Me miro en el espejo de mi vida,
queriendo hacer control de mis vivencias,
repasando momentos y experiencias
cuando pasea la muerte inadvertida.
No sufro por mi, y sea bienvenida.
La salud de mi gente, con solvencias,
por tanta precaución y sugerencias
desalmando mi fe; poco encendida.
Notando ahí, la máscara en mis labios,
y el deceso que va oculto en la brisa,
posado en la saliva, de contrarios.
Sin abrazar, con guantes de flor lisa,
de los que tocan sin palpar, muy zafios,
bordeando quizás. La muerte insumisa.
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