sábado, 13 de julio de 2024

Aquellos dicharacheros.

 














Aquel componente del club, demostró ser una persona floja y decepcionante y además permitió que su novia tomara parte, en las decisiones de una sociedad, que hacía aguas por las envidias de según que accionistas.

Fastidiando aquella pareja ilusa, con demasiada saña, a la gente que no estaba de acuerdo con ellos, porque pudieran hacer sombra o quitarle las luces a Fortunato.

 Sin darse cuenta, el secretario Fortunato, que poco a poco, iba ganando enemigos y contrarios. Gracias a la desconcertante novia que tenía. En un momento en que el equipo podía bajar de división.

Detalle que a esa pareja no le importaba lo más mínimo. Con tal que ellos quedaran como los salvadores de la entidad.

Los dos estupendos, fingían siempre y daban besos a diestro y siniestro. Para hacer creer a la gente que eran prodigiosos, y serviciales. Que sus colegas y socios pensaran de ambos que eran un dúo digno.  

Fortunato el mejor dirigente y Esmeralda, una mujer entera digna y ejemplar, que le hacía una labor de encomio al novio.

 

Cuando realmente, con su cháchara estaba dejando a su Fortunato, en el lugar indecente que le correspondía, y a la altura del mayor de los cínicos.

Haciendo una labor de desgaste fatal al ejecutivo que entonces dirigía los destinos de aquel Club.

 Dejando mucho que desear, en la siembra de malos modos y mentiras. Simulando que era el jefe principal del consorcio. El responsable de la mala marcha en la relación entre los socios.

Por las imprecisiones y detalles nefastos que iba sembrando su media costilla.

La ínclita y desesperante embustera, que muy lejos y fuera, de preparación alguna y de intelecto. Entorpecía y generaba malos modos y fatal ambiente entre los clientes de aquella comunidad.

Su falsedad llegaba a la altura de cualquier película de intriga, ya que con toda la hipocresía del mundo actuaba. 

Después de dar el último falso abrazo y el beso de Judas, a la última persona que se cruzaba con ellos.

No les importaba el respeto, ni el apego del agasajo, que falsamente repartían.

Menos aún, la verdad del hecho. Si podían lo incomodaban y sin venir a cuento lo maltrataban por capricho.

Tan solo por la envidia, y por el encono que le tenían a los semejantes, que demostraban ser normales, y no se dejaban convencer por la pareja magnifica.

Así que, aprovechando la figura del último que se cruzaba con ellos. Lo agarraban y lo estrujaban para besarlo como si les fuera la vida, o más aún. Fueran familia allegada. Era un sainete, ver a estos embusteros besar incluso a las farolas de la avenida. Con tal de intentar caer bien y demostrarle al mundo, que como ellos dos, no había otros. Fingiendo ser la buena gente que no eran.

Una vez eras besado y agarrado, se olvidaban y si cabía y tenían la mínima oportunidad. Entraban a saco para criticarlo, sin medida y sin compasión. Vituperándolos si cabía y dejarlos a caer de un burro. 

Quitándoles de facto, el mérito del beso y abrazo, que pocos minutos antes, habían propinado.

Falsos como los duros sevillanos de la España de la capa y el sombrero de ala ancha.

 Los socios del club, que por cierto no eran timoratos. Ni poco atentos, se dieron cuenta que esa pareja, querían conseguir ser los próximos presidentes y directores del equipo. Empujando al que ahora representaba a la peña.

Rodeándose de gente inculta y no preparada como ellos, para llevar aún más, si cabe al equipo al pozo tenebroso.

Con estos conceptos, disgustaron a muchas de las personas que componían aquella compañía.

Las críticas entre individuos con puntos de vista diferente. Se hicieron cada vez más preocupantes, inculcando mentiras y estimaciones inexactas.

Hasta que consiguieron separar al gran grupo y generar dos tendencias. Con el lema de los impotentes.

O conmigo, o con nadie.

 

El presidente que regía aquel equipo, parecía que no veía el juego malabar de aquellos dicharacheros. Este director, con llenar el campo y ganar socios, tenía bastante. El resto, insultos, prebendas, ofensas, y demás cuitas. Lo traían al pairo.

Demostrando que aquella situación, que se cernía a la vista de todos. Tan clara, le importaba una mierda.

Con tal que no lo pusieran en un brete, y lo dispusieran como juez de todo lo que se estaba maquinando. Lo daba por bueno. De esa forma evitaba tener que tomar una determinación, que permitiera la justicia necesaria.

Este gobernante era un tipo sin fuste, que solo pretendía hacer caja con las salidas del equipo y sumar créditos frente a los accionistas. Quedar a poder ser, siempre como el Rey Salomón.

El Salomón de juguete.

 Hasta que se armó el lío en las instalaciones del Club, una tarde después de haberse jugado un partido que se perdió por goleada y dejó sin apetencia y desalmados a los presentes.

Se formó la discusión, faltándose el respeto entre alguno de los componentes del equipo de organización. Que hacía meses, se tenían gana.

Se ofendieron sin sumisión y los insultos se escucharon entre los jugadores y el público presente.

Humillándose de forma grave y soez, entre unos y otros. Sin llegar a las manos, porque Dios no lo quiso.

Aunque hubo amenazas y tensiones, provocándose con mala educación y dejando el respeto en las taquillas del vestuario.

El espectáculo que dieron los copropietarios de las relaciones, fue de lo más impresentable y como era de suponer, llegó a los oídos de los gerifaltes.

 El delegado de urbanidad de la entidad, pasó el informe de los desmanes y gritos, a los garantes políticos de aquella firma.

A los pocos días fueron llamados al orden, todos los que habían participado. Entre ellos Fortunato, quizás el culpable de todas las desgracias del equipo y por haber mantenido discusiones con varios de los deportistas del Club.

Abriéndose una gestión, para averiguar y subsanar las discrepancias que se montaron tras el miserable espectáculo.

Al señor Fortunato lo pusieron de patitas en la calle.

El equipo bajó de división y taladró las conciencias, de muchos de los socios, que viendo aquel espectáculo habido, aprovecharon para darse de baja.

 Fue una lástima, que gente tan poco preparada. Estuviera al frente, o al lado de la buena marcha del club.

Cuando son ellos los culpables, con sus determinaciones, con sus prebendas y corrupción los que desenfocan la permanencia de las entidades de postín

 

 

 


 


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho el relato creo entenderlo un abrazo para los dos

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