viernes, 5 de abril de 2019

Frente a ti





Las buenas amistades son muy escasas. Surgen donde uno menos lo espera y nadie sabe si perduraran para toda la vida—Dijo el maestro a sus alumnos, para continuar con su arenga en la clase de Urbanidad.
El destino va moviendo los resortes y hace que las coincidencias sean realidad y se apuntalen en nuestra propia casuística.

Andrés Risueño, el alumno más aventajado interrumpió al profesor Fonteclara, para argüir—Esos sentimientos perezosos que tan bien conocemos cuando se amarran a las personas afines ya no se diluyen ¿hasta que se consolida en la verdadera amistad?—¿Es así profesor?Asentó de nuevo Andrés y continuó
Eso es lo que siento yo, señor Fonteclara, cuando conozco a una persona suele pasarme bastante a menudo, pero luego me doy cuenta que aquello que creía era auténtico, se derrumba y se hace añicos. Por falsedades y detalles mezquinos que detecto.

Fonteclara se miró a Risueño y quiso recalcar sus enseñanzas para que quedasen fijas sin que pudiera desviarse de su comprensión— Esa afectividad que se irá nutriendo de similitudes, curiosidades, respeto, generan lo que descubrimos como hermandad.
Sin embargo no es fácil que se llegue a producir con asiduidad. Creo que la amistad como todas las gracias y virtudes se han de armonizar con gestos honrados y con tiempo.
Lo más valioso y a la vez difícil; es hacerlo sencillo, que surja desde dentro, que muestre esa llaneza que todos si queremos podemos llegar a tener y que sumado a la normalidad y afinidad del que pretendemos sea amigo, nos de la confianza que buscamos.

El profesor quiso continuar y añadió—Pasado el tiempo se agradece. Ver como germinan y perduran las implicaciones, los parecidos y la inclinación con el ajuste de los gustos entre los seres humanos, que alimentándose tan sólo del apego, del cariño y de la cordialidad, llegan a formar sencillamente una armonía.
Atenazando ese impacto de confianza que se genera entre las personas que se aprecian de verdad, sin envidias, ni egoísmos, sin ambages ni crudos intereses y a pesar de existir la lejanía física en distancia, entre aquellos sujetos que se dicen ser amigos. Se procura mantener el caldo de cultivo, que simbólicamente nos mantiene atraídos y cómo no; entrelazados.
Ahora en nuestro tiempo, con tanta multiplicidad y tantas aplicaciones, parece que no sea necesario, pararte un segundo a pensar y comentar con tu amigo, con tu colega, con el vecino; cualquiera de las incidencias que están ocurriendo.
Con lo precioso que es detener el tiempo, frente a un café, una buena conversación y contigo que eres mi amigo.












1 comentarios:

José Añez Sánchez dijo...

Sobre todo si se trata del cafá Viena y los tertulianos somos nosotros, quienes tú y yo sabemos. José.

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