Proviene del capítulo anterior de la serie: El Gallo más gallo
Todo
cuanto necesite la sociedad o un paisano de la capital y de la periferia, lo
puede encontrar en la superficie de tiendas "El Gallo más Gallo" en
Managua, muy cerca de Rotonda
Bello Horizonte 11/2C arriba dentro del Parque Comercial Bello Horizonte.
El guión lo había preparado Cheo Callejas,
a petición de Manuel García de la Serrana, tras ver la forma de fingir las bromas
y los chistes en el Teatro principal de la capital el: Rubén Darío.
Zona
donde cosecharon un éxito rotundo y la prorroga de sus días de revista, ahora compartidas
con la puesta en escena del “retrete sideral”.
A su
vez el interesado y capitalista don Fulgencio, daba y solicitaba detalles del próximo
evento por estar muy interesado.
Venido
expresamente desde Tacna y responsable entre mil detalles de la grabación del
patrocinio del Schissen Lecker y de unas difusiones publicitarias llevadas de
forma privada, para la emisión en todas las televisoras del cono sur. Dinamizando
así el producto y su propaganda, por su interés futuro llegado el momento de
realizarlo en Tacna, contactaba con sus empresarios de Argentina, Uruguay,
Chile, incluyendo Perú y Colombia para una distribución equitativa y con el
impacto publicitario como a este personaje y magnate Tacneño le gustaba hacer
sus negocios.
Equipo
de filmación y edición cinematográfica contratado en la propia Nicaragua, para
la creación de las mencionadas proclamas televisivas y todo el boato necesario
para darle una difusión extraordinaria, trabajo que llevaba a cabo él y sus adláteres
que habían llegado de su ciudad.
De las
que por lo menos media docena ya se habían realizado bajo la dirección de uno
de los directores publicitarios más destacados del mundo promocional. El
insigne Moncho Iñárritu, llegado desde California.
Fulgencio
el empresario Peruano, esposo de Glenda Romero de Sástago, había confiado en
Cheo Callejas, el que le había dejado un
sabor profesional y personal sobresaliente, en su último encuentro de negocios.
Dado
que este negociante no tenía por costumbre dejar las cosas para hacerlas más
tarde o, mañana; ultimaba detalles y puntos indispensables para la buena propaganda
del accesorio junto con su equipo de profesionales.
Se
conocieron Fulgencio, Cheo y Cinta, una noche en los salones del hotel Los
Robles, presentados por Manuel García de la Serrana, responsable comercial del
equipamiento y por mediación exclusiva para ese encuentro entre ellos de Javier
Martos Díaz, su compañero y amigo, destacado en Costa Rica, donde ya se había
presentado el producto en cuestión con la colaboración de la vedette Vergaray.
La
guapa modelo y actriz que le dio vida al wáter cósmico en aquel Convento de las
Hermanas Trinitarias.
En su recordatorio
Javier había aconsejado a Manuel, que se conocieran los protagonistas que habían
de desempeñar el cometido de la “demo”, por lo que este aprovechó una
noche, para que se vieran y dándose la circunstancia que todos ellos residían en
el mismo hotel, los instó a conocerse y ya de paso disfrutar de una cena
copiosa y una mejor velada, con los chistes de Cheo, los desaires de Cándido y
las muestras de humanidad precisa de la guapa actriz porno.
Así
fue como Fulgencio entró en contacto especialmente con las dulzuras de la
modelo Vergaray y con el talento de Cheo, del que pretende aprovecharse una vez
este negocio haya finalizado, por su carisma, por su preparación exquisita y
por su cultura extraordinaria. De ella, de la actriz Costarricense, el magnate
consiguió lo que pretendía, tras las risas y los néctares afrodisiacos, una
noche de placer en su habitación con cargo al wáter cósmico y mil promesas
futuribles adeudadas.
Cheo
Callejas, un doctor en medicina venido a menos en España, por haber llegado después
que la crisis se destapara y no hubiese lugar para encontrar un empleo fijo que
le permitiera establecerse en la ciudad que él siempre había soñado. Madrid preferencialmente
o, Barcelona y su perímetro, sus costas y playas y como no su cultura. En busca
de un futuro profesional destacado.
Aún
recogió los restos de las iniciativas, antes del gran Crack económico y pudo
emplearse como médico pasante sin plaza fija en un centro de la ciudad
dormitorio de: La Satélite, que secunda la gran urbe catalana. Sumado a las
suplencias médicas que iba ejerciendo esporádicamente en los diversos
ambulatorios de la zona del Maresme y el Bajo Llobregat de la provincia de la
ciudad Condal.
Eran en
definitiva los que le permitían mal vivir, con estrecheces pero sobrevivía. Ocupación
interina que desarrollaba en fines de semana y fechas de guardar.
Todas
ellas festejadas, en las que los galenos con plaza fija de la zona preferían
disfrutar del festivo y el asueto del día libre. Captando guardias y haciendo
horarios extraordinarios con el fin de no perder la onda y estar metido dentro
del mundo de la Seguridad Social Española.
Aprobó
tras su preparación y sus estudios el examen del conocido entonces como
"MIR" donde pasó con aprobado el examen, pero con una nota
relativamente baja. Dado que Cheo era extranjero y como criterio y patrón
tienen preferencia los clínicos del país a igual preparación y conocimientos.
Por
intentar ganar un asiento oficial más ventajoso en otra ciudad más grande que
la que le fue a recaer en un principio: Castellón, para desarrollar su labor
con más coyunturas, dejó pasar la oportunidad y desestimó la opción, para presentarse
a un nuevo examen al año siguiente y conseguir aquello que se le resistía.
Su
especialidad médica es la Psiquiatría y estaba ilusionado en conquistar una vacante
en Madrid o Barcelona, que son las dos ciudades punteras donde se dirimen las
mayores infraestructuras de esta especialidad.
Por méritos
de examen Cheo, había conseguido disponible, para ir a ocuparla de inmediato,
opción que desestimó y cuando reaccionó, ya no había vuelta atrás, la “crisis”
entraba por el ancho umbral de las vidas de los españoles, quedando el bueno de
Cheo sin trabajo momentáneo.
Pasados
unos meses interminables en los cuales debía comer, pagarse la pensión y vivir para
mantenerse, tuvo que echar mano de lo que primero surgiera, que por cierto ya
no era demasiado. La bolsa caía y los bancos cerraban sus créditos, el desánimo
cercó la economía y todo daba señales de endeudamiento. El paro creció y dejó
de tener consistencia, sin pensar casi nadie las repercusiones nefastas que de
ella se derivarían. Las cuales trajeron muchos contratiempos a personas y
empresas, entre ellos Cheo que no imaginaba lo que se le avecinaba.
Entre
tanto le surgió un trabajo para suplencias en una Mutua de accidentes de trabajo,
empresa adjunta a una importante firma de seguros globales de capital español, delegación
situada en la ciudad de Caspe. Por esa razón tuvo que modificar su padrón de
residencia y trasladarse a la villa zaragozana caspolina, encontrando una
vivienda diminuta pero que dadas las cuantías dinerarias que ganaba, es la que
le venía de perillas al doctor.
Trabajo
que impartía con plena solvencia en guardias y reemplazos médicos. Hasta que se
agravó la crisis y se finiquitó el miserable contrato que le hicieron. Siendo
despedido y sin trabajo quedó en la calle. Mucho recorrió por el mundo de la
medicina en la provincia de Zaragoza y los aledaños ya pertenecientes a Teruel,
sin procurarse la oportunidad de ser asalariado como médico suplente,
enfermero, asistente, aun y necesitando tanto, cubrir esos oficios por carencia
de mano de obra titulada.
Nunca
llegó a desmoralizarse. José Trinidad Callejas Martínez Recadero, un licenciado
competente, con unas ideas amplias y una moral de león, supo adaptarse a los
tiempos y a las dificultades.
Fue
entonces cuando cambió las recetas y el estetoscopio, la bata blanca y las
interminables guardias en los ambulatorios, por el pico, la carretilla, el tablón
y el cajón de yesero y fue donde tuvo que echar mano y engancharse en labores
para la construcción y chapuzas varias.
Conociendo
en aquellas fechas a su gran amigo Cándido, que con el devenir de las fechas y
siguiendo depauperándose el trabajo en Aragón y España entera, también fueron
despedidos de forma improcedente de la compañía de construcciones donde
trabajaban.
Aquella
crisis se quedaría en el país por un periodo indefinido.
Tampoco
se arrugaron y se echaron ambos al espectáculo,
no quisieron esperar como borregos en las colas del desempleo, ni pedir
caridad a la salida de los mercados de abastos. Así que se presentaron al concurso
de Aragón Televisión, llegando a ganarlo, para desde entonces dedicar su
esfuerzo artístico por baratos pubs de copas, espectáculos en teatrillos,
restaurantes y casas de putas de las carreteras. Hasta que el empresario
mexicano con descendencia del bajo Aragón les vio actuar en el Teatro Principal
de Alcañiz y les contrató para cruzar el charco y llegar a Managua.
Continuará
To be continued...
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