domingo, 16 de junio de 2019

Capt. nº 15 - Hermano putativo y desconocido -Historia- Cuarentena entre timadores





Embarcadas también irían el resto de las novicias. Las que restaban del lote que se había repartido por las tres galeras. En espera de poder lograr los votos religiosos en las Indias, una vez hicieran las prácticas oportunas y se diesen en la cumplimentación de los juramentos. Tan solo con el fin de llenar los conventos de mano de obra barata y las camas de según que prelados en las noches de achata.
Eran doce chiquillas, las restantes del grupo, engatusadas por los familiares y los curas de poco juicio, condenando a las muchachas a seguir el camino de los esfuerzos intangibles y nada escuetos, sin saber a que se enfrentaban y sin la devoción necesaria.
También viajaban en la Hembra las ocho intelectuales voluntarias, para los futuros fines en tierras lejanas, además de las tres damas de clase alta, y la decena de boticarias que se repartieron entre la expedición.

Guardando lugar para posibles embarques en los distintos puertos a los que tocarían antes de salir de territorio ibérico.
Las señoras intelectuales estaban en una franja de edad, muy variada, o sea que el margen habido entre la más joven y la más veterana, se notaba. Experiencia en cualquiera de ellas, había de sobras y se notaba con creces y cada una de las señoras; se marchaba a buscar otros derroteros, y mejores aires de los que respiraban en su patria.
Por diversos motivos, los cuales tampoco eran confesables y de ninguna manera se quedarían en sus zonas, si por causa ajena no embarcaran en aquel viaje. Ya que no serían bien vistas por la propia familia, después de tanto ruido como había provocado en los últimos años.
Confusiones y desórdenes en el vecindario y la sociedad que les envolvía, que era el estrato donde ellas estaban adheridas y aunque de pleno derecho, no pertenecieran, lo asumían de ese modo.
Sus cuerpos perfectos, sus bustos deseables y sus artimañas atrayentes, les ayudaba a conseguir lo que se habían propuesto. Triunfar de lleno en el archipiélago Filipino.
De las ocho damas que embarcaron algunas habían estado casadas, Silvia de Buitrago, Artemia Cospedal, Maruja Pérez, Antonia Jerez, Laura Pinosa y tres solteras Castora López, Palmira Mondón y Teresa Borrás.
Aunque todas y cada una de ellas, atesoraban un largo peregrinar por las sábanas de sus médicos, de los políticos, duques o marqueses que existían en los alrededores de las grandes ciudades.
Todas ellas se marchaban de sus localidades porque aun no habían hallado lo que realmente buscaban y creían a pies juntillas, que nunca es tarde para sus conquistas particulares.
Cinco conocían muy bien, en que se basaba el matrimonio. Habían estado casadas y aunque en la España del 1888 no se contemplaba el divorcio. Existía aquella facilidad de abandonar, y menospreciar a las mujeres, como a su vez, aparecían hembras fuertes que no las dominaba ningún hombre y, se las hacían venir para mandar a cualquiera que tuviera pene, a “despellejarse con un guante”

Silvia Buitrago fue modelo de un pintor llamado Velázquez de Sevilla, que además de ser su prototipo, y su musa, la usaba en la cama, y la despreciaba cada vez que al pincel se le antojaba.
Hasta que un buen día mientras saludaba y rezaba al paso de la Macarena en la procesión de la Semana Santa; accidentalmente se cayó el artista por la rendija del balcón, con tan mala fortuna que se desnucó al tocar el pavimento y dar con su testa contra el brazo armado de la propia virgen.
Nunca se pudo averiguar como perdió el equilibrio aquel fino y delicado maltratador. Dejando con mucho disgusto a su viuda. La buena de Silvia, pero a la vez, con un sabor de placer que no podía disimularlo, ni ante la familia, ni con los amigos. Teniendo que poner por medio, distancia; ¡huir! de su propia casa, para que se aflojaran las repercusiones y dudas, de todos aquellos incrédulos, que no creían que la propia Macarena lo había noqueado como a un pollo. Así se inició el conseguir los pasajes para comenzar el viaje a las Indias.
Feliz y tranquila sin presiones, se hallaba desde que el pintor se resbaló y ella, supo encontrar la forma de llegar a la ciudad portuaria de Cartagena, procedente de la capital sevillana. Alistándose en aquel viaje singular llamado las tres Marías de Cartagena.
Artemia Cospedal era hija de un Fiscal prestigioso madrileño que litigaba asuntos y defendía a los clientes más poderosos de la capital.
Gentes que tenían contactos con hombres y mujeres de la Corte. Funcionario electo, integrante en el Ministerio Público y asistente de los millonarios y pudientes del manzanares.
Artemia con grandes amigos, en el juzgado de primera instancia, enredó a un infeliz, que era hermano putativo y desconocido, del que fue Rey, poco antes en España. Su Majestad Don Amadeo de Saboya.
Presentando en familia, la guapa Artemia, a su marido. Ni más ni menos que el hermano no reconocido de un rey y de una saga de mucho prestigio.
Uniéndose a él en Sagrado Matrimonio en el Altar Mayor de la Iglesia de Fuencarral, hasta que la muerte los desvinculara y lo desvinculó su propio padre, el prestigioso letrado, con la ayuda de no sé cuantos empleados del ministerio.
Mandando a la niña Artemia, lejos de aquel timorato, que engañaban en cuanto veía un culito respingón.
Maruja Pérez, era hija de un torero andaluz de mucho renombre, que tenía tentadero y fincas por toda la serranía de Ronda.
Valiente el matador Paco Pérez de Plato-vacío, que tuvo una vida ajetreada, con mil mujeres y cientos de botellas de vino, que lo llevaron a la vejez con muchos nietos.
Un hombre cobarde en la vida y valiente en el ruedo, con los toros podía y con las mujeres sufría.
Maruja salió parecida a él; siempre dispuesta para el deseo y para el sexo. No tenía ninguna dificultad en ir a la cama con quien se lo pidiera. Era una mujer de aquellas que siempre tienen los pañales en la mano. Esbelta, guapa y graciosa, atractiva y pesada como las moscas.
Rica en orgasmos y resuelta de proteínas. Necesitaba aventuras fuertes y por ello, quiso ir detrás del ejército de Aduanas que se trasladaban a Manila.




To be continued
Continuará


























0 comentarios:

Publicar un comentario