No
todo vale aunque se justifique,
las
cosas han perdido su importancia.
La
educación dejó toda sustancia,
y
la urbanidad no se ratifique.
No
es moderno ser culto, y se autentique,
ni
dar valor a esencias con prestancia.
Ahora
prevalece la arrogancia
y
argüir; aunque no valgas un penique.
Si
alguno de los sabios reviviera,
y
atinara la falta de conceptos,
no
querría ser visto y se le oyera,
participando
con tantos ineptos.
Prefiriendo
dejar que el caldo hirviera,
en
manos de ingenieros tan adeptos.
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