Cuéntame
sirenita
como te fue el viaje,
que
hiciste en el verano, con tu amante escamado.
Seguro
que jamas te enseñó el mar, ni su
agrado,
y
además olvidó vestirse con su azul traje.
Te
llamo Sirenita, al omitir tu renombre,
por
no descubrir quien eres, y estar escondida,
en
el rincón de tus secretos muy desmedida.
Engañando
al
mundano pueblo, a ti y a tu hombre.
Con
aquel que presumes,
en
tormentas
tan
negras
queriéndonos
meter el miedo en el sentimiento,
para
evitar ridículo y enredo sangriento.
Venido
de ese amante tan
ruin que reintegras.
Nombrar
el mar, es por disimular, los lugares
donde
embalaste, las alevosías
sangrantes
de
tu infidelidad, y transgresión tan punzantes,
que
te dieron la fama, demostrada en los bares
La
sirena
del mar y del gran
cielo,
se
ampara,
con
tu cuerpo y escamas, las buenísimas luces,
de
tanto descarriado, que sin nada y de bruces
cruzan
las grandes playas, sin
que
arena varara.
Damisela
preciosa, que nacida en
la cuna,
de
obrero, se hizo gran dama de honor sin respeto,
que
osó
en pisar plebeyos de gran furia en decreto,
acabó
muy a solas, desgraciada y sin luna.
Así
fueron los días, que
a la
dama sorprenden,
contados
en cuartetos, y
con poemas endrinos
y
lo dejan muy claro, en la pos
de alejandrinos
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