Es
distinta, si observas; empinada,
cuando
te alejas, todo es un descenso,
por
ello, la conozco y, ¡Sí!, lo pienso.
Si
vuelvo fatigado. No se enfada.
Siempre
puedo sentarme en su bancada,
o
descansar un poco, si estoy tenso.
Ejercicio
no me falta, es intenso,
de
ahí que me da cuota, perfumada.
Rendirse
ya no cabe, es mi gran gozo.
La
subo y la paseo por usanza,
la
monto y la garbeo de alborozo,
y
aunque mojada esté, siempre me alcanza,
porque
me espera, al ser de mi; un trozo.
Es
mi calle,
mi suelo y, mi esperanza.
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