domingo, 13 de octubre de 2024

No quiso evitar la desgracia.

 




 

Andaba jugando con ella, o quizás la que jugaba era Babel, porque había tejido su plan y quería enredarlo en su madeja, hasta que fuera el momento oportuno. Dejándose acariciar y llevándolo al desconcierto crepuscular. Callaba y otorgaba cada vez que le arrimaba sus labios a su boca, sin desdeñar ni representar desprecio.

Sabía cómo sacarlo de sus quicios, y volverlo frenético por efusión. Ya había esperado mucho y era el momento de presionar el interruptor del futuro, del que Fidel, no pudiera colocar la marcha atrás, de arrimar el miembro y comprometerse.

Aquella morena lo tenía analizado y todo se desarrollaba con milimétrica precisión...  Babel renunciaba a poner freno a los ardores de Fidel y le daba carta blanca. Era la última oportunidad que tenía de seducirlo, porque se le escapaba. Lo perdía definitivamente.

Sabía a ciencia cierta, que era un perfecto sinvergüenza, y a menudo se desdecía de las promesas que en su día le regaló, para que ella, creyera en sus palabras y se dejara menear encima del colchón. Sin embargo lo cazó.

 

La primera vez que notó Babel el retraso en su periodo, Fidel se llevó un sobre salto y le asomaron sus propósitos de no querer compromisos ni responsabilidades.

 

— Creo Fidel, que estoy en estado. Le dijo casi convencida. No tengo la regla hace días y es muy raro... Soy como un reloj de precisión. Veremos, como va el asunto en los próximos días.

 

— Estás segura, mira que ahora no es buen momento. Has de llevar mucho más cuidado, si no queremos tener problemas. Ya sabes que tengo planes y eso precisamente no entra en ellos. Reprochó Fidel a la joven, que se daba cuenta de cuando un hombre, quiere evadirse de lo real y tan solo vivir de los placeres de la carne.

Ella no se asustó para nada. Se lamentó no haber acertado. No tuvo miedo, y fracasó por las prisas. Se estremeció tan solo por la falta de acierto, y la rabia en tener que alargar el brete intentándolo de nuevo. Al haber fallado en el ataque que le tenía urdido. Pensando que no podía errar más. Fidel se le escapaba.

Analizó las causas del porqué no estar fecundada y llegó a la conclusión que fue un yerro en el nexo del método Ogino. No siendo una fórmula fiable, que no produjo el embarazo deseado por parte de ella.

Volvió a seducirlo por enésima vez, y no tuvo acierto en preparar el guion. Ideando aquel plan, para que no pudiera retroceder más.

Plan, que con el tiempo se arrepintió y de qué manera. Provocándole la desdicha y la infelicidad vital.

Dejó pasar tres semanas más, aquella preciosa mujer siguiendo con sus agasajos y siendo especialmente sexi y cariñosa. Al que consiguió hacerle olvidar del riesgo de ser papá sin desearlo.

Dándole una paz en el momento de satisfacer sus apetencias sexuales, de las que participaba Babel, de forma subrepticia y sutil.

Provocando siempre el instante propicio. El siguiente arrumaco sólido y consistente, para que la desnudara y montara apasionado.

No faltaban por parte de Babel, la mucha conjunción, efusión y erotismo. Dándole a menudo aquel elixir corporal, del <tócame así que verás.>, que guardaba para sus escenas sexuales. Seduciéndole constantemente con los meneos gatunos de la bella morena, que le bailaba el agua desnuda con su jugo abundante, para conservarlo indefinido, caliente y cachondo mientras ella daba rienda suelta y se dejaba penetrar.

El plan de Babel dio resultado y aún y sabiendo la consecuencia. Esperó a decírselo hasta estar del todo segura. Tras haber pasado las pruebas farmacéuticas, resultaba estar en cinta y ahora con seguridad. Preñada.

Fidel se llevó de nuevo otro susto. Creyendo que volvería a ser un desliz infundado, y sin llegar a quedar satisfecho, por el cariz que iba tomando aquella relación, y los pocos medios que disponían, para evitar aquellos miedos, le dijo a Babel.

 

— ¿No estarás jugando con fuego? Anunció más preocupado de lo normal.

 

— No tengas tanto recelo, que no pasa nada. Se que ahora no es el momento—dijo Babel cariñosa—, pero tú tampoco pones de tu parte, con lo que nos tendremos que ajustar a las consecuencias, llegado el caso.

Babel, quería llevarlo al altar, como mandaban las Sagradas Escrituras de aquel tiempo roñoso y gris. Sin importarle el peaje, los modos, las formas y las consecuencias que no tardarían en llegarle y las tendría que sufrir durante toda su vida.

Se sucedieron dos meses sin que hubiera freno sensual, ni lujuria. Fidel solícito dejó de pensar en compromisos, y haciéndolo venir con maestría, la seductora Babel después de un orgasmo brutal y de una relación apasionada, confesó muy artística sabiendo de antemano, lo que iba a suceder.

 

— Fidel, estoy preñada y esta vez es cierto. Completamente cierto. Vamos a ser padres.

 

— Oye Babel por Dios, no me hagas pensar, ahora precisamente que acabamos de pasar este momentazo feliz. Será otro de tus retrasos. No te preocupes y sigamos disfrutando.

Babel, sin cortapisas lo invitó a que la acompañara, para certificarlo. Tomando de su bolso resolutiva que posaba muy cerca de ellos, junto al cabezal de la cama. Un predictor de garantías para hacerse allí mismo la prueba. Frente al autor de la paternidad, que se aproximaba.

Los dos procedieron a seguir las indicaciones del prospecto y en pocos minutos, lució el color de positivo.

Ella aunque lo sabía, representó la buena nueva con una gran alegría, que disimuló muy artística, pensando que había conseguido lo que necesitaba. Demostrarle a Fidel, que era hora de tomar decisiones.

Él tuvo un bajonazo en la sangre de sus arterias, que provocó un degradado fulminante en el tamaño de su pene. Perdiendo toda motricidad en su capacidad amatoria.

Contrito, y nada decidido Fidel, presentó a sus padres a la guapa Babel, que entendieron el porqué de aquella boda inminente. Augurando en silencio que les venía encima la preocupación añadida de un nieto.

Todo fue manga por hombro.

Babel se equivocó de hombre y de compañero de vida. A lo largo de los años que estuvieron juntos, tuvieron cuatro hijos.

Después de cada adulterio por parte de Fidel, perdonado en último instante por la esposa, se quedaba en cinta. Provocado por ella misma, aumentando si cabe más la angustia de aquel chulito de barrio. Que aún y con esas, seguía engañándola cuánto quería.

Detalle que no le venía mal a Babel, para representar la pena entre la familia, y de esa forma vivir de ellos. Educando a las criaturas de forma penosa.

Vivieron unos años de infelicidad manifiesta. La indecisión de no poner fin a la desgracia,  trajo en el futuro desavenencia en el seno de la familia. 

No fueron felices en ningún tiempo.












autor: Emilio Moreno
12 de Octubre 2024
Festividad del Pilar


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