domingo, 22 de septiembre de 2019

La boda de la nena




Vamos a la boda de la nena—le comentaba la tía carnal, de la casamentera, a su cuñada Modesta, que es una mojigata, muy escandalosa y criticona, del pueblo de los Gandules
Se casa en apenas dos horas y mira como estamos aún a medio vestir—recalcó con mucho afán Vicenta, a Modesta.
Si quieres que te diga la verdad—aclaró Modesta—¡No sé!, ni qué ponerme, porque todos hablan de moda, y dicen que entienden los muy jodidos, pero se presentan a la iglesia, con unas pintas, que mete miedo. ¡Bueno miedo! Es un decir, risa es lo que da. Todo roto y remendado. Es, lo que ellos dicen que «mola»
Los jóvenes y menos jóvenes, vienen con los pantalones rotos, las chicas con unas faldas que parecen bufandas por lo poco que tapan. Así claro cuando se acomodan en las bancadas de la iglesia, a Don Bartolo, el cura, se le sube la «bestiarrubina» y pierde la dicción—Mujer no seas burra, querrás decir Pelirrubina
Sabéis que es tartaja, el bueno del cura… viendo a las feligresas como vienen en cualquier momento deja de decir la homilía y se pone a explicar el chiste de los cerdos y los peces—añadió Vicenta, cortándole y quitándole la palabra a Modesta
Es cuando los creyentes más disfrutan, viendo al señor párroco, hecho un follón con la descripción del cerdo y de los atunes.
Como te decía, para no irme del hilo. Las chavalas llevan una ropa, muy vistosa, pero de elegante pues ¡nada de nada! Todo al aire, enseñando los tatuajes que cada vez mas trozo de piel le ocupan.
Creo que al final, no necesitaran ponerse nada encima, la tinta será su aderezo y veremos quien frena las alcoholemias, los alzheimer, los infartos de miocardio y las animaladas que cuentan. Me fijo, yo que soy muy observadora—me comprendes Vicenta—en los escotes estupendos, enseñando mas pechuga que cuello, y la raja entre las tetas, que enseñan sin recato, cuanto más a la vista, más contentas se ponen, esas abuelas, que las lucen. Fíjate que; las que tienen poquilla carne chicha, pues con esos llamados Wonderbrá. Se las suben y suben hasta que les sale la chicha por los lindes del sosten.
Ese un sujetador sin tirantes y con aros, que adaptan los pechos grandes y pequeños, pues todo queda disimulado—Añadió su compañera, poniendo de su parte, con un conocimiento brutal.
Los perfumes que se plantifican y esos rímeles en los ojos, parecen todas gallinas cluecas, revoloteando el corral.
Ves... los hombres son más tontos aún. Además los maduros, quieren ir en condiciones de jovencitos, pero como se ven desbordados con esas pintas, se me achantan y se ponen ropa tan pequeña, que incluso no llegan a marcar ni a entrar en su talla.
¡Sí! Ahora, le llaman así, a las presencias de toda la vida, en lugar de llamarles “pintas, le llaman looks” pues se quedan cortados y se ponen esas corbatas tan pasadas de moda, que la boda de la “nena”, va a parecer una película de risa.


En la boda de la nena, la de la hija de don Pascual Vizuete y Doña Virtudes Tripera, se ha colado un tipo, que creo que nadie sabe quien es.
Todos se preguntan de que parte de la familia viene, si de la parte de los Vizuete, o por el contrario de los Tripera, pero nadie puede asegurar el parentesco del mismo. Es muy educado. ¡Si! Para que decir una cosa que no es, pero los invitados están intrigados.
Se ha presentado en un lujoso coche y han bajado el regalo que le hace a la “nena”, y por el tamaño, tiene que ser importante, porque grande es.
Tanto es así que lo han bajado del coche los encargados que vienen con ese señor, desconocido con el traje gris marengo, tirando a marrón que ahora charla amigablemente con el primo de la “nena“. 


Aquel desposorio comenzaba a vivir por inercia propia. Como queriendo el destino de la “Nena”, darle un «halo» de naturalidad, otorgándole un recuerdo inmortal, que fuese recordado siempre.
Los invitados del festejo iban llegando, unos a pie y el resto en grandes «cochazos», de alquiler. Unas limusinas espectaculares que le quitaban el «hipo a cualquiera», del barrio de los Gandules, que es donde residía la “Nena” y además donde se festejaba aquel connubio señalado.
La gracia ahora, era saber de que parte provenían aquellos invitados, de parte de la mamá, o del papá.
Ya que aquellos parientes, no se podían ni ver. Cuando menos se aguantarían sus lenguas viperinas en una celebración semejante a la que pretendían celebrar.
Aquel desconocido, paseaba entre los unos y otros, comiendo y bebiendo como un verdadero hambriento. Bien es verdad, que el alcohol lo probaba poco, para no perder el hilo de lo que se podría avecinar.
La ceremonia estaba prevista celebrarla en los jardines del complejo hotelero, y los casaría en lugar de Don Bartolo—el párroco de los Gandules—un antiguo ministro del gobierno de Felicidades. Un Presidente de la isla llamada Garnikaky, que está situada entre mares ignotos, que nadie supo, ni sabrá jamás ubicar.
Así que el Ministro Don Sindo de Tuagmutú, sería el que los enlazaría como esposos a la “Nena “ y hasta ahora su querido novio Kanto Frique, que nadie conocía de momento.
El posible emperador de la Isla de Garnikaky. Lugar paradisíaco donde campa la democracia más amplia del mundo.
País protegido por los Estados del Norte Divino. Nación donde se hace lo que dicta el Congreso de mujeres autóctonas, que a su vez son las únicas que pueden gobernar aquellas tierras, y tan solo proclama leyes en beneficio de los que laboran, viven y disfrutan de su clima.
Petróleo, diamantes, oro, y agricultura para todos, repartido para los habitantes del islote. Hacen de esa zona sea el idilio buscado por la mayoría de los humanos, haciendo que su migración, sea inexistente e inapreciable. Teniendo a Felicidades, como ejemplo de civilización, la que da el nombre a la capital de la isla. Ciento dos mil habitantes, todos ellos nacidos en Garnikaky.

Al final, todos descubrieron quien era el señor del traje marrón marengo, aquel que lo recorría todo, comiendo y bebiendo agua, para no dejar de sentir. El novio de la “Nena”, el mismísimo Kanto Frique, su amor difuso, al que siempre le han gustado los juegos del despiste. Hombre que como todos los nacidos en Garnikaky, solo los utilizan para copular, porque trabajadores no lo son, y mañosos aun menos y viendo las mujeres de Felicidades, que lo que tocan lo joden, los retiraron de todo ahínco y con la ayuda de un “yerbajo” que les dan a cada rato, los mantienen afilados y disponibles.
La “Nena” estaba preciosa, llevaba un vestido ...bueno llevaba un pantalón con una sola pernera y la que lucía, tenía un roto bastante vistoso.
Los zapatos eran de cáñamo verde, tan solo sencillez, una suela de esparto y una liana de palmera, sujetaba aquellos pies largos con dedos de taquígrafa inglesa.
Lo más llamativo era la blusa blanquinosa, que lucía. Un diseño de Proton koñato bocetista de Garnikaky. La guayabera que ostentaba, era un tanto original. Tan solo una manga—por lo que se ve, no le dio tiempo a coser la otra—que le rebasaba, vamos que el puño le llegaba al suelo, y recogida arremangada, le hacia un gran promontorio en su muñeca izquierda, que dicen que sirve, para secarse la boca, cuando babeas.
Una idea también procedente de la capital Felicidades.
Maquillada, preciosa, solo un ojo con rímel, y sombras, el otro al natural, y sus labios carnosos, portaban aquel tono de carmín tan solo en el labio inferior.
Originalidad a tope, desde el inicio.
Si la “Nena” no tuviera cuarenta y nueve años, creería que todo ha sido un capricho de adolescente.








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