domingo, 5 de enero de 2025

Si hay roscón de nata. Yo me lo pido.

 



 
Fecha del cinco de enero. Emblemática para los creyentes en los regalos procedentes del oriente. Especialmente para niños, y maduros comprometidos con la ilusión y muy competentes, con el agasajo y la quimera de los que siguen esperando y creyendo en la bondad divina, y en las sorpresas de última hora.

Siguiendo las normas de aquella familia, los mensajes a la hora de la cena, entre los hijos y nietos habían sido muy entrañables. Expectantes se miraban a los ojos, guardando cada cual, su secreto.

Aquella noche fueron a dormir muy pronto.
Los niños de la familia Thomson, no perdieron tiempo después de la cena en la víspera de la Epifanía.

De buenas a primeras, les sobrevino repentinamente un sueño, inaguantable, que debían mitigar enseguida.
Todos ellos, en mayor o menor medida, habían tenido regalos en la celebración del Papa Noël.

Fecha deslumbrante festejada en el pasado diciembre, con el disfrute de la velada de la Nochebuena, como ilusionados jovencitos y otros no tanto.

Esperaban de nuevo que las sacas de aquellos Magos venidos de Oriente. Les pusieran dentro de sus zapatitos, aquellos caramelos, golosinas y por qué no, alguna que otra bagatela, que nunca se sabía hasta que punto podía ser estupenda.

En el balcón quedaron las jofainas repletas de agua para el consumo de los camellos, y alguna que otra botella de ron o de anís, galletas y turrones, para los Reyes, que venidos de la imaginación, residía en las ilusiones de cuantos pertenecían al apellido.
 
La más chiquita de la casa, había dejado nota junto a sus calcetines, que inertes, y justo a la vista de todos, sobresalían por el color chillón
 
A mis queridos Reyes Magos,
con mi ilusión solicito siempre
os acordéis de cuantos regalos
sean preciosos, y deslumbrantes.
 
Era la única nota, que los componentes de la saga, habían dejado justo al lado del árbol de Navidad, que durante toda la noche, estuvo encendido, zigzagueante con sus guirnaldas multicolores.
La madrugada llegó, y sorprendente, los chiquillos de la casa, como los que no lo eran, se avivaron muy pronto, esperando con intriga, el instante de aparecer por el salón y el balcón de la vivienda.

— Que nervios dijo el abuelo, parezco ser un poco el rey Melchor—, cuando se despertó.

—Mi nieta, Anna está muy ilusionada, y la veo tan feliz, que hasta yo, disfruto con su ilusión infantil.

Los Magos de Oriente, se acordaron de absolutamente todos. Sin olvidar a nadie. Imposible tuvieran deslices ingratos, y cada cual recibió su presente. Los hubo materiales y también, como no, imaginarios muy sutiles.
 
Uno de los Magos, el más locuaz inspiró y sin decir palabra, disfrutó.

— Solo por la dicha y la felicidad, de mi niñita Anna, vale la pena hacer a veces de Papa Noël, del tío Tróvalo el de los regalos y de Rey Mago.

 
FELICES REYES MAGOS a todos, y os dejo en el sitio, que suponéis mi Deseo de Paz y de Salud.

 

Firmado.

Uno de los millones de Magos

Que existimos en la tierra.





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