domingo, 2 de junio de 2019

Crimen Dudoso, una historia trepidante.

LETRAME, acaba de suministrar la Novela que veis reflejada en las fotos que adjunto. Caliente, ardiendo, perfecta recién acabada de salir de las rotativas de imprenta. La que encontraréis en la propia editorial andaluza, radicada en Almería, la ya; conocida y afamada: LETRAME
y en Amazon, además de las librerías diversas, y en caso de dudas me la solicitáis.

Introducción de la Novela: Enunciación e incidentes de una muerte inesperada en la gran ciudad, acaecida a Irene Delapeire, una mujer taciturna que vivía sola en un piso del ensanche, acompañada a menudo por su amante, un licenciado prestigioso y aposentado con mujer e hijos que mantuvo el capricho de dos amores sin desestabilizarse.

—¿Qué noticias tenéis de Irene? ¿Sabéis algo sobre si ha hecho un viaje estas navidades? ¿Alguien puede decirme de su paradero o si ha hablado últimamente con ella? Hace ya muchos días que no viene por el gimnasio y ni siquiera ha recogido la papeleta del sorteo de Reyes, que le dejé en recepción —preguntó Nayim al grupo de usuarios que permanecía en el vestuario. —Pues no lo sé, pero ahora que lo dices, ¡es verdad! Cómo no darnos cuenta antes. Hace bastante que no la vemos —respondió Erick, monitor del gimnasio de la Travesera de Gracia, donde Irene pasaba gran parte de su tiempo, dándole bamboleo a su cuerpo. —Siempre, o casi siempre, venía muy de mañana. Al comienzo de cada jornada, que es cuando ella frecuentaba las barras de pesas y la cinta de paseo, para después tomar una ducha y marchar a las cuestiones habituales a las que se dedicaba. Siguiendo esta tónica incluso en los festivos —finalizó su argumento Erick, esperando respuesta general. —Jamás se duchaba en su casa. Al vivir tan cerca, aprovechaba las instalaciones del pabellón y ahorraba de la factura del agua todo lo que podía. Saliendo a diario predispuesta para la gran ciudad, para comerse el mundo por los pies —añadió Celina, que subía al ring.


Solapada con otro suceso de comienzos del Siglo XX, mezclada con la extraña muerte de Concha, abuela de Irene fallecida en la Pandemia del año 1818, sospechando que el esposo—entonces sanador y practicante barbero de una villa de la Rioja—tuvo que ver en esa defunción para ocultar sus relaciones extramatrimoniales con sus pacientes.

 —Pasaré por su casa, a ver qué ocurre. Tampoco me toma el teléfono — apuntó Nayim, mintiendo descaradamente, porque él sabía muy bien qué le había sucedido a Irene y dónde se encontraba en aquellos precisos momentos. Preguntaba por la falta de Irene, por si alguien más la echaba de menos, notaba su falta de asistencia y se hubiera alertado viendo la ausencia. A la vez que notaba el escaso interés que le prestaba Erick, ya embobado en otra cosa: con la joven Celina, que boxeaba con unos guantes demasiado pesados para su musculatura y a la que perseguía con sus miradas y su imaginación. El polideportivo de la Travesera abría sus puertas en la madrugada para dar servicio a clientes, que por razones varias solo podían recurrir a la puesta a punto de su cuerpo a primerísima hora. Es uno de los pabellones que permanecen abiertos casi las veinticuatro horas del día.


Irene, ya muerta, es descubierta después de permanecer más de un mes desnuda sobre su cama, después del chivatazo de su amante a la policía, intentando mitigar su remordimiento y antes de que su Alzheimer le ganara la partida. 

Puede permitírselo por la gran cantidad de clientes que tiene y porque su oferta es amplia, interesando a gran número de abonados. En su buzón particular, el que está en la recepción de la entidad, se acumulaban los avisos dirigidos a Irene, a los que no daba atención ni por supuesto recogía desde poco antes de final de año, amontonándose en espera de ser leídos. Nayim, el amigo de Irene, un veterano fibroso, aposentado y usuario del mismo club, se había encaprichado con ella, desde hacía algunos años. Manteniendo una relación difusa, sin que nadie se hubiese percatado realmente de ello, por llevarlo en el secreto íntimo del que no lo sepa nadie. Elucubrando en sus imaginaciones lo pensaba con gracia: «No lo digas, no sea que se entere mi mujer y la jodamos». Era la máxima de Nayim. Eso creía para esconder su infidelidad. Aunque él sabía que su mujer estaba al tanto de cuanto hacía, permitiéndolo porque a ella la beneficiaba. 



Una pincelada de lo que podéis disfrutar ya; CRIMEN DUDOSO, desde vuestras librerías y agentes editoriales de prensa. Simplemente dar las gracias a todos los que me apoyáis y seguís; por los que sigo trabajando al pie del cañón. Ideando, cuentos, novelas, poemas, relatos e historias las cuales son siempre...









AUTOR: Emilio Moreno
Novela:   Crimen dudoso
Editorial: LETRAME

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