Aquella mujer
bajó de la Rioja huyendo de su padre y de sus hermanas. sin mencionar las voces
que se oían en su pueblo por la pertinaz actuación de su predecesor. El
curandero, pinchaculos y barbero de Embid de la Rivera, al que se le
relacionaba con unas prácticas extra matrimoniales y causante de la muerte de
su esposa. Aprovechando la confusión con unas fiebres muy altas que le
originaron su deceso, en la época de la llamada y denominada Pandemia Española
del año 1918.
Carmen
huyó de aquel pueblo donde aquel personaje que les tocó en suerte a la familia,
hacía y deshacía de las suyas.
Aquel
hombre que además del oficio de barbero, era el practicante médico del pueblo. Un
hombre listo y calculador, que llegó a ser dueño de grandes negocios que a la
postre lo llevaron a la decadencia. tras haber sido protagonista él mismo de la
ruina de muchos de los que coincidieron en sus días.
Cuando se
marchó Carmen dejó tras de sí a dos hermanas menores que ella, que no la
respetaban, ni valoraban jamás. Ni tan siquiera cuando intentó tomar las
riendas de la casa, al faltar la madre. Por lo que decidió huir de aquel
pequeño pueblecito muy cercano a Calatayud y venirse a buscar su fortuna, a una
ciudad donde nadie la conociera, ni la pudiera relacionar con su pretérito.
Llegó a
la capital y tras buscar una pensión en la zona de Pueblo Seco, radicó su
estancia momentánea. Una mañana que iba en busca de trabajo a la dirección de
una señora de postín, y esperando el transporte público en una de las paradas del llamado tranvía
de circunvalación, tropezó por casualidad con aquella señorita. Allí coincidió con Rosario, una joven andaluza muy dicharachera y simpática y a la vez, lianta y mezquina que
nada más conocerla entablaron una amistad que al poco tiempo se transformó en
familiar.
Ellas dos
se vieron en un par de ocasiones para explicarse sus penas y en nada de
tiempo, Rosario la llevó a su casa, a presentarle a su familia. Estimulada
por un cariño expedito y compadeciéndose de la pena que Carmen le contó en
aquella charla que había comenzado aquel día en aquella parada del veintinueve.
En el paralelo de Barcelona.
Carmen ya
no salió de aquella casa. La madre de Rosarillo, le cedió una habitación en su
propio domicilio y así es como conoció y se relacionó con Antonio. hermano de
Rosario, un muchacho rudo, poco social y muy sensual, que la llevó en tres
meses al altar.
Noventa
días le faltó a aquella pareja y se unieron durante toda la vida. Quizás el
amor no lo tuvieron jamás, pero entre ellos engendraron cinco partos y acabaron
juntos al final de sus días. Con todas las dificultades que tuvieron y con
todas las repercusiones que padece una familia pobre, sin futuro que ha de
criar a varios hijos.
Corría
entonces el año de 1923 y en España la política y la sociedad estaba desquiciada
y transfundida por los acontecimientos, que al cabo de pocos años la llevaron a
una guerra fratricida entre hermanos.
Vivieron
en un alquiler de la barriada de Pueblo Nuevo, hasta que les concedieron una
vivienda en la nueva zona creada para dar cobijo a los emigrantes que venían a
trabajar en Barcelona, con motivo de la Exposición del año 1929.
Ocuparon
el barrio llamado entonces de las Casas Baratas de Horta, o barriada de Ramón
Albó, donde transcurrieron todas y cada una de sus consecuencias. Cuando
ocuparon su vivienda, ya tenían dos hijos y otra venía en camino. No parando
ahí la creación de vida, ya que entre el periodo de la contienda y el fin del
conflicto, Carmen alumbró a dos hijas más.
Ahí comenzó la historia de la hija del curandero. Carmen una mujer bastante cultivada por derivación de la familia de donde procedía. Un padre con estudios y una madre que nacida en la Comunidad Valenciana, no se quedaba atrás en la disposición y hegemonía con su marido. En cuanto a conocimientos, habilidades, e instrucción académica. Su familia había poseído negocios de telas y de enseres.
Carmen
siempre fue una atrevida por su carácter y arranques, que tendería al
desarrollo de su vida, sabiendo gobernar a su esposo Antonio y los cinco hijos que engendraron
a lo largo de su matrimonio.
Cada uno de los hijos vivió sus días con el bagaje y las consecuencias heredadas. Viviendo bajo el ordenamiento de su madre, que les hacía de guía espiritual. Detalle que les perjudicó siempre, ya que en su momento, ninguno de ellos supo tomar las decisiones que quizás, más les convenía. Quedando todos solteros, excepto la primera hembra, la segunda de sus hijos, que fue la que contrajo desposorio en contra de la voluntad y el deseo de su madre y hermanas.
Diábolo
el primogénito, en el comienzo de su iniciación a la pubertad, tuvo según
atestiguaba su madre, una afección de poliomielitis que lo dejó semi afectado en
su raciocinio durante toda su vida. la que no fue corta, ya que vivió por más de ochenta años. Soltero, raro, desquiciado y maleado por sus hermanas menores. Hablaba y gestionaba con
normalidad, aunque en su persona, y en el modo de comportarse y de gestionar sus decisiones. Notabas que le faltaba un
hervor.
Cártama
su hija mayor, la segunda nacida de aquel matrimonio. Fue una persona falta de
seguridad, la que siempre se mantuvo en segundo plano y no quiso entrar en
protagonismos ni tomar decisiones que a la larga la hubieran beneficiado.
Contrajo matrimonio. Siendo la única que lo hizo, de todas las hijas. Se casó con Patxi,
otro joven que provenía de familia descorsetada, con muchísimos secretos
inexplicables. La pareja convivía sin escándalos de puertas para afuera. Aunque
la esposa no encontró la felicidad y mantuvo silencio siempre sin hacer ruidos
en la delicada trayectoria que le tocó vivir. Tuvo dos hijos, que no le
llenaron de dicha.
Cuca, nacida en tercer lugar, siguió su destino, sin poder complementarlo por escuchar a quien no debía y hacer caso de lo que le perjudicó. En primer lugar a su propia madre, la que se hizo venir de un regimiento de hijos, que usó en su vejez, consiguiendo un sustento hasta que murió. Ya que usó siempre a su descendencia, del mismo modo como la obligaron a ella. Como esclavos, sin que ellos pudieran llegar a notarlo. La tercera hija de la saga, no quiso compromiso con ningún hombre. Aunque ella se entendía con un casado. Amigo de una familia relacionada con ellos, que la montaba varias veces durante el mes. Creyendo la tal Cuca, que era un secreto entre ambos, cuando realmente, familia, y amigos conocían sus relaciones sexuales, que finalizaron a la muerte del maduro, que la poseía.
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Magdala, la última hija nacida cuando finalizó la contienda, fue la menor y la pieza del disloque de Priscila, que le tenía una envidia visceral y unos celos enfermizos. Hasta conseguir desterrarla de la casa familiar. Siendo la única que rompió con la familia, huyendo de la casa, cuando era tarde. Para poder vivir en paz, con su sexualidad y sus gustos. En un tiempo que aun estaba en vida Carmen, la madre de todas ellas. La que no pudo impedir, que su hija menor desapareciera de su entorno sin su consentimiento. Haciendo de ella y de su infelicidad, marchamo de costumbre en toda su descendencia.