—Las
buenas amistades son muy escasas. Surgen donde uno menos lo espera y
nadie sabe si perduraran para toda la vida—Dijo
el maestro a sus alumnos, para continuar con su arenga
en la clase de Urbanidad.
—El
destino va moviendo los resortes y hace que las coincidencias sean
realidad y se apuntalen en nuestra propia casuística.
Andrés
Risueño, el alumno más aventajado interrumpió al profesor
Fonteclara, para argüir—Esos
sentimientos perezosos que tan bien conocemos cuando se amarran a las
personas afines ya no se
diluyen
¿hasta
que se
consolida
en la verdadera
amistad?—¿Es
así profesor?—Asentó
de nuevo Andrés y continuó
—Eso
es lo que siento yo, señor Fonteclara,
cuando conozco a una persona suele
pasarme
bastante a menudo, pero
luego me doy cuenta que aquello que creía era auténtico, se
derrumba y se hace añicos.
Por
falsedades y detalles mezquinos que detecto.
Fonteclara
se miró a Risueño y quiso recalcar sus
enseñanzas para
que quedasen
fijas sin que pudiera desviarse
de su comprensión—
Esa afectividad
que se irá nutriendo de similitudes, curiosidades, respeto, generan
lo que descubrimos como hermandad.
Sin
embargo no es fácil que se llegue a producir con
asiduidad.
Creo que la amistad como todas las gracias y virtudes se han de
armonizar con gestos honrados y
con tiempo.
Lo
más valioso y a la vez difícil; es hacerlo sencillo, que surja
desde dentro, que muestre esa llaneza que todos si queremos podemos
llegar a tener y que sumado a la normalidad y afinidad del que
pretendemos sea amigo, nos de la confianza que buscamos.
El
profesor quiso continuar y añadió—Pasado
el tiempo se agradece. Ver como germinan y perduran las
implicaciones, los parecidos y la inclinación
con el ajuste de los gustos entre los seres humanos, que
alimentándose tan sólo del apego, del cariño y de la cordialidad,
llegan a formar sencillamente una armonía.
Atenazando
ese impacto de confianza que se genera entre las personas que
se aprecian de verdad, sin envidias, ni egoísmos, sin ambages ni
crudos intereses y a pesar de existir la lejanía física en
distancia, entre aquellos sujetos que se dicen ser amigos. Se procura
mantener el caldo de cultivo, que simbólicamente nos mantiene
atraídos y cómo no; entrelazados.
Ahora
en nuestro tiempo, con tanta multiplicidad y tantas aplicaciones,
parece que no sea necesario, pararte un segundo a pensar y comentar
con tu amigo, con tu colega, con el vecino; cualquiera de las
incidencias que están ocurriendo.
Con
lo precioso que es detener el tiempo, frente a un café, una buena
conversación y contigo que eres mi amigo.
1 comentarios:
Sobre todo si se trata del cafá Viena y los tertulianos somos nosotros, quienes tú y yo sabemos. José.
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