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lunes, 25 de noviembre de 2024

Pitorronco, la voz del pueblo.

 



Pitorronco el portavoz, había sido en su juventud el pregonero, y a través de sus proclamas, cumplía la función de transmitir a su pueblo, noticias generales, convenios ordinarios urgentes y afines con la pertenencia. Noticias de las fiestas y ceremonias eclesiásticas y civiles. Fue el mensajero de aquella villa, que con la modernidad, el turismo y la tecnología se transformó. En la mejor zona veraniega, consiguiendo por méritos propios ser una ciudad turística encantadora. Cercana al mar, y perteneciente a la comunidad más alegre de la península ibérica.

Pepito Roncal Cotura, (Pitorronco), era un hombre agraciado por su don de gentes, su carácter y su persuasión que tal y como su ciudad tuvo que prosperar, obligado. Mutó en el oficio de pregonero, por el de locutor. 
Llevaba en la sangre, el informar a sus gentes de todo lo que ocurría en el barrio, en la calle y hasta quizás en las casas. Siendo a veces muy cotilla. Sin tener el cuidado necesario para no descubrir, aquellas intimidades insondables que deberían haber quedado, por educación en el profundo anonimato.
Se dedicaba en la primera emisora de la comarca a dar referencias venidas de fuera, y como no, las que se producían en su propio terreno. Llegó a ser tan imprescindible que…consiguió diversos premios. Además de soportar las envidias de compañeros, colegas, amigos y demás detractores. Como les ocurre a todos los que consiguen éxito sin ayudas extrañas y son envidiados, incluso por gente, que no llegas a imaginar.
 
De pronto fue interrumpido por la voz del director del espacio que le exigió con genio.
— ¡Alto… Basta ya!... ¡Alto, y mucho cuidado. Cálmate.! ¡No te pases tío.! — le advirtió a Manuel.
—¡Qué es lo que estás ensayando! Con ese ímpetu, te sales de la norma establecida. ¡Además, calma!, el espacio de radio no ha comenzado todavía, por eso te pido calma. Los nervios fuera, que las prisas son malas consejeras, y siempre enemigas de la verdad.
 
— ¡Bueno tío. Todos al suelo. Entro en la calma que me pides. No me pegues! Buana ….. ¡De acuerdo!, te hago caso, ¡Cómo no!, querido Lucas. Tu ordenas y mandas, …que para eso eres el director. Pero comprende, que estoy probándome la entonación realista, y he de hacer un preámbulo creíble a lo que fue y es, el verdadero Pitorronco.
 
— Estoy de acuerdo, pero ten paciencia, que aún no han llegado los invitados, por lo que te pido ¡Aguante! — volvió a exigir Lucas y finalizó exigiendo y pronunciando. 

— ¡No lo crees! — Dejando en el aire una sonrisa instintiva de convicción.

— Además tampoco te ciñes a la realidad. Si has de contar la historia, hazlo con la verdad y no pretendas inventar nada. Que en esta emisora, no vamos de suposiciones. Pretendemos todo lo contrario. Solo verdades manifiestas y verídicas ante todo. Concluyó el jefe de programación del espacio.
 
— Oye; ya que estamos. No invento nada. Lejos de mi deseo, sabes que soy imparcial siempre y más con estos temas tan propicios para que la sencillez presida la realidad. Por cierto — preguntó Manuel. — Dime, quienes son los invitados y tertulianos de esta noche… ¿. Imagino, que podrás adelantárselos al presentador? ¿Verdad que puedes?
 
— Pídeselo a Jürgen, el técnico de sonido, que está preparando el encuentro y las conexiones entre la emisora y el Ateneo, donde estará Pitorronco. Que desde el gran escenario y dando espectáculo, contestará a todas las preguntas y dudas de los contertulios.
 
Jürgen manejaba los cables y la botonera del sonido. Voces que saldrían a su vez en las ondas, para toda la audiencia. También y en directo, se escucharía en el anfiteatro del gran Ateneo de la ciudad. Donde ya esperaba pacientemente Pitorronco. 
Mientras que en el perímetro, y a la par; en las butacas del teatro, se iba congregando el público asistente.
La mayoría de los espectadores que estaban interesados en la trayectoria del invitado y bien querido Pepito Roncal Cotura. Más conocido por el seudónimo de su ronquera, esperaban con ganas ver que decía ante aquel reconocimiento, que le ofrecía su pueblo.
En una de las maniobras probatorias en el panel de control, Jürgen, abrió los micrófonos de la emisión del locutorio accidentalmente, y olvidó desconectarlo, hasta volver a activarlos una vez diera comienzo el programa. Con ello todo lo que hablaban en el set de comentaristas, en la cabina estanca de la radio, lo iban escuchando de forma natural, todos cuantos estaban pendientes del inicio del magazín. Técnicos y espectadores del Ateneo. Percibiendo y oyendo de momento las acotaciones veniales disertadas. Sin darle la menor importancia, al creer que se abrían las líneas de audición por hacer las pruebas del sonido.
 
Manuel, el presentador del espacio solicitó al regidor, los nombres de los invitados de aquella velada, y este despistado y atendiendo diez temas a la vez se los indicó.
— Ahí te leo, y deletreo sus nombres. Desde el escenario, en vía telefónica, y conexión de imágenes participará el homenajeado y conocido Pitorronco, que responderá a las preguntas de todos los interesados y curiosos, además del equipo de entendidos, preparado por la emisora. — siguió argumentando.

— El primero que participará es Jacobo Congoja, que es su colaborador de siempre. El que le acompaña en sus programas nocturnos, en sus viajes de aventuras y en sus juergas carnales, que por cierto le conoce super bien y del que le podéis apretar para sacarle jugo a la entrevista. Apuntó el regidor, como dándole pistas de actuación.
Todo aquello que se pronunciaba desde la cabina insonorizada, y bastidores, salía ON AIR, a la sala del Ateneo, y los cada vez más espectadores acomodados en el teatro. 

Parecía hecho adrede, y era inconcebible lo escuchado, que le robaba la atención a cualquiera que quisiera saber. Nadie ponía fin, ni los técnicos ni el protagonista. Que se iban empapando, al escuchar todas aquellas manifestaciones. Que diáfanas salían desde los altavoces.

Boris, aquel regidor sereno, continuó con la lista de invitados y nombró.
— La segunda en entrar es Eugenia de Oliva Manrique periodista del rotativo “Mucha razón la mía”, que anduvo liada con Pitorronco durante dos años, antes de liarse con la cascabelera cantaora, Piedad Pureza del Cerro.
Noticia que hizo saltar al propio presentador, que soltó un exabrupto, que no favorecía a Pitorronco.
— ¡Joder menudo rompebragas el ronqueras. Que machote el tipo. Y parece bobo. — Dijo Manuel, con cachondeo y como guasa por los ligues que parecía había tenido. 
 
Certificación escondida para unos cuantos, los más cercanos y que se desvelaba. No acreditada y mantenida como secreto por los protagonistas, que cayó a los oidores, como un jarro de agua helada. Escuchada desde los altavoces de la sala del Ateneo, que dejó a todos impertérritos. Y siguió el regidor, dándole gusto a la lengua para decir quién era el último de los invitados.
— Y como bombazo. — asentó el metomentodo, sin saber que todo lo escuchaban los que ponían orejas, que sentados en las butacas del Ateneo, se cebaban de los comentarios inoportunos de aquella panda de desquiciados. Siguiendo con su catalogación especial añadió.

— Ahí os dejo el nombre de la persona, que le tiene más inquina, a nuestro agasajado. Y no es otro que Jordano de la Ciénaga y de Paula, un aficionado a la filosofía y un garrulo de armas tomar, que ahora está afincado en Badajoz y pertenece al Foro Toledano.
Sin cortarse, siguió argumentando para cubrirse de gloria, al mismo tiempo que se buscaba su propia desgracia.
— Un capullo engreído, que se cree, ser el espíritu de la verdad.

 
Nadie cerraba aquella vía de sonido, y los espectadores se iban nutriendo de todo lo que aquellos empleados de la emisora iban reproduciendo.
 
Todos los invitados fueron ocupando sus lugares en el set de locución. Con alegría y sin saber que el sonido de la estancia, estaba abierto y todo lo que hablaban salía a la gran sala del Ateneo.
La primera que abrió la boca fue Eugenia, para decirle al presentador, con mucha acritud.

— Este Pitorronco, es un miserable, y creo que le dais cancha a un tipejo embaucador y sinvergüenza. Con la de gente que merece ser reconocida, traéis al primero que se os pasa por el capricho, sin acertar.
— Porqué dices eso. — preguntó Jacobo, el segundo tertuliano, bastante circunspecto. Queriendo hacer más leña del árbol caído, por si podía sonsacarle más información a la dolida Eugenia.
— ¿Sigues despreciándolo? … y debe ser desde que te abandonó. Eso es gratitud. O es que ya lo despellejabas antes de darle motivos de infidelidad, y te diera el pasaporte. Porque mira — siguió expresando. — Diste qué hablar, en vuestra ruptura y alejamiento. Y sacaste tajada en las cadenas del corazón. ¡No lo recuerdas verdad...! O es que tu memoria se va, y se desbrava como la gaseosa. Cuando te separas de quien fue tu amante.
— Oye… tío tú quien eres para criticarme. No te pases ni mijita y deja de ser un cabrón, que no sabes ni la mitad de la fiesta. — Encendida, replicó Eugenia.

— Fui yo quien le puso la maleta en la puerta. Era un cagado, disfrazado de valiente y me harté de su conducta de pasota. Se las da de buena persona y si le conocierais, os ibais a quedar difusos. Atacó débilmente, con aquellas afirmaciones la excompañera.
— Si yo hablara, más de uno se iba a caer de su pedestal. Mejor me callo y que sea lo que Dios quiera.

—Anda pues. Yo creí que fue él, quien te dio el pasaporte. Lo creo yo, como casi todo el mundo, después de ver cómo lo engañaste. y aunque dices. Le pusiste la maleta vacía en la puerta, debería ser cuando ya tenías al griego enamorado amarrado y acojonado. ¡Sí! … ¿No lo recuerdas? … — Exigió una respuesta siguiendo con el alegato.
¡Mujer. como se llamaba aquel tipazo!; … Giorgio. Si mujer. Aquel que le llamabas Guiguí, el guaperas que marcaba paquete, cuando hacía aquella propaganda de ropa interior, que iba de modelo enseñando calzoncillos. Con el que te liaste rapidísimo.
Con guasa y mucha inquina acabó diciendo Jacobo.

— Claro ya es agua pasada, desde aquel griego, has enamorado a cuatro o cinco nenes más.
Enfurecida quería replicar Eugenia cuando interrumpió uno de los compañeros, para poner paz en la discusión.

— Bueno. ¡Basta ya.! Dejemos la cosa en paz. Avisó Jordano parando la discusión que se preveía y aseguró expresando, la falta de personalidad de sus compañeros.
— No seamos hipócritas ni fariseos. Que ahora, a escondidas. Es muy fácil criticar sin medida y sin control, para que además, y siempre que podéis. Por la espalda. Por detrás, a traición todos le denostáis. Y cuando está frente a vosotros, todo son alabanzas, caricias, y amores. Tengamos el encuentro en condiciones. Que la gente que escucha la radio, no tiene porqué, saber más de lo que saben.
 
— Eso es lo que priva en este mundo. —  Anunció de repente Eugenia, para titubear y nerviosa seguir hablando. — Y no iba a ser menos en esta cadena de radio. La verdad, lo que es cierto, siempre queda escondido. ¡Lo que se puede certificar. No conviene, y no se nombra. ¡Para qué!, Si no vende. Por lo que ni se toca. ¡Menuda mierda! — apostilló Eugenia, riendo de la pantomima engañosa, que preparaban y evadiendo sus actos indecentes.
 
Un aviso y alerta urgente le llegó por línea interna a Jürgen. Informando, que las vías de sonido, estaban abiertas y que todo el mundo, se enteraba de los comentarios de los tertulianos, con los locutores y el personal del estudio donde debía emitirse el espacio radiofónico. En el Ateneo, se frotaban las manos, por las mil y una noticias secretas que se habían escuchado. Espectadores, técnicos, agentes de revistas, periodistas y todo el que se reunía allí, se colmó de los últimos comentarios hechos por los tertulianos, en contra de Pitorronco.
Que hiciera el favor de cortar las líneas y a ver si podía pasar el asunto desapercibido, que iba a ser muy difícil. Mientras eran informados los responsables del magazín, para que por lo menos supieran a que atenerse, tras las derivaciones que iba a tener todo aquel chocho.
 
Nadie informó a los tres contertulios que esperaban en la emisora, que sus últimas manifestaciones, eran de conocimiento general. Ellos ilusos, sin más ya pertrechados en el set de emisión, esperaban la cuenta atrás del comienzo del espectáculo.
Abriendo el programa el presentador del espacio Manuel Cuartero, el que dio las gracias a todos los que intervenían en aquella entrevista y saludó a Pepe Roncal, solicitándole hablara de sus comienzos en su antigua actividad de pregonero de noticias por la zona.
 
Muy sereno, y comedido el amigo Pepe, antes de comenzar con los avatares de su dedicación juvenil de vocero. Quiso saludar a todos los allí reunidos con la justa educación y siendo bastante cínico. Casi les desprecia. Comenzando por el propio presentador, al que le reprochó su falta de profesionalidad por llamarle rompebragas y ronqueras, al que ninguneó como a un trapo, para seguir aclarando a los tres colegas, su punto de vista, sobre las palabras que le habían regalado, sin venir a cuento.
Ellos que acomodados y fuera del conocimiento de lo que hacía breves minutos habían pronunciado, no esperaban semejante reacción, y se miraron entre ellos, imaginando el descalabro.
Nombró a las tres personas que acomodadas en la zap, La Zona Auditiva Popular. La emisora que se conoce como la ZAP, y dirigiéndose a los tres manifestó.
 
— Jacobo, Eugenia y Jordano. ¡Muy buenas tardes! He podido escuchar, como lo han oído todos los que están conectados a la ZAP, de vuestras últimas impresiones, las cuales han salido ON AIR, sin que vosotros supierais que se estaban emitiendo.
Quiero imaginar, que por un fallo del control de sonido, pero sin dudar todos hemos escuchado la clase de gente que sois. — hizo un intervalo para respirar y continuó.
— Sois lamentablemente, unos cobardes, embusteros y pretenciosos. Manifestando detalles que no tenéis valor, de decírmelo en la cara. ¡Claro, lo comprendo!, porque los tres me debéis lo que realmente sois y habéis podido escalar en vuestras profesiones. Gracias a los esfuerzos del capullo de Pitorronco.
Podría enumerar la de cosas que he tenido que hacer para que a Eugenia, una periodista, que lo único que tiene es poca vergüenza, piernas y tetas, que enseña para motivar su falta de valía y que su trabajo no le interesa a nadie, pueda comer y ser distinguida. Respiró y tomó un trago del agua que tenía preparada, para continuar, sin vacilación.
— Jacobo Congoja, mi ayudante de la mitad de mi trayectoria, al que le enseñé absolutamente todo lo que hace, porque por no saber, no sabía ni coger un micrófono, ni dirigirse a los entrevistados y además pagarle las deudas que contraía mientras yo hacia el trabajo de los dos. El señorito Congoja, ligaba en el casino de juego de cada pueblo que íbamos y contraía deudas. Las que yo abonaba, como eran las facturas de bebidas y de rameras, con las que mantenía relación secreta, a espaldas de sus dos mujeres. La oficial y la amante.
Jordano de la Ciénaga, un abyecto colaborador, falso escritor y falsa persona, la que en cuantas ocasiones tenía que corregirle los trabajos, porque estaban plagiados. Copiados de otros autores y pretendía decir que habían salido de su pluma. Desterrado a Badajoz, no por su valía profesional, si no porque así tapa uno de tantos líos mantenidos con mujeres, que no viene al caso sean nombradas porque ellas a su lado pudiéramos catalogarlas de buena gente y honradas.
Por lo que pido a la dirección del espacio, que esta entrevista, se aplace y quede yerma. Es más, se anule, ya que no voy a aceptar un reconocimiento, cuando los que lo ofrecen me tratan de la forma despectiva que lo han hecho, y el premio que ibais a concederme quede desierto, ya que ninguno de los ponentes que deben ennoblecerme, tienen la valía, ni la decencia. ni tan siquiera el crédito de dirigirse a mi persona. Entre otras cosas por denostarme y por lo embusteros, desagradecidos y sátrapas que llegan a ser.— Respiró con tranquilidad y omitió más insultos para expresar finalmente.

—Yo había sido invitado al programa de esta cadena para recoger un galardón, y lo que me llevo es una desazón y el desprecio de vuestra parte.
Solo espero ser invitado de nuevo. Pasado este mal trago para la Cadena Zap, y poder rajar de vosotros ampliamente y explicarle a la gente. La misma que ha escuchado de sus bocas, todos los insultos e improperios, con los que me han regalado. 
De sus virtudes y hacerlo y por supuesto defenderlo, con pelos y señales, de todo lo que me acusáis, y de toda mi falta de tacto. 
De lo buenas personas que sois, lo poco que robáis al fisco, lo desmedido con que engañáis a vuestras parejas y algo más… del crimen…el crimen que esconden...

¡Aquella declaración se cortó al instante!
 
El espacio radiofónico, quedó interrumpido, sin que la ZAP, diera explicaciones, a los oidores que mantenían aquella frecuencia abierta, poniendo música pop rock.
A los invitados y espectadores del patio de butacas del Ateneo, les distrajeron con un grupo de humoristas infantiles, sin necesidad de explicar nada. Eximiendo excusas de mal pagador.
Y a los que estaban en la emisora, para hacer la entrevista a Pitorronco. Se les dio y explicó el motivo, por el que Pepe Roncal, había arremetido en contra. 
Al haber escuchado, de sus propias bocas, todo lo que habían rajado entre bastidores.
Aquella audición y espacio, no quedó registrado en el Podcast de la ZAP.  

 

 


 






Emilio Moreno.
Noviembre, 2024

viernes, 13 de septiembre de 2024

Ojos que no ven...¡Chorizo que te tragas!

 












 



El teléfono de Mónica sonaba aquella tarde de viernes, enfurecido por la rara sensación que había protagonizado en el hotel Amazonas de la ciudad de Puerto Rico, donde ella presentaba su plato estrella. Mónica no levantaba el teléfono. Sabía que la estaba llamando su amiga y socia Matilde que no se cortaba ni una pizca cuando le tenía que poner las “peras a cuartos”. Al expresarle que se había pasado por su engreído carácter. El que le iba a llevar donde nadie esperaba.


Al llegar a los cinco tonos, Mónica, presionó la tecla de escucha, y sin preguntar dijo—. Se que eres Matilde y que me vas a repasar con tanta insistencia como siempre, pero no me arrepiento de lo que ha ocurrido.

Matilde le contestó sin nervios pero concisa.

 —Por mucho que disimules tienes la culpa de todo. Le aseguraba Matilde a la que creía era su mejor amiga, y la más fiel. Siguió recriminando a Mónica, con gesto de enfado, como queriendo cobrarse alguna trastada o enredo reciente.

 —Eres tan culpable, como instigadora. —siguió argumentando Matilde—. Aunque lo niegues y te cueste reconocerlo. Has de saber bien con lo que te enfrentas, porque puedes encontrar muchos problemas si ofendes a la gente, sin conocimiento de causa. Piensa que además, a las personas como tú. Encima les cuesta asumir la responsabilidad que llevan.

 

—No digas tonterías. No sabes de lo que hablas. — le reprochó Mónica, muy gastada—. Fue ella la que inició la batalla y a mí, no me gana nadie y menos esa, que se cree una princesa. — matizó la ofendida Mónica, sin creerse lo que decía.

 —No te pasas un poco, describiéndola con ese tono y ese demostrativo en forma de desprecio. “Esa”. Cuando no hace nada; compartías con ella los vestidos que lucisteis las dos en la primera comunión de vuestras hijas. Aquellos abrazos tan despampanantes, que nadie se creía y los publicitabais al mundo, para que vieran de la forma que os amabais. Habéis sido durante muchos años. Desde que cruzasteis la frontera del país y os empadronasteis en la ciudad, <Uña y Carne>. Por eso, llamarla así, no lo entiendo. Esa, como tú dices, tiene un nombre, y creo que las cosas se reparan con sinceridad. Hablando cara a cara y diciéndose lo que se piensa, pero nunca hacerlo a hurtadillas y por la espalda. Así se inician las guerras. — Culpó Matilde y siguió con su punto de vista.

 

—La mierda que habéis montado, aún se hará más lodo por las mentiras tan increíbles y poco palpables que le añades. ¿Es que te creías te ibas a quedar sin gente en tu nuevo restaurante? O es que veías peligrar tu liderazgo en la Cooperativa de Cocineros.

 

Lleva cuidado, que la gente no es tonta y se da cuenta de los movimientos raros que hacemos todos. De los generosos y de los impopulares. Acosó Matilde, ajustando la postura a Mónica.

 

—A estas alturas nos conocemos bien, y poco se puede disimular, entre la gente que sabe de buena tinta como pensamos. Te conocen y con eso te lo digo claro.

 

—Que quieres decir, con “Te lo digo todo”. —preguntó Mónica muy ofendida.

Queriendo que se lo aclarara, sin dejar pasar minuto a su amiga. Voceando desde el auricular del teléfono, al expresar sin esperarlo su interlocutora. Por la tangente, y con pocos modos. Y aún añadió un par de quejas que refrendó.

 

 —Es que tienes alguna cosa que decirme. ¡Ándele doña Matilde, sea valiente! Es que no sabes cómo hacerlo, o quieres sacarme de quicio para que te envíe donde pican los pollos. Y después tenerte que pedir perdón, como una arrepentida.

 

Matilde quiso desacelerar el canto de sirena de la afectada Mónica, que a pesar de su genio. Sabía que había fallado en su proceder. No lo había hecho con elegancia, y aquellos flecos trajeron sendas repercusiones, que enturbiaron al grupo de las mujeres dentro de la última sesión de cocineros. Asestándole un recadito, que tuvo que soportar la enfadada Mónica.

 

—Siempre me has dicho, que soy tu amiga, y que lo que deba decirte lo haga. Sin miramientos, y con más confianza si cabe, que a tu propia madre. Si con todo perjudica a tu persona…, pues mira que chasco.

Ahora que me decido y quiero alertarte de lo mal que quedaste frente al Máster de los cocineros el profesor Coreano Lyei Changaseis. Te ofendes como una colegiala, y encima crees que estás en posesión de toda la razón.

 

—Mujer no te salgas de madre y perdona—añadió Mónica—, que los abrazos y alaridos

 AyyyyyyyyyyCariño.  Que daba a diestro y siniestro. No eran sinceros, ni mucho menos.

Lo hacía de forma exagerada, para repetir la imagen que da la Madám para convencer a todos los amigos falsos que la rodean.

Dios nos libre caer en sus redes, porque saldremos indefectiblemente con los sobacos afeitados, y los pies en polvorosa. Y después, tendrá los santos gladiolos, en decir que ella, no ha sido la responsable. Echándole como siempre, las culpas a los demás.



Situación irreal, cuento 
para incrédulos.
Autor: Emilio Moreno
13 de septiembre 2024


 



domingo, 11 de agosto de 2024

Pretexto.

 
















Es muy precisa la excusa
al pronunciarla a destiempo,
evita certeza infusa,
y te aleja. Es pasatiempo.
 
Y aunque me parezca obtusa,
al recordarla en el tiempo,
la evasiva, es muy difusa,
reprochando a mi talento.
 
Cuantas veces la he usado,
como mentira piadosa,
y después cuando ha pasado.
Recuerdo yo, aquella cosa.
 
Me pellizco fracasado,
y pesa como una losa,
sintiéndome trasnochado
por no enfrentarme a la prosa.
 
En ese momento dado,
cambiar pretexto por rosa,
dejar lo piadoso al lado.  
Sin hipocresía ansiosa.
 
Reconociendo mi lado,
mi parte mala alevosa.
Significo en este vado,
lo malo que se me adosa.
 
En este octeto incendiado,
por su oda calurosa,
que me disculpe Diosdado,
por esta ola ardorosa.
Presto, a ese calor ahumado.
Narro mi calor. Fangosa.






autor: Emilio Moreno
agosto, 11, del año 2024.
en la cuarta ola de calor.



sábado, 3 de agosto de 2024

Tan solo pasaron diez años.

 












Solo pasaron dos lustros

de un poema que prefiero,

de un escrito primitivo,

que más abajo refiero.

 

Agradeciendo a los astros,

el aporte sensitivo,

mis recuerdos y mis trastos.

La Venia. Por él, describo.

 

En los últimos diez años

pasaron y sucedieron

mil detalles con sus daños,

disgustos que no impidieron,

el jaleo en el rebaño.

 

También llegaron sorpresas,

con alegrías insertas

que son a fin de mis cuentas,

y en mi cumbral no desiertas

las que me abren ventanas

que aún no estaban descubiertas.

 

Os dejo con el recuerdo

de hace solo, diez veranos

Quizás no tan calurosos

y que ya ni recordamos.






 Publicaba en el bloguer la siguiente poesía

Un octeto muy sencillo, con mucha simbología.

Que titulé con:

  La esquina del codo

 

 

Cierro los ojos y veo,
las callejas de mi pueblo,
y aunque ahora esté muy lejos,
entorno la vista y sueño.
 
Por esa esquina del Codo,
pasaron reyes y dueños.
alcaldes y cardenales,
señores de mucho ceño.
 
Loma arriba está el Castillo,
del siglo catorce o, menos.
Desde donde se implantaron..........





Si os apetece seguir leyendo pulsar
el link de abajo. Gracias.


Lo que siento, ...lo escribo: La esquina del codo (emiliomorenod.blogspot.com)


Gracias por todo.

Emilio Moreno
3 de agosto de 2024.



martes, 30 de julio de 2024

Podemos confiar en el jefe.

 











Era media mañana y sin retrasos —pensaba Manuel— en aclarar su plan de actividades y dejar claras sus fechas de permisos y festivos pendientes.

Manuel Delgado está empleado en la empresa puntera, de motores de competición para autos de carreras. Torneos mundiales de la Fórmula Uno.

Lo primero que quiero tener en mis manos cavilaba para sus adentros Manuel.

Es el permiso de la festividad de octubre. Rubricado y firmado por Robert de Fernán, mi actual jefe. No quiero que después tengamos overbooking entre compañeros.

Esta autorización del puente del Pilar, la espero desde hace un año.

El resto de fechas de vacaciones, me da igual disfrutarlas antes o después, pero esta celebración quiero disfrutarla con mi gente.

 

Tenemos tal galimatías en el departamento, que nunca se sabe si llegaremos a fin de mes en plantilla. y seguía elucubrando a la vez que reactivaba el servidor del correo, que se había vuelto de nuevo a quedar frito.

Como vengo refiriendo constantemente, el trabajo me resbala cada día más.

Es una pena, pero no puedo hacer nada, porque no está en mi mano.

Todo lo que propongo, o no les gusta, o se quedan con la idea, para presentarla como proyecto suyo.

Presumiendo con los intendentes, y sacar a relucir un valor que no tienen.

Hay demasiados jefecillos ineptos, colocados por otros que aún son más incapaces, y llevan todo lo mal que pueden la marcha del oficio. Se detuvo en su fantasía, por atender una llamada de teléfonoy después sin más, siguió pensando en el tema que le ocupaba.

 

No debería ponerme nervioso ni preocuparme por nada. —Se meció su calvicie, y prosiguió con su matraca de especulaciones.

Mira que me esfuerzo y a fe de creer en mi trabajo de tantos años, no lo consigo. Aunque he de reconocer que cuesta mucho estar conforme con lo que hacemos. Me lo han puesto difícil y lo han hecho adrede. Están esperando el mínimo error, para ponerme de patitas en la calle.

Acostumbrado a una norma tan rígida y tan sin vibraciones, noto extrañeza.

Logrando la cifra de resultados que me imponen en cada ejercicio y consiguiendo los objetivos marcados.

De buenas a primeras todo cambia. Por supuesto llego a entenderlo, sin embargo, ahora con estos “mandamases” tan desmañados, novatos de poca usanza, quieran sacar adelante aquellos beneficios que se conseguían.

Nadie se rasga las vestiduras y así, de estas guisas es meramente imposible.

 

Todos hemos sido jóvenes y presumidos, cuando empezamos y sobre todo los que han ocupado mando. Pretendiendo demostrar las habilidades que llevan intrínsecas dentro de su sentido común. De todos modos, tropiezas con algunos que desestiman el compromiso personal de cada cual, como esfuerzo obsoleto o quizás no válido.

Consiguiendo su efluvio vanidoso, pretendiendo demostrar que son catedráticos, sin llegar a ser conscientes de las repercusiones que se juegan en los negocios.

De poco les sirve, ya que cuando han de defender su tesis, y enfrentarse a su director, sus piernas se vuelven ñoñas. Pifiándola por sus dudas, sus miedos y sus calamidades.

Es el tiempo de resultados, de beneficios y de atropellos.

Creen que manifestando una idea impensada solucionan el atasco y antes de analizarla, a los treinta segundos, ya la han cambiado.

 

Volvió a su realidad y se dijo para sí.

— ¡Bueno…bien! ¡Vale...!, a lo que íbamos.

Marcó el teléfono. El número de su responsable, y lo llamó, con la excusa de si sabía la noticia del cese de Vicente Cuadrado, un camarada suyo y un colega de todos.

Un jefazo de los buenos. De los que saben mandar y sobresalen por sus cualidades y por sus dotes personales. Un auténtico leader.

—Sabes algo del cese de Vicente— preguntó Manuel Delgado, esperando recibir una respuesta coherente, por parte de alguien que en su día había sido protegido por el ahora despedido. El mismo que lo propuso para el cargo que ahora ostentaba.

Le costó comenzar a hablar. Aunque conociéndole, después se acelera y saca el hígado por la boca, con improcedencias, no propias de una persona justa y de un jefe de su altura.

Su contestación fue inoportuna, temerosa y muy a la fuerza,

— No lo comentes demasiado. — respondió el jefe Robert de Fernand. — Creo que ha pedido la cuenta. Hace dos o tres días sin dar demasiadas explicaciones.

Anda y ves a contarle ese cuento a otro. Además, por qué no quieres que se comente. ¿Es posible que no sea el último? Te pregunto para que respondas. Insistió Manuel.

—No hombre. No es eso. Lo digo…— titubeante Robert. — Se calló sin decir ni media palabra. Aunque se le escuchaba su respiración al otro lado del auricular.

Al cabo de una pausa demasiado prolongada alcanzó. Prosiguiendo su alocución con esa voz de traicionero. Ese timbre vago de hipócrita, que no brota de la garganta con nitidez.

Ese tono característico de “Judas barato e insensible”, sin aclarar nada de lo sucedido, porque no es prudente o no sabe.

Hasta que al poco se envalentonó y de nuevo emitió vocablos sin sentido, queriendo llevar la conversación donde a él le interesaba. Evitando seguir por esa senda, y no ser golpeado con una nueva pregunta inadecuada.

Viendo que no respondía Robert, al suceso ocurrido con el despido de su protector Vicente Cuadrado, derivó su padecer en relación con la conformidad de su trabajo diario y la poca seriedad de los jefes de la nueva hornada, y esperó el punto de vista del jefe.

Es muy difícil, con tanta distancia, tener todo el negocio y a todos los currantes controlados.

— Estoy muy de acuerdo. — respondió el empleado Manuel—. Lo que no se puede tolerar, es a estas alturas de la profesión, “quieran comulgarte con ruedas de molino”. Abandonando lo que realmente es de importancia y quitándole mérito a lo que toda la vida ha sido negocio real. Para convencerte con esas aplicaciones que no digo sean pertinentes, pero sí; quitan el pan a bastantes empleados de esta oficina.

—Te veo como si quisieras salvar el mundo, y a lo peor.… Calló su comentario Robert y de repente quiso volver por otros derroteros.

— Quizás te refieras — interrumpió Manuel Delgado. — A que me están preparando el homenaje de excedente ejemplar, y me ponen de patitas en la calle. ¡Sin más!

No respondió Robert de Fernand. Todo aquel silencio era la respuesta a la vacilación.

 

Aprovechó para presentarle el documento para festivos, vía correo electrónico, que los concedió sin más dilación ni desacuerdo. Sabiendo que el puesto de trabajo, no queda desasistido.

Alguno de los tantos especialistas que nos rodean, hará las funciones superando con creces las mías, y con menos sueldo. — acabó pensando el solicitante,

—No te apures Manolo. Habló con una falsa amistad Don Robert de Fernand, y le digo a Conchita la secretaria, te mande firmados los permisos para ese puente del Pilar.

 

Toda aquella conversación despejó las ecuaciones. Las más sencillas y le dejó un pasillo bastante oscuro y largo hasta la hora de su jubilación.

La única perplejidad radica, en cómo estos “peces espada”. Estos llamados ejecutivos, subsisten tan poco tiempo en su puesto de trabajo, que no sabes nunca, si estarán presentes para verlo.

Lo mismo los largan a la calle, antes que empleados como Manuel, Pepe, o Miguel lleguen a la jubilación.

Confirmando dos cosas, referentes a su jefe, que jamás había valorado.

Durante todos los años que trabajó bajo sus órdenes, nunca le dio la espalda, sin fiarse jamás de él, ni de sus promesas. Falsas como el mismo Iscariote.

 

Aquel fin de semana de octubre, el de la celebración de la “Pilarica”, pudo disfrutarla con su familia, sin imaginar a la vuelta, le esperara una grata sorpresa.

Su jefe le había invitado a café para agradecerle todo el esfuerzo realizado durante tantos años y ofrecerle una salida digna de la empresa.




julio de 2024, dia 30
autor Emilio Moreno