lunes, 7 de octubre de 2024

Descollaste en tu balada.

 





Ocuparon sus lugares en el vagón del tren Ave. Que disfrutaron desde Tarragona a Madrid, aquella mañana de miércoles. Piedad Baladros, una aficionada cantante de música ligera, que aspiraba a ser una vocalista de la buena música del país, y que según sus conocidos bordaba las canciones. Concediéndole todos sus amigos y familia, madera de artista.
La acompañaba a la criba su prima Basilisa, que le serviría de apoyo en el cástin del concurso de nuevos talentos, haciendo de escudera.
Piedad, había enviado la solicitud diez semanas antes y recibió la invitación para participar en la primera elección presencial. Donde en minuto y medio, debía defender su pretensión y convencer a cuatro desencajados, que dispone el concurso como jurado. Aduciendo que son los entendidos y líderes del repertorio del cantar actual. Que más que ayudar a los aspirantes, se lucen groseros, con sus bravatas, risas y anarquías. Detalles que la emisora mantiene, porque le da un morbo rústico y según parece, al gran público le agrada.
 
Una vez acomodadas en sus asientos, las primas comentaban su estrategia, y en la forma que Piedad, exhibiría la actuación. Había decidido fuera una balada que tuviera marcha y cantada en español, cambiando un poco la norma. Ya que parece ser moderno, presentarse en estos eventos y cantar en inglés. Aunque no tengas ni idea del habla y la dicción sea burda, semejante a la usada en la mítica barriada de las “británicas golpeadas”.
Su coloquio versaba en el desconocido futuro, de los cientos de artistas noveles, que han participado, y algunos incluso, ganado el concurso. Que tras la propaganda que al inicio les ofrecen los mecenas del programa. Después y al poco tiempo, subsisten entre recuerdos y quedan en el olvido.
Jamás se vuelven a tener noticias de su paso por el escenario del espacio, ni consiguen contratos ni actuaciones. No se habla de ellos, ni participan tan siquiera en musicales de la propia cadena emisora de aquella competencia. Quedando en el ostracismo. En el absoluto silencio. Inexistentes en el candelero artístico. Todo lo más, ocupados en algún anuncio tosco, de los tantos que nos aburren, patrocinando jabones, perfumes o viajes.
Con lo que nunca, se les escucha cantar jamás, después de haber quedado en ganadores del espectáculo televisivo, y no digamos los más rezagados, que quedan desde la segunda plaza a la quinta.
Estos menesterosos artistas permanecen ocultos para siempre, en las grabaciones históricas de la cadena. Sin cantar, y sin futuro. Salvo algunos, que descubiertos en su tiempo y contados con los dedos de una mano, tuvieron aquella suerte especial, de ser escogidos por algún promotor extranjero que se encaprichara de su talento, su gracia innata, o su físico.
Fueron portada temporal en las listas de los grandes éxitos. Ahora famosillos, que bien sea por sus líos matrimoniales, o sus deudas personales, salen de tanto en vez a la palestra y conocemos que se dedican a empleos diferentes. Al haber sido abandonados, y por notarse huérfanos y muy descontentos.
El viaje en el AVE, fue visto y no visto. Muy rápido. En esta ocasión sin retrasos de salida y puntual al llegar a la estación de Atocha. Directamente con un taxi se presentaron en el hotel que les acogería durante los días de la prueba. En su momento accedieron a las instalaciones de la emisora televisiva.
 
Todo a punto para grabar la actuación. Los parabienes que la cadena dispone, se van sucediendo tan a prisa, que es una exhalación pasajera, poder disfrutar de los instantes de nerviosismo que presentan algunos de los concursantes. Por protocolo todo queda registrado, y se va grabando, para la emisión en el día e instante en que está previsto y corresponde salir en la parrilla de programación.
Situándolo al abasto del telespectador. Haciéndole partícipe del secreto e interés del espectáculo. Alharacas y luces, alegrías y memeces. Llevadas a cabo por una presentadora fogosa, con un escote profundo, que quiere brillar como una estrella. Presentando a la carrera, el paupérrimo curriculum del participante y a su vez quedar ella como una animadora espectacular y endiosada, desde el camarote donde esperan los acompañantes. Apretados por los arrumacos de la locutora, que intenta cumplir con su papel y que jamás convence, al carecer de argumento y fuste, pronunciando sus palabras baladís y sus propósitos.
 
El regidor avisa a Piedad. Que esté con las botas puestas. Dos minutos y a escena. En el alojamiento de espera, Basilisa cierra los puños, apretando la barriga para darle suerte a la buena de Piedad, que ya caminando en el pasillo muy nerviosa, pero a la vez confiada, resolverá su futuro con esos minutos de canto. Las pisadas se escuchan porque resuenan en el suelo, rompiendo el silencio hasta llegar al escenario. Todos a la expectativa, los Couches ponen cara de suspense y esperan.
La prima, piensa mientras reza. Pueden pasar varias cosas, que se giren todos, tan solo uno o no se gire ninguno de los Couches. En este caso, su gozo en su pozo, de vuelta a Tarragona y a seguir en la confitería la “Dulce Sensación”, vendiendo galletas marías y cola cao.
Si tan solo es uno el que se gira— siguió elucubrando.
— No tendrá problemas y se marchará a su equipo, sin necesidad de escoger. Que sería lo mejor dentro de lo que se reparte. Seguir padeciendo hasta la siguiente prueba de aceptación, y Basilisa, siguió apostando y comentándole a la locutora que le acompañaba y jaleaba.
—Ojalá se giren los cuatro.
La animadora mostrándose a la cámara, tan preciosa como se cree, sigue proponiendo su ayuda y poniendo más nerviosa a la prima. Haciendo el teatro de apretar y jalear esperando conocer quién y cuantos viran su sillón, y como Dios manda, a media actuación y tras la audición de Piedad, se giraron los cuatro.
Piedad ha cantado su canción, con esa garra y ese amor que le caracteriza, con ganas de agradar al mundo entero. Está contenta, feliz, dichosa, y encantada.
Se han girado todos los Couches y ella quiere mantener ese momento feliz, por mucho tiempo. En el aposento de la espera, Basilisa ha descansado y queda satisfecha con la recompensa obtenida por su prima, que ha superado el primer corte del concurso. Momento inolvidable que jamás olvidará y que disfrutará cada vez que lo recuerde.
Piedad Baladros, está en una nube. Escuchando dentro del lío, lo que le dicen, que sin entender nada por los nervios que la mantienen en pie, espera. Sonríe como si fuese una musa egipcia.
Comenzando la vergüenza de los cuatro entendidos, que les importa un pimiento, que vayan a su grupo o no lo hagan.
 
La cuestión es hacer ese teatro y poner en solfa esa poesía falsa que mantienen para encandilarse ellos mismos y que a su vez, les suba su popularidad en el ranking nacional.
 
—Cómo te llamas y de donde vienes. Le pregunta el de la izquierda, con una sonrisa de oreja a oreja, queriendo enamorarla.
 
—Me llamo Piedad, y vengo de Tarragona. Estoy muy nerviosa y temblando de placer.
 
—Si te vienes conmigo…—le repitió aquel interesado. — Te prometo que sacaremos de ti toda tu ilusión y conseguirás tus sueños.
Interrumpido por otro compañero, que aumentaba la promesa en más pedazo de cielo si cabe. Hizo un versículo ilusionante que ella, comenzó a creer.
Escogió equipo y tras mucho esforzarse, se quedó en los duelos, porque ese mismo Couches, la reemplazó por otra compañera, arrebatándole su ilusión, cuando cambió toda la versión que le prometió cuando la ligaba.
— Me quedo con Patricia, porque te supera en presencia y en escena, a parte de su tono que no lo tengo en mi grupo.
 
Piedad, sigue en la confitería la “Dulce Sensación”, vendiendo sus galletas y cacao. Soñando aún con otra oportunidad que le brinden.
 


autor: Emilio Moreno
octubre, seis de dos mil veinticuatro

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