No sabía si se trataba de
una elucubración de la mente. De un pesado sueño que estaba viviendo, tras
aquella importante intervención quirúrgica, a la que fue sometido. Sin más
remedio, para que pudiera seguir disfrutando de sus días.
Estaba bajo efectos de la
anestesia y no se hallaba en su mejor momento. No sabía tampoco si era una
admonición del destino que le advertía del trasgo de las personas que lo
rodeaban, incluidas sus hijas.
Tratarse de alguna venganza.
Tampoco era factible.
Harry Delaware, había
sido siempre un tipo dadivoso y agradecido, sabiendo recompensar los favores y
atendiendo a aquellos que le rodeaban y estaban necesitados. Por tanto no tenia
atisbos de penitencia, ni pizca de atriciones. ¿Sería la propia vida que le
pasaba factura.
Iba recobrando la
conciencia a medida que transcurrían los minutos, y lo acomodaban en la sala de
recuperación del gran hospital.
Los enfermeros lo
disponen y le acercan sus anteojos. Vuelve a bajar la mirada. Revierte a
observar por encima de sus gafas. Espera para saber quién se preocupa, o se
afecta.
Harry Delaware, es un
hombre decidido a vivir su vida sin injerencias de nadie. Incluyendo a las tres
hijas que tiene, y que ninguna de ellas sea la directora de su ilusión y de sus
gastos.
Han pasado mas de dos
horas desde que esperaba volver a su realidad. Al pronto se alegra, ha visto
entrar en el box de espera a alguien que parece conocer.
¡Claro que la conoce. Es Melinda!
Su acompañante en los últimos meses.
Una dama muy cariñosa y
muy interesada que le vela por interés en todo momento. Una señora muy
atractiva, algo más joven que Harry. De buen ver, y de mejor entender.
Que no deja, cuando puede
y lo tiene cerca. Hacerle zalamerías y darle morritos cortos e insistentes en
la comisura de los labios. Tanto más
efusivos, si hay alguien que lo puede presenciar.
Ha tenido una pesadilla mientras volvía a la realidad, que lo pone en guardia. Aunque sabe que en el último tiempo, se ha dejado convencer en detalles, que antaño fueran impensables hiciera con la difunta de su esposa.
Recordatorio que le hace pensar
en detalles vividos antes de la extirpación quirúrgica. Notando que su actual
compañera, muestra un interés significativo, en pormenores que si son
analizados tienen repercusión e importancia.
Algo ha cambiado tras
aquella premonición. Duda de la reacción de Melinda, denota ser aún más
interesada que cuando la conoció.
No entiende la prisa que
tiene por dejarlo todo escrito.
Sin saber exactamente, si
Melinda va de frente y es sincera en todo lo que aduce. Queriendo tener las
manijas de la vida de aquel hombre. Dejando a sus tres hijas, Deysi, Jennifer y
Donatella fuera del pastel.
Según ellas, Harry está
malgastando el abundante capital que dejó la madre antes de morir. Queriendo hacerle
ver a su padre, cambie de reflexión y que viva y disfrute de su vida según le
plazca, pero sin dejarse engañar por nadie. Sin dependencias ni obligaciones
crematísticas. Evitando se acerquen en busca de sus pertenencias y comodidades.
Llegan a su altura justo al lado de la camilla en la habitación del hospital, y saludan a Harry los que esperaban con impaciencia el resultado.
—Hola papá. ¡cómo te
encuentras!
—Que tal Donatella—respondió
Harry. Estoy dolorido, pero debe ser normal.
—Fuera esperan Deysi y
Jennifer, preocupadas. Ya sabes como son. Impacientes como lo era mamá.
— ¿Melinda, no ha venido…?
—preguntó Harry, extrañado que Donatella, no la nombrara.
—Cómo no va a venir la gran
dama. Igual cree, que sin ella, esto no funciona.
—No seas así. Es buena tía. — replicó Harry.
—Buenísima. Es encantadora.
Hasta que te saque lo que pretende. Sin duda, pero ya sabrás lo que haces con
tu vida. Después cuando estés arruinado, te abandonará. Siguió argumentándole a
su padre, el bueno de Harry, que iba volviendo a la realidad escuchando las
palabras de su hija primogénita.
—Vendrás, sin más
remedio, a que te cuidemos nosotras. ¡Como si lo viera! Algunos tíos sois
tontos. Os dejáis llevar por el olor de las peligrosas feromonas femíneas, y no
todas son provechosas, para los intereses posteriores. Pagando un peaje que no
te da la oportunidad, de volver atrás.
Harry se quedó unos
instantes en silencio, y al cabo reaccionó con la prudencia que le acaparaba y
sin más le insinuó con un ademán y con su voz algo desunida.
—Anda y ve. Indica a tus
hermanas que entren y después que pase Melinda, sola. Necesito y quiero hablar con
ella.
—De acuerdo papá, así lo
haré. Que te mejores pronto. Antes de marchar, pasaré a darte un beso y saber
si necesitas algún detalle.
Cuando entraron en el box,
Deysi, y Jennifer. Harry ya estaba reincorporado de medio lado, quedando frente
a él dos mujeres preciosas. Dos sargentos del Tercio Blindado para Competencias
varias. Que se dirigieron a su papá, sin templanzas.
En inicio hablando de
insignificancias en voz suave durante bastante rato.
De pronto Deysi, se
acercó a la puerta y la ajustó sin miramientos, entreteniéndose con la
enfermera, que le pedía datos para incluirlos dentro del expediente del propio
ingresado, dentro de aquella institución.
Quedando el bueno de Harry
Delaware, solo con su Jennifer. La hija que menos prudencia tenía cuando debía
aclarar situaciones. Expresando sin preámbulos.
—Imagino que este
desencanto lo pararás de alguna forma. ¿Verdad…?
— A que te refieres. —Le
preguntó su padre. — Quizás es por tu desencanto. O es que te molesta que haya decidido
tener una compañía femenina, el resto de mis días.
— Para nada. Replicó la mediana
de sus hijas.
—Puedes hacer lo que te
plazca. Lo que no veo de recibo, es que esta señora, que trata de suplantar a
mamá, pueda usar la tarjeta del Banco, como si ella fuera la titular de tus
cuentas. Ya me dirás, como se come esto — Prosiguió Jennifer alterada.
—Recuerdo y muy bien. Tus
órdenes. Igual tú las olvidas. Que no dejabas ni a mamá ir al cajero, no fuera
que la engañaran. ¡Eso decías.!... ¿Recuerdas?...
Sin freno quiso
continuar, cuando entraba en escena Deysi, que se sumó a la queja, dejando que
su hermana rematase el mensaje de su diálogo.
—Tan solo te advierto. Dejándolo
muy claro. Para que después no digas que nadie te advirtió. De pasarte alguna
cosa grave, Parálisis, Parkinson, o Demencia, la buena y guapa de Melinda. Sin contemplaciones
te facturará con tus hijas. Eso lo sé fijo.
Rematando aquella sentencia
de forma diáfana la joven, expresó como final de su exposición.
—Claro, entonces a ella
le habrá dado tiempo de chupar del efectivo, todo lo que sea capaz.
Harry, escuchó con serenidad a Jennifer y preguntó a Deysi, recién llegada y reincorporada a la conversación.
— Opinas lo mismo que tu
hermana, o has de agregar alguna cosa más.
— Papá. Pareces tonto. No
te das cuenta de lo que ocurre a tu alrededor. Mientras has estado en coma,
estos quince días, Melinda, no ha dejado de salir, y de disfrutar con el
primero que se le ha puesto a tiro. Es una mujer sin escrúpulos, y lo peor es
que ha ido tirando de beta y gastando a manos llenas, con nuestro dinero. ¡Eres
bobo! O te ha embebido la razón. Hizo un preámbulo y continuó.
—Sabrás que ha intentado
cambiar la llave de entrada de la casa familiar. Nos hemos enterado porque
Donatella, está al quite y ha ocupado la habitación que tenía de jovencita. Viviendo
de nuevo en nuestra casa. De no haberlo hecho, a estas horas, ya estarías
desahuciado. Respiró brevemente y añadió.
—Sin embargo, de seguir
así nos deja en la estacada. Acabó la sentencia enfurecida aquella señorita,
sin poder de solución inmediata.
Harry les dijo que salieran
y que lo dejaran solo con Melinda. Las dos hijas abandonaron el set y
permitieron que la señora Melinda entrara a ver a su padre.
Apareció por la puerta demacrada la mujer, como si llevara días sin conciliar el sueño. Despeinada no, pero si con el moño revuelto adrede, y por las formas hecho en el último instante, quizás para representar, dolo o disgusto.
— Amor, como sigues, he
estado penando desde hace semanas. No sabes lo mucho que he echado en menos tus
caricias y atenciones. Aseguró la señora.
— Me pondré bien. Seguro,
tranquila y dime que te han dicho los médicos.
—No lo sé, porque tus
queridas hijas, me han prohibido estar presente en las explicaciones médicas. ¡Esto
lo hemos de parar…! Amor mío. Así no puedo seguir. Recalcando y fingiendo
dulcemente continuó.
—Han de comprender, que
soy yo, desde ahora la que ha de dirigirte, porque es a mi a la que importa te
pongas bien y te recuperes. ¿No crees?
—Bueno Melinda, ellas son
mis hijas, y supongo que también quieren estar al corriente.
—Estoy de acuerdo. Adujo Melinda.
—Pero han de estar en
segunda fila. No pueden quitarme protagonismo. Faltaría más.
Harry, continuó averiguando lo ocurrido, estando en su estado profundo de inconsciencia y le interrogó.
— Me ha dicho mi Deysi,
que mientras estaba a punto de espicharla, tu salías con unos y con otros, y
que has intentado cambiar la cerradura de la puerta.
—Harry amorcito. Me
conoces. ¡Compréndelo! Yo no las tenía todas conmigo. Si ibas a salir del
atolladero, o te ibas a quedar en el quirófano. Hizo un jeribeque de dolor y
aclaró. —Sabes que soy muy miedosa. Que no puedo estar sola. Es verdad que he
salido a bailar, tan solo para distraerme. Seguir conociendo a personas que en
caso de tu ausencia, pudieran ayudarme. Siguió aduciendo convencida, de su
proceder y mantuvo.
—Comprenderás que es
lícito lo que he hecho. Se detuvo al ver la cara del enfermo, que se retorcía
en la camilla.
—No me parece bien, y
menos usando una tarjeta del banco, que no te pertenece. Exigió Harry una
explicación, esperando una respuesta sincera y aclaratoria.
—No irás a controlarme
ahora. Después que me desvivo por ti. Detuvo su enjundia y dijo.
—Que hago yo. ¡Dime! Si te mueres de repente. Ellas no me van a recoger. Además si sigues haciendo caso de tus tres hijas, te encontrarás solo.
Ya que lo único que
buscan es mi infelicidad. Y no estoy dispuesta a tragar más. Así que lo tenemos
muy mal.
—No has contestado a mis
preguntas. Adujo Harry, esperando.
—Oye Harry, veo que no me
quieres nada. Cambia y no entres en lo que ahora llaman abuso. Porque no voy a
estar contigo, a cambio de nada. ¡Yo no soy criada de nadie!
¡Estaría bueno!
autor: Emilio Moreno
enero, 29 del año 2025
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