Viene del capítulo anterior: Café con dos leches
_ Oye
tío, como te llegan las noticias, eres como mi vecina de celda la reverenda Chencha,
que se entera primero de los chismes y lascivias de la congregación, que los
propios pecadores y a veces mucho antes de que sucedan y ocurran.
_ ¡No!
¡...verás!_ corrigió Ariel_ Hablé con Javier la otra noche y me contó algo de
ese pensamiento tuyo, y no quiero que te molestes pero, para nosotros sería muy
bueno_ se detuvo un instante y matizó_ sería bueno para mí, que pudieras estar
en esta ciudad, porque yo como sabes os necesito y en especial a ti, que tantas
cosas tienes para enseñarme y para nutrirme.
_
¿Enseñarte a ti? _ sondeó la monja_ Me lo dices de ¿verdad? Estarías dispuesto
a dejarte enseñar y a disfrutar de la vida sin más, por una ¿religiosa?
_
¡Claro que estoy dispuesto! Tu consejo,
tus orientaciones, tus detalles son para disfrutarlos y tus desvelos pudieran
ser para mi, aquello que jamás tuve y que necesito.
_
Bueno ya hablaremos, pero ahora no te pongas transcendente y dime_ apeló con
urgencia Marianela.
_ ¡No
dime tú!_ aclamó Ariel, que para ello te he llamado para saber si tu partida es
inminente o quizás, nos dé tiempo para vernos en breve.
_ Si
hombre, nos da tiempo para todo, para vernos para reírnos, para compartir y
para seguir tratándonos_ recalcó Marianela, con una media sonrisa picaresca en
sus ojos, que Ariel no pudo imaginar desde su posición al teléfono; añadiendo_ Afílate
las uñas y prepara tus instantes para reducir a Elvira, que viene con ganas de
mucho y puede ser que tu aun no sepas dejarla harta de lo que intenta_.
Marianela continuó refutando, ahora refiriéndose a su posible despedida_ Mi
idea de marcha es necesaria, tras lo que vine a hacer aquí, y cuando agote mi
cooperación apostólica bien realizada, debo retirarme a buscar nuevas zonas
para predicar.
No
puedo estar en el convento desolada rezando y dimitiendo de lo transcendente, pasar
los días quejándome o, haciéndome vieja.
Yo no
soy una clérigo de las habituales, soy una monja y madre reverenda de ahora, moderna
y activa, que vive como la gente de hoy y que no admite las incoherencias de
nadie_ matizó e hizo una pausa para demostrarle que si ha de arremangarse; lo
hace sin reservas. Se cambió el auricular del teléfono de mano y de oreja, para
estar más cómoda y continuó con su alegre jerga.
_ Ni
injerencias de ninguna clase, acudan del sitio que vengan. Ya sabes de donde
provengo del mundo del espectáculo y la farándula_ volvió a detener su parla y suspiró
como una vedette de cabaret, alto y clara para que llegara a oídos del
comunicante. Aclarando sin pelos en la lengua, y retomando de nuevo el tema con
su voz grave y a su vez contrastando.
_ A Javier
le comenté muchas cosas, de las cuales él te contará como ya sabes, las que le
vengan en gana y en la forma que decida, siempre para sacar partido de donde
pueda. Es vendedor y merca con todo lo que huele a dinero.
Tu
eres diferente, no mucho más imperfecto que él, porque también buscas lo que
precisas, pero a ti quiero darte un poco más de lo que te falta y a buen seguro
que podré hacerlo antes de que incluso tu lo imagines.
_ A
que te refieres Maruja, con "lo que necesites"_ preguntó cortado
Ariel, "pensando en el cuerpo de la religiosa"_ No seas simplón, que
ya me conoces. Me refiero a sexo, a darte un baño de amor exprés. Eso que tanto
me has pedido con tu lenguaje corporal y tus ojos. Esa necesidad o capricho que
no has sido capaz de exigirlo con tus palabras. ¡Crees que me chupo el dedo
Ariel!.
Así
dejarás de soñar conmigo para pasar a tenerme en tus brazos. ¡Se que lo deseas!
No te dé vergüenza, si es así ¡admítelo!
Silenció
su habla Ariel, dando origen a que fueran aquellas palabras, una realidad
imperativa en aquel hombre, que sus propios ojos habían delatado junto con sus
movimientos corporales y que la madre superiora, en su afán de acristianar
había acopiado para aprovecharlos cuando a ella le interesara.
El
joven quiso balbucear y lo consiguió, sin que a Marianela Pinote, le viniera
como ofensa, al final masticó con prudencia _ Maruja, yo no voy a agregar ni
decir nada, puesto que no hay nada que deba excusar, me gusta lo que me acabas
de comentar y además es verdad lo que has declarado. Has de comprenderme, que
yo_ le cortó repentinamente Marianela_. Deja estar las excusas, ¡no me valen! Sé
que te pone la monja pelirroja y además te calienta mucho. Es para ti un sueño
imposible, ¿Verdad? Ya tienes abonado el terreno_ continuó sin remilgos
diciendo la superiora_ Ahora, perfila tu actitud con Elvira, que esta viene a
darte leña, para sacarte lo que pueda. Ahí si debes estar al quite y follarla
como ella quiere, y más si se coloca en tu apartamento.
_
¿Crees que viene solo para eso? _ soltó el ingenuo_ La pobre retorna y está
hecha un lio con su novio Robert, que creo están pasando por malos momentos. En
su relación, con su apoderado Francisco Xilema, que le lleva los contratos, que
tienen mucho feeling; tampoco les va de
maravilla. No digamos con Javier de la Rosa, con todos ellos ha tenido algún
lio en la cama y en el trato.
_
Viene a seguir viviendo de todos_ apostó Marianela_, sin dejar a nadie. Es
modelo, muy guapa, muy puesta, muy lista. Os quiere a todos, os calienta sin
más os usa y después cuando obtiene provecho espera ver con quien se queda. Intereses
le atan. En fin por eso te digo que seas más listo y que si te usa, que hagas
lo propio. No es nada extraordinario, que te acuestes con ella y que la
disfrutes. ¡Hazme caso!
_ ¿Me
llamarás Maruja?_ apuntó sin nervio Ariel_. ¡No! Llámame tú, para quedar y
vernos, me encantará a mi también disfrutar de tus escaseces eróticas de falta
de costumbre y de tus sobras materiales y potentes en la cama. Ya sabes lo que
te digo al respecto de Elvira __"apriétala que es sorda"__
"pensó para sus adentros la monja"
sin descubrirle sus reflexiones al inexperto Ariel
La
comunicación quedo interrumpida, y Ariel, ya leía el periódico "La Nación
de Costa Rica", con una noticia que reflejaba la magnitud del futbolista
Costarricense Keylor Navas, fichado por el Real Madrid y el aumento en el país
de la "Pura Vida" del acoso sexual callejero, mientras que iba
degustando las quemadas y su café con dos leches y una canción desde el compact
disk de la taberna.
Al
pronto aquel recinto se quedó mudo, hasta la mismísima maquina reproductora de compactos
musicales enlatados, se paró por fin de la balada solicitada por Ariel: interpretada
por el grupo Manguaré; la famosa trova: En casa del licenciado.
Los
allí presentes tornaron sus cuellos forzándolos desde sus hombros para ver
entrar y pasear por el amplio pasillo a Elvira, camino de la mesa de Ariel, como si fuera una primera dama de un exótico país africano.
Su
sonrisa amplia y luminiscente resplandecía como un espacio ajardinado repleto
de candelas, y su porte elegante derrochaba la clase y la calidad de las
prendas que portaba, que además de justas al cuerpo también transparentes,
dejaban adivinar aquellas redondeces milimétricas de Elvira Martínez Rastrojo,
la muchacha de Badalona, que hacía las delicias de cuantos la trataban.
Murmullo
silente en la barra del Pani, la tortillería de la calle veintiuno, que recibía
a aquella preciosidad, dibujada en la figura de la deseada.
Ariel
se levantó para darle el saludo y se acercó a ella encantado, Elvira, sabía lo
que buscaba y además conocía muy bien el paño para camelar a su amigo y dejarle
satisfecho.
Con
mucha educación y gusto Ariel quiso saludar a la recién llegada de forma
distinguida, dando énfasis al encanto que él sentía por ella, que se dibujaba
en su rictus y en su agitación. Sin pronunciar palabra le abrazó con ternura,
diciéndole al oído_ como te he echado de menos guapísima_ y la estrechó con
fuerza notando la dureza de dos tetas inhiestas que se clavaron con firmeza en
su plexo solar, que reforzadas por unos sujetadores sensuales aun se las hacían
más increíbles.
_ Qué
guapa estás Elvira, creo que más que nunca_ dijo Ariel risueño mientras la
constreñía entre sus brazos que sin prisa demoraban el agasajo.
El
aroma afrodisiaco e incitante que ventilaba Elvira, llegó a las pituitarias de
Ariel, dejándolo narcotizado y poco activo, haciendo del saludo una prórroga de
una alucinación placentera. Elvira, le pasó las manos de arriba hacia abajo
palpando todo aquello que pudiera ser protuberante y quedara sobresaliente de un
raso discreto, deteniéndose sus dedos afilados en todos los pliegues que
encontró cintura para abajo. Subiendo en acto imperativo su mano derecha para sujetar
su cogote y evitar el movimiento hacia atrás, mientras le besaba la boca de
forma desaforada, en un acto de arrojo y locura, y su mano izquierda quedada
abajo buscando entre el arco de sus piernas, como si quisiera descubrir el
tamaño o la fortaleza de su órgano eréctil reglado.
Durante
un buen trecho le baboseó, palpó, relamió, acarició y tentó profundamente para
dejarle de entrada su sabor en la garganta, y sus influjos donde sabía tenía
que presionar, para dejar al joven, chiflado como la breva más madura de la
vega. Los allí presentes clientes de la tortillería, dedujeron que eran una
pareja de novios que habían estado durante un largo periodo separados y volvían
a reencontrarse, dándose inmenso clamoreo
Conhtinuará
to be continued...
0 comentarios:
Publicar un comentario