Creyendo
ser rey global vivía
sin
percibir engaños que anidaba
era
una especie de ilusión que andaba
un
hombre bravo que no sorprendía.
Te
agasajaba con lo que tenía,
quitándolo
de su boca, lo daba.
Era
un encanto que mucho agradaba,
hasta
que la ruindad corrompería.
Consiguieron
mutarlo por sumiso,
escuchó
a los celosos y a perversos.
Trocando
el buen talante y compromiso.
Envileciendo
con gustos dispersos,
sin
escuchar al buen poeta preciso
dejándose
llevar de aciagos versos
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