miércoles, 17 de julio de 2024

El efluvio del licor.

 








Era lo suficientemente positiva, como para solucionar el más liado de los enredos.

Ella no era para nada espiritual. Había estado casada pero se embarcaba en el mercante Ciudad de Cavite, como el último recurso para olvidar su presente inmediato y abrir una nueva vía de integración en tierras distintas.

Llevándose el secreto consigo y dejar que la buena relación de su gente, siguiera su curso.

Sin necesidad de estar señalada, por el dedo crítico de nadie y con todo el derecho de rehacer su destino.

 

Dolores Castiza, conocida en su juventud; como la “catedrática”, por dedicarse a la enseñanza desde muy jovencita, con sus primos, amigos, y vecinos.

Hasta que lo hizo en la escuela. Tras acabar su carrera con mucho éxito.

En la que conoció a un profesor ingenuo que le echó los tejos y se casaron, tan a prisa que se arrepintió a las pocas semanas.

 

Dolores tenía un carácter duro, y tampoco se dejaba acostumbrar por nadie, y menos por el que fue su cónyuge. Durante un periodo tan corto, que ni tan siquiera llegaron a conocerse. No se amaron nunca, y siempre hubo dudas.

Eran extraños hasta en el catre y todos se preguntaban; como podían haber transcurrido cuatro años, de aquella frígida alianza.

 

Serafín un buen día se escapó a Santander, con otra mujer. Jovita.

Una viuda de buen ver, oronda y preciosa, que le había echado los tejos con el descaro de su propia lujuria.

Enredándolo como se embrollan las madejas de lana, y sin decirlo ni a su anciana madre desapareció. Sin dejar rastro ni lugar, y jamás supieron de él.

Concupiscente y sin enredos, directa y convencida, Jovita lo llevó a su lecho, aprovechando un exceso de lívido, para evitar que fuera jamás, amante de una esposa a la que no quería.

Dejándose Serafín colonizar por los regalos, y fiestas de la nueva musa. Que desde que la disfrutaba, y por creer que estaba rebozada de capital, sería más fácil la convivencia.

Acostumbrada a gastar sin miramiento, sus billetes. Dinero que ayudaría al angelito, y que pensó, resolverían los problemas de manutención de por vida.

Dado que el capital que le había quedado a la viuda al morir su marido, resolvía la papeleta, para los dos tortolitos.

 

Dolores quedó sola y abandonada, en su Daroca natal, defendiendo el oficio y el cargo de maestra, en la escuela de los Escolapios, lugar de trabajo que preservaba y defendía, desde que se había licenciado. 

La profesora era una mujer con mucho carácter que no le asustaban las dificultades, ni los contratiempos. Aunque con el abandono que sufrió, entró en una especie de depresión, tomando en ocasiones más de lo aconsejado de la botella de alcohol.

Intentando evitar recuerdos de antaño y problemas de una incipiente depresión que la amenazaba.

 

La profesora Castiza, que rozaba muy poco los cuarenta años, se había mantenido sin dar a luz, por la negación que tenía ella a ser madre.

Hasta que aquella noche de vino y de cachondez, enredada con los traguitos, el meneo de baile, el efluvio del licor, y la música. Llegaron los tocamientos irreverentes que ella propinó a su cuñado. Mientras los dos habían emborrachado a Berta y la dejaron en el sofá burlando su ebriedad.

Se manosearon lo indescriptible hasta vivir un clímax inenarrable. Despertando juntos y desnudos en la cama, con carantoñas, y besos afectivos. Mientras su hermana dormía la mona, sin imaginar nada.

Ambos al reaccionar no supieron que camino tomar, tras disfrutar de la mejor noche de juerga y lividez que recordaban. Decidiendo callar de momento y disimular ante los cercanos.

 

La educadora de los Escolapios, había seducido a Tásimo, muy fácil. Bajándole los pantalones y poniéndose ella misma a tiro. Consiguiendo que la fecundara de inmediato sin imaginarlo, por el ansia que mantuvieron en la locura.

El remordimiento por haber engañado a la buena de su hermana primogénita, hizo que se replanteara su situación de futuro. Sin encontrar demasiadas salidas honrosas.

Por lo que debía poner distancia entre ella, y la familia, sin demora.

 

Evitando dar explicaciones y solicitar indulgencias.

Ante hechos ya sucedidos y con la imposibilidad de resarcirlos.

Además, así mataba dos disgustos. El primero, ni siquiera llegaba a ser amargura. Siempre que quedara silenciado. No era plato de buen gusto, recordar cómo embaucó al cuñado y gozarlo como si le perteneciera y sin haber estado comedida en sus actos.

Por lo que urgía, dejar entre renglones lo sucedido, y poner distancia cuanto antes.

Entre ella, Berta y su marido.

Dejando de relacionarse con ellos, con excusas convincentes y evitar formar parte de un trato habitual.

 

El segundo de los sinsabores, posiblemente, el más peliagudo. Era confesar lo sucedido a Berta. Aquella que siempre la había guiado y aconsejado, desde que faltaban sus viejos.

Carecía de fuerza y de justificación, para conseguir el perdón, por un acto tan reprochable que con seguridad. Rompería el idilio, entre Berta y Tásimo.

 

 —Pensaba Dolores. —Si se decidía a contarlo, para quedar liberada del remordimiento y se lo revelaba a Berta.

 

Lo fácil sería que se rompiesen las relaciones fraternas, entre ellas para siempre jamás, y acabar, destrozando su matrimonio.

Por un desliz sexual y casual, que habían disfrutado a espaldas de cualquier razón —. Tras la elucubración sobradamente analizada, dejó pasar los días, que transcurrieron con una celeridad inusitada.

Intentando tomar el mejor fallo. Entre que le llegaba la infusión necesaria, notó serias alteraciones en su cuerpo y en su organismo. Sospechando con certeza, que de aquel regodeo apasionado y sexual, derivaban aquellas variaciones.

Se había quedado en cinta. Guardó silencio, y aquel detalle, aceleró su decisión para que jamás nadie, supiera de aquel suceso.

Así que decidió, quedarse con su hijo, no exigir perdón a nadie y menos dar explicaciones.

Manipuló la consecuencia como ella sabía y resolvió llevando su idea original a término en cuanto pudiera.

 

Conocedora de aquellos viajes al Mundo Asiático, por una alumna suya, que también se escapaba de Daroca, hizo viaje hacia Cartagena, donde tramitó su ingreso hacia las Filipinas, sin dar a conocer su estado de maternidad, ni más razones ni comentarios.




julio 2024, 17. año 2024

autor: E.Moreno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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