Calor y mi pesadez
insoportable
aguantar
en el ambiente
otra vez
mi ritual por
soportar.
Pienso, y llega la
vejez.
aparece sin llamar
veo en mi espejo
la tez
por tu cuerpo
desfilar
y la amplísima
escasez
igual, nos hace
temblar.
Siempre nos quejamos del tiempo, parece ser una máxima en los humanos, cuando no sabemos de qué hablar.
Nos remitimos a la temperatura, al calor, y al frío. Algo
relacionado con lo cercano a nuestro estado de ánimo, que sin dudar la
temperatura corporal tienen mucho que ver.
Hoy pensaba en la
poquísima paciencia que tengo con lo que no me concierne, y sin duda me rodean
personas que me cuentan sus cuitas. Sus dificultades, que a veces no lo son,
pero a ellos, se les hace una montaña.
Las resisto y en
algún momento puedo llegar a entenderlo.
Ciertamente, si yo me pongo en sus zapatos, igual en algún momento de mi vida, he pasado por el mismo trance.
Siendo y sintiendo, algún padecer conocido. Sin poder solucionarlo.
El problema
radica, cuando indagan, con esa máxima tan manida que se suele preguntar, para
soportar el peso de nuestra propia responsabilidad.
Esa duda que de
pronto dejan caer.
Mirándote a los
ojos, como si fuesen besugos degollados y expresan…
" Tú
qué harías."... y sin más te meten dentro de su problema.
Teniéndole que responder
casi sin meditar.
Me preguntas que
haría,
tratando de
posponer
un dilema que es
el tuyo,
y así se
resolvería.
Una duda que has
de ver,
y te compete a ti
solo.
tratando de
repeler
tu decisión, ya
tomada
y sin querer
entender
me adentras en tu
pomada,
que te resuelva tu
nudo
sin poderlo
deshacer,
por grosero y
cojonudo
y así tu poder
creer
que no es tu
problema.
Que ese aprieto es
ajeno,
Con la mejor sencillez
Te olvidas de tu
entender
y así olvidas el yuyo.
¡Imposible concebir!
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