_ No sé cómo era mi padre, no le
conocí. Nunca pude ver qué cara tenia.
No puedo recordarlo, murió según dicen cuando yo, tan solo tenía tres años_ pensaba
en su remordimiento aquel hombre, que estaba ya casi en los noventa años y que veía
llegar su partida definitiva_. Aunque creo, que todo lo que me contaron es
mentira, no era cierto y si lo fue, es todo tan raro, que no me cuadra nada_, rumiaba
mientras se retorcía de rabia.
Hacía repaso de sus días, cuando ya era tarde para
poder enmendar con según quien toda una existencia. Como si quisiera arreglar
en media hora, todo el sufrimiento que había hecho pasar durante más de setenta
años, por culpa de estos traumas que le rodeaban.
Confundido y viendo que todo aquel
rencor que usó en su trayectoria, todo aquel desprecio, alejamiento; todas las heridas
y miedos, no habían beneficiado su felicidad y tras tanto ego y tantos celos,
se había perdido lo mejor de lo que llaman: vida.
_ ¿Dónde he de ir ahora, tan solo y
olvidado? ¿A quién me voy a arrimar para que me escuche? ¿Quién coño va a
cargar conmigo, con lo cabrón que he sido?_ Imaginaba a partir de aquel
instante un recorrido rápido de memoria, con lo que había sufrido hasta entonces_.
Un recurso humano, usar ésta práctica habitual, cuando se quieren aclarar a las preguntas que quizás no
tienen respuesta.
Comenzando su navegación cerebral precisamente
en el año 1928, cuando él contaba tres años de edad y cuando en aquella familia
se energizaban las dificultades que llevaron a cabo todos estos padecimientos
que analizaba.
Era el tercer hijo de Aurelio y
Matilde, de los cinco que tuvieron el matrimonio Morante Mojica. El mayor de
los hijos, Rafael, se licenció en medicina, el segundo: Gonzalo, fue director
del Arsenal, tras haber cursado la carrera de abogado. Habiendo participado en
los jaleos de África, con la flota de marina, y en la guerra contra los Estados
Unidos, conflicto conocido como “El desastre del 98” o, guerra de Cuba. El
tercero de los nacidos Eusebio, cursó la carrera de Intendente de Prensa con
especialidad de corresponsal de guerra, dedicado a los reportajes sociales en
su tiempo libre, distinguiéndose como informador especial de la Armada Naval.
El cuarteto lo constituyó Matilde,
una niña, que como se solía hacer en aquella época la dedicaban a las labores
del hogar, la plancha, limpieza, la cocina, y todo lo dimanante de una tarea
dedicada a los demás, pues poca o ninguna carrera estudiaban las mujeres en el
seno de aquella distinguida familia. La casaron con un fotógrafo de la ciudad
portuaria. Un tal Alfonso, gran profesional y persona, que vivió al lado de su
Matilde, hasta el final de sus días.
Cerraba la tanda de los hijos: Buenaventura,
otra mujer más en aquella estirpe que además de todas la labores y sinsabores; quedó soltera y vivió hasta hacerse muy
anciana cuidando de sus hermanos y sobrinos.
Procedían de una familia pudiente de
la ciudad, armadores y marinos mercantes, sin embargo pocos gestos cariñosos y
amables recibió Eusebio y su familia, que una vez murió, les dejaron a la
voluntad drástica del destino. A una perdición segura.
Escasos datos creíbles y verdaderos pudo
acumular Paco, en lo referente a sus antepasados cercanos, por lo que muchos de
ellos son falsos, e inexactos. Barrera en la que tuvo que parapetarse para que
los demás no le hicieran trizas. Este hombre taciturno, que a sus casi noventa
años y después de tantos resentimientos, quería ver una luz en todo aquel
misterio antes de morir, para justificar toda aquella miseria y creer en algo.
¿Dónde quedaron, los hermanos del
padre? ¿Ellos podían socorrerles? ¿Tenían contacto y se estimaban? ¿Y los
abuelos Aurelio y Matilde? ¿Tan poco se pueden querer a unos nietos? ¿De dónde
provienen todas estas dudas?_ se preguntaba Paco, en su soledad más doliente.
Eusebio, era mi padre_ pensaba y creía
Paco, no sin sus dudas, mientras miraba fotos en blanco y negro de principios
de siglo_, hijo de Aurelio y de Matilde, todos ellos censados en la ciudad y de
buenas a primeras, que debió pasar, para que haya existido esta disyunción.
Por parte de mi madre_ persistía en
sus cábalas atormentado_, aún tengo menos datos. María, hija de ¿Quiénes? ¿De dónde
procede? ¿Cómo se conocieron?_ No lo había sabido jamás, por ello lo inventaba,
cuando alguien preguntaba al respecto. Quería creerlo él mismo, y a veces
confundía estas tribulaciones por pura especulación, nunca tuvo una seguridad al
respecto.
Inexplicable, el que nadie le
contara sobre sus padres, ningún pariente, prima o allegado más o menos cercano
le explicara algún detalle de la procedencia de su madre. Jamás reconocieron a
María como esposa de Eusebio. Su matrimonio fue corto, pero intenso en la
relación, tuvieron dos hijos: Palmira y Paco, y ambos han callado siempre.
Al finalizar un día de playa y campo
Eusebio, venía con una bicicleta por aquellos caminos y barbechos tras una fantástica
jornada al aire libre, que fueron a celebrar con unos conocidos a las costas
mediterráneas cercanas a su ciudad. Dado que se habían sumado unas personas
amigas y cercanas al festejo de la “chuletada”, eran demasiados, y llegada la hora
del regreso no había plaza para todos en el Hispano Suiza, con matrícula: MU5502.
El coche que les había llevado hasta
aquella cala no muy cercana de la ciudad, estaba lleno, por lo que Eusebio
decidió volver a la villa, montado sobre una bicicleta que venía guardada en el
guarda equipajes del vehículo; propiedad de los amigos. Lo conducía Cosme el dueño
del “Hispano”, con las mujeres y todos los críos de la caterva. Además de
aquellos que se sumaron y dejaron sin plaza a Eusebio.
Nadie sabe a ciencia cierta ni se sabrá
jamás lo que ocurrió aquella tarde nefasta, ni como ocurrió realmente el
accidente, ni si Eusebio sufrió mucho o, murió en el acto. Cuando se despeñó
por uno de los muchos desfiladeros que en aquel entorno había, entre aquellos
raquíticos caminos y las depresiones geográficas.
Aquel Hispano Suiza, bajo una
intensa lluvia llegó a la ciudad, al domicilio de María con sus hijos: Palmira
y Paco. En la calle de San Cristóbal larga, nº 57. El matrimonio de amigos que
les acompañaba esperó por tiempo prudencial, al ver que Eusebio tardaba en
aparecer, decidieron por fin repartir a todos los niños que portaban y a sus
madres en sus respectivos hogares. Se
despidieron hasta otra ocasión, dejando a María con sus dos niños esperando a
su padre que regresaba a lomos de una bicicleta prestada.
Las horas se hicieron larguísimas y
encubridoras del suceso, llegadas las doce de la noche y viendo que Eusebio no
daba señales, se montó un retén mínimo para ir en busca del ya desaparecido.
Pensando que igual, había quedado por avería, o por indisposición en uno de los
recovecos del camino.
Noche cerrada y tenebrosa. No
amparaba ni siquiera a los voluntariosos vecinos que se alzaron en busca de
Eusebio, aun y con las inclemencias del clima. Tras una búsqueda intensa y
organizada, nadie vio nada, ni bicicleta, ni hombre, ni accidente en el
barbecho; ni detalle que les permitiera dar con una pista debido al caudal de
agua que había arrojado aquella tempestad.
Pasada una semana, fue cuando
hallaron el cuerpo sin vida de Eusebio y una bicicleta destrozada, en uno de
los barrancos de la zona… Dentro del municipio de
Cartagena, en una zona situada entre El
Portus y Cala Aguilar.
El siniestro ofrecía muestras de que
Eusebio, no había sufrido demasiado, al caer, despeñándose por el acantilado se
desnucó quedando entre unas espesuras, que por obra de la gran avalancha de
agua, cubrió de matojos y de basuras, haciendo la búsqueda inacabable
Dando sepultura cerca del Panteón de
Isaac Peral; en el Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, a Eusebio, a
sus 38 años de edad, tras el inoportuno accidente. Sus afligidos asistieron al
sepelio desde la casa mortuoria, San Cristóbal larga, nº 57
La distancia el contacto y el trato
se deshilacharon por completo al tener que emigrar María a Barcelona con dos
hijos y otro que tuvo de otra relación_. Los hijos afirman que María, se volvió
a casar, con un tal Antonio, pero nadie pudo comprobar ese dato. ¿Habrían sido
estos los motivos? Por los que los padres y hermanos de Eusebio, ¿no se
relacionaran con María?
La necesidad obliga, lo cual es
posible que María y Antonio, solo estuvieran amancebados y de ese trato naciera
Miguel. Una nueva boca para alimentar por tan solo el esfuerzo de una mujer.
Antonio Burguete, un ayudante del Comisionado
del Puerto Mercante de Cartagena. Persona que tampoco acompañó demasiado a
María_ Hay quien dice que también murió al poco tiempo del nacimiento de Miguel.
Se esfumó de su lado en corto
espacio de tiempo, puesto que cuando emigraron a Barcelona, el tal Antonio ya
no estaba con ellos, ni les acompañó, ni ayudó a establecerse en la ciudad de
amparo.
Igual Paco, no sabe de la misa la
media, y si lo sabe, prefiere llevárselo con él a la tumba. ¿Vale la pena
guardar tanto dolor, durante tanto tiempo?
¡Debe de haber un modo inteligente
de explicar las penas! Tan solo por el
hecho de quemar los remordimientos.
1 comentarios:
QUE HISTORIA MAS BONITA Y TIERNA. NIKITTA.
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