melchor, sonriendo y observando que aquellas calles, ni siquiera existían, ni aquella encrucijada de esquinas, ni aquel pueblo, ni aquel hotel donde esta noche se habían alojado.

Impensable que yo pudiera comprender, el por qué de esta tradición viene desde hace miles de años, aunque no me había percatado jamás.

De algún modo tuve que hacer algún ruido, y ellos se percataron, en que no estaban solos y con desparpajo me preguntaron casi a la vez, Baltasar y Nicolás.

__ ¡Qué haces a estas horas por aquí!, ¿es que no esperas ningún regalo?

__ ¡No espero nada! _ Mentí, para saber si ellos me detectaban esa trola.

__ ¡Claro, que esperas! _ mantuvo Gaspar_ y quizás más que nadie, aunque no lo reflejes en tu cotidiano meneo, pero veo, dentro de ti una esperanza que nace desde hace años y que no acaba de cuajar.

__ Sois reales_ pregunté con interés, por semejante aparición inesperada; porque no me lo puedo creer, jamás en la vida, me había ocurrido semejante espectro y ahora en el borde de la indecente realidad, aparecéis.

No; uno, el famoso Papa Noel. ¡No, nada de eso! San Nicolás y, además los que faltaban, los de oriente ¡Chúpate esa! Todos juntos, los del Oriente y el de las nieves.

Por lo que veo, o estoy soñando o me han hipnotizado. No aprecio vuestras barbas postizas, ni el color de vuestra dermis teñido. ¿Sois de verdad, los personajes que imagino?

Rápido contestaron con pocas formas y con el descaro de los más insultantes guerreros medievales. Tanto que pronto Melchor, no pudo contenerse y dijo.

__ ¡Somos reales!, míranos y acércate y luego si puedes, lo escribes, porque decirlo así a lo pronto. No podrás.

__ Explicarlo a tus amigos, a tus familiares, al mismísimo “Sur sum Corda, que como sabes proviene de la liturgia católica_ apuntó el mismo Melchor_ y viene a significar en latín algo parecido a “Levantemos nuestros corazones” y creamos en la divinidad de lo que refieren en sus milagros.

No te entenderán y presumirán que es ficción tuya de escritor. Dicho de viva voz, será una pérdida de tiempo y creencia.

No supe que decir, me faltaron los atributos, los adjetivos. Pasaron por mi cabeza, tantas cosas, que había vivido, junto a mi hermano, a mis padres, y recordé tanta ilusión enlatada en una milésima de segundo, que solo pude ejecutar un silencio cobarde.

Me despedí de ellos__, Buenas noches majestades, que acaben bien la jornada de trabajo_ miré el reloj de pulsera, las cuatro y treinta y tres minutos de la madrugada, camino de mi casa.

No me contestaron, ni me siguieron con sus miradas, al poco trayecto, me giré para preguntar en último extremo y ya no les vi.

Ya no estaban en la esquina de Montevideo, Mariano Fortuny. Seguí muy decepcionado buscando la cama, y amanecí con un regalo que me hizo mucha ilusión.

Sobre la mesilla de noche, debajo de la lamparita, una nota que decía. No te creerán. ¡Escríbelo! ¡Somos reales!