Esa
balanza me tiene manía.
Por
el sumo respeto de aquel rato,
disfrutando
en la cual, di mi maltrato,
al
no saber montar con simpatía.
Desnudo
subo y bajo de la arpía,
muy
formal y quizás sin el boato,
descalzo
en no dañar con mi zapato,
sin
llegar a medirla cada día.
Sus
flechas, marcan los kilos del peso,
comparando
la altura y relevancia
y
es, marca en el baremo del obeso.
Maldita
ilusión de bascula rancia,
que
nos fija entre el linde del exceso.
Privando
de comer en abundancia
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