No
me aguardó, no tuvo la paciencia
de
esperar que mi tren llegara a casa,
de
volver a buscarla. Su fe escasa
traicionó
mi respeto y suficiencia.
Decepcionado
estuve sin conciencia,
mal
viviendo y gastando con mi guasa,
vicios
en mi desgana, que traspasa
del
captar desbordante en resistencia.
Sigo
soñando con sus tres promesas.
La
primera la fe, que fue incumplida.
Después
faltó querer, y el no interesas.
Debió
contar y no siendo sufrida,
la
tercera olvidó, y unas promesas
la
apartaron. Quedándome sin vida
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