sábado, 30 de mayo de 2015

Mariquita y los chochos


Erase una vez en la Isla de La Gran Canaria. ¡Perdón he de hacer un inciso!
Con estas tres primeras palabras: "érase una vez", comenzaban siempre los relatos inolvidables que mi abuelo me contaba, y hoy y aquí en Agűimes. ¿Agűimes? ¡ Asi como lees!
¡Sí!, escrita con su correspondiente diérisis. Leída Agűimes.

Cuando disfrutaba a la escucha de una historia de hace muchos lustros, también he recordado aquellas aventuras que tanto me atraían y que al final me convirtieron en algo asi, como explicador y escritor de algunas de ellas. Sin olvidar a a quel hombre seco y poco cariñoso, no porque no lo fuera.  En aquellos dias, nuestros abuelos eran muy serios y aunque sintieran afecto, lo disimulaban muchos de ellos_, siempre hubo excepciones_, por la vergűenza que les daba mostrar sus inquietudes de cariño.
La sociedad los miraba como débiles.En aquellos dias el afecto sincero no solía mostrarse en público y los " yayos " de entonces, regalaban menos expresiones de ternura a sus nietos.

Pueblo precioso Agűimes, de poetas y gentes de letra y con mucha cultura esparcida por su perímetro tanto de la parte alta, como la zona turística. Ha sido cuando una amiga_ del Mundo Senior, dedicada a ser guía en esta preciosa isla de Gran Canaria_. Especialista en explicaciones para masas turísticas sobre los detalles del archipiélago_, llamada Beatriz_, nos ha relatado una sucinta y preciosa anécdota de hace unas cuantas decenas de años, que hacian referencia a algo que era costumbre en Agűimes, dedicados a una mujer célebre: Doña Mariquita y que de forma escueta he novelado y ampljado y os voy a narrar.

Todo obedece cuando nos hablaba_ Beatriz, la guia_ de las figuras hechas en bronce y en piedra volcánica_. La tia Mariquita, tiene su relieve y perfil en el metal de la escultura de la plaza de la iglesia_. Como los reunidos bajo el laurel de indias_ estátua sita que reúne a un prócer y sus escuchantes_, disfrutando del poeta, de sus odas, sus versos, sus historias y, varias creaciones más repartidas por las diferentes esquinas que perpetúan algún motivo de Agűimes.


Sin olvidarnos del insigne poeta canario, de procedencia de la mencionada villa. Don Orlando Hernández Martin, dramaturgo, del que en la la pared de su casa y serigrafiadas sobre mosaico, lucen un trio de sus poemas.
Y tras las someras explicaciones permitan que comience mi andadura, o sea mi narración como era la forma tradicional de iniciar estas leyendas antes;  ya ha mucho, cuando no existian ni la television, ni los moviles, ni el whatsApp. He querido matizar estos detalles, que a las personas de cierta edad, le fueron habituales  en su trayectoria, y con su permiso paso a decir:


Érase una vez, en medio del Océano Atlántico, en unas islas volcánicas de millones de años de existencia, preciosas, llamadas en un principio "Can Area" o tierra de grandes canes, donde la fertilidad era lo común y que todos envidiaban por situación y privilegio. Sucedían detalles preciosos que fueron al compás de los cientos y cientos de lustros venideros.


Llegado el siglo XIX a mediados del diecinueve para mayor rigor, tiempos lejanos, donde los jovencitos jugaban en la calle, frente a la puerta de su casa, y por los alrededores, porque entonces si sabían jugar y se distraían con lo poco y menos que poseían. Aquellos críos, con una cuerda, con una pelota hecha de trapo viejo, con la peonza aquella que pasaba, de tios a sobrinos, jugando al burro, al pañuelo, a médicos y enfermeras con las niñas, amigas de la calle, vecinas de su barrio.
Amigos todos y revueltos sin más problema, que lo que; merendarían aquella tarde, mientras sus madres quedaban en casa haciendo sus labores y preparando la pieza de plátano para dar de comer a sus hijos.

Un tiempo donde no existían ni piruletas, ni golosinas, ni siquiera maquinitas en miniatura y telefonos de control remoto para descubrir el meridiano, y el paralelo, incluso la esquina de la calle donde paran los nenes, si no los encuentras.
Un tiempo_ el actual_,  en ese Agűimes, como en otro lugar del mundo donde la información llega,  casi antes de que sucedan los hechos.


Entonces en Agűimes, vivia una señora, una viejita, la tia Mariquita, conocida por todos, un encanto de persona que todo el pueblo adoraba.
Repartia a los crios, desde una cesta que portaba y para todos los que se le acercaban a ella sin excepción, un puñado de chochos,  para que los pudieran disfrutar, saborearlos y degustarlos. El chocho es un fruto seco que se deja remojar en agua por la noche y al dia siguiente puedes degustarlo y comerlo mojado. Tiene una vulba parecida a una vagina y de ahi con un meneo de dientes y lengua, sale expedito el fruto del chocho, regando de placer la lengua del que lo saborea.

Así muchos de los antepasados del pueblo, crecieron con el sabor de los chochos de Mariquita, y esa juventud, pasados los años quisieron reconocerle su afecto y su conducta, ingeniando ponerle una figura preciosa de bronce, sentada con su cesta de mimbre y en las manos pueden verse, los chochos que ofecia a sus parroquianos: esos caballeros bajitos y nerviosos que fueron _ , y fuimos_, los de otros lugares de la geografia_, en su momento: los niños.




Altramuces, conocidos en Andalucia y Canarias, con el nombre de chochos. Al-turmus que a su vez del Griego Thermos, son leguminosas, Lupinus Albus.
Apuleyo (124-180 después de Cristo) de origen Numidio decía: que los chochos diariamente van girando con el sol e indican a los labradores las horas del día, aunque el cielo esté nublado.






viernes, 29 de mayo de 2015

El desnivel simbólico



Se le acercó hasta la puerta de su domicilio. Él vivía en una barriada de obreros, de casas muy diminutas que habían prefabricado para las personas que no tenían posibles, ni apenas trabajo, y por decirlo de forma más clara: futuro.

Era una calle con un descenso pronunciado, la zona con anterioridad había estado sembrada con viñas, por lo que las rampas decrecientes en casi todo el perímetro era de más  amplitud que, lo que un paseo, te obliga a gastar. Sobre todo,  consumiendo el resuello de reserva.

Por tanto el  pollo que llevaba la bicicleta, tan solo tuvo que dejarse llevar por la inercia que resultan de las leyes físicas de la gravedad para deslizarse calle abajo.
Frente al número cuatro de la vía, aquel muchacho detuvo la marcha, colocando un pie entre  el neumático y el puente  del eje trasero de las ruedas. No tenia frenos aquel cacharro de color azul que conducía. Haciendo su alpargata de esparto de disco de contención, dejando allí aquel transporte detenido. Momento que ese pie sirvió además para resolver el teorema del equilibrio.


_ ¿Te llamas Paco Centeno?_ Preguntó el chaval_ Mientras cargaba el pedal del ligero vehículo, por si hubiere una salida prematura, colocando el pie ajustado y tenso para presionarlo en cuanto soltara el encargo en la mano  de aquel hombre y salir  perdiendo el culo.


El tipo que permanecía fumando frente al número cuatro de la calleja, no se imaginaba que se acercaba aquel pillo, para retornarle algo que era suyo, y que estaba dentro de un sobre cerrado.


Lo puso en guardia y al acecho, el detalle de quedarse justo frente a su puerta, lo desconcentró, mientras  aquello sucedía, calaba aquel cigarrillo sin boquilla que devoraba, hasta que el ciclista le preguntara por su nombre.


_¡Sí! Soy yo, y tú qué quieres, no te conozco de nada_. Ese impulso que hizo reaccionar a Paco, lo dejó titubeante entre la pared donde se apoyaba instantes antes;  y el bordillo del suelo, que separaba la acera de la zona rodada, intentando no llegar a tocar aquella bicicleta sin frenos y con pinta de haber sido afanada de cualquier sitio.
El pimpollo, le alargó un paquete cerrado de tamaño medio, con poco peso y atado con una cuerda fina de algodón, que le impedía poder desbaratar el contenido sin cierta dificultad, ni siquiera leerlo en un plisplás. Sus miradas se cruzaron analizando  si se conocían, o se habían visto en alguna otra ocasión. Sin éxito momentáneo.
Paco, tiró sin mirar la colilla que aguantaba casi quemándose los dedos de la mano izquierda, con lo que el detrito humeante de tabaco salió sin dirección ajustada, en sentido contrario. Recogiendo la entrega certificada en mano.


_ No hay duda_ dijo el chavalín_,  Eres Paco. Me mandan que te entregue esto que es tuyo y te diga, que eres un pardillo. Aquel pedal cargado, fue presionado súbito y sin preámbulo por el mozo, con tanto brío y fuerza que la bicicleta salió de estampida.
Usó la pierna que ya tenía dispuesta desde que se había detenido, saliendo como alma que se lleva el demonio, quedándose Paco, con el sobre amorronado, comenzando a quitar aquella "guita" todo lo deprisa que podía viendo como el mozo desaparecía calle abajo y a la vez boceando para que alguien  detuviera aquella bicicleta.


En pocos segundos no se veía ni al mozalbete, ni a la bicicleta azul y Paco, ya tenía la cuerda fina de algodón y los trozos del  paquete destrozados, en el suelo.
Una billetera contenía el sobre, y junto a ella , adjunto un escrito, escueto y simple. Un mensaje para el propio Paco, que antes de leerla la reconoció como de su propiedad.

_ ¡Coño, es mi cartera! ¡Me la habían robado! Ni cuenta me había dado_ pensó mientras se disponía a leer la nota. Al desplegar la hoja del mensaje leyó:

¡Eres un desgraciado!  Te devuelvo la cartera que te hurtamos, perdona te confundimos. Creíamos llevabas dinero y nos has dado mucha pena.
Te la retornamos completa  ¡Ahí la tienes!, documentos incluidos y veinte euros de regalo por las molestias.


miércoles, 27 de mayo de 2015

Otra lágrima marina más


Segunda parte de la lágrima marina.


Tras haber visto aquel espectáculo en la linea de la guagua que une el Puerto de la Cruz,  con la población de la Candelaria, Mirna comprendió que ella ya había dejado todos los valles, incluido el suyo tan querido, el de la Orotava. Sin billete de vuelta. Subió más arriba que la altura que tiene el Teide, hasta llegar a un estrato entre el universo y lo ignoto.

Por cierto_ preguntó Mirna al  indescriptible invisible_ ya que me conoces y me proteges desde hace tanto tiempo, sin conocer ni yo misma ese detalle, y es más te diré; creo  que dentro del recuerdo de mi familia, nadie jamás ha comentado palabra alguna referente a la figura o al espiritu de la Tinahujea_. Explica si puedes, o mejor; si quieres ponerme al corriente, de lo que pasó con mis antepasados, cuando la reconquista, que tanto has mencionado.

No se de que va todo este invento_siguió argumentando Mirna_, y ya que he perdido mi vida por lo menos convenceme con alguna ilusión que valga la pena y consiga que me olvide de todo el padecimiento al que me has sometido.
Aquella figura angelada transparente tomó la palabra conociendo que Mirna, no tenía ni idea de nada. Sus propios padres la desconocian como ella. Entre aquella familia no habia habido transmisión verbal sobre los recuerdos, las ilusiones de aquellos que les habían prededido. Toda la información sobre el tatarabuelo Isaías, el que se enfrentó con Don Alonso Fernández de Lugo, para evitar la muerte de aquellos guajiros y salvar al jefe Tanausú murió con él.
Tanausú que engañado por un primo suyo, chambelán de las tropas castellanas lo llevó a su final y al de su pueblo_ acabó su frase el invisible evaporado_, para fijarse en aquella mujer, que ya envuelta en los interminables sueños de las tinieblas, seguía escuchandolo atentamente para continuar exponiendo la historia.

Cuando Alonso Fernandez de Lugo, vio que militarmente no podía doblegar a los guanches capitaneados por el gran jefe de la tribu Tanausú y debiendo resolver aquella papeleta lo antes posible, envió a un familiar  de este que hacía años servía a las huestes militares.
El rey de Castilla quería una victoria en aquella isla, la más occidental del archipiélago. La Palma. Preciosa isla con forma de corazón y con alma propia que tan solo pisarla, inspira por lo menos haber vivido en otras épocas en ella. El monarca conociendo que unos indigenas aborígenes nacidos en la Caldera de Taburiente, sin defensas ni armas, plantaban cara a las tropas del entonces  mejor de los ejécitos del mundo descubierto, quiso acabar con el asedio de inmediato. La queria para engrosar a todo aquel conjunto de puntos de enclave y críticos en medio de un océano que entonces se creía plano y sin retorno. Enviándole misiva a Fernández de Lugo para que la ganara o dejara paso a otro captán mas resolutivo.
Esa circunstancia a Don Alonso, le restaba prestigio por ello engañó a Tanausú, mediante su familiar, prometiéndole le dijera al jefe moreno, que una vez intercambiaran saludos y regalos, los soldados castellanos se volverian indefectiblemente a la península_  allí entraba el concurso de Isaías, el soldado enrrolado en las tropas de Don Alonso que intentó salvar al lider guanche_. Dijo convencido aquel espíritu desdibujado que le hablaba a Mirna.
Alonso no ganó en el campo de batalla, se hizo de la isla de forma cobarde, a pesar de la bronca que montó tu tatarabuelo, ni tuvieron en cuenta las repercusiones que aquello traería.  Lo arrestaron junto a Tanausú y a ambos venían hacia la península para ser sin duda ajusticiados. Antes de que el jefe guanche se quitara la vida en el bergantín que lo transportaba.


Vaca guaré, ¡ vaca guaré! Que en el castellano primitivo quería decir o significaba: quiero me morí


Ahora se cumplen fechas de aquellas efemérides y tal y como en la isla de la Palma, no hay ninguna calle, paseo, escultura, reflexión ni mención del adelantado Fernández de Lugo por el flaco favor que le hizo al primero de los responsables de los guanches y por los desmanes que propició en el tiempo que siguió, los espíritus han querido que tú;  Mirna Adeje, descendiente del platanero, Sándalo Aganto, a su vez nieto lejano de Isaías de Aganto, seas compañera entrañable del hijo de Tanausú y Tinahueja y seáis quien dirijais desde el confín de las esencias las directrices del pueblo Guanche


 Fin de la historia que me contó una sirena en la Palma
 Espero haber sido el escribano de su deseo y tu comunicador.

domingo, 24 de mayo de 2015

la lágrima marina

Salió de buena mañana de su casa con destino al trabajo y al llegar a la parada del bus, ascendió al autocar y validó su trayecto en el dispositivo al efecto, guardando en su bolsito de piel china el ticket y se sentó justo al lado de la ventana, en una de las tantas plazas libres que habían, justo frente a un hombre, que parecía semi dormido y que ocupaba mucho más del espacio que  necesitaba.

Cuando ella se aposentó, aquella figura desdibujada que parecía dormitaba se ajustó al espacio, mirando fijamente a la joven, que sin dar importancia, de lo que iba a suceder, ignoraba al individuo en cuestión. La mujer por alguna extraña causa perdió en aquel momento la estabilidad y la razón, quedando a merced de lo que el destino, caprichoso dispusiera.

El viaje proseguía deteniéndose con frecuencia, en todos los apeaderos y paradas al efecto recogiendo  pasajeros y dejando a los diversos usuarios en sus puntos de destino y llegada.  En uno de los frenazos del bus, aquella mujer fue a caer de bruces sobre los brazos del espíritu de la Macaronesia,
(Macaronesia es el nombre colectivo de cinco archipiélagos del Atlántico Norte, más o menos cercanos al continente africano: Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes.), aquel ángel custodio y sobrenatural que ya hacía tiempo la estaba resguardando de lo que había pasado en aquel transporte público, para que su cuerpo inerte, ya muerto no fuese mancillado por los atracadores del convoy.

Tres individuos entraron en el transporte comarcal, forzando al conductor a que continuara con el trayecto, y mientras derramaban el gas tóxico, asustaban a aquellos madrugadores pasajeros, camino de sus trabajos, en oficinas y talleres.
 Iban cayendo los viajeros a medida que iban inhalando el veneno. Hasta dejar sin vida al último de los afectados por aquel destino caprichoso.

_Lo siento, lamento haberlo molestado_ dijo la joven, apartándose de aquel tipo_, dispense mi poca atención. Aún estoy dormida y me ganó la confianza pero me traicionó el equilibrio.

_ No te preocupes Mirna_ contestó el ángel_, no eres la responsable de todo cuanto te suceda de hoy en adelante.

Mirna no sabía de que iba aquella confianza y aquella familiaridad y con malos modos contestó.

_ ¡Como se atreve a tutearme y como sabe mi nombre . ¿Le conozco de algo? Ya me excusé, no cree que puede usted resultarme un descarado. El hombre sin inmutarse, ni siquiera atender lo que decía, prosiguió con su mensaje.

_ Tú,  eres Mirna Adeje, hija de Sándalo, con el apodo de: el platanero. Un palmeño , nacido en la calle Odaly, de la ciudad de Santa Cruz de la Palma. A mi no me conoces, pero yo estoy contigo desde que naciste, allá por los años noventa en los llanos de Aridane. Y te poseyó el cuerpo de Tinaujea, amante de un gran jefe que hubo en La Palma, cuando la conquista.

_ No me hace ninguna gracia lo que me está contando y no tengo por qué seguir con esta cháchara pesada. Le pido siga dormido y me olvide desde ya.

_ Mirna, tu ya no vas a volver más a tu casa, y verás a los tuyos desde otra perspectiva, tu ya no perteneces a este mundo. Ni siquiera has sufrido con el incidente de hace unos minutos en este bus. Todo ha sido para camuflar el hecho de que estás llamada con urgencia a la otra parte de la vida, eres ciudadana de los vivientes invisibles.

Mirna, se precipitó y se giró en su posición para ver y comprender que le estaba refiriendo el espíritu de Tanausú, quedando frente de sí, un espectáculo irreal, de pasajeros muertos en el pasillo del bus.

Todos los pasajeros de aquel autocar, estaban sin vida, habían sido asesinados aquella misma mañana, con un gas parecido al mostaza, quedando todos en la posición que tenían, excepto los que viajaban en pie, que estos cayeron al suelo, en el mismo momento que Mirna caía en los brazos del angelado que le hablaba.
Ni uno quedó con vida, quitada, por unos extraños asesinos que nadie notó, enviados por quien no conoce los principios de la vida y el respeto por las normas.  De hecho ni siquiera podía explicarse, puesto que aquella acción no era hecha por humanos.

Alguien igual no real que trataba de cobrarse una lejana  venganza, de tiempos ancestrales. Misterios sin explicación que tampoco se pueden demostrar.
 Aquelarres de brujería indígena, que han aguardado cumplirse a lo largo de los siglos.
 Estaban todos en el suelo, nadie les devolvería la existencia y ella, horrorizada, viendo aquel panorama no supo que hacer y perdió los nervios frente al  hombre maldito, que decía ser representante de la memoria de Tanausú, que la protegía de la maldición de los dioses, por ser descendiente del único de los conquistadores honrados y decentes, el único de los castellanos que plantó cara a su capitán.
Un bizarro que dejó descendencia en la isla de la Palma, y que según parecía su biznieta, era la que iba a cerrar el episodio.

Aquel guerrero que fue mandado a conquistar las islas, por el adelantado de Castilla llegado junto a la tropa, a la isla de San Miguel de la Palma, y que yendo a las órdenes del capitán Don Alonso Fernández de Lugo, se negó a obedecer al mando y no participar en la captura de Tanausú, por orquestación y prácticas que estaban fuera de las estrategias militares. Frenando con su personalidad al adelantado por las formas que usó tan cobardes y mezquinas para engañar primero y después apresar al Jefe Tanausú

Don Alonso, caballero andaluz de procedencia gallega, estaba allí para darle satisfacciones al rey de la entonces conocida  tierra de  Castilla. No importaba como, aunque la hidalguía no se ajustara a término y de forma poco caballerosa engañó al jefe aborigen para establecerse en la isla por la fuerza,  después de muchos días de asedio sin éxito y sin poder conquistarla con las armas, urdió un maléfico plan.

Mandó a un primo del jefe Guanche, indígena y criado fiel, al servicio de la Corona desde hacia tiempo y a la postre de Don Alonso.

De los pocos que sabían el habla castellana, de los sometidos y cobardes.  Aquellos que han existido desde que el mundo es mundo y favorecen a todas las partes, a cambio de su bienestar. Lo enviaron al poblado donde estaba el líder para invitar al confiado Guanche a que bajara de las Calderas de Taburiente, donde estaban fortificados los pobladores del lugar.

Prometiéndoles que una vez se entrevistaran y cambiaran saludos, los conquistadores, partirían de nuevo para Castilla.

Tanausú aún y conociendo la traición accedió a entrevistarse con el adelantado Fernández de Lugo  en  el pueblo de Tazacorte. Su primo le había facilitado todas las garantías para que se juntaran e hicieran lo pactado, sin el menor peligro para la integridad del guerrero isleño con el capitán, que solo quería conocerlo_ según él_ y hacerle unos agasajos.

De esta forma ruin no pensaba cumplir, con su honestidad y solo pretendía apresar al Guanche rebelde jefe de toda la tribu y enviarlo frente al monarca.
Consiguiendo así una fama que era imposible ganar heroicamente en el campo de batalla.
Tras una maniobra de traición, esperaron las tropas de Castilla al jefe Tanausú,  y lo apresaron para llevarlo y ser ajusticiado en Castilla.

to be continued......
continuará.......

lunes, 18 de mayo de 2015

Los poetas lloran tinta_ episodio dos_




Viene del capítulo anterior.




Los tres primeros meses de maniobras pasaron de forma inexorable sin apenas bajar a la ciudad, a la civilización más acostumbrada para ellos, sin contacto con nadie, exceptuando el correo tradicional, el de papel y sello franqueado, que es el que hacía su cometido y el que llevaba y traía las noticias, tanto de la familia, como las novedades del mundo real.
Con un subyacente pasar los días de una acampada militar, sin apego de nadie, sin sentimientos cercanos, sin familia próxima. Solo cielo, tierra y agua, la mínima indispensable. Dificultades de una preparación pertinente, en defensa del suelo patrio.


Pensamientos religiosos influidos todos los días a la soldadesca, desde los mandos superiores con el propósito de prevenir y por si volvieran lo que ellos denominaban; las hordas rojas. Evitando así a toda costa implantar sus gustos, sus políticas populares y sus libertades.
Cortadas de cuajo, por el General de todos los Ejércitos, al ganar la guerra civil de hacía algo más de treinta años. 

De ese modo, con esas premisas, y una vez instalados en la Base de Autos en Sant Boi, fue captado por un imaginativo y talentoso suboficial, Don Eladio Díaz Martín, más como contadero de sucesos de su propia compañía, que como fusilero para hacer refuerzos y guardias. Empleo que este sargento insinuó al capitán, una vez destinado como chupatintas en la Base de Operaciones.

Tras haber requisado por el cabo de guardia y entregado a Don Eladio, una libretilla en una batida de registro habitual cuartelera. El cuadernillo que siempre portaba Lucas, bajo el sobaco izquierdo con poemas, ideas y referencias de leyendas referentes a la fábula en general y en particular a los Iberos, Vándalos y Alanos.
Fue leído con toda la curiosidad por el asistente del capitán, y creyendo que semejantes ideologías debían ser conocidas por el jefe del batallón le hizo llegar esa carpeta sucia y raída, de comentarios escritos en hojas de papel higiénico de la marca Elefante, a las manos del Comandante.


Cartilla con anotaciones singulares que atrajeron la curiosidad de aquel Militar Laureado, que rasgó su fisgoneo, queriendo conocer más detalles de la procedencia de aquellas literaturas y a su valiente y denodado autor. Que ya se atrevía a desdecir a los eruditos y a los textos oficiales en cuanto a la pulcritud de la historia contada, publicada siempre para agradar a las tendencias más conservadoras.
Objetándose en esas letras confiscadas mil detalles necesarios que, de conocerse ayudarían a adivinar mejor la secuencia de los sucesos. Hechos acaecidos y jamás contados. Detalles que dan veracidad real, que además sería de obligado cumplimiento el que fuera conocido por el pueblo.

Controladas a menudo, por los archiveros oficiales y antropólogos del ministerio competente.
Descaradas y en contraposición con lo que nos cuenta el sistema sobre la trayectoria y la autenticidad de docenas de hechos, en especial denunciados en aquella carpeta asquerosa, sobre las migraciones Celtas, enconadas con el pueblo Romano, y que a la postre fueron los autores de aquellas batallas épicas, que según Lucas, no se parecían a la realidad, no eran fehacientes. Habían sido transcritas al papel de forma torticera y dando pábulo siempre a quien estaba interesado en modificar por el capricho que fuese, la conducta de los pueblos y la trayectoria de los lugares. 

Esas bibliografías abocaron a Lucas a una charla legendaria con el estratega condecorado, jefe de los destinos de aquellos soldados que ofrecían forzosos su prestación en el deber y defensión de la entonces indivisible Patria.
Dando principio aquel embargo, a generar en aquel cuartel de paisanos militarizados y de soldados de leva, auspiciado por el ínclito y enaltecido oficial, una publicación periódica a modo de diario cuartelero. Revista interna donde se publicitasen, todas y cada una de las noticias del escuadrón, del pelotón y del Batallón del Parque de Talleres de Automovilismo del Ejército de Tierra, denominada; Efemérides Vertidas.

Divulgación mensual a gusto del comandante y puesta en marcha, en las instalaciones de comunicación del fortín. Una especie de libelo que se instauró en aquellas dependencias militares, donde se facilitaban las noticias que convenían y que pasadas por la criba salvaban la censura. 
No sin dejar de forma vigilada, que el apasionado periodista pudiese dar un punto de vista implicado sobre lo que dejaba ciertas dudas, o por lo menos, diversas maneras de concebir razonablemente lo que se daba por legítimo. Descubriendo versiones inversas y consensuadas con datos y cifras que no se corresponde con lo que se conoce como certificado.

Orígenes lejanos que nos depararon acontecimientos pasados y que con tonos desiguales, nos decían lo contrario a lo que habíamos aprendido y nos inculcaron. Fechas no fiables, dilemas y tratados que no se ajustaban al protocolo que siempre nos han imbuido. Sucesos políticos dados por infalibles o leyendas que están fuera del dogma de fe. 
Vertientes diversas y puntos de vista ajenos y jamás contados, por no ser adecuado mantener dentro de las conductas naturales y que se debía a toda costa desterrar de los libros. Dejando así muchas lagunas y una gran estela de vacilación sobre la memoria.


Lucas había salido de permiso ese domingo del reducto, tras solventar una guardia en las cocinas de la entidad táctica, y junto con unos camaradas reclutas de la misma promoción que él, se aventuraron a ir a bailar al precioso ateneo. Lugar afamado por su categoría, donde por aquellas fechas iban y venían tropel de preciosidades femeninas y turba de gallardos mozos de todos los pueblecitos de la comarca.
Gentes que buscaban contacto, que les era preciso tras aquellas jornadas brutales de trabajo, hambre y extenuación, distraer sus mentes y su sexo a poder ser bailando con una señorita más o menos atractiva, que era de las pocas cosas que estaban permitidas, caso de no alterar el derecho de admisión de los locales y bares.
Bebiendo tranquilos, destrozando sus gaznates con aquellos cubatas de ron de garrafa, que servían por costumbre a la gente poco adinerada. 

Esfera indicada para hacer amistades, relacionarse con jóvenes mujeres de la zona, o más bien de una proximidad no alejada. Bailar con derroche de excitación. Proponer relaciones y sueños erótico sensuales, certificar noviazgos y ser punto de origen de tantos casamientos. A la vez sitio especial para desengaños y rollos de una noche, masturbaciones aceleradas y chascos descomunales.

Él, no era buen bailarín, sacado de aquellas jotas regionales aflamencadas de su tierra, no sabía llevar el compás ni tan siquiera conocía como se había de acercar a una señorita para silbarle un requiebro o decirle un piropo. Ni estaba al tanto de la templanza adecuada que usan los varones, para incitar a una mocita, sacarla a la pista,  y envolverla al compás de la música.


A Reme la conoció esa misma tarde, actuaba un tal Antonio Machín, cubano afincado en España, y que había tenido mucho éxito con sus guarachas, trovas y maracas a lo largo de años en la cúspide de la flor y nata de los intérpretes populares.
Angelitos Negros. Un bolero de desamor, desprecio y  quejumbre, que animaba a cuantos jóvenes lo bailaban a pegarse cuanto más mejor a su pareja. Intentando rozarse con diplomacia, campar con el gusto sin demostrar deleite, notando y acariciando el cuerpo femenino que acarrea ese ímpetu de posesión a niveles pasmosos. Con la malicia de “al descuido con cuidado”. 

Allí estaba esperando Reme, que la invitara a bailar. En la esquina, detrás de la barra del bar de la pista de verano. Lo miraba descaradamente. Se lo comía con sus ojos, sin esconder su sedición impúdica desde hacía un rato largo y con ese lenguaje corporal que subyugan las damas. Lo estaba hiriendo e incitando sin palabras, para que se arrancara como un toro bravo, y se acercara a cortejarla.



Continuará

To be continued....