Con
mi nostalgia de ingenuo
miro
buscando el calvario,
tantos
recuerdos menudos
me
vienen muy a diario.
El
calvario es un vergel
un
antiguo cementerio,
que
usaron antecesores
para
enterrar a Emeterio.
Es
un edén muy soñado
donde
reposa el martirio,
es
un oasis poblado
del
esfuerzo y sacrificio.
Desde
mi balcón observo
al
capellán y al vicario,
arrastrando
a todo el pueblo
seguidos
del boticario.
La
procesión del lugar
la
preside el comisario,
que
ademas es el banquero
hijo
de un mal sanguinario.
Desde
la terraza alcanzo
recuerdos
extraordinarios,
tu
cuerpo en el mes de marzo
y
aquel frío planetario.
Tus
pechos al descubierto
en
tu rincón incendiario,
y
yo creyendo tus cuentos
de
princesas y templarios.
Tus
miedos que ahora recuerdo
predicados
en rosario,
los
consejos que me dabas
entonces
innecesarios.
Te
marchaste aquella noche
con
tan diverso escenario,
siempre
fuiste una ilusión
mi
sueño de visionario.
Y
ahora que te hablo de sueños
he
recordado el calvario,
aquel
trocito de vida
dentro
de mi breviario.
El
sitio donde he pedido
ir
al ponerme el sudario,
que
me esparzan en el aire
de
un lugar tan centenario.
Al
lado de aquella esquina
en
el codo de aquel barrio,
una
vez sea cenizas
que
me esparzan desde el tarro.
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