Todos
los años para la Festividad de San Juan, hago un pequeño homenaje a
mis amigos. Los bautizados con el nombre del Apóstol Juan.
Haciendo
o, mejor expresado; tratando de referir, además de felicitarles
como es debido, explicarle un nuevo cuento, de esos que dan que
pensar, para hacerles mas significativa su Onomástica.
Uniendo
de un modo efectivo, esa noche del 23 de junio—la noches más larga
del año— con la madrugada del solsticio y añadiendo toda la
alegría que podáis a la celebración tradicional y popular con cava
y coca de piñones.
Os
dejo este relato, para que recordéis que vuestro amigo de nuevo otro
año, os ha exhumado con mucho cariño
Participando
con esta batida y mi agradecimiento, aquello que me regaláis cada
día y que os devuelvo con estas letras expresando y reconociendo, lo
que significa la amistad, para aquellos que me leen.
Los
que partieron ya de este mundo, aún están encarnando mis días en y
con mis memorias imborrables y, para los que aún me acompañan en la
actualidad, que siguen haciéndome disfrutar de su amistad, que no es
poco.
Reflexión:
Aunque
creamos que las relaciones o compañías—con los parientes—, no
atañen al devenir de nuestros días, yo podría asegurar con
certeza que; significan más de lo que podemos llegar a elucubrar y
en no pocas ocasiones interfieren en cada uno de nosotros.
Es
bien sabido que los amigos los elegimos nosotros y nadie más. No nos
vienen regalados o, impuestos ¡Gracias al Cielo!
Nosotros,
somos los que administramos esas relaciones y según venga, la
hacemos duradera y entrañable o; acaba en pocas fechas, por motivos
de caducidad.
Todo
esto viene a cuento, porque trato de relatar, sobre alguno de los
especiales y significativos colegas, conocidos y parientes, que
celebran su onomástica en la noche del solsticio de verano y son del
todo, raros.
Especiales
y ¡Súpercalifragilísticos!
Estos
personajes allegados en más o menos grado, que suelen en no pocas
veces tocarnos las narices—por no decir otras partes más
gelatinosas aún— y se
significan de formas distintas para hacerse notar. A saber:
Los
hay que suelen ignorarnos y pasan de nosotros—por
costumbre y en más de una
ocasión, siendo familia—, o aquellos primos que para lo único que
nos citan es para hacer carreras vitales y comparaciones
irracionales.
¡Sí;
como lo leéis! Semblanzas y comprobaciones para saber quien tiene
mejor coche; quien es más guapo y más rico y sobre todo, quien es
más advertido y más espabilado.
Fijaos
que siempre que coincidimos con ellos, Nos miran por encima del
hombro izquierdo y llevan el pecho henchido refregándonos por la
cara, sus escasos éxitos y sus logros inmediatos.
Dado
que nosotros callamos como monjas de clausura. Te tiran de la lengua
para provocarte y que hables—y aunque sabes que no te oyen, ni
escuchan y no han prestado atención a lo que dijiste; esperan el
mínimo descanso en tu charla, para interrumpirte robarte el diálogo
y la palabra y seguir ellos con su retahíla de
exagero-presunciones—,Dándoles así testigo a sus
excentricidades, escucharse ellos
mismos, a la vez que lo
explican—gustándose mucho, porque en sí están rendidos por el
placer que se propagan ellos mismos—,
para seguir con sus cansinas peroratas.
En
la noche de San Juan, se juntaron en la terraza de la planta baja de
la calle San Juan Bosco, amigos y familiares, de los Juanes de la
doña
Santa Juana, alrededor de una coca de piñones, crema, chicharrones,
morcilla negra y las clásicas tiras de dulces verdes.
Comentando,
entre mil cosas más mientras bebían cava de Villafranca, estos
recortes que me encantaría conocierais.
Así
que antes de las doce de la noche, y cuando todo estaba en
efervescencia, se dio este sainete entre los primos de la familia
de los Juanes.
Todos
esperaban la felicitación de Don Juanete, el abuelo de la familia,
que además cumplía esa misma noche ciento cuatro años y buscaba su
discurso a la vez que
escuchamos esta conversación
entre los asistentes.
—
Me
he comprado un cochazo inimaginable—dijo Juaniqui, el hijo de tía
Carlota.
Antes
de que el alegre primo
pudiera expresarse,
decir la marca, la cilindrada y el color,
el modelo y demás, interrumpió Juan Manolo.
Exagerando
como el terrateniente por el que quiere compararse, para dejar caer,
no sin mirar alrededor de sí y llenarse los pulmones de oxígeno—No
buscarme en mi pisito de siempre—objetó el sobrino de tía Carlota
y primo carnal de Juaniqui, muy
altozano para seguir sin
comas ni pausas—Ahora vivo en la zona Bip de Manhattan, cerca del
bulevar Rose, en el puto centro de la city.
No
hubo tiempo para alegrarse de la buena nueva ni seguir ahondando en
las condiciones que se han sucedido; para ir de buenas a primeras, a
vivir desde, la ciudad confortable del mediterráneo europeo, a la
gran ciudad americana.
Sin
prefacio y acuchillando al viento, Juanita Bonano, a su vez prima de
Juaniqui y de Juan Manolo y también,
descendiente de
Juana de Arco y,
hermana de Carlota, inquirió con una prisa resoluta haciendo que
todos los celebrantes de la sala, se la miraran de los “pelos a los
pies”, intentando saber y entender el porqué de tanta urgencia
y velocidad informativa. La
que nos dejó caer sin más
—Os
hago saber que mi hijo Juancho, ha conseguido obtener el Máster de
Míster en el Ministerio Militar del Missisippi.
Fue
como una lanza que recorrió aquel jardín, mientras Don Juanete,
seguía buscando su discurso para leerlo en cuanto cumpliera los
años.
A
menudo esas grandezas escuchadas sin ninguna certeza y solo para
parecer más grande y de más categoría que los demás, caen por la
ley que nos detalló el físico Newton, atraídas por la gravedad de
sus flaquezas, embustes y disparates, haciéndose
añicos contra los adoquines de la certeza.
El
coche que dice que se ha comprado Juaniqui, Lo está pagando gracias
a unas docenas de miles de euros, que heredó de una prima hermana
suya, ya difunta la pobre,
Esmeralda—así
se llamaba la apurada
difunta—, que llevó una
vida de sacrificio con un soltero de la ciudad.
Sumisa
siempre y arrendándole al amigo, ese cuerpo serrano y bonito que
tuvo en sus años verdes,
Disfrutando
muy mucho, del sexo y del amor desquiciado, al lado de un amante que
no quería enredarse con papeles de casorio y además muy agnóstico.
Siendo casi como su marido pero sin haberse echado las aguas
benditas.
Se
quisieron y follaron toda la vida en secreto y se veían a escondidas
en los tiempos de la represión político religiosa.
Jamás
el sacerdote del barrio, Don Isaías, imaginó que Esmeralda se
entendía con Crescencio, a pesar de sospechar de ella y de los
escotes que le enseñaba al confesor y de las no pocas sofoquinas
regaladas visibles o imaginarias debajo de la negra sotana.
Suspiros
altisonantes de apasionamiento, jamás regalados a un cura, para
mitigar la condena y penitencia del pecado. Además de los hilarantes
susurros que aireaba el capellán desde la otra parte del escondido
confesionario.
Como
si tuviera un orgasmo subliminal y eclesiástico, cada vez que el
cura le tiraba los tejos a la muchacha—ella callaba y gozaba de los
requiebros exorcistas del abad.
El
cura lo intentó, quiso averiguarlo pero, ni siquiera en las horas de
la confesión pudo arrancarle a la guapa y lozana Esperanza, que se
estaba tirando cada vez que quería a Crescencio.
Cuando
llegó la democracia, se abrieron todas las puertas del mundo menos
las suyas, que por vergüenza y por lo que dirían los vecinos,
siguieron en tentaderos y en hoteluchos de mala muerte, haciendo el
salto desde el armario, fornicando yaciendo y copulando, con la luz
apagada.
Sin
hacer daño a nadie, se querían, se unían en la cama, como dos
ansiosos amantes, hasta que una mañana murió Crescencio.
Se
le quedó entre las piernas muriendo por un ahogo inusual.
El
disgusto fue mayúsculo, porque a pesar de los pesares ella no pudo
acaparar más de lo que había alrededor
y le había regalado durante tantos y tantos años de follar a la
americana y al no tener
papeles oficiales, su
querido amante, el fallecido
Crescencio, rezaba como lo
que era. Un hombre soltero.
La
familia de Crescencio no era nada corta, tres
hermanas y sobrinos, los
herederos. Aquel que tenía
ahogado entre sus muslos a
la hora de su muerte,
aquel que
la llevaba como una reina y que le dejó unos disgustos dinerarios,
pasó a quizás a peor vida.
El
rigor mortis fue duro y poco duradero, En
apariencia muchos le lloraban, pero en la pura realidad, fue
despreciado como un putero por la familia y como un aprovechado por
parte de la amante.
Muy
pronto avisaron a la familia para que se hiciera cargo de los gastos
y de los líos. El médico
tuvo que certificar su muerte y cuando acabaron la autopsia, los
comentarios que recorrían el
pueblo eran del todo pintorescos.
El
señor cura se encargó del responso y se le afianzaron las dudas
espirituales al conocer la muerte beatífica de uno de los
feligreses, que tanto echaba en el cesto de la Virgen del Río.
Asunto
que no fue fácil de
soportar para la amante
enviudada, ya que las posesiones de Crescencio que estaban en el
banco, no le pertenecían. Tan solo se apoderó de los bienes
materiales que
dejó en la casa de la señora.
Guardados
entre las supercherías de Esmeralda, que no duró su desprotección
más allá de tres meses.
Una
enfermedad muy rara llamada remordimiento se la llevó al mismo
terreno, callado donde estaba el amor de su vida. Para que así se
siguieran haciendo compañía hasta siempre jamás.
Enterrada
y olvidada Esmeralda, tocaba repartir y en eso nadie dice que no.
Sobrinos
reales, irreales, hermanas, cuñadas, vecinas, primos lejanos,
paisanos del pueblo y forasteros se juntaron para repartir.
Así
de esa sencilla forma Juaniqui, se compró su gran e ilusionante
automóvil
Juan
Manolo, vive en otra zona, por cierto no muy alejada del propio
muelle,
Nada
de la Manhattan de Unite State, ¡no por dios! Se ha cambiado al
barrio de la zona Byp de Manhattan, cerca del bulevar Rose, en el
puto centro de la city. Que traducido al idioma de Cervantes está
como muy claro.
¡Como
no le dejaron matizar! No
pudo precisar dónde, estaba esa gran mansión,
Byp,
significa “Beyond Youth
Potencial,”
que en español es o, quiere significar algo así como “Más
allá del potencial Juvenil”,
que es otro pseudónimo del barrio donde
viven ahora, el Manhattan,
el
lindante con la
barriada de los Cármenes.
Ingeniería
zonal para viviendas, semejante a
la
construcción de
Estados Unidos, muy
parecida a la de la ciudad Neoyorquina, que coincidía con la calle
del Bulevar
Rose, en la población de Igualada.
Parecía
raro, fuera en otro lugar y en otro orden, porque Juan Manolo es de
estos que se compran un sofá nuevo y le ponen una sábana por encima
para que no se manche,
Por
supuesto él y su esposa, jamas se sientan en el sofá, lo tienen
para cuando reciben visitas, que esconden la
sábana blanca y aparentan que lo disfrutan cada día, cuando
realmente ni siquiera lo dejan lucir,
Colocan
flores dentro de los excusados y en el interior del váter closed.
Para que huela mejor, Jamás
en la vida ese váter ha de oler a barriga. No lo usan más que para
mostrar a sus amigos—hay
gente que disfruta mostrando cocinas y váteres a los colegas, que
fuerte —.
Ellos suelen giñar en el retrete pequeño, cuando tienen
una urgencia y no
han
podido
ir ese día al
gimnasio.
Pagan
una iguala al mes, para hacer flexiones y también les entra la ducha
y como no. El desalojo de sus
excedencias
y necesidades.
Sus
lavabos, los de su casa son como museos, Sitúan
uno de esos jarros que disparan liquido oliente mirando al centro del
retrete y no sabes como ponerte para mear a gusto, porque en cuanto
sale el chorrito de la minina, dispara un cañonazo de perfume y se
te mete dentro de la bragueta, llegando a mojar el pene con un
perfume aputado.
En
cuanto al Máster del hijo de Juanita Bonano, El ferviente
de Juancho, que según ella ha conseguido obtener el Máster de
Míster en el Ministerio Militar del Missisippi, en
mínimas condiciones y litigando con todos los misterios que guarda
el mismísimo gabinete del Ministerio de Marina. Ya que los Mister’s
presentados eran muchísimos y tan solo habían cinco plazas libres a
concurso.
Otra
imaginación que sueña la buena mujer. La tía Bonano, padece de
grandezas y miente más que el embustero de Calleja.
Decir
para
ser exactos que
Juancho, es conductor de vagones de metro de la línea uno y se
presentó por su buena estatura al concurso del Míster Missisippi,
en la calle de los Ministerios, al que han calificado para hacer de
doble en una película de detectives, con personajes muy famosos de
Hollywood y según apunta, doblaría al actor Richard Gere, por el
semblante parecido a él.
Solo
para las secuencias de peligro y evitar que el famoso actor, corra
riesgo alguno.
Asimismo,
parece ser que Juancho, hará de modelo para la firma de ollas a
presión Set Ajomate, y podremos verle en las cadenas de televisión,
anunciando las ollas y todos sus accesorios,
El
padrino de la noche, Don Juanete, había encontrado el pliego de
papeles que tenía que leer ante toda su familia, que con los
petardos en las manos esperaban que cumpliera los ciento cuatro años
para celebrarlo como estaba ordenado.
Subió
al estrado del jardín y sacó sus gafas graduadas, se las encajó y
se miró a todos los suyos y adujo:
Que
queréis que os diga, sea lo que sea, no me haréis caso, como
siempre hacéis, además de importaros poco, o nada el que hoy sea mi
cumpleaños.
Nadie
me ha felicitado como es debido; porque cada uno de vosotros está
para lo que está y éste mal endémico de mentir; lo llevamos toda
la familia porque ya lo sabéis. No cumplo 104 años, también es
mentira, cómo había de ser verdad, en mi que he sido el precursor
de los engaños en el mundo familiar y el responsable que todo lo que
es blanco no sea realmente así.
Hoy
tan sólo cumplo 74 años, y me preguntaréis el por qué, de este
abultamiento en mi edad.
Muy
sencillo, cuando cumplí cincuenta, la gente me dijo que me
encontraba muy avejentado y demasiado acabado para la edad que
marcaba en mi cédula de identidad. Entonces se me ocurrió que si
mentía y en lugar de exponer mi edad verdadera, alegaba que tenía
cuarenta años más. El entorno no demasiado próximo a mi, me
hallaría para la edad que decía mejor.
De
ahí que cuando empecé a decir que tenia cuarenta años más de la
cuenta, la gente cambió y comenzó a encontrarme la mar de bien, muy
conservado y tan pito, que no parecía la edad que tenía.
Mentí
y me lo pasé genial, solo tuve un problema. Al jubilarme imaginar la
de mentiras dobles que tuve que regalar. Al final los embusteros, se
creen sus propias mentiras.
Es
un gen, por eso decimos tantas mentiras o son “GENTIRAS”
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con este link para leer la crónica del año 2011
http://emiliomorenod.blogspot.com/2011/06/pruebas-del-fs.html
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