Cuánto
hace que no te paras y piensas.
Cuántas
veces te dices a ti mismo,
¡«
Que... te equivocas » ! ¡Sin ver el abismo!
Qué
ha de suceder, sin que estés a expensas.
Los
yerros que permites y dispensas,
no
ayudan a evadir tu cataclismo,
que
por comodidad y conformismo,
sufrimos
muy cobardes, sin defensas.
Cuesta
reconocer el desacierto,
buscando
excusas vanas que silencien,
y
excusen mi motivo poco experto.
Sentir
que mi agonía la sentencien,
aquellos
que deciden; Lo que es cierto.
Consiguiendo
evitar; me “menosprecien”
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