Alcé mi copa como un potrinco,
engullí las doce uvas, sin parar.
El pasado cayó y este pinto
nos dejó sonrisas al trovar.
Sin llegar a conceder el sincro,
acabé a gusto, sin conformar.
La copa de cava con más sino
En alto subió, y luego abajo.
Al centro acudió con mucho garbo
Oyéndose la señal. ¡“Adentro”!
Que encarna el buen tragar vespertino
Ya estamos en el cinco por cinco,
consecuencia de centuplicar.
Esfuerzos de los muchos que afinco
pretendiendo dicha sin dudar.
En un año que viene sin cristos.
Otro periodo a justificar,
aguantaré soportando el brinco,
y todo nos pueda deslumbrar
por su gran elocuencia y atrinco,
y en verdad, podamos disfrutar,
del año del dos mil veinticinco.
Me dicen que conseguiré ahorrar
que la cabriola dará otro respingo,
y sin duda será el confirmar,
que al responsable le darán chingo
y el que quiera, siempre podrá dar.
Con la confianza me podré fiar.
Abonar mis deudas siempre al trinco,
sin miedos, y confiando agachar.
Sin el peligro cruel. ¡Te la hinco!
Vuelvo con la melodía del pinco,
cinco por seis, nos da su mujer.
Repetido por siete. Se mete.
Esa cifra por ocho. Es pinocho.
Si cuaja. A los nueve, viene un nene.
Del año que comienza me aplico,
y me apunto siempre a disfrutar.
Si no acompañas, no me complico.
Ni caso, a lo de multiplicar,
lo bueno se esfuma y no duplico
brindando por la felicidad.
autor: Emilio Moreno
enero de 2025.
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