lunes, 28 de octubre de 2024

La hija del curandero

 



Aquella mujer bajó de la Rioja huyendo de su padre y de sus hermanas. sin mencionar las voces que se oían en su pueblo por la pertinaz actuación de su predecesor. El curandero, pinchaculos y barbero de Embid de la Rivera, al que se le relacionaba con unas prácticas extra matrimoniales y causante de la muerte de su esposa. Aprovechando la confusión con unas fiebres muy altas que le originaron su deceso, en la época de la llamada y denominada Pandemia Española del año 1918.

Carmen huyó de aquel pueblo donde aquel personaje que les tocó en suerte a la familia, hacía y deshacía de las suyas.

Aquel hombre que además del oficio de barbero, era el curandero del pueblo. Un hombre listo y calculador, que llegó a ser dueño de grandes negocios que a la postre lo llevaron a la decadencia. tras haber sido protagonista él mismo de la ruina de muchos de los que coincidieron en sus días.

Cuando se marchó Carmen dejó tras de sí a dos hermanas menores que ella, que no la respetaban, ni valoraban jamás. Ni tan siquiera cuando intentó tomar las riendas de la casa, al faltar la madre.  Por lo que decidió huir de aquel pequeño pueblecito muy cercano a Calatayud y venirse a buscar su fortuna, a una ciudad donde nadie la conociera, ni la pudiera relacionar con su pretérito.

Llegó a la capital y tras buscar una pensión en la zona de Pueblo Nuevo, radicó su estancia momentánea. Una mañana que iba en busca de trabajo a la dirección de una señora de postín, y esperando el tranvía en una de las paradas del llamado tranvía de circunvalación, tropezó por casualidad con aquella señorita. Esperando al famoso trasporte coincidió con Rosario, una andaluza muy dicharachera y simpática que nada más conocerla entablaron una amistad que al poco tiempo se transformó en familiar.

Ellas dos se vieron en un par de ocasiones para explicarse sus penas y en nada de tiempo, Rosario la llevó a su casa, a presentarle a su familia. Estimulada por un cariño expedito y compadeciéndose de la pena que Carmen le contó en aquella charla que había comenzado aquel día en aquella parada del veintinueve. En el paralelo de Barcelona.

Carmen ya no salió de aquella casa. La madre de Rosarillo, le cedió una habitación en su propio domicilio y así es como conoció y se relacionó con Antonio. hermano de Rosario, un muchacho rudo, poco social y muy sensual, que la llevó en tres meses al altar. 

Noventa días le faltó a aquella pareja y se unieron durante toda la vida. Quizás el amor no lo tuvieron jamás, pero entre ellos engendraron cinco partos y acabaron juntos al final de sus días. Con todas las dificultades que tuvieron y con todas las repercusiones que padece una familia pobre, sin futuro que ha de criar a varios hijos.

Corría entonces el año de 1923 y en España la política y la sociedad estaba desquiciada y transfundida por los acontecimientos, que al cabo de pocos años la llevaron a una guerra fratricida entre hermanos.

Vivieron en un alquiler de la barriada de Pueblo Nuevo, hasta que les concedieron una vivienda en la nueva zona creada para dar cobijo a los emigrantes que venían a trabajar en Barcelona, con motivo de la Exposición del año 1929.

Ocuparon el barrio llamado entonces de las Casas Baratas de Horta, o barriada de Ramón Albo, donde transcurrieron todas y cada una de sus consecuencias. Cuando ocuparon su vivienda, ya tenían dos hijos y otra venía en camino. No parando ahí la creación de vida, ya que entre el periodo de la contienda y el fin del conflicto, Carmen alumbró a dos hijas más.

 

Ahí comenzó la historia de Carmen una mujer bastante cultivada por derivación de la familia de donde procedía. Un padre con estudios y una madre que nacida en la Comunidad Valenciana, no se quedaba atrás del marido en cuanto a conocimientos e instrucción académica. Su familia había poseído negocios de telas y de enseres.

Carmen siempre fue una atrevida con su carácter y sus disimules que tendería al desarrollo de sus vidas, entre ella y Antonio y los cinco hijos que engendraron a lo largo de su juventud.

Cada uno de los hijos vivió sus días con el bagaje y las consecuencias heredadas.

 

Diábolo el primogénito, en el comienzo de su iniciación a la vida, tuvo según atestiguaba su madre una afección de poliomielitis que lo dejó semi afectado en su raciocinio durante toda su vida, que no fue corta. Hablaba y gestionaba con normalidad, aunque en su persona, podías darte cuenta que le faltaba un hervor. 

Cártama su hija mayor, la segunda nacida de aquel matrimonio, fue una persona falta de seguridad que siempre se mantuvo en segundo plano y no quiso entrar en protagonismos ni tomar decisiones que a la larga la hubieran beneficiado. Contrajo matrimonio. Siendo la única que lo hizo, de todas las hijas. con Patxi, otro joven que provenía de familia descorsetada, con muchísimos secretos inexplicables. La pareja convivía sin escándalos de puertas para afuera. Aunque la esposa no encontró la felicidad y mantuvo silencio siempre sin hacer ruidos en la delicada trayectoria que le tocó vivir. Tuvo dos hijos, que no le llenaron de dicha.

Cuca, nacida en tercer lugar, siguió su destino, sin poder complementarlo por escuchar a quien no debía y hacer caso de lo que le perjudicó. En primer lugar a su propia madre, la que se hizo venir de un regimiento de hijos para tener un sustento a la hora de su vejez. Ya que los usó siempre como esclavos, sin que ellos pudieran llegar a notarlo. La tercera hija de la saga no puso el compromiso con ningún hombre, aunque ella se entendía con un hombre casado. Amigo de una familia relacionada con ellos, que la montaba cuando nadie sospechaba lo hacían.

 

Priscila, nacida durante la guerra, adoptó la beligerancia de la época. Era un ser despreciable por su maldad, con la gente que le rodeaba incluida sus hermanas, a las que sometió de manera flagrante y decidida. por su envidia y criminalidad aparente. Estigmatizada por su rencor, que no le permitía aclimatar tanta paranoia. Consiguiendo que aquellos que la rodeaban no tuvieran ni paz ni seguridad. Era catalogada por los que después pudieron analizarla, como una vulgar pécora.

 

Magdala, la última hija nacida cuando finalizó la contienda, fue la menor y la pieza del disloque de Priscila, que le tenía una envidia y unos celos enfermizos. Hasta conseguir que fuera la única que se marchara de la casa para poder vivir en paz. En ese tiempo que aun estaba en vida Carmen, la madre de todas ellas. Hizo su vida fuera del concurso del resto de los allegados y fue una persona gris y poco comunicativa. Acabó sus días muriendo sola en su apartamento y encontrada al cabo del mes de estar difunta.  Llevándose a la tumba todos los secretos que algún día serán revelados desde aquí.

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