martes, 19 de junio de 2018

San Juan. Festividad del Año 2018 - Mentiras o Gentiras.

Todos los años para la Festividad de San Juan, hago un pequeño homenaje a mis amigos. Los bautizados con el nombre del Apóstol Juan.
Haciendo o, mejor expresado; tratando de referir, además de felicitarles como es debido, explicarle un nuevo cuento, de esos que dan que pensar, para hacerles mas significativa su Onomástica.
Uniendo de un modo efectivo, esa noche del 23 de junio—la noches más larga del año— con la madrugada del solsticio y añadiendo toda la alegría que podáis a la celebración tradicional y popular con cava y coca de piñones.
Os dejo este relato, para que recordéis que vuestro amigo de nuevo otro año, os ha exhumado con mucho cariño
Participando con esta batida y mi agradecimiento, aquello que me regaláis cada día y que os devuelvo con estas letras expresando y reconociendo, lo que significa la amistad, para aquellos que me leen.
Los que partieron ya de este mundo, aún están encarnando mis días en y con mis memorias imborrables y, para los que aún me acompañan en la actualidad, que siguen haciéndome disfrutar de su amistad, que no es poco.


Reflexión:

Aunque creamos que las relaciones o compañías—con los parientes—, no atañen al devenir de nuestros días, yo podría asegurar con certeza que; significan más de lo que podemos llegar a elucubrar y en no pocas ocasiones interfieren en cada uno de nosotros.
Es bien sabido que los amigos los elegimos nosotros y nadie más. No nos vienen regalados o, impuestos ¡Gracias al Cielo!
Nosotros, somos los que administramos esas relaciones y según venga, la hacemos duradera y entrañable o; acaba en pocas fechas, por motivos de caducidad.
Todo esto viene a cuento, porque trato de relatar, sobre alguno de los especiales y significativos colegas, conocidos y parientes, que celebran su onomástica en la noche del solsticio de verano y son del todo, raros.
Especiales y ¡Súpercalifragilísticos!

Estos personajes allegados en más o menos grado, que suelen en no pocas veces tocarnos las narices—por no decir otras partes más gelatinosas aún— y se significan de formas distintas para hacerse notar. A saber:

Los hay que suelen ignorarnos y pasan de nosotros—por costumbre y en más de una ocasión, siendo familia—, o aquellos primos que para lo único que nos citan es para hacer carreras vitales y comparaciones irracionales.
¡Sí; como lo leéis! Semblanzas y comprobaciones para saber quien tiene mejor coche; quien es más guapo y más rico y sobre todo, quien es más advertido y más espabilado.

Fijaos que siempre que coincidimos con ellos, Nos miran por encima del hombro izquierdo y llevan el pecho henchido refregándonos por la cara, sus escasos éxitos y sus logros inmediatos.
Dado que nosotros callamos como monjas de clausura. Te tiran de la lengua para provocarte y que hables—y aunque sabes que no te oyen, ni escuchan y no han prestado atención a lo que dijiste; esperan el mínimo descanso en tu charla, para interrumpirte robarte el diálogo y la palabra y seguir ellos con su retahíla de exagero-presunciones—,Dándoles así testigo a sus excentricidades, escucharse ellos mismos, a la vez que lo explican—gustándose mucho, porque en sí están rendidos por el placer que se propagan ellos mismos—, para seguir con sus cansinas peroratas.

En la noche de San Juan, se juntaron en la terraza de la planta baja de la calle San Juan Bosco, amigos y familiares, de los Juanes de la doña Santa Juana, alrededor de una coca de piñones, crema, chicharrones, morcilla negra y las clásicas tiras de dulces verdes.
Comentando, entre mil cosas más mientras bebían cava de Villafranca, estos recortes que me encantaría conocierais.
Así que antes de las doce de la noche, y cuando todo estaba en efervescencia, se dio este sainete entre los primos de la familia de los Juanes.
Todos esperaban la felicitación de Don Juanete, el abuelo de la familia, que además cumplía esa misma noche ciento cuatro años y buscaba su discurso a la vez que escuchamos esta conversación entre los asistentes.


Me he comprado un cochazo inimaginable—dijo Juaniqui, el hijo de tía Carlota.
Antes de que el alegre primo pudiera expresarse, decir la marca, la cilindrada y el color, el modelo y demás, interrumpió Juan Manolo.
Exagerando como el terrateniente por el que quiere compararse, para dejar caer, no sin mirar alrededor de sí y llenarse los pulmones de oxígeno—No buscarme en mi pisito de siempre—objetó el sobrino de tía Carlota y primo carnal de Juaniqui, muy altozano para seguir sin comas ni pausas—Ahora vivo en la zona Bip de Manhattan, cerca del bulevar Rose, en el puto centro de la city.
No hubo tiempo para alegrarse de la buena nueva ni seguir ahondando en las condiciones que se han sucedido; para ir de buenas a primeras, a vivir desde, la ciudad confortable del mediterráneo europeo, a la gran ciudad americana.
Sin prefacio y acuchillando al viento, Juanita Bonano, a su vez prima de Juaniqui y de Juan Manolo y también, descendiente de Juana de Arco y, hermana de Carlota, inquirió con una prisa resoluta haciendo que todos los celebrantes de la sala, se la miraran de los “pelos a los pies”, intentando saber y entender el porqué de tanta urgencia y velocidad informativa. La que nos dejó caer sin más
Os hago saber que mi hijo Juancho, ha conseguido obtener el Máster de Míster en el Ministerio Militar del Missisippi.
Fue como una lanza que recorrió aquel jardín, mientras Don Juanete, seguía buscando su discurso para leerlo en cuanto cumpliera los años.
A menudo esas grandezas escuchadas sin ninguna certeza y solo para parecer más grande y de más categoría que los demás, caen por la ley que nos detalló el físico Newton, atraídas por la gravedad de sus flaquezas, embustes y disparates, haciéndose añicos contra los adoquines de la certeza.

El coche que dice que se ha comprado Juaniqui, Lo está pagando gracias a unas docenas de miles de euros, que heredó de una prima hermana suya, ya difunta la pobre,
Esmeralda—así se llamaba la apurada difunta—, que llevó una vida de sacrificio con un soltero de la ciudad.
Sumisa siempre y arrendándole al amigo, ese cuerpo serrano y bonito que tuvo en sus años verdes,
Disfrutando muy mucho, del sexo y del amor desquiciado, al lado de un amante que no quería enredarse con papeles de casorio y además muy agnóstico. Siendo casi como su marido pero sin haberse echado las aguas benditas.
Se quisieron y follaron toda la vida en secreto y se veían a escondidas en los tiempos de la represión político religiosa.
Jamás el sacerdote del barrio, Don Isaías, imaginó que Esmeralda se entendía con Crescencio, a pesar de sospechar de ella y de los escotes que le enseñaba al confesor y de las no pocas sofoquinas regaladas visibles o imaginarias debajo de la negra sotana.
Suspiros altisonantes de apasionamiento, jamás regalados a un cura, para mitigar la condena y penitencia del pecado. Además de los hilarantes susurros que aireaba el capellán desde la otra parte del escondido confesionario.
Como si tuviera un orgasmo subliminal y eclesiástico, cada vez que el cura le tiraba los tejos a la muchacha—ella callaba y gozaba de los requiebros exorcistas del abad.
El cura lo intentó, quiso averiguarlo pero, ni siquiera en las horas de la confesión pudo arrancarle a la guapa y lozana Esperanza, que se estaba tirando cada vez que quería a Crescencio.
Cuando llegó la democracia, se abrieron todas las puertas del mundo menos las suyas, que por vergüenza y por lo que dirían los vecinos, siguieron en tentaderos y en hoteluchos de mala muerte, haciendo el salto desde el armario, fornicando yaciendo y copulando, con la luz apagada.
Sin hacer daño a nadie, se querían, se unían en la cama, como dos ansiosos amantes, hasta que una mañana murió Crescencio.
Se le quedó entre las piernas muriendo por un ahogo inusual.

El disgusto fue mayúsculo, porque a pesar de los pesares ella no pudo acaparar más de lo que había alrededor y le había regalado durante tantos y tantos años de follar a la americana y al no tener papeles oficiales, su querido amante, el fallecido Crescencio, rezaba como lo que era. Un hombre soltero.
La familia de Crescencio no era nada corta, tres hermanas y sobrinos, los herederos. Aquel que tenía ahogado entre sus muslos a la hora de su muerte, aquel que la llevaba como una reina y que le dejó unos disgustos dinerarios, pasó a quizás a peor vida.
El rigor mortis fue duro y poco duradero, En apariencia muchos le lloraban, pero en la pura realidad, fue despreciado como un putero por la familia y como un aprovechado por parte de la amante.
Muy pronto avisaron a la familia para que se hiciera cargo de los gastos y de los líos. El médico tuvo que certificar su muerte y cuando acabaron la autopsia, los comentarios que recorrían el pueblo eran del todo pintorescos.
El señor cura se encargó del responso y se le afianzaron las dudas espirituales al conocer la muerte beatífica de uno de los feligreses, que tanto echaba en el cesto de la Virgen del Río.
Asunto que no fue fácil de soportar para la amante enviudada, ya que las posesiones de Crescencio que estaban en el banco, no le pertenecían. Tan solo se apoderó de los bienes materiales que dejó en la casa de la señora.
Guardados entre las supercherías de Esmeralda, que no duró su desprotección más allá de tres meses.
Una enfermedad muy rara llamada remordimiento se la llevó al mismo terreno, callado donde estaba el amor de su vida. Para que así se siguieran haciendo compañía hasta siempre jamás.
Enterrada y olvidada Esmeralda, tocaba repartir y en eso nadie dice que no.
Sobrinos reales, irreales, hermanas, cuñadas, vecinas, primos lejanos, paisanos del pueblo y forasteros se juntaron para repartir.
Así de esa sencilla forma Juaniqui, se compró su gran e ilusionante automóvil

Juan Manolo, vive en otra zona, por cierto no muy alejada del propio muelle,
Nada de la Manhattan de Unite State, ¡no por dios! Se ha cambiado al barrio de la zona Byp de Manhattan, cerca del bulevar Rose, en el puto centro de la city. Que traducido al idioma de Cervantes está como muy claro.
¡Como no le dejaron matizar! No pudo precisar dónde, estaba esa gran mansión,
Byp, significa “Beyond Youth Potencial,” que en español es o, quiere significar algo así como “Más allá del potencial Juvenil”, que es otro pseudónimo del barrio donde viven ahora, el Manhattan, el lindante con la barriada de los Cármenes.

Ingeniería zonal para viviendas, semejante a la construcción de Estados Unidos, muy parecida a la de la ciudad Neoyorquina, que coincidía con la calle del Bulevar Rose, en la población de Igualada.
Parecía raro, fuera en otro lugar y en otro orden, porque Juan Manolo es de estos que se compran un sofá nuevo y le ponen una sábana por encima para que no se manche,
Por supuesto él y su esposa, jamas se sientan en el sofá, lo tienen para cuando reciben visitas, que esconden la sábana blanca y aparentan que lo disfrutan cada día, cuando realmente ni siquiera lo dejan lucir,
Colocan flores dentro de los excusados y en el interior del váter closed. Para que huela mejor, Jamás en la vida ese váter ha de oler a barriga. No lo usan más que para mostrar a sus amigos—hay gente que disfruta mostrando cocinas y váteres a los colegas, que fuerte —. Ellos suelen giñar en el retrete pequeño, cuando tienen una urgencia y no han podido ir ese día al gimnasio.
Pagan una iguala al mes, para hacer flexiones y también les entra la ducha y como no. El desalojo de sus excedencias y necesidades.
Sus lavabos, los de su casa son como museos, Sitúan uno de esos jarros que disparan liquido oliente mirando al centro del retrete y no sabes como ponerte para mear a gusto, porque en cuanto sale el chorrito de la minina, dispara un cañonazo de perfume y se te mete dentro de la bragueta, llegando a mojar el pene con un perfume aputado.


En cuanto al Máster del hijo de Juanita Bonano, El ferviente de Juancho, que según ella ha conseguido obtener el Máster de Míster en el Ministerio Militar del Missisippi, en mínimas condiciones y litigando con todos los misterios que guarda el mismísimo gabinete del Ministerio de Marina. Ya que los Mister’s presentados eran muchísimos y tan solo habían cinco plazas libres a concurso.


Otra imaginación que sueña la buena mujer. La tía Bonano, padece de grandezas y miente más que el embustero de Calleja.
Decir para ser exactos que Juancho, es conductor de vagones de metro de la línea uno y se presentó por su buena estatura al concurso del Míster Missisippi, en la calle de los Ministerios, al que han calificado para hacer de doble en una película de detectives, con personajes muy famosos de Hollywood y según apunta, doblaría al actor Richard Gere, por el semblante parecido a él.
Solo para las secuencias de peligro y evitar que el famoso actor, corra riesgo alguno.
Asimismo, parece ser que Juancho, hará de modelo para la firma de ollas a presión Set Ajomate, y podremos verle en las cadenas de televisión, anunciando las ollas y todos sus accesorios,

El padrino de la noche, Don Juanete, había encontrado el pliego de papeles que tenía que leer ante toda su familia, que con los petardos en las manos esperaban que cumpliera los ciento cuatro años para celebrarlo como estaba ordenado.
Subió al estrado del jardín y sacó sus gafas graduadas, se las encajó y se miró a todos los suyos y adujo:
Que queréis que os diga, sea lo que sea, no me haréis caso, como siempre hacéis, además de importaros poco, o nada el que hoy sea mi cumpleaños.
Nadie me ha felicitado como es debido; porque cada uno de vosotros está para lo que está y éste mal endémico de mentir; lo llevamos toda la familia porque ya lo sabéis. No cumplo 104 años, también es mentira, cómo había de ser verdad, en mi que he sido el precursor de los engaños en el mundo familiar y el responsable que todo lo que es blanco no sea realmente así.
Hoy tan sólo cumplo 74 años, y me preguntaréis el por qué, de este abultamiento en mi edad.

Muy sencillo, cuando cumplí cincuenta, la gente me dijo que me encontraba muy avejentado y demasiado acabado para la edad que marcaba en mi cédula de identidad. Entonces se me ocurrió que si mentía y en lugar de exponer mi edad verdadera, alegaba que tenía cuarenta años más. El entorno no demasiado próximo a mi, me hallaría para la edad que decía mejor.
De ahí que cuando empecé a decir que tenia cuarenta años más de la cuenta, la gente cambió y comenzó a encontrarme la mar de bien, muy conservado y tan pito, que no parecía la edad que tenía. 
Mentí y me lo pasé genial, solo tuve un problema. Al jubilarme imaginar la de mentiras dobles que tuve que regalar. Al final los embusteros, se creen sus propias mentiras.
Es un gen, por eso decimos tantas mentiras o son  “GENTIRAS”





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http://emiliomorenod.blogspot.com/2011/06/pruebas-del-fs.html




















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