Acomódate y si te place, piérdete en el circuito de mi amistad, encuentra el pensamiento, la frase, la poesía, la narración que te lleve a recordar aquel momento que merece la pena volver a evocar. Gracias por tu respeto y por tu interés. Espero volver a contar con tu lectura y aportación
ISBN 978-84-943984-0-7 PVP 11,00 € (IVA INCLUIDO) FORMATO 145x210 mm PÁGINAS 128 IDIOMA CASTELLANO ENCUADERNACIÓN RÚSTICA CON SOLAPAS Sinopsis
El desarrollo de la historia se establece en la Barcelona del comienzo de los noventa, cuando se empezaba a destapar en toda la piel de toro los escándalos financieros de todo tipo, entre políticos interesados y banqueros presumidos.
En diciembre de 1993, el Banco de España interviene el Banesto, destituye a su presidente y a todo su consejo, noticia que el diario El Mundo ofreció despertando a tantos españoles que creían que sus ahorros estaban en las mejores manos.
Uno de los rotativos de tirada nacional, El Mundo, decía que el Banco de España garantizaba los depósitos, pero que destituía al presidente del Banesto con toda su troupe.
El protagonista de la historia se ve inmerso en un affaire como parte perjudicada y ha de andar con cien ojos a las historias que desde los juzgados le solicitaban para testificar, en el conflicto en el que se vio mezclado.
El antiguo Palacio de Justicia de Barcelona, sito en la avenida Lluís Companys, es el que dio cabida a todas las audiencias y peripecias de juzgados. Estableciéndose un marco de actuación en el palacio construido en el año 1808, dado que la Ciudad de la Justicia actual se estaba proyectando o quizás construyendo en aquellos días, ya que hasta bien entrado el año 2009 no se hicieron los traslados correspondientes.
Teniendo que mezclarse con gente de diverso estatus, discurrir de traficantes de drogas, criminales, remolque de presos, hembras prostitutas defraudadas, homicidas, forajidos, bandidos, borrachos y camorristas, además de los habituales honrados policías y trabajadores, oficiales del juzgado, y honradas personas de los diferentes barrios del perímetro de la ciudad. Un mundo diverso que el que no está acostumbrado a estos vaivenes podría llegar a atragantarse.
En las tres partes en la que está basada la novela se describen multitud de semejanzas entre las personas que suelen faltar a la justicia de forma inconsciente, sin llegar a ser todas del mismo duende, pero en ocasiones llegan a verse tan parecidas que dan lugar a pensar que esta sociedad adolece de una educación seria y pertinente.
Llega a parecer que se les da la razón a los instalados fuera de la ley, y que los que están dentro, los que cumplen con los mandatos que les exigen las normas, las leyes, son los que además de sucumbir por esa “injusticia” pagan los impuestos y los que ayudan a que el país funcione aunque sea de forma renqueante.
Emilio Moreno
Nacido en Barcelona, reside ahora en Sant Boi. Ha participado en varios libros de narrativa y poesía.
El váter cósmico, una entretejida historia actualizada, con un invento inesperado por el mundo, que sirve como nexo de unión de toda la trama que conlleva la historia. Repleta de personajes, a cual de ellos más reales, con sus desórdenes inexplicables, con sus engaños y embustes no reconocidos, con sus anhelos sexuales en camino de hacerse realidad, o con aquellas negaciones que te da la vida, a menudo y, que mueres sin haberlas conseguido. Esas vicisitudes habituales de las gentes normales que suelo encontrarme a menudo por la calle, en mi entorno, en mi círculo de amistades. Ya había comenzado la alegría un par de días antes, cuando me llamó Amadeu Alemany, el presentador del programa de radio La república Santboiana, para hacerme unas preguntas dentro de su espacio en las ondas radiofónicas del dial 89.4, al respecto de la presentación del viernes, de mi novela, que además he tenido el orgullo de presentarla como inicio de campaña desde mi Asociación de Poetas de Cornella, con el amparo de nuestro Presidente Alejandro Sánchez de
Alejandro Ahumada y Rocío García, Consejera de Cultura del ayuntamiento de la ciudad de Cornellá.
Trataré de llevar un nexo en esta crónicas para que no se me escape nada de relieve, ya que no quisiera olvidar ninguno de los que me han rodeado y además sería pecado olvidarles en estos instantes tan de alegría compartida, puesto que a todos ellos, los he disfrutado al máximo y si queda escrito, a pesar de que pasen los años siempre, podré disfrutar como un agradecido que lo soy, al releerlo. De esa forma amigos si os apetece acompañarme que doy comienzo a la ilusión.
La presentación a cargo de Jordi Subirá, sencillamente genial. Preparada, comedida, esforzada y de sobresaliente nota. Cual imaginaria puesta a punto, de festival de alfombra roja, con todas sus preposiciones y vocativos imaginarios a la hora de la expresión, tanto la expresada por voz como la que hizo gala en sus gestos, ademanes y poses, que acompañaron al verbo por toda la sala de la biblioteca García Nieto, que es la sede donde normalmente desarrollamos nuestras actividades literarias. En la mesa nuestro Presidente Alejandro S. Ahumada, acompañado de la Consejera de Cultura del Ayuntamiento de Cornella, Doña Rocío García y del editor de los dos ejemplares que se presentaban Oscar Esqueda de la Editorial Ónix. Además como es natural de Jesús Pico y de Emilio Moreno, los autores de las obras arriba indicadas. Se inició el Acto con la actuación de los violinistas de la Escuela de Música de Cornellá, los cuales acompañados con la batuta de su exponente la profesora Tatiana, nos deleitaron con sendas melodías que sofocaban de pleno el ímpetu de las prisas, de las cuitas y de los nervios domesticados que se frenaban de por sí, con aquellos sonidos tan especiales y tan maravillosos que les sacan esos virtuosos, a las cuerdas de sus instrumentos.
Preciosa la entrada, que daba inicio al sueño de los autores y que ponía los argumentos literarios en la solfa particular de cada cual, para ser predicados por ellos, en breve.
Nuestro speaker siguió con su crucigrama de presentaciones a la mesa, dando paso al cantautor Alfredo González Vilela, que nos deleitó a su vez con unos arreglos que el propio cantautor, arregló desde letras de poemas tanto de Jesús, como de Emilio, dejando un toque de espiritualidad y de encanto, que solo pudieron recogerlos los oídos de los que ya se habían aposentado en sus lugares, ese público abnegado que nos sigue allá donde vayamos y que siempre nos muestra como bandera, su cariño, su fervor y su amistad.
Enunciación e incidentes de una muerte inesperada en la gran ciudad acaecida a Irene Delapeire, una mujer taciturna que vivía sola en un piso del ensanche, acompañada a menudo por su amante, un licenciado prestigioso y aposentado con mujer e hijos que mantuvo el capricho de dos amores sin desestabilizarse.Solapada con otro suceso de comienzos de siglo XX, mezclada con la extraña muerte de Concha, abuela de Irene fallecida en la Pandemia de 1918, sospechando que el esposo —entonces sanador y barbero de una villa de La Rioja— tuvo que ver en esa defunción para ocultar sus relaciones extramaritales con sus pacientes.Irene, ya muerta, es descubierta después de permanecer más de un mes desnuda sobre su cama después del chivatazo de su amante a la policía, intentando mitigar su remordimiento y antes de que su Alzheimer le ganara la partida. Creyendo que Palmira, su esposa legítima, era la asesina por celos acarreados durante tantos años.Edwin, uno de los parientes que a la postre se compadece de Irene y no permite que la entierren sola, es el que toma las riendas de su casualidad, descubriendo secretos ocultos de toda la saga incluyendo las maniobras delictivas de aquel antepasado, que usó su posición y cargo para asesinar y corromper.
La
conocióal
verla pasar, en
el banco de la placeta y allí esperaba, cada domingo religiosamente,
con
eso se conformaba.
Ella
era una mocita sencilla, humilde, que
necesitaba atención, quizás cariño.
En
su casa era una más; de los nueve hijos y ninguno, por
imperativos, era
demasiado bien tratado.
Se
dejaba observar,
y pretender
y él, le
había puesto todo su
apasionamiento.
La
aguardaba
que saliera de misa, y
veía como
bajaba
las escaleras con mucha gracia, transitando
frente
a los
que estaban sentados en aquel banco.
Además
solía
acercarse
al
kiosko del faro, para comprar
su helado de vainilla y se
volvía con sus amigas.
Se
atraían, aquel
día se
miraron, suspiraron,
ella de reojo se
hizo la desinteresada
y siguió su paso, sin
esperar la reacción de aquel mozo.
La
abordó
con elegancia. Les
pareció un momento precioso,
aparentaba
que estaban
hechos la una para el otro y se juraron afecto
eterno.
Pasaron
veinte meses de dulzura, encanto
y amor.
La llamada a filas le
arrancó de su
lado, aunque
prometió que
le esperaría.
Cuando
retornó
del ejército, estaba
casada, y
ya educaba a una
hija.
Fue
sustituido aquel amor falsario,
por el del hijo
de Don Froilán, que
era un adinerado
abogado
y
a
su vez juez
del pueblo.
Seguía
yendo
al banco aquel, casi
todos los domingos y tras partir del pueblo cuando consiguió trabajo
en la ciudad, iba los veranos.
Al
mismo banco que da frente al faro.
El
agosto pasado la veía salir de
misa, pasear
frente al banco, sin apenas mirarle,
a
pesar de conocer quien era el ocupante del banco.
Ni
una palabra, hasta llegar al viejo kiosco y comprarse
el helado de vainilla.
Ambos
han fallecido con una diferencia de treinta horas, afectados por el
Corona virus.
Rosita
partió primero, desde
la Residencia del pueblo
y Raúl,
dejó de respirar, desde una cama del hospital de campaña del IFEMA,
quizás ambos se reúnan en aquel banco eterno, que espera a la
izquierda del acceso
del Paraíso.
Sin
idea de normas de cocina, por haber sido criado en el seno de una
familia tradicional,
de aquellos tiempos;quiso
hacer una gracia y
preparó
un accidental desayuno, por
enfermedad de la titular.
Su
compañera,
estaba con una fiebre espantosa, roja como un tomate de huerta y
morada como un pimiento de la ribera del Matarraña.
Mientras
venía el doctor, nervioso, fuera de sí,
quiso atenderla, por lo menos con una aspirina y un café con
leche dulce, para mejorar su estado.
Estaba
aterrado, nunca
se había visto en semejante ocasión.
Encontró
como se encendía el ignoradofogón,
y prendió
el fuego, adivinando
el
cazo oportuno
de la
leche y todos los pertrechos para preparar
aquella bebida confortante.
No
tardó,
o por lo menos eso creía, en
descubrir los secretos de aquella cocina, y por unos minutos, fue
el Máster Chef de Pensilvania. El
mejor cocinero, el salvador de aquellas calenturas.
Cuando
tragó,
el
primer sorbo de café con leche la
afectada,
el brinco en la cama que dio, fue digno de un
récord de olimpiada,
majestuoso
reboteen
el aire. Un
equilibrio propio de medalla
de Oro, con pirueta atlética,
la ofrecida sin derramar ni un chorrito de la leche del tazón, sobre
las sábanas.
Le
miró con ojos de querer fundirle y le acusó con bastante genio y
sensibles alaridos, por haber echado sal en el café con leche, en
vez de un par de azucarillos.
La
fiebre se esfumó, bajó su temperatura y quedó serena, cuando llegó
el médico, le inculpó de haberla, casi…..
¡Que
recuerdos, en fin una pena lo de la sal y el azúcar. Son tan
parecidas.
Morgan
Frigensen, escribió a sus padres desde el acuartelamiento de Alaska,
cuando servía en los Marines especiales de la gran nación
Americana.
Había
llegado el instante, por parte de Morgan, en no poder fingir más por
las dificultades económicas de aquel soldado en misión de
pacificación internacional. Un hijo algo, «Cigarra», al que no le
duraban los dólares en el monedero y además por otro lado; tan
preocupado por mantener al corriente a sus viejos, que en un acto de
valor; les adelantó la siguiente misiva.
—:
Esta es la última carta, que os escribo—y prosiguió con su
congoja ostensible, escribiendo en la cuartilla, lágrimas
impregnadas—No tengo ni un centavo en el bolsillo, todo lo doné
para obras de caridad. Sin pensar en que vosotros debéis estar al
tanto de mi persona, mientras esté alejado de la casa. Por lo que me
cuesta deciros que no tengo, un chavo. Ni para comprar un sello de
correos, ni posibles para sufragar el importe de las tasas, que
necesito para validar mis envíos. Además por aquí no puedo
conseguirlo, desde mi ubicación en los fríos lagos helados de
Alaska.
Por
lo que de no recibir de vuestra parte algunos dólares, para poderme
avituallar del material suficiente para comprar y gastar en lo
necesario. Este mensaje que tenéis en las manos, será la última
misiva antes de comenzar, con los escarceos de las guerrillas contra
los desestabilizadores de Groenlandia—Os quiero mucho, y siempre os
recuerdo.
Al
cabo de unos días aquel mensaje llegó a casa de sus progenitores,
por medio de la valija militar de reparto. Cuando la madre, recogió
aquella carta, suspiró y se la mostró a su marido, haciéndole ver,
que venía sin franqueo, puesto que no lo necesitaba.
El
padre de Morgan, una vez leído, devolvió la mirada, con una mueca
nada irritable. Dejó la susodicha carta, sobre el sofá, haciendo
menos caso a las alarmas de su primogénito, que al pitido de la
cafetera cuando ha finalizado su menester.
En
aquella época, no existían las tarjetas de crédito, ni el mail, ni
los Smartphone, ni tan siquiera el WhatsApp. «Nada de todo lo que se
conoce hoy y nos facilita el gasto, sin medida»
—Tendremos
que solucionarle al baby, este dilema, no crees—dijo quejumbroso el
señor Morgan Senior, a su vez; que con la mirada solicitaba
comprensión de la mamá
—El
sátrapa no tiene ni un penique. Siempre anda de igual forma, y me da
mucha pena—manifestó
el anciano. No
padezcas—replico la madre—Tengo la solución que de inmediato
corregiré desde mañana y verás como dejará de quejarse.
Al
cabo de diez días el soldado especial Morgan, recibía un paquete
con viandas y dentro del mismo un sobre bastante grueso y pesado,
donde indicaba, en la solapa principal—«reservado, valores
efectivos»—Con alegría y mucho ánimo se dedicó a descerrajar
aquel sobre tan sumamente duro y casi irrompible. Con la idea se
recoger el grueso de los muchos dólares que imaginaba iba a recoger,
provenientes de sus padres.
Al
abrirlo, vio una nota de su mamá, que le aconsejaba, aquí te mando
cien sellos, por si quieres escribirnos particularmente y que tus
cartas no pasen por la valija militar, cosa que comprendemos y para,
que no dejes de escribir, y sigas manteniéndonos tan informados de
tus deseos y de tus ilusiones.
Me saluda como siempre mi amigo Eduardo, con una estampa foto de buenos días. Yo le leo y detecto, esa incertidumbre —le conozco mucho, estuvimos juntos en el Ejército y pasamos muchas—Así le contesto yo, con el aprecio que le tengo.
Lo mismo te deseo. Hoy día del trabajo aquí me tienes; celebrándolo... Confinado, Confitado, Conformado pero jamás Consolado
Un abrazo para ti: Eduardo
Su respuesta no tarda en producirse y dijo Así
«Buenos días, Emilio Moreno Siempre inspirado amigo».
Me agrada todo lo que indicas: Celebrándolo, confinado, confitado, conformado y jamás consolado.
Empleo tus palabras, con tu permiso, aunque y sin que me lo has otorgado, pero me han gustado. ¡Así que me las quedo!, gracias.
Con lo que le conté lo siguiente........
os prometo que hoy lo publico, un abrazo buenos días a todos y mi agradecimiento por tanto como me dais, sin nada a cambio en la foto A la izquierda Diego, en el centro Eduardo y en el quicio Emilio.
a la izquierda, Diego, Eduardo central y a la siniestra, .....